φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:8081828384858687888990Imprima esta página

§ 89. Estado de la Filosofía escolástica hasta fines del s.XVIII

Durante el siglo xviii y parte del anterior, déjase sentir la influencia y la acción de la Filosofía moderna en general, y con particularidad la influencia de las ideas de Bacón, Descartes y Locke, no ya sólo en [426] las capas superiores y en las manifestaciones generales del pensamiento, sino también en las escuelas públicas y en las publicaciones y libros elementales. Así vemos que, en pos del Arte de pensar, escrito por los hombres de Port-Royal, vienen las Institutiones philosophicae, denominadas de los Lugdunenses, y las Exercitationes scholasticae de Purchot, y las obras de Genovesi, y los escritos filosóficos de Vernei, obras todas en que los encomios repetidos y exagerados de los filósofos modernos, y principalmente de Descartes, corren parejas con las diatribas y declamaciones violentas contra los escolásticos y contra Aristóteles.

Sin adoptar ni hacer alarde de este menosprecio sistemático y universal contra la Filosofía escolástica, el español P. Naxera entra en la línea de los partidarios de la Filosofía moderna, por razón de su Maignanus redivivus, verdadera apología de ciertas doctrinas de Gassendi y Descartes. Lo mismo puede decirse de Eximeno, cuyas Institutiones philosophicae et mathematicae representan direcciones antiescolásticas y modernas, predominando entre las últimas la doctrina de Locke y Condillac. En el terreno de la física, adoptaron también teorías modernas Tosca, Martínez y otros, como veremos después.

Los ataques violentos de los enemigos de la escolástica, junto con la consideración de las doctrinas perniciosas que, como frutos más o menos legítimos de la Filosofía moderna, pululaban por todas partes, corrompían las costumbres, poniendo a la vez en peligro la sociedad y la religión a la sombra de los Voltaire, Holbach, Rousseau y enciclopedistas, que se proclamaban partidarios, sucesores y representantes de [427] la Filosofía moderna, fueron causa de que muchos escolásticos extremaran su oposición y desconfianza respecto de aquélla, rechazando y condenando en absoluto todas sus doctrinas, todas sus ideas, todos sus métodos. Si alguna vez salían de sus tiendas estos escolásticos, era sólo para combatir y refutar determinadas teorías de los modernos.

Sin contar el Cursus philosophicus de Juan de Santo Tomás, la Philosophia thomistica de Goudin, con algunos otros autores anteriormente citados, pertenecen a esta clase,

a) El fecundo Caramuel, autor que, si bien alguna vez presenta conatos de independencia y originalidad, es lo cierto que su doctrina no sale del cuadro de la escolástica, y que su originalidad, algo parecida a la originalidad luliana, se refiere a la forma externa y a las palabras,{1} más bien que al pensamiento. El [428] título mismo de sus principales obras filosóficas revelan su pensamiento escolástico y hasta su predilección por la doctrina de Santo Tomás, según se ve en su Theologia Rationalis, sive in auream Angelici Doctoris Summam, meditationes, notae et observationes, liberales, philosophicae, scholasticae.

b) Los jesuitas españoles, Viñas, Losada y Quirós, autores de obras elementales de Filosofía escolástica, bien que evitando algunos defectos de ésta en cuanto al método y contenido. El último de los citados ofrece la especialidad de concluir su Opus philosophicum con un tratado De opere sex dierum, en que ventiló varias cuestiones sobre la creación, siguiendo paso a paso la narración mosaica.

c) El jesuita alemán Schwarz se manifiesta escolástico acérrimo en su Peripateticus nostri temporis, combatiendo a la vez y refutando la teoría astronómica de Copérnico. [429]

d) La Philosophia vetus et nova de Duhamel, la Summa philosophiae scholasticae et scotisticae de Dupasquier, así como la Philosophia peripatetica del jesuita Benedictis, representan también la doctrina escolástica, sin perjuicio de algunas modificaciones en sentido de la Filosofía moderna, y de seguir la enseñanza de ésta algunos de ellos en las cuestiones de física.

e) Dos son los principales representantes dominicos de la Filosofía escolástica durante el siglo que nos ocupa: el francés Guérinois, autor delClipeus philosophiae thomisticae contra veteres et novos ejus impugnatores, y el italiano Roselli, que escribió una Summa philosophica ad mentem Angelici Doctoris. Uno y otro cuidaron de evitar ciertas cuestiones inútiles y abstrusas, el tecnicismo obscuro, el lenguaje bárbaro y el método generalmente defectuoso de los escolásticos, sin perjuicio de seguir con fidelidad la doctrina filosófica de Santo Tomás, impugnando a la vez las teorías modernas incompatibles con ella. La obra del último, que es muy extensa y no menos erudita, se distingue además por la pureza relativa del lenguaje y por haber introducido en el cuadro de la Filosofía no pocos problemas ignorados u olvidados por los tratadistas anteriores. Y el mérito e importancia de la Summa philosophica del dominico italiano, se recomiendan además por haber servido de punto de partida y como de base, según veremos más adelante, para la restauración escolástico-cristiana que en el presente siglo viene llevándose a cabo en las naciones de la Europa.

A esta restauración de la Filosofía cristiana, bien así como al descrédito y refutación de los múltiples errores propalados y defendidos por los enciclopedistas, [430] contribuyeron también eficazmente el monje Jerónimo P. Ceballos y el dominico P. Alvarado, españoles ambos, que merecen lugar distinguido en esta serie de filósofos escolásticos, si bien, cronológicamente hablando, el P. Alvarado pertenece ya al siglo siguiente. La falsa Filosofía crimen de Estado del primero,{2} lo mismo que las Cartas Criticas del segundo, apellidado y que se apellidaba a sí mismo el Filósofo rancio, contienen refutaciones sólidas y vigorosas de las teorías racionalistas, anticristianas, materialistas y ateas de los enciclopedistas franceses, y también de las doctrinas de Hobbes, de Locke, Voltaire y Rousseau, tanto en el orden moral y religioso, como en el orden político-social. La solidez de su doctrina y el vigor de su argumentación, se hallan realzados por el donaire y gracia del estilo en el P. Alvarado, y en el P. Ceballos por la erudición nada vulgar que ostenta. [431]

Al lado del P. Ceballos y del P. Alvarado merecen figurar el franciscano P. Castro y el canónigo Valcárcel, autor el primero de una obra rotulada Apología de la theologia Escholástica, en la que defiende a la Teología y Filosofía enseñadas en las escuelas contra los ataques que en aquel siglo y el anterior se habían dirigido contra las mismas, refutando de paso ideas y aserciones de Vernei, Gonovesi y otros enemigos acérrimos de los escolásticos.

El libro del segundo, o sea los Desengaños filosóficos de Valcárcel, es obra de más fuste y substancia en el terreno filosófico. Encuéntrase allí, por de pronto, un conocimiento bastante exacto de los sistemas filosóficos de Descartes, Spinoza, Mallebranche, Leibnitz y Locke, y al lado de esto una crítica concienzuda de los mismos, junto con la refutación de sus errores más trascendentales. Si los demás escolásticos españoles hubieran seguido el ejemplo de Valcárcel, estudiando los sistemas filosóficos antes de rechazarlos a bulto y sin conocerlos, otra hubiera sido la suerte del movimiento filosófico cristiano en nuestra patria.

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{1} Para convencerse de que la marcha del polígrafo benedictino tiene cierta analogía con la de Lulio, basta leer la siguiente portada de una de sus principales obras filosóficas: «Praecursor logicus, complectens grammaticam audacem, cujus partes sunt tres, methodica, metrica, critica; quarum prima ab omnibus linguis praescindens disputat philosophice de artificio et secundis intentionibus artis grammaticae, de partibus orationis, de earundem numero, de singularum qualitatibus, causis et usu. (Hic corrigitur et reformatur veteris scholae dialectica, et instituitur nova, disputationibus pbilosophicis et theologicis appositissima, subsistens brevibus et clarissimis regulis.) Secunda disserit etiam philosophice de syllabarum natura et ingenio, de principiis et causis intrinsecis, de accento et loco, de magnitudine, compositione et propositione, de quantitate vera et secundum dici, de motu et primo motore, seu Deo. (Hic clauditur tota Philosophia naturalis, et multae controversiae curiosae et difficiles summa claritate explicantur et dilucidantur; et praeparatur animus, ut sequentia omnia utiliter legere possit.) Tertia ausu generoso et felici in omnes scientias nobiliores se insinuat, et ideis grammaticarum assertionum praeventa, examinat et tradit Logicam, Metaphysicam et Theologiam scholasticam, Moralemque, et illas pure grammaticis (adeoque certis et cuivis puero notis) fundamentis subcollat et mere litterariis exemplis et notitiis dilucidat. Et hic ingenioso lectori facillima et securissima clavis prorrigitur, ut possit mire omnes scientias, et in singulis intricatissimas difficultates solvere et caecas quaestiones aperire.»

Como prueba y efecto sin duda de su método especial y universal para todas las cosas, Caramuel se compromete a enseñar la lógica a sus discípulos en una sola semana, no obstante que se empleaba entonces un año, y él lo había empleado también en aprenderla; «Integrum annum ut Logicam docerer impendi... Sed quanto, quaeso, tempore, si docere juberer, discipulis traderem Logicam? única hebdomade. Audax facinus, sed quod firmaret, aut etiam firmabit experientia, si tempus et occasio sucurrat.» Theologia rationalis, parte 3.ª, medit. 1.ª

{2} El título completo de la obra es como sigue: La falsa Filosofía o el ateísmo, deísmo, materialismo y demás nuevas sectas convencidas de crimen de Estado contra los soberanos y sus regalías, contra los magistrados y potestades legítimas: se combaten sus máximas sediciosas y subversivas de toda sociedad y aun de la humanidad.

En el prólogo-dedicatoria, dirigido a Campomanes, escribe: «Los estragos morales y políticos que causa ya una Filosofía fraudulenta y traidora, se resienten en muchas partes. Cuantos sabios juiciosos y de buen sentido escriben contra ella... no pueden dejar de ver que, además de la impiedad y de la irreligión que dicha Filosofía predica, va también a resolver el orden público, a derribar a los soberanos, y a disipar a los magistrados y gobiernos establecidos.» Este pasaje, y el título mismo de la obra, manifiestan que no se ocultaban a la previsión del autor las consecuencias desastrosas para el porvenir que entrañaba la Filosofía de la Enciclopedia.

Sabido es que el P. Ceballos escribió otras varias obras, y entre ellas la que lleva el significativo epígrafe de Juicio final de Voltaire, con su historia civil y literaria y el resultado de su filosofía en la funesta revolución de Europa. Dióla a luz D. León Carbonero y Sol.