Filosofía en español 
Filosofía en español


Antonio Gómez Torres

Noticia de un monstruo compuesto, autositario, sysomiano, xiphodymo, según la clasificación de G. de Saint-Hilaire{1}

I

El estudio de las monstruosidades ha excitado en todo tiempo la curiosidad de los médicos y de los filósofos: Hipócrates y Galeno, Aristóteles y Plinio se ocuparon ya de estas anomalías orgánicas, procurando investigar las causas capaces de producir tan notables desviaciones del tipo normal.

Durante mucho tiempo los monstruos fueron considerados como señales de la cólera divina, que venían al mundo para presagiar alguna calamidad{2}. Las leyes griegas y romanas condenaban a muerte a los niños monstruosos, y en el siglo XVII se defendían por hombres ilustrados tan bárbaros sacrificios, fundándose en que tales deformidades eran obra del demonio{3}.

J. Riolan opina que puede hacerse gracia de la vida a los fetos monstruosos, pero deben secuestrarse de la sociedad: es, sin embargo, inexorable con aquellos que, mitad hombres y mitad animales, dice, infieren gravísima injuria a la naturaleza y al género humano{4}.

No se da un paso en la historia teratológica sin tropezar con noticias inverosímiles, seguidas de las más absurdas explicaciones.

Uno de los hombres más ilustrados del siglo pasado, el P. Feijoo, razona muy formalmente sobre «una criatura humana hallada en el vientre de una cabra» {5}.

Refiere Helmoncio el caso de una mujer embarazada que, habiendo visto cortar la mano a un soldado, parió luego un niño que carecía de una mano{6}.

Torkos{7} discurriendo sobre el célebre monstruo Pygopago Elena y Judit{8}, atribuye su origen a la influencia de la imaginación de su madre, excitada por haber visto en los primeros días de su embarazo dos perros unidos.

Cuéntase también el caso de un «D. Francisco Ahumada y Fajardo, residente en Marchena (Sevilla), el cual, siendo hijo de padre y madre blancos, era negro atezado con cabello ensortijado, narices anchas y otras particularidades que se notan en los etíopes: y al contrario, dos hermanos suyos, D. Isidro y D. Antonio, eran muy blancos y de pelo rubio: se decía que la singularidad de D. Francisco había nacido de que la madre había fijado con vehemencia la imaginativa en una pintura de los Reyes Magos que tenía a la vista en su dormitorio.»

Tal es la explicación aceptada por el P. Feijoo respecto a este raro hecho, y ella, con la admitida por Etmulero, Torkos y otros, nos dan la clave de cómo se consideraban por nuestros predecesores estas cuestiones, que excitan, con singular viveza, el sentimiento, en todos innato, hacia lo maravilloso: las hipótesis absurdas ceden por fin su plaza a las elevadas consideraciones de la filosofía, fundadas en los progresos crecientes de la Anatomía y la Fisiología.

II

Los adelantos hechos desde fines del siglo pasado, las observaciones teratológicas recogidas posteriormente y analizadas a la radiante luz de los últimos progresos anatómicos y fisiológicos, tienden a demostrar que la organización de los monstruos obedece a principios tan fijos, a leyes tan constantes como las que presiden a la formación de los seres normales.

Por lo que respecta al modo de formación, los pareceres se encuentran divididos: unos que sostienen «que todo monstruo doble resulta de la fusión de dos gérmenes primitivamente distintos»; otros afirman «que tales anomalías son el resultado de la bifurcación más o menos profunda de un embrión único»: en uno y otro bando figuran nombres tan respetables como Dareste y Balbiani, Robín y Broca.

No entra en nuestro propósito discurrir sobre un punto tan difícil de la ciencia teratológica; queremos únicamente dar a conocer la historia de un monstruo que, según la ingeniosa clasificación de Geoffroy Saint-Hilaire, pertenece al género de los Xiphodymos.

Tales monstruos están caracterizados por constar de dos individuos iguales en su desarrollo y que, por gozar de vida independiente, reciben el nombre de Autositarios.

Divididos por la parte superior, principian por unirse y acaban por confundirse en la parte inferior del tronco, y de aquí el nombre de Sysomianos, palabra de origen griego, que significa cuerpos confundidos o entrelazado el uno con el otro.

La separación que en ellos se nota en la parte superior, comenzando la fusión en el tórax y la terminación en dos extremidades abdominales, hace que se les de el nombre de Xiphodymos, por G. Saint-Hilaire{9}; Sternodymos, por J. Lauth{10}; Didymi simphyothoracogastrii, por Barkow{11}.

Clasificado el monstruo, daremos a conocer las observaciones que hemos tenido ocasión de hacer durante los días que permaneció en esta capital, y las noticias que cuidadosamente hemos recogido, debidas a nuestro antiguo alumno, médico actualmente en Capileira, don Juan Guillén Caballero.

III

Ildefonso José y José Ildefonso

María Pérez, casada con Antonio Toval, mujer robusta, bien constituida y de unos treinta años de edad, dio a luz el 28 de Octubre, en el citado pueblo, un monstruo que al recibir el doble bautismo correspondiente a sus dos individualidades, le pusieron los nombres de Ildefonso José y José Ildefonso; no hay antecedente hereditario, y otro hijo que habían tenido no ofreció particularidad alguna.

Restablecida la madre y, movidos por la codicia, determinaron exhibir tan raro engendro, y la primera población que visitaron fue esta capital. Durante su permanencia los observé repetidas veces y pude notar las particularidades siguientes:

Ambos individuos eran igualmente robustos y tan parecidos, que estando separados hubiera sido imposible distinguirlos: su desarrollo era menor del que corresponde a un niño robusto a los dos meses de existencia. Las cabezas, bien conformadas, pero pequeñas, los cabellos rubios, la piel blanca, las extremidades superiores e inferiores, bien conformadas, sólo ofrecían de particular, en uno de ellos, un dedo supernumerario unido al pulgar.

La unión de estos dos seres comenzaba sobre la parte media y algo anterior del pecho, de suerte que propendían a estarse mirando: continuaba con caracteres de ser cada vez más íntima hasta la parte inferior, en que no había señales más que de un solo individuo.

Los esternones, separados por su parte superior, se dirigían de arriba abajo y de fuera adentro, llegando a unirse los apéndices jifoides{12}. El ombligo era único, así como el ano: el aparato genital perfecto y del sexo masculino. El sacro común daba inserción por sus lados a los dos huesos innominados: de su base, más ancha que lo normal, nacían, formando V, dos columnas vertebrales.

La respiración era independiente, cual correspondía al doble juego de pulmones.

Hubo quien creyera que el corazón era único: por los datos que me suministró la auscultación sostuve siempre que este órgano era doble, y la exactitud de mis observaciones tuvieron plena confirmación durante la bronquitis que afectó sólo a Ildefonso: éste tenía muchas pulsaciones más que su hermano, según me refirió el Sr. Guillén.

Los primeros actos de la función digestiva eran independientes: cada uno sentía a su tiempo la necesidad de mamar: el estómago, los intestinos delgados y los gruesos eran probablemente distintos, y la comunidad, en nuestro concepto, comenzaba en el recto, sobre el cual ambos tenían la misma influencia: debe inferirse así por las razones siguientes:

1.ª Mientras el uno se inquietaba o lloraba por mamar, el otro estaba tranquilo o dormía.

2.ª La cantidad de alimento que tomaban era próximamente igual en las veinticuatro horas.

3.ª Cada uno sentía a su vez la necesidad de defecar, revelada por los esfuerzos y gestos, seguidos de la evacuación.

4.ª A veces el intervalo entre dos deposiciones era corto y no obraban nuevamente hasta trascurrido buen espacio de tiempo.

Probablemente los riñones eran dobles y la vejiga única.

Por lo que respecta a la sensibilidad, había, puede decirse, dos pertenencias: cada cual sentía las molestias de su lado y cuando se les incomodaba en la línea media ambos se disgustaban.

Evidentemente cada extremidad abdominal correspondía a un individuo, pues cuando se pellizcaba la derecha lloraba Ildefonso José, y cuando la izquierda José Ildefonso.

Hasta aquí cuanto por mí mismo en diferentes ocasiones, y no sin dificultades, pude observar: los datos restantes ha tenido la bondad de comunicármelos el señor Guillén Caballero.

Por efecto, sin duda, de la frecuencia con que, para exhibirlos, se desnudaban y vestían en lo más crudo del invierno, fue invadido uno de ellos de una bronquitis capilar: tenía tos, fiebre alta, tristeza y una inapetencia tal, que fue preciso, en los últimos días, obligarle a tomar la leche con una cuchara: el hermano entre tanto estaba alegre, con apetito y en perfecto estado normal.

El primero se desnutrió considerablemente, se fue agravando la enfermedad y falleció en la madrugada del 15 de Febrero: el hermano, que hasta entonces había estado bien, sucumbió a los 15 o 20 minutos{13}.

Sensible es que no se haya hecho la inspección cadavérica, por medio de la cual se hubieran encontrado particularidades anatómicas sumamente curiosas, algunas de las cuales pueden colegirse, según queda indicado, por el modo de funcionar.

Sin las repetidas imprudencias que los padres cometieron procurándoles un enfriamiento a cada instante, estos individuos pudieron vivir muchos años del mismo modo que vivieron cerca de cuatro meses: y en este caso, ¡qué rico manantial de curiosas observaciones hubieran sido dos seres, con deseos independientes, obligados a vivir tan estrechamente unidos! ¡Cuán difícil hubiera sido el acuerdo, siendo así que, para la importante función de la locomoción, cada uno disponía de una extremidad! Si uno era perezoso y el otro activo, si el uno lascivo y el otro continente, &c., ¿qué pactos tan curiosos se hubieran visto obligados a hacer?

IV

Entre los cinco monstruos análogos que han nacido vivos, ninguno ofrece tanta semejanza con el que hemos descrito como la famosa Rita-Cristina{14}, nacida en Italia en 12 de Marzo de 1829 y que falleció en París el 23 de Noviembre del mismo año: de este monstruo se ocupó casi toda la prensa científica de Europa y no pocos periódicos políticos{15}.

Astley Cowper dio noticia a Geoffroy Saint-Hilaire de otro monstruo parecido que vio en París por el año de 1792.

Gaspar de los Reyes Franco{16} habla de dos monstruos con dos cabezas y cuatro brazos, nacidos en Inglaterra en las provincias de Northumberland y de Oxford: el primero vivió hasta la edad de veintiocho años{17}, y se notó bien, dice, «que en cada cabeza había un principio de raciocinar diferente, porque unas veces convenían en sus pensamientos y otras no. El segundo vivió algunos días, y , aunque no llegaron las dos cabezas a poder raciocinar, sentían diferentemente, pues cuando la una dormía, solía estar despierta la otra.»

El primero de ellos debe ser el que, atendido con el mayor esmero, por encargo del Rey de Inglaterra, aprendió varios idiomas y llegó a ser excelente músico. Sus dos mitades tenían con frecuencia deseos opuestos, y no eran raras entre ellos las desavenencias{18}: murieron a la edad de veintiocho años, y se cuenta que uno de los cuerpos sobrevivió al otro algunos días{19}.

Entre los que han nacido vivos la historia más completa que conocemos es la de Rita-Cristina, que ofreció con Ildefonso José las mayores semejanzas hasta en la enfermedad de que fallecieron y en el acto de la muerte{20}.

Hay noticia de otros que han nacido muertos, de los cuales se conservan dos en el gabinete de la Facultad de Cádiz: uno nacido en Medina-Sidonia el día 29 de Febrero de 1736, a propósito del cual evacuó una luminosa consulta nuestro inmortal Feijoo{21}. El otro nació en la isla de León y fue conducido al Colegio de Cirugía de Cádiz, cerca de tres días después de haber nacido{22}.

En el magnífico Museo que tiene en Madrid el Doctor Velasco existe también un Xiphodymo cuya historia desconocemos{23}.

Los ejemplos del Xiphodymia no son muy raros{24}, pero sí lo es que vivan algún tiempo{25}; bajo este aspecto son interesantes los datos que hemos podido reunir sobre el monstruo de Capileira.

Dr. Antonio Gómez Torres.

Granada, Enero de 1876.

——

{1} Véase la lámina adjunta, hecha con arreglo a un dibujo sacado del natural por nuestro comprofesor Dr. García Carrera: mi propósito fue fotografiarlos, pero se negaron los padres, por temor a que, viendo la lámina, no hubiese quien quisiera ver el original.

{2} Portendit iram quodlibet monstrum Dei.

{3} Licetus. Traité des monstres. Citado por G. Saint-Hilaire.

{4} De Monstro nato Lutetiae: M.D.C.V. Id. id.

{5} Cartas eruditas, tomo III, folio 327, carta XXX.

{6} Citado por Feijoo. Cartas eruditas, tomo I, carta IV.

{7} Citado por G. Saint-Hilaire, tomo iii, folio 55.

{8} Nació en Hungría el año de 1701: desde los 7 años hasta los 22 en que fallecieron, recorrieron la mayor parte de Europa, excitando la admiración pública: fueron bautizadas en Szony y les pusieron los nombres de Elena y Judit.

{9} Anomalies de l'organisation. París, 1836.

{10} Essai et observations sur les diplogenèses, París, 1834.

{11} Monstra animal. Duplicia per anat. indagata.

{12} De aquí el nombre de Xiphodymos (gemelli Xiphoï de juncti, que le da en su artística clasificación G. Saint-Hilaire.

{13} El monstruo lo conservan sus padres en alcohol: se acordó adquirirlo para enriquecer el gabinete de la Facultad, en el cual tenemos otros dos Xiphopagos: pero ignoro qué gestiones se hayan hecho.

{14} Véase la historia de este monstruo en Geoffroy Saint-Hilaire, tomo iii, folio 166. París, 1836.

{15} Sobre este notable monstruo se publicaron en Italia y Francia numerosos artículos y algunos folletos: Demichelis los describió en los Annali univ. de med. de Milán. Mayo de 1829. Se ocuparon también de él Mojón, Caffarelli, Strambio, &c., entre los italianos; y entre los franceses, Castel, Serres, &c.

{16} Citado por Navas en sus Elementos del arte de partear, tomo II, folio 135. Madrid, 1815.

{17} Debe ser el mismo de que se ocupan J. Riolan, Buchanam, Saint-Hilaire y otros. Obra citada, tomo iii, folio 175.

{18} Buchanam dice a este propósito: variis voluntatibus, duo corpora secum discordia dissentiebant, &c.

{19} Es el ejemplo de mayor longevidad que la ciencia registra entre los Xiphodymos, pues aunque se dice que existió uno que llegó a los 63 años, no se tiene la noticia por muy auténtica.

{20} G. Saint-Hilaire. Obra citada, tomo iii, folio 169.

{21} Dice de ellos que eran dos individuos, y a la pregunta de si ambos quedaron bautizados al administrarse el Sacramento en un pie, contesta que probablemente ninguno. Feijoo, Cartas eruditas, tomo 1, folio 78, Madrid, 1774. –Y digo yo: perteneciendo un pie a cada individuo, ¿por qué no pensar que el dueño, al menos, del pié sobre el cual se vertió el agua quedó bautizado?

{22} Navas. Obra citada, tomo ii, folio 135.

{23} Véase Anfiteatro anatómico, 1874, folio 101.

{24} Hemos querido, sin embargo, dar cuenta de algunos, poco conocidos, que existen en nuestro país.

{25} Hay noticia sólo de cinco que hayan nacido vivos. Se sabe de dos que nacieron en Inglaterra hace más de dos siglos; uno vivió 28 años, el otro pocos días.

De otro, visto en París por el ilustre cirujano Astley Cowper en 1702: no hay de él más noticias.

La famosa Rita-Cristina, que vivió cerca de 9 meses y murió en París en 1829.

Por último, Ildefonso José, que nació en Capileira, en Octubre de 1874 y murió en Febrero de 1875.