El Católico
Madrid, lunes 15 de abril de 1844
 
tomo XVII, número 1492
páginas 114

[ Cierre de la Academia de Ciencias Eclesiásticas ]

Ayer llegó a nuestra noticia que en la noche del sábado se había pasado una orden a la academia de S. Isidoro para que suspendiese sus sesiones. Esta noticia la confirma el comunicado que a continuación copiamos. No sabemos las causas que hayan producido esta ocurrencia, y la verdad que tengan los diversos rumores que acerca de ello han corrido, y que atribuyen el origen de todo esto a que en el segundo número de las Crónicas se habían puesto truncados o muy desfigurados los discursos que se habían pronunciado, tanto que ni los taquígrafos ni varios de los que pronunciaron discursos reconocieron como suyos los extractos que se ponían en el periódico de la Academia. Todavía añaden más los rumores, pero como descienden a personalidades cual es que en todo esto haya tenido una parte muy principal el señor Muñoz Maldonado, pesaroso sin duda de haber dicho en su discurso cosas que nosotros en su día censuramos, nos abstenemos de hablar sobre ello e ínterin no tengamos mas datos (pues sabido es que a nadie queremos ofender y solo buscamos la verdad), nos limitaremos a insertar el siguiente

comunicado.

«Sr. director del Católico: Mi señor y amigo: He de merecer de su bondad y de la condescendencia con que me honra, se sirva dar cabida en su por tantos títulos apreciable periódico a las siguientes líneas:

Individuo de la Academia española, o de S. Isidoro, de ciencias eclesiásticas, propúseme al inscribir en ella mi nombre sostener las doctrinas que todo el mundo conoce ya, y aun aspiraba a su triunfo sin contar, ni los adversarios, ni con otros recursos que mis debilísimas y en sumo grado inútiles fuerzas luchando solo y con no poco riesgo. La Providencia sin duda quiso premiar mis pobres esfuerzos, y la Academia atendiendo únicamente a mi constancia en defender el guante que la tenía tirado, me honró con la distinción de socio de mérito y el cargo de censor. Era esto el año de 1841. No es de este lugar decir los sinsabores que gusté entonces en su desempeño, y el por qué a fines del dicho cesé. Hoy tengo igual cargo y los mismos o mayores disgustos que me impelen como a hombre sin doblez a llamar la atención pública. Ese virus mortal que tantos males nos ha causado, ese espíritu de partido tan funesto, esa política en la que como eclesiástico y como académico he procurado ser ateo, sin conocer más que catolicismo y españolismo, ha producido sus terribles consecuencias, ) y me han puesto en cumplimiento de mi deber, en el caso de condenar justa e imparcialmente la conducta de los unos y de los otros. Los hechos hablarán después; pero entretanto sépase que, cerrada por ahora la Academia, respetando como el que más la orden de la autoridad política que así lo dispone, el que suscribe así reprueba las causas que la han motivado, como el medio de que se ha hecho uso para atajar los resultados, por desconocido en la corporación, y porque en ella misma y en sus constituciones le había para poner remedio y atajarlos, apelando a aquel solo en un extremo. De vd. señor director a. s. s. y c. q. s. m. b. Madrid 14 de abril de 1844. Mariano García Ruiz.»

Imprima esta pagina Informa de esta pagina por correo

www.filosofia.org
Proyecto Filosofía en español
© 2014 filosofia.org
Academia de Ciencias Eclesiásticas
1840-1849
Hemeroteca