Filosofía en español 
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Punto segundo · Del orden y obligación de los preceptos del Decálogo

P. ¿Qué preceptos pertenecen a la primera tabla, y cuáles a la segunda? R. Que los tres primeros pertenecen a la primera tabla, y los otros siete a la segunda. Aquellos se ordenan al honor de Dios, y éstos a la utilidad del prójimo. Los principios universales per se conocidos, como: bonum est faciendum, malum est fugiendum; y los preceptos que pertenecen a la fe, esperanza, caridad y temor, se contienen en el Decálogo, no expresamente, sino implícitamente, y a la manera que los principios en las conclusiones. Los demás preceptos que piden mayor luz, y discurso para su conocimiento, como los que prohiben la superstición, simonía, usuras, y semejantes, se contienen en el Decálogo, como se contienen las conclusiones en sus principios. Así S. Tom. en el lugar citado art. 4.

Según lo dicho, al primer precepto del Decálogo se han [167] de reducir, en primer lugar los preceptos universales del derecho natural, como también los que tocan a la fe, esperanza, y caridad, con las cuales es Dios venerado. Pertenecen después al mismo precepto todos los que prohiben la idolatría, superstición, vana observancia, magia, maleficio, simonía, y otros vicios de esta clase. Al segundo se reducen los que prohiben la blasfemia, la violación de los votos, y la falsa doctrina. Al tercero, todos los preceptos ceremoniales que se ordenan a dar culto a Dios, y a sus Santos.

Al cuarto se reducen los preceptos que mandan la reverencia que se debe dar a los ancianos, y otros mayores, y ordenan el modo de conferir los beneficios a los iguales e inferiores. Al quinto todos los que prohiben el odio del prójimo, o causarle algún daño temporal o espiritual. Al sexto todos los que prohiben cualquier acto de lujuria. Al séptimo los que prohiben todo género de injusticia en los bienes de hacienda. Al octavo los que prohiben la mentira, contumelia, murmuración, convicio, juicio temerario, y semejantes. Al nono y décimo no se reducen otros preceptos por ser ellos una adicción del sexto, y séptimo.

P. ¿Obligan en la ley de gracia todos los preceptos del Decálogo? R. Que obligan; porque aunque fueron promulgados por Moisés, son de derecho natural y del todo indispensables, por lo menos en cuanto a la substancia. Aunque con la muerte de Cristo cesase la ley de Moisés en cuanto a sus preceptos ceremoniales, y judiciales, no cesó en cuanto a los morales y naturales. Su obligación es grave, y así su transgresión sólo podrá ser leve, o por parvidad de materia en los preceptos que la admiten, o por falta de perfecta deliberación. [168]

[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 1, páginas 166-167 ]