Juan Pico de la Mirándola 1463-1494
Sabio humanista del renacimiento italiano, que alcanzó gran autoridad y fama.
«Pic o Pico, la casa de los Picos, duques de Mirándola, y condes de Concordia en Italia, príncipes del imperio, es muy antigua, y era ya célebre desde el año de 1110, […]
X. Juan-Francisco Pico, señor de la Mirándola, y conde de Concordia, hizo cerrar el castillo de la Mirándola con una muralla fuerte de prodigiosa defensa, lo cual no se había atrevido a emprender ninguno de sus antepasados. Casó con Julia Bojardi, de la cual tuvo a Galeoti que sigue; a Juan, a quien el conocimiento grande que tenía de las lenguas, y de las ciencias, hizo adscribir el epígrafe de Fénix de su siglo, y del cual hablaremos en artículo separado; a Antonio María, a quien su hermano repelió de la Mirándola […].
XI. Galeoti Pico, señor de la Mirándola, conde de Concordia, casó con Blanca-María, hija de Scipion de Est, de la cual tuvo a Juan-Francisco, II del nombre, que sigue; […]
XII. Juan-Francisco Pico, II del nombre, señor de la Mirándola, conde de Concordia, célebre por su erudición, fue repetidas veces repelido de la Mirándola, y restablecido en ella, y lo asesinó por octubre de 1533 Galeoti Pico su sobrino. Había casado con Juana Carrafa, hija de Juan-Thomas, conde de Madalona, de la cual tuvo a Juan Tomás que sigue, […]» (Luis Moreri, El gran diccionario histórico, París & León de Francia, 1753, tomo 7, págs. 315-316.)
«Pico (Juan) hijo de Francisco, señor de la Mirándola, nació en 24 de febrero de 1463, y se adquirió un maravilloso conocimiento de las ciencias más sublimes. Scaligero lo llama Monstrum sine vitio. A los diez años de su edad, estudiaba el derecho y lo comentaba a proporción, a los 18 sabía 22 lenguas, a los 24 sostuvo en Roma conclusiones que contenían 900 proposiciones de dialéctica, teología, matemática, de magia, de cábala o tradición y de física, todas no tan solamente tomadas de los escritos de los autores Griegos, y Latinos, mas también establecidas sobre la autoridad de los Hebreos, y de los Caldeos. Tal proyecto, que se ejecutó con aplauso, no agradó a todo el mundo. Muchos semi-doctos, o envidiosos de la gloria de este príncipe joven, o impelidos de un celo indiscreto, censuraron las tales conclusiones, e hicieron de ello un gran ruido. Para apaciguarlos, hizo el papa Inocencio VIII examinar las proposiciones de Juan Pico, y se encontraron 13 de ellas ajenas de poderse defender ni sostener. No obstante, Pico las defendió por medio de una apología que compuso en el espacio de 17 noches, la cual está al principio de sus obras con un breve de Alejandro VI. Una cosa particular que refiere el mismo en la apología, y que manifiesta la ignorancia de muchos en cuanto a censurar libros, fue que un teólogo, que se ingería en censurar las referidas conclusiones, siendo preguntado acerca de lo que significaba esta palabra Cábala, respondió quería decir un mal hombre y hereje, que había escrito contra Jesucristo, y que sus sectadores habían tomado de él, el epígrafe de Cabalistas. Los que no poseían mas luces que este teólogo, acusaron a Juan Pico de mágico, no pudiendo comprehender el que un hombre mozo de tan corta edad, pudiera ser tan docto. El papa nombró comisarios para que examinaran sus conclusiones, prohibió el que se leyeran, e hizo citar a Pico de la Mirándola a Roma. Pero el sumo pontífice Alejandro VI, le expidió un breve de absolución, con fecha de 18 de junio de 1493. Dícese, que Lucio Bellancio de Sena, le había vaticinado no excedería de los 33 años de su edad, y así le sucedió, por que Juan Pico, habiendo renunciado su soberanía de la Mirándola, murió en Florencia en 17 de noviembre de 1494, el mismo día que el rey Carlos VIII entró en esta ciudad. Entonces trabajaba su obra contra la astrología judiciaria, que aunque no acabada es no obstante la mejor. Juan Francisco Pico, sobrino suyo, escribió su vida, que tenemos al principio de sus obras impresas en Basilea el año de 1573 y 1601. Lo enterraron en la iglesia de san Marcos, donde se lee este epitafio, que dice mucho en solos dos versos.
Hic situs est Picus Mirandula; cetera norunt
Et Tagus & Ganges, forsan & Antipodes.
* Trithemio, y Belarmino, de script. Eccles. Spondano, in Annal. A. C. 1487. n. 5. y 1494. n. 12. Paulo Jovio, in elog. c. 39. Phelipe Beroaldo, Angelo Policiano, Marsilio Ficino, Leandro Alberto, Naudé, &c. Anécdotas de Florencia, por Varillas, Du Pin, Biblioteca de los autores eclesiásticos del siglo XV.» (Luis Moreri, El gran diccionario histórico, París & León de Francia, 1753, tomo 7, pág. 317.)
Feijoo, admirador de Juan Pico y de sus bichoznos
En Oviedo, el 2 de marzo de 1745, firma Feijoo la dedicatoria del segundo tomo de sus Cartas eruditas: «al Excmo. Señor D. Francisco María Pico, Duque de la Mirándola, Marqués de la Concordia, Príncipe de San Martín, Caballero de la Insigne Orden del Toysón, y Real de San Genaro, Mayordomo Mayor de S.M. y su Gentil-Hombre de Cámara, &c.», que había escrito dos cartas al benedictino pidiéndole su parecer. En la carta XXIII, Sobre los Sistemas Filosóficos, aprovechó para glosar, inflamado por su sucesor, la excelencia del gran Pico, ¡un cuarto de milenio después de su muerte! (Francisco María Pico fue creado caballero de la insigne orden del Toison de Oro por Felipe V, en 4 de enero de 1724; en 1716 se había casado con la duquesa doña María Teresa Espínola Colona de la Cerda y Aragón):
«2. Luego que empecé a poner los ojos en los Libros, empecé a adquirir noticias de aquel asombro de Italia, y del mundo; de aquel a quien el Cardenal Belarmino cualificó de Máximo en Ingenio, y Doctrina: Angelo Policiano, de Superior a todo excogitable elogio, Sixto Senense, de Varón de ingenio prodigioso, y usque ad miraculum consumadamente perfecto en todas las Ciencias, Artes, y Lenguas: Vosio, del Nobilísimo entre los Sabios, y Sapientísimo entre los Nobles: Paulo Joxio de Complejo portentoso de cuantas perfecciones se pueden desear en el alma, y en el cuerpo: Erasmo, de Indole verdaderamente divina: los Sabios todos unánimes, de el Fénix de su siglo, y aun de los siguientes. Digo, que luego que empecé a tomar los Libros en la mano, empecé a adquirir noticias de aquel glorioso antecesor de V.E. el Grande Juan Pico, Príncipe de la Mirandola. ¿Quién adivinará entonces, que un sucesor de aquel Gigante entre los Gigantes, heredero de su Sangre, de su Estado, de su Espíritu, y de sus grandes Virtudes, se había de dignar de honrarme con una Carta suya, y Carta tal? Carta, en que siendo tan estimable lo que me favorece como Señor, aun lo es mucho más lo que me instruye como Maestro: Carta, en quien veo, que si el renacer un Fénix de las cenizas de otro Fénix, es fábula entre las Aves, ya en alguna manera es realidad entre los hombres. Fénix aclamaron al grande Juan Pico, y aún aclaman hoy todos los Sabios del Mundo; y siendo, en cuanto V.E. escribe, de Fénix la pluma, y la pinta, parece que en la participación de aquella Sangre se incluyó la reproducción de aquel Espíritu.» (Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo II, carta XXIII, punto 2: Sobre los Sistemas Filosóficos.)
«32. En lo que se dice del Grande Juan Pico al principio de la Carta antecedente nada hay de hiperbólico, adulatorio; antes se puede reputar el panegírico inferior a su mérito. Fue aquel un hombre sumamente extraordinario, un rarísimo complejo de cuantas prendas de alma, y cuerpo se pueden desear, y apenas se puede esperar en la especie humana. Léese de él en varios Autores, que a los diez años de edad estudiaba el Derecho, y al mismo tiempo le iba comentando: que a los diez y ocho sabía veinte y dos Lenguas: que a los veinte y cuatro (algunos dicen que a los veinte y tres) pasó a Roma, de donde esparciendo por todo el Orbe Literario novecientas Conclusiones en asuntos pertenecientes a todas las Ciencias, se ofreció a defenderlas contra cualesquiera Disputantes, prometiendo al mismo tiempo indemnizar de los gastos de ida, vuelta, y estancia a todos los ausentes, que quisiesen concurrir. En efecto concurrieron muchos, y de todos triunfó. Sobre un grande ingenio, y portentosa memoria, fue dotado de inexhausta, y graciosísima facundia: de un genio extremamente amable, liberal, y benéfico: de un agrado tal, que cautivaba a todos cuantos le trataban. Aun en las prendas del cuerpo, porque ninguna perfección faltase a esta rara maravilla de la humana especie, quiso dotarle ventajosamente el Autor de la Naturaleza, porque fue de cuerpo gentil, y prócer, y extraordinariamente hermoso. De hermosura casi divina, dice su contemporáneo Angelo Policiano, que le conoció, y trató: Forma pene divina iuvenis, & eminenti corporis maiestate. (Centur. I. Miscellan. cap. 100).» (Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo II, carta XXIII, punto 32: Sobre los Sistemas Filosóficos.)
Algunas menciones a Juan Pico de la Mirándola en el proyecto Filosofía en español
1727 «En nuestro tiempo, después que San Agustín, Pico Mirandulano, y todos los Sabios…» (Martín Martínez, Juicio Final de la Astrología.)
«…y están convidados al Entierro muchísimos personajes de grande suposición, el Conde Juan Pico Mirandulano…» (Diego de Torres Villarroel, Entierro del Juicio Final.)
1729 «También en que él había afirmado públicamente que Juan Pico de la Mirándola sanaría de la enfermedad, de la cual dentro de tres días murió.» (Feijoo, Teatro Crítico, tomo III: Prólogo Apologético.)