La Censura. Revista mensual
Madrid, mayo de 1846
año II, número 23
páginas 182-183

Psicología

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Resumen analítico

del sistema del doctor Gall sobre las facultades del hombre, vulgarmente llamado craneoscopia: traducido y recopilado por una sociedad de naturalistas y literatos de esta corte: un tomo en 8º

El doctor Gall, padre y fundador de la frenología, expuso su doctrina en una obra intitulada: Anatomía y fisiología del sistema nervioso en general y del celebro en particular con observaciones sobre la posibilidad de reconocer varias disposiciones intelectuales y morales del hombre y los animales por la configuración de sus cabezas (4 tomos en 4º, París de 1810 a 1819). De esta obra principalmente creemos habrán sacado el Resumen analítico los traductores. Dos proposiciones fundamentales constituyen toda la doctrina de Gall: la primera que la inteligencia reside exclusivamente en el celebro; y la segunda que cada facultad particular de la inteligencia tiene en este un órgano propio. En vez de hacer nosotros algunas reflexiones de nuestra cosecha sobre este sistema preferimos trasladar a continuación lo que el sabio P. Perrone dice en sus Praelectiones theologicae, col. 1326, tomo 2º de la edición de París, año 1842.

«La frenología se puede definir la doctrina de la multiplicidad de los órganos celebrales y de la colocación o asiento de las facultades intelectuales y morales. Es indudable que ha servido y sirve todavía para fomentar las doctrinas fisiológicas materialistas, supuesto que hace anejas las mismas funciones multíplices de la inteligencia a otros tantos diversos órganos, al modo que están ligadas con ellos las funciones de la sensación. Así sea lo que quiera de la intención del Dr. Gall, principal fundador de esta doctrina, que se esforzó a purgarse de las notas de materialismo y fatalismo,{1} después de las excelentes obras publicadas muy recientemente acerca de la frenología parece que pueden inferirse las verdades siguientes: 1ª que aun admitidos muchos de los hechos en que estriba la frenología no existe como ciencia:{2} 2ª que los naturalistas más aventajados de nuestra edad no la han estimado en nada:{3} 3ª que se opone a los verdaderos principios de fisiología, y se destruye por las mismas observaciones patológicas:{4} 4ª que es necia la presunción de los frenólogos en tanto que pretenden poder construir con tal sistema la verdadera ciencia de la naturaleza humana, crear una nueva ética y mejorar la institución y orden de la sociedad humana:{5} 5ª que su tendencia fácilmente es fatalista y materialista siendo tan propensa a confundir la pasividad orgánica con la actividad intelectual y moral del hombre:{6} 6ª finalmente que si se ha de juzgar de un árbol por sus frutos, es de todo punto evidente que se ha hecho enteramente materialista en manos de los modernos frenólogos, los cuales la miran como una demostración científica de la materialidad del alma.{7}

Siendo esto así, aunque nosotros no queramos que el teólogo deseche nada que sea verdaderamente científico, o que pueda contribuir de cualquier modo a la utilidad de las ciencias naturales; aunque deseemos vehementemente que se admitan de buen grado los hechos de la observación y la experiencia cuando son ciertos y constantes; no obstante nos inclinamos al juicio de los escritores más sanos, que convienen en tachar como falso y pernicioso el sistema frenológico considerado en complexo.»

{1} En la obra Funciones del celebro, t. I, p. 231 y sig. Los principios sentados por Gall son por lo menos peligrosos. «Las facultades espirituales, dice el mismo, no obran sino por medio de la materia»: así aunque las distinga de la organización, las hace tan dependientes de ella, que parece no pueden ejecutar ninguna operación inmaterial a la manera que la fuerza de atracción, la fuerza vegetativa, &c. En otro lugar afirma que la Iibertad moral no puede existir sino con la pluralidad de los órganos (Funciones del celebro, t. I, p. 307). Gall juzga que los impulsos de los órganos son necesarios a la voluntad para obrar, y que esta no puede determinarse de ningún modo a nada sin aquellos: además añade que estos impulsos dominan al cabo, y otras cosas por el estilo, que hacen muy sospechosa si no la mente del autor, al menos su doctrina.

{2} Porque una cosa es hablar de cada hecho y otra del modo de explanarlos y de las leyes constantes, universales y necesarias que los frenólogos quisieran colegir de ahí. Por lo demás varios autores manifiestan que muchos de los mismos hechos observados repugnan a esas leyes forjadas inconsideradamente.

{3} «La frenología..., como sistema psicológico es un pensamiento contradictorio, y como teoría anatómico-fisiológica una hipótesis completamente falta de pruebas... Es particularmente notable que ninguno de los zoólogos franceses de este siglo, que con tanta profundidad han estudiado la organización de los seres vivientes y la sublime fisiología, haya tratado de aquella. Cuvier no habló nunca de la frenología sino con desprecio. Blainville, GeoffroySaint-Hilaire, Serres, Flourens, Dutrochet, Dumeril, en fin todos los fisiólogos cuyo nombre es conocido en Europa, han permanecido indiferentes.{a} Lo mismo sucede en Inglaterra salvo M. Combe... En Alemania, cuna de la organología, apenas es conocida mas que de nombre esta pretendida ciencia.» Así se expresaba la Gaceta médica de París, año 1836, citada por Debreyne, en cuya obra puede verse también otro esclarecido testimonio del célebre fisiólogo Magendie, que llama seudo-ciencia a la frenología y se burla chistosamente de ella (Fisiolog., París, 1836, tom. 1, p. 246 y sig.). Puede asimismo añadirse otro insigne fisiólogo, Berard, quien la refuta a lo menos indirectamente en la Doctrina de las relaciones de lo físico y lo moral, &c.

{a} O si alguno de ellos ha tomado parte en la cuestión, ha sido para combatir los desvaríos de los frenólogos. (N. de los RR. de la C.)

{4} Cuán arbitraria y anti-psicológica sea la división frenológica de las facultades intelectuales y morales según los varios órganos celebrales, lo muestra perfectamente Forichon y también Ahrens en su Curso de filosofía. Por lo que toca a los hechos patológicos, alega muchos el mismo Forichon con que se prueba: 1º que sobrevino la lesión de los órganos celebrales sin lesión de las facultades intelectuales: 2ª la pérdida de estas mismas con lesión orgánica; pero en otros puntos enteramente diversos de aquellos a que asignan los frenólogos los órganos respectivos. Véase también en Debreyne una carta escrita al mismo doctor Spurzheim sobre cierto hecho singular opuesto directamente al sistema frenológico.

{5} El mismo Ahrens dice de este sistema que sus pretensiones no son mas que un testimonio de su profunda ignorancia sobre las cosas que quiere reformar (loc. citat. p. 246).

{6} Trátase esto latamente en las obras citadas, ya de Forichon, ya de Debreyne, y también en el mismo Ahrens, quien añade además: «La frenología propende a hacer al hombre un puro animal, animalizando casi todas sus facultades.» Forichon la llama doctrina tan mortal para la ciencia como para la moral (pref. p. 16).

{7} Basta nombrar al doctor Broussais y su escuela. Contra estos frenólogos modernos descuellan principalmente los dos insignes autores franceses mencionados, que ponen patente y manifiesto el asqueroso materialismo de aquellos.

Siendo pues el libro que censuramos un resumen de la doctrina de Gall, claro es que le comprende el juicio del eruditísimo teólogo romano. Pero debemos añadir que se hallan además en el Resumen analítico algunos pasajes que o huelen a deismo, o descubren cierta aversión a la doctrina católica, como en las páginas 196 y 250, que no citamos por no alargar más este artículo.

En consecuencia no vacilamos en sentar que el libro del Resumen analítico del sistema del doctor Gall es muy peligroso, y por tanto no debe permitirse su lectura sino a personas de sólida ciencia y sana doctrina religiosa, que puedan discernir el error para no caer en él. Aun los médicos para quienes parece escrito especialmente, corren riesgo de inclinarse al materialismo con tales teorías, si no poseen los profundos conocimientos anatómicos, fisiológicos y psicológicos de los Blainville, Serres, Flourens, Debreyne &c., y no están bien cimentados en las buenas doctrinas del catolicismo.

 


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