Filosofía en español 
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La Conferencia de México

(18-26 de septiembre de 1956)

De todas las Conferencias celebradas bajo los auspicios del Congreso por la Libertad de la Cultura, la de Milán, en septiembre de 1955, fue sin duda la más importante. Por el número y la calidad de los delegados procedentes de cinco continentes, por los sesenta informes presentados totalizando más de un millar de páginas apretadas, por el tono objetivo y elevado de los debates... Que nuestra organización no es, ni de cerca ni de lejos, una agencia de propaganda ni de contrapropaganda en contra o en favor específicamente de nadie, sino una organización de defensa permanente de la libertad de la cultura y de los derechos humanos, a la vez que un seminario de estudio y discusión libres de todos los grandes problemas de nuestro tiempo, lo demostró Milán tras varias otras demostraciones anteriores.

En Milán se trató del problema de los problemas: del porvenir de la libertad. Conviene reproducir uno de sus enunciados, de valor permanente: «La Conferencia que organizamos no se concibe como una simple manifestación, sino como un seminario de análisis y de investigación. Y no pretende trazar directivas de acción o de propaganda, sino tratar de comprender los falsos problemas que envenenan nuestras polémicas y de establecer las verdaderas alternativas de la libertad en nuestro siglo.» En efecto, nunca estuvo tan amenazada la libertad del hombre y del pensamiento creador, fruto de cruentas luchas e inmensos sacrificios, como en el siglo de las guerras mundiales y de los totalitarismos desenfrenados. Un somero balance de las monstruosidades de uno de esos totalitarismos nos ha sido revelado recientemente, después de los otros balances establecidos en esta postguerra sobre los totalitarismos felizmente vencidos.

Las verdaderas alternativas de la libertad... Una de estas alternativas se juega dramáticamente en vastísimas porciones territoriales y de población insuficientemente desarrolladas y alimentadas. Milán apuntó que si el mundo democrático no es capaz de solucionar los problemas humanos, económicos y culturales de los pueblos –o continentes– subdesarrollados, sometidos éstos a dictaduras semibárbaras y a una explotación inhumana, corren peligro de caer bajo el totalitarismo comunista, que los utilizará contra nuestra civilización y nuestro concepto de vida libre.

Más que un fin, Milán fue un comienzo. Con los delegados europeos y norteamericanos, mezcláronse allí, por orden alfabético y no por orden nacional o continental, numerosos delegados de Asia, de África, de Oceanía, de Latinoamérica. Estos últimos, en número regular –si bien inferior a su importancia real en el mundo de hoy–, asistían por vez primera a una de las reuniones patrocinadas por nuestro Congreso. A Berlín (1950), a Hamburgo (1953) o a Roma (1954) sólo había asistido algún elemento aislado; a Milán asistieron cerca de una quincena.

Por vez primera también, y respondiendo a una iniciativa natural, esos delegados se reunieron a cenar con los delegados norteamericanos. Su número estaba poco más o menos equiparado y todos respondían a una absoluta independencia de pensamiento. Se estudió la idea de convocar una Conferencia de intelectuales norte y latinoamericanos, en un país de habla española, para el año de 1956. Con unanimidad y entusiasmo se adoptaron unos acuerdos generales. La Secretaría del Congreso debía someter estos acuerdos de principio a los diversos Comités americanos y a nuestros colaboradores que no forman todavía parte de ningún Comité. Y así se ha hecho.

La Conferencia se celebrará en breve en México, bajo los auspicios de la Asociación Mexicana por la Libertad de la Cultura, y a ella asistirán unos doce delegados norteamericanos, dos canadienses y unos treinta latinoamericanos.

Su enunciado general será el siguiente: «La Libertad de la Cultura en el Hemisferio Occidental».

Inaugurará sus trabajos por medio de un gran acto público, con un orador norteamericano y cuatro latinoamericanos; llevará en él la representación del Congreso uno de sus Presidentes de Honor: Don Salvador de Madariaga.

Se presentarán y discutirán después tres informes fundamentales:

1) La Libertad de la Cultura en los U. S. A.

2) La Libertad de la Cultura en la América Latina.

3) La colaboración entre los países americanos en defensa de la Libertad de la Cultura.

Los delegados constituirán seguidamente las tres comisiones siguientes:

1) Sobre los problemas políticos y económicos.

2) Sobre los problemas filosóficos, ideológicos y de educación.

3) Sobre el problema continental de la Libertad de la Cultura.

Cada comisión designará una personalidad de su seno para la presentación de sus conclusiones en una reunión plenaria, pudiendo el conjunto de los delegados presentar las enmiendas que crean convenientes.

Finalizarán los trabajos con una importante Conferencia de Prensa, no obstante tener ésta libre entrada durante la presentación y la discusión de los informes, así como durante la reunión plenaria.

Libre de toda traba o intromisión oficial y oficiosa, esta reunión americana puede tener –y debe tener– una gran importancia. Entre Norteamérica y Latinoamérica existen importantes problemas, diferencias, quejas y, a la vez, necesidades y posibilidades de comprensión y de colaboración. En México podrá estudiarse y discutirse libremente todo.

Sobre los resultados informará CUADERNOS a sus lectores, en sus páginas y, seguramente, por medio de un suplemento.