Diario de Córdoba
Córdoba, viernes 11 de octubre de 1912
 
año LXIII, nº 19.158
página 1

Eugenio García Nielfa

Moret a los periodistas

Con muy halagüeñas esperanzas han comenzado las tareas del primer Congreso periodístico español.

En la sesión inaugural, celebrada en la academia de Santa Cecilia, nos sorprendieron gratamente los periodistas de Sevilla, quienes plantearon un debate interesantísimo.

El señor Medina Togores, luego de explicar su aspiración de que el Congreso lo fuese únicamente de periodistas, dijo: si no fuera así, mis compañeros y yo nos retiraríamos inmediatamente, comprendiendo que nada tendríamos que hacer.

Por aclamación determinóse que el Congreso era de periodistas.

Este acuerdo alentó a todos, y en gran número acudieron los periodistas de Madrid y provincias a la sesión inaugural, celebrada en el Gran Teatro, bajo la presidencia del señor Moret.

El expresidente del Consejo de ministros pronunció un bellísimo discurso, quizá el mejor de los que ha dedicado a su patria chica en estos días de las fiestas nacionales.

Su palabra inspiradísima trató de muchas cosas, abrillantando la oración con imágenes deslumbradoras.

Especialmente afortunado estuvo al tratar de la política, diciendo con extraordinaria valentía que, en términos generales considerada, no es ni moral ni inmoral, sino amoral, porque su nombre disculpa todas las lealtades y bajo su capa se cobija lo que a la luz del sol sería censurado.

La amargura que al final de su larga vida política padece el señor Moret, desbordábase a borbotones en su discurso a los periodistas.

Habló luego de la exagerada importancia que el periódico tiene en nuestro país y también de la condición del periodista.

Dijo la verdad, y fue lastimoso que no insistiese en ella hasta publicar que el público, a cambio de muy poco, exige al periodista condiciones extraordinarias de actividad, trabajo, competencia, honradez, siempre la base de un contrato desigual, en el que todo lo puede el público y nada el periodista, pues aquel, por cinco o diez céntimos, reclama una hoja enciclopédica, confeccionada de una manera admirable, sin una equivocación, por pequeña que sea. En fin, lo del cuento: una especie de Gayarre por una perra chica.

El señor Moret fue ovacionado repetidas veces.

Los periodistas continuarán ahora el Congreso, decididos a sentar las bases para el mejoramiento de una clase tan numerosa y sufrida como la formada por un gremio cualquiera de obreros manuales.

E. G. Nielfa

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