Filosofía en español 
Filosofía en español

“Filósofos griegos”

1250 «Capítulo de un ayuntamiento de treze filosofos y de lo que dixieron. Juntamiento de xii philosophos de los griegos en una claustra de los rreyes y en cabo de la claustra las siellas de los rreyes muertos, y los rreyes muertos en ellas, y enbiertos con paños preçiados y con oro, los cabeçones fechos y las bocas de las mangas y las siellas de los rregnados sus capas bien fechas y bien luzientes. Pues asentaronse los philosophos en la claustra de manera que estavan de cara contra los rreyes, y dixieron los unos a los otros: Digamos alguna cosa de la sapiençia que sea enseñamiento de predicaçion en aquellos que lo oyeren. Dixo el primero: Esto es lo mejor que omne puede dezir y del mejor tesoro que omne puede fazer. Y despues dixo: - Los que passan deste sieglo al otro, esto es testigo y enseñamiento y enxiemplo pora los que an de yr.» (Anónimo, Libro de los buenos proverbios que dijeron los filósofos y sabios antiguos, ≈ 1250. corde.)

1450 «Y conprehendió asimesmo la fabla de los espritos o demonios, i su misterio o ynportançia; dixeron por él que nunca fabló jamás fabla baldía solamente vna palabra, Así ha de fazer quien lee y que nunca dexó a onbre en la casa del Midrás, saluo que él era el postrero que salía y el primero que venía, ni jamás se durmió en ella sueño continuo ni acçidental, avnque estouiesen leyendo fasta la luz de la manaña, y nunca le falló onbre con silençio, scilicet, callando, saluo toda vía, enseñando a quantos querían oyr los milagros y çiençias de su boca, "Yo seré con tu boca y con su boca" con la qual era ligada la graçia de la ynfluençia diuinal, así commo con su esprito. ¿Quién supiese si se falló otro tal onbre entre el linaje o conpaña de los griegos o de los otros filósofos?» (Anónimo, Traducción castellana del Libro de El Kuzari de Yehudah Halevi, ≈1450, fol. 128r. corde.)

1499 «…y corrigiendo quando menos a los mas altos y famosos filosophos del mundo. al aristotiles quiero dezir: que delos griegos que fueron tan sabios / por el mayor sabidor fue tenido: al valerio maximo y los otros romanos que entre los de su tiempo fueron por mas excellentes hauidos. que nunca tal forma de bien regir alcançaron: nunca tal descubrieron ni supieron pensar. que el regimiento delos tribunos de roma que el valerio se esfuerça conlos ephoros comparar / o ygualar. mucho fue peor que el delos ephoros. ca del salio ala postre aquel peligroso bollicio mortas del tyberio y gayo gracos. que de tribunos del pueblo se presumieron fazer / quando menos reyes de roma. de que vino en punto de peligrar el senado / y perderse la ciudad. como el tito liuio / plutarco: y los otros coronistas lo escriuen.» (Gonzalo García de Santa María, Traducción de la Corónica de Aragón de fray Gauberto Fabricio de Vagad, 1499. corde.)

1529 «Tholomeo Socer, rey viii que fue de los egyptios, fue muy amigo de sabios, y assí de los sabios caldeos como de los philósophos griegos; y esto fue tenido a gran virtud a este rey Tholomeo, porque tan cruda enemistad avía entre los philósophos de Grecia y los sabios de Egypto, como entre los capitanes de Roma y los capitanes de Carthago. Fue este Tholomeo muy docto, y preciávase mucho de estar siempre de philósophos acompañado, y desta manera deprendió las letras griegas, latinas, caldeas, y aun hebraycas, a cuya causa como fuessen xi los reyes Tholomeos, y todos varones bellicosíssimos, a éste ponen por cabeça dellos, y esto no por las batallas que venció, sino por las sciencias que deprendió. Tuvo este rey Tholomeo por muy familiar suyo a un philósopho llamado Estelpón megarense, el qual fue deste príncipe tan amado, que, dexadas aparte todas las mercedes y favores que le hazía, no sólo comía con el rey a la mesa, mas aun muchas vezes el rey le dava a bever lo que sobrava de su copa. Y como los favores que dan los príncipes a sus criados no sean sino un despertador para citar a los maliciosos, acaeció que como este rey estando cenando diesse lo que le sobró de la copa para que beviesse el philósopho, no lo pudiendo sufrir un cavallero egypcio, dixo al rey Tholomeo: “Pienso, señor, que por dexarlo para el philósopho Estelpón nunca te hartas de bever, y también pienso que él jamás mata la sed esperando lo que tú le has de dar.” Respondióle el rey Tholomeo: “Bien dizes que Estelpón no se harta con lo que yo le doy, porque no le haze a él tanto provecho bever lo que sobra de mi copa, quanto provecho haría a ti bever lo que a él sobra de philosophía.”» (Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes, 1529, libro I, cap. XLVII: Cómo Philippo, rey de Macedonia, y el Magno Alexandro, y el rey Tholomeo, y el rey Antígono, y el rey Archelao, y Pirro, rey de los epirotas, fueron todos estos grandes amigos de sabios; y cómo se acompañavan y se aconsejavan con ellos…)

«En aquellos tiempos florecían en Roma muchos romanos virtuosos, florecían muchos philósophos griegos, florecían capitanes muy esforçados, florecían invenciones de grandes edificios y, sobre todo, estava Roma despoblada de malicias y estava poblada de muy excellentes matronas romanas.» (Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes, 1529, libro II, cap. XVII: Cómo el Emperador Marco Aurelio prosigue su plática y responde más particularmente a lo de la llave.)

«Todos los excellentes y grandes príncipes antiguos todos tuvieron muy grandes philósophos por maestros. Parece esto ser verdad, porque el rey Darío tuvo por maestro al philósopho Lichanio; el Magno Alexandro tuvo por maestro al gran philósopho Aristóteles; el rey Astagerges tuvo por maestro al philósopho Tíndaro; el muy venturoso capitán de los athenienses, Palimón, tuvo por maestro y precetor al philósopho Xenóchrates; Xemíades, único rey de los corinthos, tuvo por maestro suyo y por ayo de sus hijos al philósopho Chilo; Epaminundas, príncipe de los thebanos, tuvo por maestro suyo, y aun por consejero, al philósopho Maruto; Ulixes, el griego, según dize el poeta Homero, tuvo por maestro y por compañero en sus trabajos al philósopho Cathino; Pirro, rey que fue de los epirotas y gran defensor de los tharentinos, tuvo por su maestro y coronista al philósopho Arthemio, del qual dize Cícero, Ad Athicum, que tuvo más aguda la lança para pelear que no cortada la pluma para escrevir; el gran rey Tholomeo Philadelpho no sólo fue discípulo de los más señalados philósophos griegos, pero aun después que fue rey embió por setenta y dos philósophos ebreos; Ciro, rey de Persia, el que destruyó a la gran Babilonia, tuvo por maestro al philósopho Prístico; Octavio Augusto, segundo Emperador que fue de Roma, entre otros tuvo por maestro a un philósopho y poeta muy insigne que avía nombre Polemio; Trajano, el Emperador, tuvo por maestro a Plutharco, el qual no sólo lo doctrinó en la infancia, mas aun le escrivió un libro en cómo avía de governar a sí y a la república. Por estos pocos exemplos que he contado, y por otros muchos que dexo de contar, podrán ver los príncipes de los tiempos presentes qué solicitud tenían en dar buenos ayos y maestros a sus fijos los príncipes de los tiempos passados.» (Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes, 1529, libro II, cap. XXXIV: Que los príncipes y grandes señores deven ser muy solícitos en buscar ayos para sus hijos; y de diez condiciones que han de tener los buenos ayos para que sean suficientes de tomar a cargo hijos de buenos; y de honze preguntas que hizieron en Athenas a un philósopho thebano…)

1543 «Los idumeos, cuando se topaban, decían estas palabras: “Dominus vobiscum”, que quiere decir: “el Señor sea con vosotros”. Los verdaderos hebreos, cuando se saludaban, decían: “Ave, mi frater”, como si dixese: “Dios te dé salve, hermano mío.” Los filósofos griegos, cuando se saludaban, decían: “Avete omnes”, como si dixera: “estéis todos enhorabuena”. Los thebanos, cuando se saludaban, decían: “Salus sit vobis”, como si dixeran: “Dios os dé salud”. Los antiguos romanos, cuando se saludaban, decían: “Salus sit vobis”, como si dixeran: “Dios os dé buen hado”. Los sículos, que son los de Sicilia, cuando se saludaban, decían: “Diu vo guarde”, que es a saber, “Dios os guarde”. Los cartagineses no se saludaban aunque se topaban, sino que en señal de amistad se tocaban las manos derechas el uno al otro y se las besaban. Los moros tampoco se saludaban, aunque se topaban, sino que al tiempo de verse se besan los hombros…» (Antonio de Guevara, Epístolas familiares, 1521-1543. corde.)

1547 «Finalmente era una cosa increíble ver el amor grande que tenía [Lucio Licinio Lúculo] con todos los filósofos Griegos: amábalos como a sí mismo: sustentábalos a su costa: hacíales muy frecuentes convites y grandes fiestas: recibíalos en su casa: teníalos en gran veneración como a una cosa divina, enviada del cielo por singular providencia de la suprema Deidad, para conservación de la república, y moderación de toda la vida humana, y su casa no era otra cosa que un palacio abierto y libre donde acudían, como a su estancia propia, todos los filósofos Griegos, que moraban en Roma.» (Plutarco & [Francisco de Enzinas], Las vidas de dos ilustres varones, Cimón griego, y Lucio Lúculo romano, puestas al parangón la una de la otra, escritas primero en lengua Griega por el grave Filósofo y verdadero historiador Plutarco de Queronea, y al presente traducidas en estilo Castellano, [s.l., s.n.] M.D.XLVII, pág. 317.)

1549 «Doctrina de Lacedemonia. Los de Lacedemonia aprendían letras no mas de las que eran menester para bien vivir, de las otras ciencias y doctrinas no hacían mucho caso, y su doctrina era obedecer a sus mayores y sufrir los trabajos y en la batalla vencer o morir. Esta misma costumbre tuvieron después los Romanos por algún tiempo, los cuales echaron de su ciudad a los filósofos griegos, porque con sus doctrinas curiosas atraían a los mancebos a la ociosidad y flojedad, y los habían hecho para blasonar y disputar de palabra muy doctos, y para los cargos y negocios de la república inútiles y sin ningún provecho.» (Francisco Tamara, Apotegmas que son dichos graciosos y notables de muchos reyes y príncipes ilustres, y de algunos filósofos insignes y memorables y de otros varones antiguos que bien hablaron para nuestra doctrina y ejemplo: ahora nuevamente traducidos y recopilados en nuestra lengua castellana, En Envers en la enseña del unicornio dorado en casa de Martín Nucio 1549, h. 160v.)

1575 «Y sea Dios infinitamente bendito y loado por la merced que me hizo en la inteligencia que me dio para emprender esta obra y en disponerme y darme su gracia y tiempo con que la acabase, cuyo estilo de diálogos entre las dos personas que en ello practican elegí en ella, siguiendo el modo de los graves filósofos griegos y latinos, que lo usaron por la más cómoda disposición que suele tener este modo de declarar las cuestiones y artículos que se confieren y pretenden saber en las materias que se tratan, y por la más fácil y menos molesta inteligencia que se suele hallar en las cosas escritas en este estilo de diálogos, en que las lecturas suelen ser más sabrosas y agradables, aunque en los principios no lo parezcan, lo cual no pudo ser ésta tanto como yo quisiera, por ser las materias que en ellas se tratan más necesarias y provechosas en nuestro propósito, que gratas ni sabrosas a los gustos humanos de las personas, que de ello no se hubieron de aprovechar ni tuvieron particular gusto e inclinación a saber y tratar estas materias marítimas.» (Juan Escalante de Mendoza, Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales, 1575. corde.)

1589 «Filótimo.- Oíd otra palabrilla que dice Galeno en favor de la barba del hombre, de la cual tan gran majestad y gracia recibe el rostro humano, y mas depués que va entrando en años; y ansí por la barba muchos granjean más grados de honra que se les harían si fuesen lampiños. Por esto procuraron los filósofos griegos criar grandes barbas, y lo mesmo los soldados lacedemónicos por poner miedo con ella a los enemigos, y los lombardos ganaron este nombre de sus luengas barbas que criaban presumiendo de muy guerreros.» (Juan de Pineda, Diálogos familiares de la agricultura cristiana, 1589. corde.)

1598 «Que los filósofos griegos llamaron al hombre Microcosmos, que quiere decir mundo pequeño. Y pues entre las obras maravillosas de Dios, una, y de las más admirables, es el hombre, que crió con tan excelente compostura y ser, que considerándole los filósofos griegos, le llamaron Microcosmos, que significa mundo pequeño y abreviado, porque su armonía y concierto en todas sus acciones y excelencias corresponden a Él; y todo esto lo crió también a imitación y semejanza de su gloria inefable…» (Cristóbal Pérez de Herrera, Amparo de pobres, 1598. corde.)

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