Filosofía en español 
Filosofía en español

José Verdes Montenegro y Páramo  1860-1942

José Verdes Montenegro y Páramo

Médico «fundador de toda lucha antituberculosa en España» y escritor español autor de Campoamor, estudio literario (1887) y de Nuestros hombres de ciencia (1889), libro donde reúne artículos publicados en La Correspondencia. Colaborador en revistas anarquistas a finales de siglo, es frecuente confundirle con José Verdes Montenegro y Montoro, socialista y profesor de filosofía, confusiones que no vienen de ahora:

«El recién nombrado catedrático de Lógica del Instituto de San Isidro, no es el conocido médico D. José Verdes Montenegro, sino su primo el ilustre catedrático de Alicante, del mismo nombre y apellido.» (El Imparcial, Madrid, miércoles 31 de julio de 1918, pág. 5.)

«El doctor Verdes Montenegro no es candidato. El doctor Verdes Montenegro nos ruega hagamos constar que no es cierto que presente su candidatura por Madrid, ni que haya hablado en ningún mitin, como suponen algunos periódicos. El señor Verdes Montenegro al que se refiere la Prensa no es médico ni tiene nada que ver con el mencionado doctor.» (El Imparcial, Madrid, miércoles 24 de junio de 1931, pág. 4.)

1882 En la Facultad de Medicina de la Universidad Central

«Apertura del curso universitario. Ayer tarde, a la una, se celebró con gran solemnidad en la Universidad central esta fiesta escolar, habiendo asistido numerosa concurrencia. (…) Previa la venia del señor ministro, subió a la tribuna el catedrático de materia farmacéutica de la Escuela de farmacia, doctor D. Fausto Garagarza, quien leyó un erudito discurso sobre el Desarrollo del método experimental en las ciencias. Después de llamar la atención hacia el regenerador movimiento que se nota en todas las manifestaciones de la vida de nuestro pueblo, singularmente en la enseñanza, hace constar en su discurso el doctor Garagarza, que ese cambio notable en nuestras costumbres se debe en gran parte al desarrollo y extensión que ha adquirido el método experimental. (…) A continuación procedióse al reparto de los premios, siendo entregados por el Sr. Albareda a los alumnos que los han obtenido. He aquí sus nombres: Facultad de filosofía y letras: (…) don Miguel Unamuno (…) Facultad de medicina: (…) D. José Verdes Montenegro (…).» La Iberia, Madrid, lunes 2 de octubre de 1882, pág. 2.)

1883-1885 Poeta

«Colores y notas. Colección de poesías por don José Verdes Montenegro y don Manuel Corral y Mairá, de la Academia Española de Ciencias Antropológicas, con un prólogo de don Javier Santero. Madrid, 1883. Precio, una peseta. Se vende en las principales librerías.» (El Globo, Madrid, domingo 29 de abril de 1883, pág. 4.)

«Colores y notas. Colección de poesías de D. José Verdes Montenegro y D. Manuel Corral y Maira, con un prólogo de D. Javier Santero. Madrid, 1883, imp. de Alvarez. Dos jóvenes que unen sus esfuerzos para publicar coleccionadas sus primeras poesías, reclaman desde luego la simpatía y la benevolencia, y a una y otra son acreedores los Sres. Verdes y Corral. El prologuista, señor Santero, hace su presentación cumplidamente, obsequio a que los autores le estarán reconocidos; pero que no era absolutamente necesario. Ambos autores reunen circunstancias y condiciones para romper la oscuridad y hacer conocidos sus nombres.» (Escenas contemporáneas. Revista bibliográfica, dirigida por Manuel Ovilo y Otero, Madrid 1883, año I, tomo II, pág. 233.)

«El Incrédulo, poema dramático, por D. José Verdes Montenegro. Un volumen de 231 páginas. Madrid, establecimiento tipográfico de Alvarez hermanos, 1885.» (El Imparcial, Madrid, lunes 18 de mayo de 1885, pág. 4.)

1887 Campoamor, estudio literario

«Don José Verdes Montenegro ha publicado un notable estudio crítico literario de Campoamor. Demuestra en este libro un exquisito gusto y profundos conocimientos en las literaturas patria y extranjera, que aprovecha para hacer atinadísimas reflexiones acerca de la personalidad literaria del eminente autor de las Doloras.» (Madrid cómico, año VII, nº 217, 16 abril 1887, pág. 7.)

«Campoamor. Estudio literario, por D. José Verdes Montenegro. Madrid 1887. Esta obra –que forma un elegante volumen de 111 páginas– está escrita con corrección, y es un estudio crítico interesante y de verdadera actualidad. El Sr. Verdes Montenegro, que revela en su folleto conocer lo mucho que se ha escrito sobre Campoamor, examina de un modo general la significación literaria del insigne poeta, sin penetrar en el examen individual de sus obras.» (La Época, nº 12.478, Madrid, martes 19 abril 1887, pág. 4.)

«Campoamor, estudio literario, por D. José Verdes Montenegro. Madrid 1887. Un tomo en 8º de 111 páginas. Precio: una peseta. Hase propuesto el autor de este libro dar a conocer las opiniones más autorizadas que se han expresado acerca de Campoamor, así lo declara en el prólogo. Pero lo cierto es que no solamente expone lo dicho por M. Boris de Tannenberg en la Revue du monde latin, el trabajo de M. A. Treverret, publicado en Le Correspondant, las consideraciones de G. Diercks respecto a las Humoradas, el estudio de G. A. Cesáreo, inserto en el Fanfulla della Domenica, de Roma, y el artículo de M. Quesnel, que dio a luz la Revue bleue, sino que por su cuenta hace un examen concienzudo y prolijo de las obras publicadas por el insigne vate creador de las Doloras. Al ir examinando la idea de Campoamor, el humorismo, la novedad de su escuela, la filosofía, la estética, la moral y la poética de Campoamor, demuestra el Sr. Verdes Montenegro que se ha empapado en la lectura y ha estudiado el espíritu de las composiciones de aquel gran poeta, quien por sus condiciones no es de los que más fácilmente se ofrecen a la comprensión de sus principios e ideales. El señor Verdes Montenegro es un literato de sutil ingenio y buen estilo: así ha podido lograr que su libro esté a la altura del asunto y de la persona que lo motiva.» (Revista Contemporánea, tomo LXVI, vol. IV, Madrid, 30 de mayo de 1887, pág. 447.)

«Campoamor (estudio literario), por D. José Verdes Montenegro. El Sr. Montenegro dedica un volumen de 111 páginas a cantar alabanzas y deshacerse en elogios del poeta objeto de su estudio. No vamos aquí a discutir la personalidad literaria de Campoamor. Nuestro fin es más modesto, y se reduce simplemente a dar una ligera nota bibliográfica del estudio crítico que se nos ha remitido. Se dice, con mucha verdad, que más daño causa un amigo oficioso que cien enemigos declarados; y esto de seguro pensará Campoamor si ha leído la entusiasta apología que le dedica el Sr. Montenegro. En efecto, el libro produce un efecto contrario al que se propone su autor. Al escribirlo no ha tenido en cuenta la completa imparcialidad y estricta justicia que debe animar a todo crítico que quiera llenar cumplidamente su misión. Se comprende bien que el Sr. Verdes Montenegro, admirador apasionado del autor de las Doloras, arrastrado por su entusiasmo, hubiera escrito una oda, un poema y hasta una epopeya, para cantar en todos estilos y pregonar a todos los vientos las grandezas y sublimes dotes que reconoce en Campoamor; pero cuando se emprende un estudio de profundo análisis, cuando se [682] escribe crítica, que tiene por principal fin guiar e ilustrar la opinión, hay que despojarse de todo lo que pueda cegarnos y privar de la madura y sangre fría necesarias para que nuestros juicios tengan el debido carácter de validez y competencia. Nosotros reconocemos que el Sr. Campoamor es un buen poeta; pero no podemos negar que tiene también grandes defectos y padece frecuentes errores. Esto no debe mortificarle en modo alguno. ¿De qué escritor, por admirable que sea, no puede decirse otro tanto? Nadie ni nada es perfecto en absoluto: he aquí un axioma reconocido en todos tiempos y lugares. Pues bien; el Sr. Verdes Montenegro, arrastrado por el entusiasmo que le inspira el poeta, llega a defenderlo y hasta presentar como méritos verdaderos aquellos lunares y defectos que de seguro el mismo Campoamor, con su claro juicio y buen talento, ha de reconocer como tales. Esto es ser más realista que el Rey; y al extremar de tal modo las cosas, sólo se obtiene un resultado contraproducente. Por ejemplo, el Sr. Montenegro, no pudiendo negar que Campoamor a veces descuida la forma; que muchos de sus versos son duros y premiosos y que en varias de sus poesías más parece un mal prosista que un buen poeta, sienta la peregrina teoría de que, al escribir en verso, hay ideas que tienen que presentarse mal, porque no pueden decirse de otro modo. No, Sr. Verdes Montenegro. En poesía, como en prosa, hay siempre una forma que es la más bella y apropiada para expresión de la idea; cuando el escritor no logra realizarla, cúlpesele a él, y no se siente como principio lo que depende sólo de la insuficiencia del poeta. Un pensamiento que en un autor nos desagrada, en otro, más afortunado o con más inspiración, nos admira y encanta. Y aun suponiendo que fuera cierto esto de que en poesía ciertas ideas tienen que ser forzosamente mal expresadas, yo aconsejaría a todos los poetas que, cuando se encuentren en un caso semejante, o no escriban, o escriban en prosa; porque me gusta más, y creo que al Sr. Montenegro le ha de pasar lo mismo, un bello pensamiento dicho en elegante prosa, que envuelto en desaliñada forma poética, que ni es prosa ni verso. No olvide el autor del poema Augusto este consejo, si es que cree sinceramente la teoría que sienta en su estudio literario. Al Sr. Verdes Montenegro le ha sucedido en el análisis de Campoamor [683] lo que pasa a los comentaristas de Cervantes: no existe ciencia, arte, industria ni ramo del saber humano que no poseyera su ídolo en grado extremo. Enumerando las dotes que posee el autor de los Pequeños poemas, llega a su educación en ciencias naturales y cita como ejemplo estos versos de Los caminos de la dicha: "…un inglés muy grosero, que bebía, / lo mismo que si fuese una ambrosía, / un fermento de lúpulo y cebada." La educación científica que se revela en estos versos está a la altura de cualquier mozo de café. Concluimos repitiendo que no hacemos estas observaciones para juzgar al Sr. Campoamor; Campoamor no tiene nada que ver con las desmedidas alabanzas que le prodiguen sus admiradores, como Cervantes tampoco tiene culpa de que lo presenten como enciclopedia.» (Revista de España, Madrid, junio 1887, nº 461, págs. 631-633.)

«El distinguido escritor Sr. Verdes Montenegro acaba de publicar un notable libro de crítica literaria, titulado Campoamor, del cual daremos cuenta en breve.» (El País, diario republicano-progresista, año I, nº 12, Madrid, domingo 3 de julio de 1887, pág. 2.)

«Publicaciones. Campoamor, estudio literario, por D. José Verdes Montenegro.» (El País, diario republicano-progresista, año I, nº 22, Madrid, miércoles 13 de julio de 1887, pág. 3.)

1888- Periodista republicano demócrata progresista

El domingo 27 de mayo de 1888 se inauguró en Talavera de la Reina un monumento al padre Juan de Mariana, con estatua de bronce obra del escultor Eugenio Duque. José Verdes Montenegro asistió como corresponsal de La Opinión y de La Justicia.

«Talavera de la Reina, 27 (12,20 t.) Ayer y hoy han llegado los corresponsales de El Liberal, Sr. Vargas; de La Opinión, señor Verdes Montenegro, y de La Correspondencia de España, Sr. Mestre, (…)» (La Iberia, Madrid, domingo 27 de mayo de 1888, pág. 2.)

«En honor del P. Mariana. Desde Talavera. Telegramas de nuestro compañero Sr. Vargas. Talavera de la Reina 27 (6:25 t.). La ciudad. Llegué a las cuatro de la mañana a esta ciudad acompañado del representante de La Justicia, señor Verdes Montenegro, cuya compañía compensó la insoportable monotonía de un viaje en que emplea el tren una hora por poco más de dos leguas. Vino también con nosotros Joaquín Pí, hijo del eminente republicano D. Francisco, con su joven esposa, que es una graciosísima madrileña, y su hermana Leonor. En la estación nos esperaba el secretario del Ayuntamiento, encargado expresamente de conducirnos al alojamiento que se nos había preparado en una casa particular. Verdes y yo consideramos inoportuno causar estemporáneas molestias y decidimos, en consecuencia, instalarnos en la fonda de Soria. (…) Los invitados. En el Ayuntamiento supe que se hallaban aquí Martínez, de El Imparcial; Blanco Asenjo, de La Iberia; Mestre, de La Correspondencia; el conocido republicano Sr. Vera; Reparaz, de El Liberal Dinástico, de Toledo; Silvent, de La Izquierda Dinástica; varios catedráticos del Instituto de Toledo, el jefe de Fomento de la provincia y otras muchas personas distinguidas. (…) Llegó el exprés, viniendo el Sr. Pí y Margall, que fue recibido con expresivas manifestaciones de simpatía por los numerosos amigos que cuenta en esta ciudad; el rector de la Universidad Sr. Pisa Pajares, el catedrático Sr. Morayta, el académico de la Historia D. Vicente de Lafuente (…)» (El Liberal, lunes, 28 de mayo de 1888, pág. 1.)

El 12 de febrero de 1889 falleció en Melilla el brigadier Manuel Villacampa del Castillo. El brigadier Villacampa se había puesto al frente en Madrid, el 19 de septiembre de 1886, del golpe militar republicano que se venía preparando desde el verano (inducido por Manuel Ruiz Zorrilla). Fracasada la intentona se celebró el correspondiente consejo de guerra el 2 de octubre, y a las siete y media de la mañana del 7 de octubre de 1886 se notificó al brigadier Villacampa, al teniente Felipe González y a cuatro sargentos, la pena de muerte a la que habían sido condenados. Poco después de las diez visitaron a los sentenciados Nicolás Salmerón (quien por cierto no había querido asumir la defensa de Villacampa), Eduardo Chao y Gumersindo de Azcárate. A las siete y media de la tarde llegó el general Blanco, primer ayudante de S. M. la reina, para darles la noticia de que ésta, en nombre del rey don Alfonso XIII, les indultaba de la pena de muerte, que se sustituía por reclusión perpetua. Villacampa fue enviado inmediatamente a Fernando Póo, y en febrero de 1887 trasladado a Melilla, siempre acompañado por su valiente y reivindicativa hija Emilia. Indultados en enero de 1889 los sublevados de septiembre de 1886, Villacampa, ya muy enfermo del corazón, no pudo moverse de Melilla, falleciendo pocos días después. En Madrid las logias masónicas Comuneros de Castilla nº 289, Luz de Mantua nº 1 y La Minerva nº 631, con sus dignidades, oficiales y obreros, honraron el 2 de marzo a su hermano fallecido, que era soberano gran inspector del grado 33, con una tenida fúnebre celebrada en la logia de la calle San Onofre. Unos días después José Verdes Montenegro, como representante del periódico La Justicia, intervino en la constitución y formó parte de la Junta para homenajear a Villacampa en la persona de su huérfana hija:

«En honor de Villacampa. Anoche se reunieron en el Casino Republicano-progresista, con objeto de tratar de un homenaje en honor de la señorita de Villacampa, y en representación de varias entidades y grupos republicanos, los señores siguientes: La Hoz, Llano Persi, Esquerdo, Zuazo, Nebreda, Romero Gil Sanz, Jiménez, como individuos de la comisión iniciadora; Figuerola, en representación propia; Rispa, Moreno, Martínez Morales, del directorio federal orgánico; Moya (D. Ambrosio), en representación del partido federal pactista; Villalba y Vizcarrondo, de la minoría republicana; Hidalgo Saavedra, en representación del Casino Republicano progresista; Millán, del Casino Republicano de Madrid; Cervera, en nombre del grupo del Sr. Salmerón; Orcasitas, que representa la disidencia de los posibilistas; Espená, del Casino Democrático Popular; Arimón, de El Liberal; Vera, de La República; Chíes, de Las Dominicales; Cintora, de Las Regiones; Nakens, de El Motín; Camacho, de El Cencerro; Verdes Montenegro, de La Justicia, y Ginard, de El País. Nombróse una mesa provisional, que ocupó como presidente nuestro ilustre y respetable amigo don Laureano Figuerola, y como secretario nuestro compañero el Sr. Millán.» (El País, diario republicano-progresista, sábado, 9 de marzo de 1889, pág. 1.)

«Suscripción homenaje a favor de la señorita Emilia Villacampa. Junta General. D. Laureano Figuerola, D. Ambrosio Moya, don Francisco Rispa Perpiñá, D. N. Martínez Morales, D. Ramón Moreno, D. Miguel Villalba Hervás, don Julio Vizcarrondo, D. Fernando Romero Gil Sanz, D. Rafael Cervera, D. Pablo Jiménez, D. Francisco Benito Nebreda, D. José Zuazo, D. Santos de la Hoz, D. Manuel Llano y Persi, D. José María Esquerdo, D. Pascual Millán, D. Ignacio Hidalgo Saavedra, D. Julio Fernández Espina, D. Enrique Vera y González, D. Ramón Chíes, D. Rafael Ginard de la Rosa, D. José Nakens, D. Tomás Camacho, don J. Verdes Montenegro.» (El País, diario republicano-progresista, sábado, 23 de marzo de 1889, pág. 1.)

Director General durante la República

«A propuesta del Ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión y de acuerdo con el Consejo de Ministros. Vengo en admitir la dimisión que del cargo de Director general de Sanidad ha presentado D. José Verdes Montenegro. Dado en Madrid a veintitrés de Octubre de mil novecientos treinta y cuatro. Niceto Alcalá-Zamora y Torres. El ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión, Oriol Anguera de Sojo.» (Gaceta de Madrid, 25 de octubre de 1934, nº 298, pág. 689.)

Fallece en Madrid el 29 de abril de 1942

« El excelentísimo señor Don José Verdes-Montenegro y Páramo, doctor en Medicina, Miembro del Instituto de España, académico de número de la Real de Medicina, en posesión de varias condecoraciones extranjeras, fundador de toda lucha antituberculosa en España, ha fallecido el día 29 de abril de 1942, habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad. R. I. P. Su director espiritual, D. Tomás Molina; su viuda, la excelentísima señora doña Rosario Rodero Gregory; hermanos políticos, sobrinos, primos y demás familia. Ruegan a sus amistades se sirvan encomendar su alma a Dios y asistan al funeral 'corpore insepulto', que se celebrará hoy, día 30, a las once de su mañana, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Covadonga (plaza Manuel Becerra), y a la conducción del cadáver, a las seis de la tarde, desde la casa mortuoria, avenida de Menéndez Pelayo, número 19, al cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, por lo que recibirán especial favor. Varios señores prelados han concedido indulgencias en la forma acostumbrada.» (ABC, Madrid, jueves 30 de abril de 1942, página 13.)

Por orden del Ministerio de Educación Nacional de 5 de junio de 1956 (BOE 31 julio 1956) quedó clasificada como benéfico-docente de carácter particular la Fundación Verdes Montenegro, que había dejado instituida en su testamento Rosario Rodero Gregory, viuda de José Verdes Montenegro, con el fin de dotar un premio anual «Verdes Montenegro» de dos mil pesetas al mejor trabajo sobre tuberculosis presentado al concurso que al efecto organizaría la Real Academia de Medicina, institución que conformaba el Patronato de esa fundación, instituida con un patrimonio de 69.000 pesetas nominales en títulos de la Deuda Perpetua Interior al 4 por ciento, que rentaban 2.200 pesetas.

Biblioteca Nacional de España
Biblioteca Nacional de España
Ejemplos de confusiones en el catálogo de la Biblioteca Nacional de España, donde se atribuyen varias obras del médico José Verdes Montenegro y Páramo al profesor de filosofía José Verdes Montenegro y Montoro (imágenes del catálogo obtenidas el 15 de septiembre de 2009).

Bibliografía de José Verdes Montenegro y Páramo

1883 con Manuel Corral y Mairá, Colores y notas: colección de poesías, Imprenta de Álvarez Hermanos, Madrid 1883, 39 págs.

1885 El incrédulo, poema dramático (primera parte del poema dramático Augusto), Establecimiento tipográfico de Álvarez Hermanos, Madrid 1885, 231 páginas.

1887 Campoamor, estudio literario, Librería de Victoriano Suárez, Madrid 1887, 111 págs.

1889 Nuestros hombres de ciencia, Ilustraciones Muriedas, Fotograbados Laporta, Establecimiento tipográfico de Lucas Polo, Madrid 1889, 135 págs. [15-27: Nicolás Salmerón, 29-40: Dr. Alejandro San Martín; 41-49: Gumersindo Azcárate; 51-58: Dr. José Rodríguez Carracido; 59-71: Marcelino Menéndez Pelayo; 73-84: Dr. Luis Simarro; 86-96: Francisco Giner de los Ríos; 97-104: Manuel Antón Ferrándiz; 105-114: Alfredo Adolfo Camús; 115-125: José de Letamendi.]

1896 Prólogo a Manuel Bueno, Cuentos e historias, Imp. Miller y Zabaleta, Bilbao 1896, XV+204 págs.

1899 La peste bubónica: su desarrollo, síntomas y medios de combatirla según los últimos progresos científicos, con inclusión de los realizados en Oporto, Est. tip. de Idamor Moreno, Madrid 1899, 108 págs.

1901 Traducción de inglés de William H. Broadbent, Enfermedades del corazón desde el punto de vista del pronóstico y tratamiento, Biblioteca de El Siglo Médico, Madrid 1901, 581 págs.

1902 La lucha contra la tuberculosis, prólogo de Ángel Pulido, Enrique Teodoro, Madrid 1902, 84 págs.

1909 Tratamiento de la tuberculosis por la tuberculina, E. Teodoro, Madrid 1909, 156 págs.

1916 Estado actual del tratamiento de la tuberculosis pulmonar, Valentín Tordesillas, Madrid 1916, 24 págs.

1917 ¿Quiere usted tener sano el aparato respiratorio? Lo que para ello debe hacerse, Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos 1917, 62 págs.

1921 La tuberculosis pulmonar y sus tratamientos, 2ª ed. corr. y aum., Julio Cosano, Madrid 1921, 491 págs.

1935 Deficiencias de nuestra organización antituberculosa. Discurso leído ante la Academia Nacional de Medicina… el día 3 de febrero de 1935, Imp. Augusto Boné, Madrid 1935, 60 págs.

Textos de José Verdes Montenegro y Páramo en Filosofía en español

1889 Nuestros hombres de ciencia: [Prólogo], Nicolás Salmerón, Dr. Alejandro San Martín, Gumersindo Azcárate, Dr. José Rodríguez Carracido, Marcelino Menéndez Pelayo, Dr. Luis Simarro, Francisco Giner de los Ríos, Manuel Antón Ferrándiz, Alfredo Adolfo Camús, José de Letamendi, [Epílogo]

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