La Censura. Revista mensual
Madrid, septiembre de 1844
año I, número 3
páginas 21-22

Filosofía

12

El Libro Rey

o sean pensamientos y máximas escogidas de Aristóteles, Bacon, Chateaubriand, Cervantes, Cicerón, Martínez de la Rosa, Byron, Séneca, Napoleón, Quevedo, Mariana, Talleyrand, Virey, Víctor Hugo, A. Dumas y de todos los más grandes hombres así antiguos como contemporáneos: colección que contiene dos mil y cien máximas, utilísima a toda clase de personas: por dos enemigos de la ostentación. Un tomo de 235 pág.

No había en verdad de que hicieran ostentación los dos zurcidores de este mal pergeñado libro, porque no recordamos haber leído una compilación mas indigesta, ni un cestón más disparatado. Componese efectivamente de dos mil y cien máximas, y no sabemos por qué no han llegado a cuatro o seis mil cuando los compiladores tenían en su mano el facilísimo medio de la repetición, que han usado reproduciendo de trecho en trecho sartas enteras de unas mismas máximas. Fuera de eso la tal colección es un atestado [22] de puerilidades sandias, de simplezas y perogrulladas, de contradicciones y falsedades, de inexactitudes hasta en las citas de autores, de cláusulas y pensamientos enteros ininteligibles, porque según la muestra el libro está traducido que digamos del francés; pero ni ha quedado en francés, ni en castellano, ni en latín, sino en una jerigonza que sólo comprenderán los dos enemigos de la ostentación. Para que se vea que no hablamos al aire, citaremos la máxima 925 de Boileau: Mas quiero el reposo que un embarazo ilustre. Que nos la claven en la frente si podemos acertar esta adivinanza; y como nosotros ¡cuántos centenares de miles se quedarán a obscuras sin atinar qué quiere decir!

Mas todo esto sería tortas y pan pintado, según decimos en Castilla, porque al cabo tan acostumbrado está uno a que las prensas arrojen millares de libros detestables, literariamente considerados, que por uno más no habíamos de romper lanzas con los compiladores de las dos mil y pico de máximas. Pero las hay peligrosas, escandalosas, erróneas y con cierto sabor a impiedad e irreligión. Citaremos algunas que sirvan de muestra, porque sería prolijo el copiar todas las que debían suprimirse de la colección:

102. Morir es dormir. Shakespeare.

236. Ningún muerto ha vuelto EN este mundo para convencernos de la inmortalidad. Voltaire.

483. Hay muchas virtudes incompatibles. La Bruyere.

541. Los reyes son naturalmente propensos a la venganza. ***

594. Los hombres pueden adorar a Dios como les guste. Boiste.

635. En Roma dispensan de todo menos de morir. Moliere.

651. Tras las innúmeras necedades de los hombres hacia la divinidad falta que la transformen en alimento para comérsela. Cicerón.

897. El amor de Dios sirve de locura a los devotos para no amar a nadie. Rousseau.

1114. Odiad a vuestros enemigos con moderación. Fenelon.

1143. Las costumbres son la hipocresía de las naciones. Balzac.

1195. Todos los pueblos del mundo sin exceptuar a los judíos se han hecho dioses corporales. Voltaire.

1532. La razón humana es el verdadero pecado original. Sthal.

1679. No es pecar pecar en silencio. Moliere.

1730. ¿Quién sabe si la materia es capaz de pensar? Locke.

1772. Dios absuelve al ver la penitencia en el corazón. Pascal.

1922. El clero en general se ha ocupado mas en hacer mal que bien. Un sabio alemán.

Por estas cuantas máximas puede venirse en conocimiento de lo arriesgado que sería poner este libro en manos de jóvenes o personas faltas de sólida instrucción; y como las que tengan esta circunstancia, no han de aprender nada de tan mal hilvanada compilación, creemos que no deben molestarse en hojear el Libro rey tan pomposamente anunciado por dos enemigos de la ostentación.

 


www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2006 www.filosofia.org
La Censura 1840-1849
Hemeroteca