Filosofía en español 
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Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

I. Situación del niño proletario

D) El niño proletario en el extremo oriente
por el Dr. Oki (Japón)


INFORME

Es difícil caracterizar la situación del niño proletario en el Extremo Oriente, pues las condiciones sociales de aquellos lejanos países difieren en todo de las Europa.

Me limitaré a exponer el asunto en sus grandes líneas, sin entrar en detalle más que al tratar del Japón.

La clase obrera del Extremo Oriente apenas si ha tomado medidas para protegerse contra la explotación de los niños. Allí, la vida de trabajo del pequeño proletario no se distingue de la del asalariado adulto. ¡Las luchas de uno y otro son inseparables! El destino del niño es idéntico al de su camarada mayor.

En el periodo inicial de la industria capitalista, el número de niños y adolescentes empleados en el trabajo alcanzaba al 50% de la población obrera, ahora llega al 60.

La producción capitalista lanza al mercado todos los miembros de la familia proletaria. En todos los países coloniales del Extremo Oriente conquistados por el imperialismo: China, Indochina, Corea, lo mismo que en el Japón, donde se ha desarrollo extensamente el capitalismo y predominan las industrias textiles y de la seda cruda, la mano de obra juvenil emigra constantemente del campo a los centros industriales. Puede afirmarse que la base del capitalismo colonial y japonés es la explotación del trabajo de los niños de ambos sexos. En China y en Corea no hay ninguna limitación legal del trabajo de los niños, ni está prohibido venderlos.

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En China y Corea, los niños empleados en las filaturas trabajan ¡de 12 a 15 horas, día y noche! Estos pobres pequeños forman parte de los equipos nocturnos lo mismo que los adultos, muchos de ellos sin tener aún nueve años. Es grande su número porque representan una mano de obra más barata que la de los adultos.

Sólo en el barrio extranjero de Shangai trabajan 22.500 niños menores de 12 años, bastantes de ellos alquilados por sus padres por medio de agencias. Los padres cobran próximamente 2 dólares chinos (25 francos) al mes y el resto, hasta 4, las agencias; los niños no perciben nada.

Las industrias textiles y sederías del Japón están en la misma situación. Las estadísticas oficiales afirman, que sólo las fábricas ocupan a 294.317 niños menores de 14 años, y que en las minas trabajan 35.887 muchachos que no han cumplido 17 (final de 1924).

El Japón tiene, teóricamente, leyes protectoras de la infancia. Está prohibido emplear en las fábricas a los niños menores de 13 años; pero esta prohibición se anula por otra disposición que autoriza dicho trabajo, si los niños han terminado el ciclo de estudios primarios, o si frecuentan la escuela industrial. La jornada, para los niños menores de 15 años, no puede pasar de 13 horas, prohibiéndose, a partir de 1930, que estos niños trabajen de noche; pero no hay inspectores del trabajo que vigilen el cumplimiento de las leyes industriales.

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Es también típica de China y Japón la venta de niños. Los campesinos, sumergidos en la miseria, venden con frecuencia sus hijos a los industriales, cobrando un anticipo de 100 yen (1.250 francos). En el Japón, si el término “venta” no se puede emplear con exactitud en el sentido jurídico de la palabra, prácticamente se venden los niños. El anticipo hecho a los padres da lugar a retener una parte del jornal del niño, percibiendo aquéllos el resto. Los menores no tienen ningún derecho legal a lo que ganan.

Huelga afirmar que en China, Japón y Corea no existen instituciones públicas, ni privadas, que se ocupen del bienestar de la infancia proletaria. No hay “créches” ni asilos; mientras los padres trabajan en la fábrica, los niños quedan abandonados en la casa. En ninguna escuela hay cantina. Consecuencia de tal estado de cosas es la enorme mortalidad de niños de pecho en China y Japón. Tampoco existe ningún organismo encargado de velar por los hijos naturales, o garantizarles el pago de pensión regular para alimentación.

Esta es la situación del pequeño proletario en el Japón, donde se afirma que ha penetrado la cultura “europea”.

La Escuela en Japón y en China

Para caracterizar la enseñanza, es necesario formular de nuevo algunas ideas directrices. De hecho, el Japón ha adoptado, al mismo tiempo que los métodos de producción capitalista procedentes de Europa, la ideología europea en materia de enseñanza: organización escolar, métodos, pedagogía. La escuela primaria japonesa, desde 1873; es la escuela única para los niños de todas las clases sociales y obligatoria para los comprendidos entre los 6 y los 11 años.

Es de notar especialmente que el Japón ha copiado la organización de la escuela primaria alemana, la vieja pedagogía alemana y la constitución del pasado absolutismo alemán, con su sistema policíaco y militar. En la medida que se desarrolla el capitalismo japonés, adquiere importancia en política la concepción democrática y, paralelamente, las ideas humanitarias en educación. Se han hecho ensayos de libertad en la enseñanza y del plan Dalton. Se ha organizado una fiesta conmemorativa de la muerte de Natorp. “Volvamos a Pestalozzi” es la consigna de los maestros.

¿Cuál es el alcance real de este movimiento liberal? El de quedar encuadrado dentro del régimen capitalista, siendo un instrumento del capital. El capital del Japón necesitaba las ideas liberales para reprimir el avance del socialismo; pero no trata de cambiar la base de la educación. Desde este punto de vista podemos apreciar con exactitud el movimiento de los maestros, y comprender el papel de la escuela japonesa dentro del sistema capitalista moderno. Todos los métodos de enseñanza, todas las orientaciones pedagógicas se encaminan a favorecer el desarrollo ulterior y la consolidación del capitalismo en la nación. Evidencia el carácter de clase que se imprime a la educación el hecho de haberse visto obligada la clase obrera japonesa a declarar la huelga escolar y establecer, por su cuenta, escuelas proletarias. Inmediatamente voy a ocuparme de esta cuestión, aunque antes quiero dedicar breves palabras a las condiciones escolares de China.

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Es difícil dar idea exacta de la escuela China: en primer lugar, por la falta de estadísticas; después, porque es tan grande la China, que en ella predominan diferentes concepciones de la organización escolar.

Con lo que digo a continuación creo expresar lo más general sobre las condiciones escolares chinas: la escuela primaria comprende seis años, ha sido fundada por las administraciones locales y provinciales y, muy raramente, por la iniciativa privada. A esta se deben, en cambio, gran número de liceos. No hay que olvidar las escuelas y universidades creadas por extranjeros, para enseñar, como materia principal, la religión (cristiana), y que sirven para pervertir la cultura china y envenenar el espíritu de su juventud.

Puede decirse que no existe organización societaria entre los maestros y profesores; en casos urgentes se crean asociaciones temporales. Los sueldos de los maestros son muy cortos. Los aumentos no siguen el ritmo de crecimiento del coste de la vida; quedando en su nivel primitivo algunas veces, aunque la subsistencia se haga más cara. Los profesores de liceo están mejor pagados.

Las Escuelas de huelga en el Japón

Vuelvo sobre las huelgas escolares y las escuelas de los huelguistas, que son, para la clase proletaria japonesa, un importante elemento de lucha. Los obreros y campesinos del Japón conceden un gran valor a esta clase de lucha por dos razones: primera, el proletariado debe combatir las escuelas del Estado hasta conseguir que estas dejen de ser lo que son, sólo una garantía de los intereses de la clase dominante, pues la lucha del niño proletario es inseparable de la de su camarada adulto; segunda, las escuelas de los huelguistas son la iniciación de la escuela proletaria.

Se puede reforzar la importancia de las escuelas de huelga con la nota general de que, en Europa, está reconocida la libertad política de los obreros y las escuelas oficiales europeas no tienen, en apariencia, matiz político. En extremo Oriente la lucha de clases se acentúa, particularmente en el Japón, la monarquía forja armas que servirán a la burguesía para reprimir el movimiento obrero-campesino.

La llamada “ley anticomunista”, promulgada en 1925, después de la conclusión del acuerdo con la Unión Soviética, tiende a salvaguardar, ya que están íntimamente unidas, la monarquía y la propiedad privada. De perfecto acuerdo con el terror político, se desarrollan la opresión intelectual y los esfuerzos encaminados a conseguir el embrutecimiento sistemático del pueblo.

La escuela huelguista constituye un arma en la lucha proletaria. En tiempos de huelga, de suspensión de manifestaciones, de disolución de reuniones de masas, y de detenciones arbitrarias de los jefes, los huelguistas se han negado a enviar sus hijos a la escuela del Estado, a la escuela de su enemigo declarado. Han intentado entonces instruirlos en escuelas propias, aunque el gobierno prohíbe la huelga escolar y autoriza a la administración local hasta para encarcelar durante 30 días a quien la provoque. Si los sindicatos, a pesar de la represión, continúan con las escuelas abiertas, los hacendados, dueños del terreno en que están construidas, exigen su evacuación. Y si, desentendiéndose de la exigencia, las mantienen aún en actividad, vendrán los obreros oficiales y destruirán las construcciones por abuso de los derechos de inquilino. Es imposible edificar escuelas huelguistas permanentes bajo el régimen legislativo burgués, aunque estas escuelas estén animadas del espíritu de lucha de clases y financieramente esté asegurado su sostenimiento.

Está prohibido, en estos períodos, todo movimiento democrático. No pueden venderse periódicos políticos; la policía invade las reuniones sindicales; los maestros no tienen derecho a tomar parte en la vida política.

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En conclusión, conviene señalar que la situación del niño proletario, con relación al Estado, se caracteriza por una creciente militarización durante el período de formación.

La militarización se ha introducido en el Japón a partir de 1926. Entre los 16 y los 20 años hay que convertir al joven proletario en un soldado fiel al Estado. El gobierno ha instituido a la fuerza en todos los ayuntamientos, y con fondos de éstos los sostiene, establecimientos de preparación militar (cuestan 4 millones de yens anualmente). El poder central concede todos los años a los pueblos subvenciones por valor de un millón de yens. Al inaugurar estos centros de preparación militar (julio de 1926) ya se elevaban a 15.130 las escuelas adscritas a ellos, en 12.064 pueblos. En un solo establecimiento de Tokio, a fines de julio de 1926, recibían educación militar 10.594 alumnos. Estas cifras permiten apreciar el número de jóvenes proletarios que el Japón mantiene forzados bajo el yugo del capitalismo. Muchos jóvenes proletarios frecuentan dichos centros, porque esta preparación militar les asegura una reducción del tiempo de servicio. También las escuelas primarias han sido transformadas en instituciones militares. En ellas se enseña la estrategia, se da instrucción cívica, &c. El gobierno estima esta formación “indispensable para el desarrollo de las aptitudes del ciudadano”.

La militarización de las escuelas secundarias y superiores se llevó a cabo en 1925. En todas partes se formaron cuerpos de cadetes compuestos de oficiales y estudiantes. Estos aprenden táctica, estrategia, el arte de la aviación, &c. Es corriente dar a la enseñanza patrioteros, se tiende también a organizar un ejército de reserva, utilizable en caso de Huelga o guerra civil.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 46-50]