Filosofía en español 
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Santiago Velo de Antelo entrevista a Frigdiano Álvaro Durántez Prados

“La articulación del espacio panibérico, o de la iberofonía, ya ha comenzado”

Tras la reciente publicación el pasado mes de octubre de su libro Iberofonía y Paniberismo. Definición y articulación del Mundo Ibérico, entrevistamos a Frigdiano Álvaro Durántez Prados, pionero en la corriente contemporánea del Paniberismo o Iberofonía, doctrina que propugna la definición y la articulación de un Espacio Multinacional de Países de Lenguas Española y Portuguesa de todos los continentes. La revista Diplomacia Siglo XXI, dentro de nuestro específico ámbito editorial, también fue pionera en la divulgación de esta teoría y tendencia geopolítica y cooperativa al dedicar, en julio de 2015, un extenso artículo del Dr. Durántez sobre esta materia.


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Cubierta de de la reciente obra de Durante Prados, que describe y compendia de modo exhaustivo las bases y fundamentos del Mundo Ibérico, así como su proceso de articulación.
 

¿Qué es el Espacio Panibérico o de la Iberofonía? ¿Cómo debemos denominarlo?

El Espacio de la Iberofonía es el espacio multinacional de países y pueblos de lenguas española y portuguesa de todos los continentes, sin excepciones geográficas, y corresponde en gran medida al sumatorio de la Comunidad Iberoamericana de Naciones (CIN) y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP). Etimológicamente, la expresión “panibérico” –con la partícula griega pan, que significa “todo”– hace alusión a todos los pueblos de raíz o de lenguas ibéricas. La palabra “iberofonía” se refiere, desde esta perspectiva multinacional, a quienes hablan las grandes lenguas ibéricas internacionales e intercontinentales, el español y el portugués. Utilizamos ambas expresiones como sinónimos y, en ocasiones, en un sentido más figurado, también decimos “Mundo Ibérico”.

Lo importante, en todo caso, es saber que nos referimos específicamente al espacio multinacional de países y pueblos de lenguas española y portuguesa de todos los continentes, sin excepciones geográficas; no sólo al iberoamericano que, técnicamente, incluye a los Estados de lenguas española y portuguesa de únicamente dos continentes, América y Europa, sino a los países iberófonos de todo el mundo.

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Número 85 de la revista Diplomacia (Julio de 2015), órgano de comunicación de la Academia de la Diplomacia, en donde se presentó la doctrina y tendencia del Paniberismo o Iberofonía. Por su iniciativa y actividad en este ámbito de la geopolítica, el doctor Durántez fue nombrado Académico de Honor.

 
¿Qué países y pueblos forman parte o se pueden considerar vinculados a este espacio-concepto?

Los países oficialmente iberófonos son Andorra, Angola, Argentina, Bolivia, Brasil, Cabo Verde, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, República Dominicana, España, Guatemala, Guinea Bisáu, Guinea Ecuatorial, Honduras, México, Mozambique, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, Santo Tomé y Príncipe, Timor Oriental, Uruguay y Venezuela.

El Espacio Panibérico o de la Iberofonía es el espacio de países y pueblos de lenguas española y portuguesa de todos los continentes, sin excepciones geográficas. Está integrado por 800 millones de personas y más de 30 países. Constituye el primer bloque lingüístico del mundo, la 10ª parte de la población mundial y la 5ª parte de la superficie del planeta.

A éstos hay que sumar, por la gran presencia de población hispanohablante y de la lengua española, los Estados Unidos de América o su comunidad hispánica; por su raíz y su cultura hispánicas, las Islas Filipinas y otras del océano Pacífico; el pueblo judeoespañol o sefardí; las comunidades lusodescendientes del mundo, incluida particularmente la luxemburguesa; así como el pueblo saharaui y numerosas poblaciones del Caribe no hispano pero de fuerte influencia hispánica, como son Belice, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tobago, y otras islas y archipiélagos. No se debe olvidar tampoco la fuerte vinculación histórica y cultural hispánica de países europeos como Italia, ni la creciente e importante presencia de elementos de base cultural y lingüística iberoamericana en Canadá.

 
¿Cuáles son sus magnitudes en el contexto internacional?

Sus dimensiones generales son extraordinarias. Se trata de un conjunto multinacional que agrupa a más de 800 millones de personas y una treintena de países de todos los continentes, que constituye el primer espacio lingüístico del mundo, y que representa la quinta parte de la superficie del planeta, así como la décima en términos demográficos. Respecto al peso y la proyección demolingüística de los idiomas ibéricos, cabe destacar la formidable dimensión de la Iberofonía al aunar el español –segunda lengua materna y de comunicación internacional, hablada por más de 570 millones de personas– y el portugués –segunda lengua ibérica y latina, con más de 230 millones de hablantes–. La creciente percepción de la existencia de este inmenso espacio multinacional intercontinental ya viene suscitando el interés por “medirlo” y cuantificarlo en sus diferentes rubros (económicos, sociales y estadísticos de todo tipo).

 
Entendemos entonces que los idiomas español y portugués constituyen, de algún modo, la base esencial de este espacio multinacional

En gran medida, sí. La fundamentación esencial se basa, sobre todo, en la lógica y la potencialidad que se derivan de la afinidad sustancial entre las dos principales lenguas ibéricas, el español y el portugués, únicos dos grandes idiomas internacionales –grandes en términos cuantitativos– que son, al mismo tiempo y en líneas generales, recíprocamente comprensibles.

La plena articulación de este Mundo Ibérico aportará influencia y visibilidad a los países iberohablantes, y favorecerá esquemas de cooperación horizontal y triangular entre sociedades de distintas regiones. Al mismo tiempo, beneficiará la mayor diversidad cultural y lingüística en el conjunto de la Comunidad Internacional.

En este sentido, es necesario precisar que tal intercomprensión hispano-lusófona, aunque conocida y reconocida, no es perfectamente simétrica ni equivalente sino que, por razones fonéticas sobre todo, el español es mucho mejor entendido por el lusófono nativo, que el portugués por el hispanohablante. Esta realidad tiene derivadas muy importantes, pues si, por un lado, el lusófono nativo se beneficia de una ventaja subjetiva a la hora de comprender el castellano, por otro lado, es el idioma español el que es general y universalmente entendido en todo el ámbito de la Iberofonía.

 
¿Cuál es el sentido o la utilidad de este Espacio de la iberofonía?

La plena articulación de este gran espacio aportará visibilidad e influencia en el mundo al conjunto de los países iberófonos y favorecerá la concertación político-diplomática entre los mismos, así como esquemas de cooperación horizontal y triangular en todos los campos entre Estados y sociedades de diferentes regiones del planeta unidos por estrechos vínculos culturales. Además, contribuiría a fortalecer la diversidad cultural y lingüística de la Comunidad Internacional al suponer un verdadero factor de equilibrio en el contexto de una globalización muy marcada por el idioma inglés y por parámetros de claro sesgo anglosajón.

Añado a todo ello la tradicional vocación de universalidad y de paz de la Civilización iberohablante que, en beneficio de todos, podría proyectar en este mundo crecientemente globalizado. Igualmente, el Espacio Panibérico es también un ejemplo y un paradigma de riqueza y diversidad culturales internas en cuya gestión tiene una enorme experiencia. Esto supone otro valor añadido para la Comunidad Internacional.

 
Al mencionar la diversidad interna de este Mundo Ibérico, ¿dónde quedan los demás idiomas que se hablan dentro de él?

Efectivamente, dentro del espacio multinacional iberófono conviven multitud de lenguas diferentes del español y el portugués, no sólo en la Península Ibérica, sino, en mucha mayor medida, en América, en África y en Asia. En este sentido, y salvando todas las distancias, el quechua puede ser al español en Perú lo que el catalán y el gallego al castellano en España; y el guaraní en Paraguay, aún más. Podríamos establecer innumerables analogías en este sentido, también del portugués con las lenguas nativas de Mozambique, o con el criollo caboverdiano, por ejemplo.

Por eso, es preciso subrayar muy claramente que el común denominador de lo iberófono a nivel internacional lo constituyen únicamente los grandes idiomas vehiculares ibéricos, el español y el portugués, o, más exactamente, la base lingüística común derivada de la afinidad sustantiva entre los mismos. Las demás lenguas existentes en el Espacio Multinacional de la Iberofonía deben ser protegidas y fomentadas como merecen.

 
¿En qué se diferencia el Espacio de la Iberofonía de otros ámbitos de base cultural o lingüística como la Francofonía o la Commonwealth?

En muchas cosas, pero, sobre todo, en su sustantividad y autenticidad. El espacio iberoamericano y, por extensión, el panibérico, se asienta, en general, en una profunda identidad de civilización, cultural y lingüística de base histórica y en la que el mestizaje integral –étnico y cultural– ha desempeñado un papel muy importante.

La Organización Internacional de la Francofonía, a la que usted alude indirectamente, es un foro formal interesante, sin duda, pero vincula a países que entre ellos no comparten lazos culturales e identitarios sustantivos (como Canadá o Camerún), o que son poco o nada francófonos (Rumania, Bulgaria o Egipto...). Por su parte, la Commonwealth, de formación política sajona, se asienta técnicamente en el hecho de haber compartido vínculos institucionales o constitucionales –o sea, en haber pertenecido al Imperio británico–, pero le ocurre algo semejante a lo que acontece con la Francofonía: es un gran foro de concertación y cooperación que incorpora países muy disímiles culturalmente (Nueva Zelanda o Nigeria), los cuales, de hecho, no comparten lazos civilizacionales.

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El 6 de junio del año 2000, la Casa de América, de Madrid, albergó la mesa redonda sobre la Comunidad Iberoamericana y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) en la que el primer secretario ejecutivo de ésta última, el ex primer ministro angoleño Marcolino Moco, y Frigdiano Álvaro Durántez Prados expresaron planteamientos de acercamiento y colaboración entre ambas Comunidades.

 
Usted ha llamado la atención sobre el hecho de que el Espacio de la Iberofonía ya ha empezado a articularse. ¿En qué niveles lo está haciendo?

Casi imperceptiblemente, la Iberofonía viene articulándose desde hace decenios a nivel americano-europeo (esto es lo que conocemos como la Comunidad Iberoamericana de Naciones), pero desde hace pocos lustros ha comenzado a articularse también a nivel panibérico e intercontinental, tanto en el ámbito civil como en el oficial e interestatal. En 2014 se adhirieron como observadores a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) –que es la “UNESCO iberoamericana”– los países lusófonos africanos y asiático, y lo hicieron en bloque, algo muy significativo. También desde 2016 se han asociado a la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), en calidad de observadores, países hispanohablantes e iberófonos como Uruguay, Argentina, Chile y Andorra. Y Guinea Ecuatorial, único Estado hispanohablante de África, es precisamente el único país no lusófono que es miembro pleno de la CPLP.

El español y el portugués son las dos únicas grandes lenguas internacionales recíprocamente comprensibles en líneas generales. Ésta es una de las claves principales.

Por otro lado, el Organismo Internacional de juventud para Iberoamérica y su contraparte de la Lusofonía han instado a las altas autoridades de la Comunidad Iberoamericana y de la CPLP a avanzar en la articulación del Espacio de la Iberofonía; y la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS) permitiría estatutariamente su plena articulación panibérica. En suma, la tendencia de aproximación panibérica es evidente y se produce en base a las afinidades existentes entre los países iberohablantes de los distintos continentes.

Son también varios los dignatarios iberoamericanos, incluido el Rey de España, que se han referido a este gran espacio lingüístico y cultural.

 
¿Qué papel viene desempeñando la sociedad civil en este proceso?

Un papel muy importante. De hecho, es desde la sociedad civil desde donde primeramente se ha fomentado esta proyección panibérica, superadora de los esquemas ibero-americanos y lusófonos. Y este impulso ha provocado que instancias oficiales hayan comenzado a sensibilizarse con esa realidad innegable, como acabo de mencionar. Son varios los hitos en el ámbito de la sociedad civil, y abarcan desde la creación de entidades que fomentan y estudian esta idea –que ya es una tendencia geopolítica y cooperativa real–-, hasta plataformas de definición y ámbito panibéricos en distintos terrenos (académico, olímpico, fundacional, premial...).

 
En sus investigaciones, se ha centrado en los paralelismos y convergencias entre la Comunidad iberoamericana de Naciones y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa. ¿Qué función pueden desempeñar en esta tendencia panibérica?

Sí, me he referido a ellas porque, como decía antes, ambas, que son las dos grandes Comunidades iberófonas existentes, conforman conjuntamente el Espacio de la Iberofonía. Comparten miembros, objetivos, principios, y, sobre todo, referentes identitarios y lingüísticos. Son, entre las grandes Comunidades multinacionales de base cultural del mundo, las más semejantes de toda la Comunidad Internacional. Y ya se visualiza a partir de diferentes organismos, como he adelantado, una paulatina aproximación convergente entre las dos. Institucional y sustantivamente, podrán desempeñar un papel muy importante.

 
Volvamos por un momento a la base de la Iberofonía, que son los idiomas español y portugués. ¿Cómo pueden complementarse en una estrategia conjunta de carácter global? ¿Debemos avanzar hacia algún tipo de bilingüismo o de paridad hispano-lusófona?

Debemos ser realistas y huir de posiciones maximalistas e innecesarias. Bilingüismo hispano-lusófono, no; reforzamiento de la intercompresión recíproca, sí. Y –muy importante– no sólo en el ámbito iberoamericano, sino en todo el espacio de la Iberofonía, porque, de otra manera, estaremos actuando de un modo sesgado e incompleto. El bilingüismo pleno es, efectivamente, innecesario porque nuestros dos idiomas se entienden en líneas generales. Y tampoco es realista, no sólo por el despliegue de medios escasos que eso supondría, sino porque no se podría justificar la introducción a ese nivel del portugués en países como México o los centroamericanos y caribeños, que tienen multitud de lenguas indígenas y miran hacia los EE. UU., por lo que están más interesados en el inglés. Tampoco lo sería, por análogas y por diferentes razones, en restantes países hispanoamericanos. Y no sería lógico, por los mismos motivos, impulsar un bilingüismo luso-hispanófono en países de África y Asia como Angola, Mozambique, Cabo Verde o Timor Oriental, Estados la mayor parte donde la prioridad aún es afirmar la lengua portuguesa, en situación a menudo precaria.

Por eso, lo factible y conveniente es impulsar una mayor intercomprensión que se conseguiría simplemente con la respectiva enseñanza temporal de ambos idiomas durante la etapa escolar. Sería suficiente. Con una posible excepción.

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El 25 de octubre de 2018, la Casa de América acogió la presentación de la obra Iberofonía y Paniberismo, con las intervenciones de (de izquierda a derecha del autor) la embajadora española Cecilia Yuste –directora de Relaciones Institucionales de Banco Santander–, el catedrático brasileño de Políticas Públicas Paulo Speller –ex secretario general de la OEI–, y del catedrático español de Historia de América Mario Hernández Sánchez-Barba.

 
Entiendo que se refiere a Brasil.

Efectivamente. Solamente un país, por su propio interés y por razones geoestratégicas, culturales y políticas, podría plantearse en un futuro superar la fase de mayor intercomprensión para avanzar hacia alguna forma de bilingüismo. Y ése es Brasil, un Estado, situado entre hispánicos de América del Sur y cercano a los lusófonos de África, que aspira tradicionalmente a mayores posiciones de peso y liderazgo internacional. El español le ayudaría mucho a conseguirlo. Y aunque es cierto que hay conocidos altibajos en esta materia –como la todavía reciente derogación de la “Ley del Español” por el presidente brasileño Michel Temer–, a la larga, en nuestro mundo interconectado e interdependiente, la mayor aproximación de Brasil al español y a los países hispanohablantes será natural.

El Espacio de la Iberofonía se caracteriza por su autenticidad y por su vocación de universalidad y de paz, valores que podrá proyectar con fuerza en el escenario internacional.

También hay que valorar –pero esta es otra cuestión– el conveniente conocimiento de ambas lenguas en algunas zonas de esa frontera idiomática (Paraguay, Uruguay, Argentina), porque, además, esto favorece mucho las relaciones de vecindad. En esto está la OEI, y se trata de algo muy positivo.

 
¿Y respecto a la paridad entre ambas lenguas?

Formalmente sí, claro; pero reitero la necesidad de atender a la realidad de las cosas: uno de los dos idiomas es hablado por mucho más del doble de países y de personas que el otro. Desde el irrenunciable respecto a cada manifestación lingüística, huyamos de cualquier posición maximalista.

 
¿Esta tendencia de aproximación, ya en marcha, cuenta siempre con el favor o el apoyo de los diferentes actores?

Quiero subrayar que la articulación de un Espacio de la Iberofonía no va en menoscabo de las instituciones existentes, sea en el ámbito iberoamericano o de la CPLP, sino que, por el contrario, las refuerza y las enriquece, ya que les imprime una mayor proyección internacional.

Ya he señalado el importante papel que los organismos iberoamericanos y la CPLP están llamados a desempeñar. Por otro lado –y esto está documentado y publicado, y por eso, como investigador y como académico lo puedo decir y escribir–, una parte de la diplomacia portuguesa fue históricamente reticente a la aproximación iberoamericana, o sea, a la participación de Brasil y de Portugal en el Sistema Iberoamericano: pero aquello, afortunadamente, se superó hace tiempo. Ahora estamos en otra fase diferente, más madura, y cabría desear que no se replicasen aquellas actitudes en relación con el Espacio Panibérico o de la Iberofonía. Porque, entre otras cosas, se trata de una realidad objetiva que avanza de modo natural e irreversible. Y es mucho mejor abordarla con un espíritu positivo y constructivo, pues todas nuestras sociedades ganarán con ello.

Por último, apunto la posibilidad de que otros actores, no iberófonos, interpretasen como rival o amenaza la emergencia de un formidable espacio multinacional panibérico de 30 países y 800 millones de personas. Esto enlaza con la idea del realismo político aplicado a la glotopolítica, a la política lingüística y cultural internacional. En todo caso, nada nuevo en el ámbito de las relaciones internacionales: pero habrá que estar preparados.

La conmemoración de la primera vuelta al mundo y el espacio panibérico

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La expedición española que culminó la Primera Circunnavegación de la Tierra representó, hace casi cinco siglos, la materialización de lo que poco antes sólo era una inalcanzable utopía. En la imagen, representación del globo terráqueo originariamente diseñada en 1570 por el cartógrafo Abraham Ortelius.

 
¿Cómo podría aprovecharse la conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo para fortalecer e impulsar esta tendencia?

La Primera Vuelta el Mundo fue la empresa española que supuso el paradigma de la universalidad hispánica: el inicio de la primera globalización del planeta, de cuño español y visión y efecto universales. Sin embargo, aunque su conmemoración supera en realidad los márgenes de la Iberofonía, hay que recordar que aquella expedición –la mayor epopeya marina y descubridora de la Historia– tocó o pasó muy cerca de territorios de países actualmente iberófonos o vinculados, como Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Filipinas, Cabo Verde, o, por supuesto, España. Por ello, efectivamente, la Primera Vuelta al Mundo también puede conmemorarse en clave de afirmación del Espacio de la Iberofonía.

 
Y Portugal, ¿cuál debería ser su papel en esta celebración?

En relación con Portugal, y ahora que las conmemoraciones sólo están comenzando, es conveniente ser muy rigurosos y evitar confusiones. La Primera Vuelta al Mundo fue una empresa española, no hispano-portuguesa. De hecho, la vuelta al mundo se logró no con la colaboración de Portugal sino con su declarada oposición, pues este país hizo entonces todo lo posible para abortar, evitar, capturar o hacer naufragar aquella expedición. Celebrar la vuelta al mundo como una obra hispano-portuguesa sería contradictorio con la elemental verdad de los hechos. Sería como haber celebrado en 1992 el Descubrimiento de América-Encuentro de Dos Mundos como una gesta hispano-italiana o hispano-genovesa, con la importante diferencia añadida de que ni Génova ni Italia quisieron abortar o capturar la flota de Colón.

Cuestión diferente es que las tripulaciones de aquellas naves contasen con numerosos portugueses, y con hombres de otras muchas nacionalidades, porque se trataba de una empresa imperial hispánica. Y, como es sabido, las empresas imperiales –bajo la jefatura y la dirección políticas de un poder concreto, en aquel caso del español– se caracterizan a menudo por la diversidad de orígenes de sus múltiples participantes.

“La Primera Vuelta al Mundo fue una gesta española, pero Portugal, si lo desea, puede participar en su conmemoración, junto a otros países y con el impulso de España, para el reforzamiento del Espacio de la Iberofonía”

Y respecto a la fundamental figura de Fernando de Magallanes, recordemos que este marino servía a la Monarquía Católica, o de España, y que fue rechazado por el rey portugués a cuyas autoridades también rechazó Magallanes. La concesión del castellano hábito de la Orden de Santiago fue la mejor manera de la época de naturalizarlo español. Fernando de Magallanes murió en Filipinas y la Primera Vuelta al Mundo la dio el español Juan Sebastián de Elcano, perseguido implacablemente por los portugueses, como él mismo relató al Rey Emperador Carlos V. Incluso hubo que negociar con las autoridades portuguesas para que liberasen a los españoles capturados en Cabo Verde.

El sentimiento de amistad y fraternidad hacia Portugal no debe llevar a nadie a desconocer o tergiversar la realidad histórica. Pero, aclarado todo esto, Portugal, naturalmente, puede participar en esta conmemoración si lo desea, en clave siempre de reforzamiento del Espacio de la Iberofonía. Seguramente esta digresión histórica era necesaria.

 
Hemos leído que usted, con 26 años, creó una asociación para promover la articulación de este Mundo Iberófono, y que se fue a Mozambique para impulsarlo. ¿Cuál es su experiencia directa en esta tendencia o proceso?

Desde muy pronto estuve interesado en la historia, la geopolítica y la cooperación entre los países de nuestra cultura compartida, y recuerdo que, incluso antes de empezar el Bachillerato, percibí que la conceptuación y articulación de este espacio multinacional, que llamé al principio panibérico, era algo obvio que merecía pensamiento, exploración y esfuerzo. Efectivamente, en 1995 creé una pequeña asociación con estos fines, y enseguida viajé a Mozambique para tratar de difundir esta propuesta que, con el tiempo, se convertiría en una tendencia más visible. A partir de entonces, en mis destinos profesionales e institucionales he dado a conocer siempre este proceso; y en el ámbito académico desarrollé ampliamente esta línea de investigación, sobre la que naturalmente trató en su día mi tesis doctoral. De un modo u otro, todo ello lo cuento en el libro Iberofonía y Paniberismo. Definición y articulación del Mundo Ibérico, recientemente publicado.

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Frigdiano Álvaro Durántez Prados en Maputo, capital de Mozambique, a donde viajó en marzo de 1996 para impulsar la doctrina del Paniberismo y la mayor colaboración entre los países hispanohablantes y lusófonos.

 
¿Que hace falta para que esta iniciativa, o esta realidad, se consolide plenamente?

Decía en el Epilogo del libro que acabo de señalar que, hasta ahora, la articulación de este Mundo Ibérico ha progresado básicamente por la fuerza y la lógica de las afinidades y los elementos objetivos que lo sustentan, junto a comprometidos esfuerzos individuales que han planificado y ejecutado acciones a favor de su articulación. Es decir, hay que reconocer que no ha habido grandes diseños geopolíticos oficiales sobre ello, y, a pesar de todo, la tendencia va hacia adelante. Por eso, ya es hora de que las instituciones y las Cancillerías afronten con altura de miras este desafío ineludible, porque es algo que redunda en beneficio de todos los países de lenguas española y portuguesa del mundo, y de la Comunidad Internacional en su conjunto.

En la cuestión idiomática debemos ser realistas y huir de maximalismos: bilingüismo hispano-lusófono, no; reforzamiento de la intercomprensión recíproca, sí. Y en todo el Espacio de la Iberofonía, no sólo en la Comunidad Iberoamericana.