| La Censura. Revista mensual Madrid, abril de 1845 |
año I, número 10 páginas 73-74 |
Política cristiana48 ¿A dónde vamos a parar?Ojeada sobre las tendencias de la época actual: por el presbítero J. Gaume, vicario general de la diócesis de Nevers, caballero de la orden de S. Silvestre, individuo de la academia de la religión católica en Roma &c.{1} El sabio autor del Manual de los confesores, inspirado de un celo santo y movido a indignación por la conducta criminal del mundo en la época presente, tiende su vista de águila por toda la superficie del globo, y bosquejando rápidamente, pero con vivísimos colores, el sacrificio sangriento consumado en el Calvario hace diez y ocho siglos, pone en parangón lo que entonces hizo el pueblo deicida con Jesucristo, y lo que ejecutan hoy los pueblos cristianos con la religión divina fundada por nuestro adorable Salvador. El punto de semejanza es demasiado patente; pero la pluma del autor guiada de sentimientos elevadísimos le da un realce y le presenta con tal energía, que es imposible resistirse a razones tan poderosas y emitidas de un modo tan convincente. Oigamos la magnífica apostrofe que dirige al linaje humano, desapiadado perseguidor del cristianismo a quien todo lo debe: «Género humano, hijo ingrato, nosotros sabemos tu historia: si la has olvidado, vamos a repetírtela: y por no levantar aquí mas que una punta del velo que encubre tu ignominia, trasládate a diez y ocho siglos hace. ¿Te acuerdas de los monstruos coronados que reinaban en el Capitolio, de aquellas fieras voraces que bebían tu sangre y la de tus hijos? ¿Te acuerdas de lo que eras? Si lo has olvidado, ingrato, repetimos que te lo recordaremos. La víspera misma del día en que brilló el cristianismo en las alturas de los cielos, te vimos arrastrándote en el polvo, encorvado bajo un cetro de hierro, aguardando para respirar, vivir o morir la orden del déspota que te tenía el pie en la garganta: trescientas cincuenta veces te hemos visto cargado de cadenas, atado al carro de los triunfadores, destinado a la esclavitud o al suplicio. ¿Te acuerdas de lo que pasaba entonces en Roma la grande? El autor examina con gran verdad y sin salir del papel de historiador las tendencias del mundo desde la época de la funesta reforma de Lutero hasta el día, haciendo notar la espantosa progresión siempre creciente del error y del crimen con un carácter de [74] gravedad y malicia desconocido en todas las edades anteriores. Presentado el mundo en su verdadero estado actual, pregunta el señor Gaume si será larga la vida de aquel, y dice que la respuesta afirmativa a esta pregunta tiene que fundarse en una de estas tres hipótesis: o el mundo actual puede vivir sin el cristianismo, o será regenerado por un nuevo dogma, o volverá francamente al cristianismo. La primera hipótesis es desmentida por la historia y contradicha por la razón. La segunda no puede defenderse: esperar una nueva religión sería una pura quimera, si no fuese una impiedad. Resta la tercera, que es la única esperanza de vida que queda al mundo; y para resolverla distingue el autor las conversiones individuales y la conversión social a los principios del cristianismo; y si bien es muy notable y cada día más rápido y general el primer movimiento, no se advierte en la multitud, ni influye nada en el segundo. Recorre minuciosamente el señor Gaume todas las transformaciones que han experimentado los principios cristianos en las sociedades humanas, y deduce de todo que se acercan los tiempos peligrosos predichos por S. Pablo, y que a no mediar un milagro extraordinario de la Providencia los anuncios son que el mundo decrépito ya se acerca al término de su existencia. Concluye este discurso elevado en sus ideas y grandioso en el estilo con una exhortación a las familias (donde empezó el cristianismo, y donde probablemente habrá de refugiarse en la cruda persecución de nuestros tiempos), para que vean, velen y oren según el texto evangélico. Es dificilísimo que en menos volumen se encierren más verdades importantes y de más admirable oportunidad, que en este libro escrito con la valentía de un ministro de Dios y con el nervio y las galas de una elocuencia majestuosa. {1} Se vende a 14 rs. en la imprenta y redacción de la Biblioteca religiosa, carrera de S. Francisco, núm. 6.
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