Filosofía en español 
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Guillermo Lindano  1525-1588

Guillermo Lindano

Presbítero católico, riguroso teólogo, prolífico autor y obispo al servicio de la Monarquía hispánica, nacido en Dordrecht en 1525. Formado en Lovaina y en París, donde perfecciona el griego y el hebreo, durante tres cursos profesa en la universidad de Dilingen. En 1561 Felipe II de España le designa como primer obispo de la sede de Ruremunda, erigida en 1559 en los Países Bajos a instancias del imperio católico hispánico (bula Super universas de Paulo IV) para consolidar una firme presencia racional teológica frente a tantos alucinados fanáticos sectarios protestantes. En 1562 es nombrado Inquisidor de Holanda. La agitada situación política en esas provincias determina que, de hecho, no pudiera comenzar el gobierno de su diócesis hasta mayo de 1569, aplicando entonces con firmeza las disposiciones emanadas del Concilio de Trento y demás medidas tendentes a reconducir las desviaciones reformistas iniciadas por el desgraciado Lutero. Aparte las continuas disputas con los renuentes protestantes, que le obligaron a retirarse varias veces de su diócesis, mantuvo en 1573 un árido enfrentamiento con el duque de Alba. Viaja en 1578 a Roma y a Madrid, para mejor articular una respuesta doctrinal y política al disolvente capítulo protestante de Mastrique, y así mejor salvaguardar la razón en los Países Bajos. De vuelta en Ruremunda y con los auspicios de Felipe II, funda en Lovaina el Seminario Real. Su buen hacer pastoral y activismo doctrinal como autor fecundo, contra los redactores luteranos de las Centurias de Magdeburgo, aconsejaron elevarle a la diócesis de Gante, a la que se incorpora como obispo el 22 de julio de 1588, muriendo tres meses después, el 2 de noviembre de 1588.

Guillermo Dámaso Lindano mantuvo un tenaz enfrentamiento con Benito Arias Montano, coetáneo suyo, por las peligrosas variaciones que éste logró introducir en la reedición de la Biblia Políglota Complutense (impulsada por el cardenal Cisneros y dispuesta en hebrero, griego, arameo y latín entre 1514 y 1517). En efecto, Felipe II, tras consultar con el consejo de la Inquisición y la Universidad de Alcalá, acepta la propuesta del impresor Cristóbal Plantino de Amberes, y decide impulsar, medio siglo después, una nueva impresión de la Biblia Políglota, encargando a Benito Arias Montano la dirección de tal edición (Felipe II le traslada instrucciones precisas en carta de 25 de marzo de 1568: el año anterior Pío V ya había nombrado Quintum Ecclesiae Doctorem…). Pero, en la revisión de las pruebas enviadas a Felipe II, se advierte que los editores antuerpienses han sustituido el texto latino de la Vulgata (adoptado como canónico en la políglota complutense, cuando San Jerónimo de Estridón era uno de los cuatro únicos doctores de la Iglesia que Bonifacio VIII había reconocido en 1295), por la versión que en 1527 había dejado publicada el judío converso italiano y fraile dominico Sanctes Pagnino, además enmendada por Benito Arias Montano y el indefinido y voluble entorno del impresor. La Universidad de Alcalá se opone a tal trueque e impone el texto de la Vulgata, pero aunque los editores de Amberes obedecen por lo que hace al cuerpo políglota, añaden en dos tomos de apéndices la nueva versión latina reajustada. La sesión cuarta del Concilio de Trento (8 abril 1546) había decidido prudentemente mantener a la Vulgata como referencia latina unificadora, en tiempos donde la erudición al servicio de pretenciosos egos diminutos gérmenes de abundantes sectas no se quedaba en meras disputas escolares, pues tenían su correlato político inmediato desde hacía ya varias décadas. León de Castro, catedrático de Salamanca, denuncia por tanto la edición ante el Santo Oficio de Roma en 1575, y ante el Consejo de la Inquisición española al año siguiente, en 1577 emite su parecer el jesuita Juan de Mariana, &c. Abajo transcribimos unos párrafos de los interesantes estudios que Antonio Dávila Pérez, profesor titular de filología latina de la Universidad de Cádiz, viene realizando a partir del epistolario latino de Benito Arias Montano y Guillermo Lindano, &c. (artículos que los interesados pueden encontrar íntegros y libremente en la red).

1753 «Guillermo Lindano de Dordrecht en Holanda, primer obispo de Ruremunda, luego de Gante, fue uno de los más célebres prelados y de los escritores más hábiles del siglo XVI. Hizo sus estudios en Lovaina y habiendo querido perfeccionarse en las lenguas Griegas y Hebrea, pasó a Francia a tomar lecciones de Mercero y de Turnebo. Habiendo vuelto a Lovaina se ordenó de sacerdote y se graduó de licenciado en teología el año de 1552. En adelante leyó por espacio de tres años lecciones de Escritura sagrada en Dilingen. Finalmente se le encargaron diversos empleos y fue hecho inquisidor de la fe contra la herejía en Holanda y en la Frisa. Fue nombrado al obispado de Ruremunda en la nueva institución que de ello se hizo en tiempo de Felipe II rey Católico, y no tomó posesión de él sino siete años después, el de 1567. Algunos negocios de importancia lo precisaron ir a Roma el año de 1568, en donde lo recibió el papa Gregorio XIII con mucha benevolencia. Hizo segundo viaje a Roma el de 1584, después del cual fue transferido el año de 1588 al obispado de Gante, luego que murió Cornelio Jansenio. Murió tres meses después el día 4 de Noviembre del mismo año a los 63 de su edad. Este grande hombre, severo observador de la disciplina eclesiástica, compuso diversas obras de controversia, de las cuales la más considerable es la Panoplia Evangelica, dividida en cinco libros, impresa en Colonia el año de 1563, y en París el de 1564 con algunas obras morales y piadosas. En el año de 1567, ministró un Psalterio purgado de yerros, e ilustrado con los textos Griego y Hebreo. El estilo de Lindano es vehemente, florido, pero no obstante muy puro. Puede pasar por uno de los controversistas de la primera orden. Sabía la antigüedad; tenía buenos principios de teología, y de moral; estaba versado en la lectura de los Padres y los concilios; sabía el Griego y el Hebreo; era de un genio muy elevado, y en el discurso, vehemente. Havesio escribió su vida. * Véase Le-Mire, Valerio Andrés, in biblioth. Posevino, Sandaro, &c. Du-Pin, bibliotheca de los autores eclesiásticos del siglo XVI.» (Moreri, El gran diccionario histórico, París & León de Francia, 1753, tomo 5, pág. 651.)

1774 «Lindano distingue varias especies de Libertinos…» (Fernando de Ceballos, La Falsa Filosofía, Madrid 1774, t. 1, 1:2, “Noticia de los libertinos”.)

1789 «El monumento número 1084, sacado de los Archivos Arzobispales de Malinas, contiene una memoria compuesta por Guillermo Dámaso Lindano, Obispo de Ruremonda y después de Gante, destinada a la reforma del Clero y del pueblo Bélgico. Para proporcionar con más prontitud Curas capaces de desempeñar sus obligaciones aconseja este Prelado educar menos niños en los Colegios, y emplear las rentas sobrantes en formar sujetos de veinte y dos o veinte y tres años, aun de los que ya fuesen Presbíteros; y que así quedasen en el Colegio en donde estuviesen a fin de evitar su corrupción con los otros. Si cada Obispo suministraba el uno veinte, el otro treinta de estos sujetos, al cabo del primer año saldrían ya muchos bastante instruidos para encargarse del cuidado de las almas; el número de los que saldrían al segundo año sería mucho mayor y más grande al tercero. Con esta idea parece sería útil reunir las rentas de muchos Seminarios para formar el establecimiento de semejante Colegio en la Universidad (1. Es necesario notar aquí que la palabra seminario solo es relativa según la idea de este Prelado a las varias cosas en que gratuitamente se instruye a la juventud sin que se destinen el estado Eclesiástico.)» (Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 16 de febrero de 1789, Madrid, nº 168, págs. 892-893.)

1873 «Y si parecen éstas exageraciones del adusto genio de Erasmo, óigase a Guillermo Lindano, Obispo primero de Ruremonda, y después de Gante, muy acepto a Gregorio XIII, el cual, celantísimo prelado en el 1560, en su famosa Panoplia Evangélica, p. 1, lib. IV, capítulo LXXVIII, severamente reprende “a los que se glorían de haber llenado el coro del Señor de todas clases de maestros y de toda especie de voces; del ruido aún de las trompetas, del rechino de las liras y otros varios estrépitos, que oscurezcan las palabras y ahoguen enteramente el sentido de ellas; mal de que adolecen hoy día, más que otras iglesias, las catedrales.” Véase el texto (k). Ya antes había dicho que todas estas clases y esta variedad de músicos “contaminan los divinos himnos, no solamente con modos teatrales, bélicos, y, si es lícito así decirlo, gentilicios, sino también amatorios y lascivos.” Y queriendo aplicar a este mal el más conveniente remedio, dice: “Que para arrojar de la Iglesia esta desordenada y relajada turba de bufones, hallarse no puede más loable y saludable remedio, que el que leemos haber aplicado 240 años há Juan XXII.” Véase el texto al fin de la nota. Aunque Lindano y Erasmo no hacen, ni les hacía al caso para su asunto, hacer mención de determinados artificios de contrapunto, de fugas, cánones, trocados, &c., estos artificios en aquel tiempo estaban en su vigor, y de día en día se multiplicaban y propagaban.» (Antonio Eximeno, Don Lazarillo Vizcardi, Sociedad de Bibliófilos Españoles, Madrid 1873, págs. 305-306.)

1877 «Santos que fueron inquisidores. […] Noviembre: día 4. V.[enerable] Guillermo Lindano: célebre inquisidor de Frisia y Holanda, obispo de Gante, gran teólogo y martillo de los herejes, murió en este día del año 1588.» (Francisco Javier G. Rodrigo, Historia verdadera de la Inquisición, Madrid 1877, tomo III, pág. 50.)

1921 «G. D. Lindano: El holandés Guillermo Dámaso Lindano por los años 1579 hizo varios índices de la Biblioteca del Escorial. El de manuscritos griegos le reproduce Miller en su Catalogue páginas 505-510. Su título es Scoriaci in Hispania Bibliothecae catholici regis Philippi II codices graeci manuscripti, et alii, quorum indices, eoden rege annuente, Reverendiss. Gulielmus Lindanus excripsit, ann. 1579 die 16 septembris. Además de los griegos contenía el índice de los manuscritos hebreos, árabes y latinos. Está por orden de materias, y hecho sobre el anterior de 1577. A. Possevino le publicó en Apparatus sacer ad scriptores veteris et novi Testamenti (Venetiis, 1603).» (Guillermo Antolín OSA, “La Real Biblioteca del Escorial. Organización y catalogación”, La Ciudad de Dios, El Escorial 1921, vol. CXXVI, págs. 109-110.)

1964 «El culto Lindano, obispo de Roermond, tardó siete años en poder entrar en su diócesis, y Torrencio de s'Hertogenbosch no pudo residir en su ciudad episcopal hasta pasados diez años de su nombramiento. En poco más de dos decenios fueron asesinados por los holandeses 130 sacerdotes, de los que 19, los mártires de Gorkum (1578), fueron elevados al honor de los altares. La mayoría de las abadías fueron incendiadas y saqueadas. […] Apenas llegado Lindano a Roermond, celebró un sínodo, mandó redactar un catecismo y emprendió una dura campaña contra el concubinato extendido por el clero, que ni siquiera interrumpió durante las tres veces que se vio obligado a emprender la huida.» (Hermann Tüchle & C. A. Bouman, Nueva historia de la iglesia, Ediciones Cristiandad, Madrid 1964, tomo III, pág. 224.)

2011 «La agria polémica entre Arias Montano y Lindano se desarrolla con el mismo telón de fondo del conflicto entre las dos perspectivas filológicas frente al texto hebreo de la Biblia. Pero además de esta controversia, que es de ámbito general, en este caso particular subyace una historia personal de difamación, orgullo intelectual y obstinación que no ha sido suficientemente aclarada hasta hoy. El origen de la rivalidad científica vitalicia entre Arias Montano y Lindano es un breve escrito publicado en el tomo octavo de la Políglota de Amberes con el título “De Psalterii Anglicani exemplari animaduersio”, que comienza así: […] Con objeto de contrarrestar los ataques a los originales hebreos de la Biblia, Arias Montano firma una reseña demoledora contra el tratado titulado De optimo scripturas interpretandi genere libri III, sin citar su autor de forma expresa. En esta obra Lindano planteaba la tesis de que muchas lecturas de los manuscritos hebreos de las Sagradas Escrituras fueron corrompidas por los judíos; entre sus argumentos, el obispo neerlandés alaba un antiguo y valioso manuscrito inglés del Salterio en hebreo, propiedad de Juan Clemente, antiguo secretario de Tomás Moro, a partir del cual los judíos corrompieron los manuscritos de la Biblia. Lindano aporta como prueba del valor y antigüedad de ese manuscrito –y también como evidencia de la corrupción de la mayoría de los manuscritos posteriores del Salterio en hebreo– que en ciertos pasajes, cambiados más tarde por los rabinos, ese manuscrito estaba más conforme con la Biblia de los Setenta y la Vulgata. En concreto, Lindano se refiere a ciertas palabras que fueron conservadas por completo en ese ejemplar, así como en la versión de los Setenta, pero que habían sido omitidas en todos los ejemplares del Salterio hebreo de su tiempo. En su crítica, Arias Montano concluye que el manuscrito alabado por Lindano era falso y no fue copiado por alguien que supiera escribir bien la letra hebrea, pues los caracteres hebreos daban aire a los latinos: […] En cualquier caso, debió de ser muy duro para Lindano que la edición de la Biblia más importante de su tiempo arrojara dudas sobre su proceder científico, dañando seriamente su fama, su reputación y su nombre (“quo nihil mihi unquam fuit charius, nihil antiquius”). Lindano temía convertirse en el “mentiroso que fue descubierto por Arias Montano […] un varón tan relevante, tan célebre en todo el mundo, distinguido con las amistades de tantos reyes, tantos obispos, tantos cardenales, tantos varones eruditos”. No es de extrañar, por tanto, que en el otoño de 1572, mientras Arias Montano estaba en Roma para intentar conseguir la aprobación papal de la Políglota, el teólogo neerlandés amenazara con iniciar un proceso de difamación contra Arias Montano. La principal acusación era que el director de la Políglota mintió al publicar en su Biblia que Lindano había afirmado que las palabras “a ligno” se conservaban en el manuscrito del Salterio hebreo procedente de Inglaterra. […] ¿Qué se puede deducir de todo lo anterior? La primera posibilidad es que Arias Montano leyera el tratado de Lindano con excesiva precipitación, no prestara atención al hecho de que los dos párrafos finales del capítulo V del tratado De optimo scripturas interpretandi genere, concretamente a partir de las palabras “Quinetiam in illa”, se referían a la Septuaginta y conectara –erróneamente, por supuesto– el ejemplo del salmo 95 con la referencia al manuscrito del Salterio alabado por Lindano dos párrafos más arriba. Otra posibilidad es que Arias Montano y su equipo confundieran de forma intencionada las citas de Lindano con objeto de desacreditar sus ataques a los manuscritos hebreos de la Biblia. Ya fuera verdadero o falso el manuscrito del Salterio alabado por Lindano (y por encima del referido conflicto entre hebraístas y detractores de las fuentes hebraicas de la Biblia) lo cierto es que Lindano llevaba razón al afirmar que él nunca había aportado como prueba el hecho de que el sintagma “a ligno” se conservara en el citado manuscrito del Salterio hebreo. El teólogo neerlandés estaba seguro de que esa frase no se conservaba en aquel manuscrito, un códice que, en su opinión, era extremadamente antiguo, pero ya corrupto, como demostraba precisamente el hecho de que ese verso del salmo 95 había sido sustraído allí también. […]

Gracias a los nuevos documentos conservados en Bruselas se pueden reconstruir nuevos capítulos de esta controversia crucial en la filología bíblica del siglo XVI. El primer documento significativo es una carta de queja de Lindano dirigida al rey de España, que contiene duras acusaciones contra Arias Montano y la Biblia Políglota, considerada por Lindano lejana a la ortodoxia católica y muy próxima a posturas judaizantes y protestantes. El obispo resume sin ambages cuál es el motivo de su polémica con Arias Montano: […] Lindano llega a urgir al rey a hacer justicia rápida sobre esta controversia y a elegir entre uno y otro, por dos razones: porque no convenía al rey tener ministros difamadores (si Arias Montano realmente había manchado el nombre del teólogo al acusar falsamente al obispo de decir que las palabras “a ligno” se encontraban en el valioso Salterio hebreo procedente de Inglaterra) o tener ministros mentirosos (si Lindano realmente escribió, sin admitirlo, lo que denunciaba Arias Montano). Esta insistencia pudo ser la causa de que en 1579 Felipe II organizara un encuentro entre Arias Montano y Lindano, coincidiendo con el viaje de este último por tierras españolas. De este episodio crucial en la polémica entre ambos teólogos solo se ha conocido durante mucho tiempo la versión que Arias Montano expuso en su carta de 1594 al monje cartujo Esteban Salazar: […] No se sabría mucho más de esta entrevista y lo que en ella se acordó, si no hubiéramos tenido acceso a la carta original y el escrito anexo firmado por Arias Montano el 21 de septiembre de 1579, conservado entre los papeles de Lindano en los Archivos Generales del Reino (Bruselas), I 115, 3714. Montano escribe un breve billete a Lindano en el que le anuncia el envío de un escrito, un capítulo del prefacio que debería preceder a la primera obra seria que va a publicar, “capítulo que trata de mi opinión sobre ti y de mi servicio hacia ti, el cual, tal y como había salido del yunque, ahora te lo envío y lo dejo a tu opinión y corrección, para que me lo devuelvas con tu censura”. A continuación viene una interesante petición: Arias Montano solicita a Lindano que no muestre su escrito a ningún español para evitar suspicacias. ¿Se trata, quizás, de un nuevo intento de Arias Montano de restar publicidad a la acusación de difamación que Lindano le imputaba? […] En 1594, cuando Lindano y Castro ya no se encontraban en la tierra de los vivos, Arias Montano persiste en su correspondencia privada en desacreditar el tratado de Lindano y, lo que es más grave, reincide en el mismo argumento erróneo que había expuesto en su “Animaduersio”. Tras veinte años de controversia, con el rey y eminentes teólogos por medio, Arias Montano no sólo sigue sin admitir al menos parte del daño producido a Lindano con su crítica publicada en la Políglota, sino que vuelve a esgrimir de manera sorprendente una acusación, a todas luces falsa, de la que él mismo ya había tenido que retractarse en distintas ocasiones: […]» (Antonio Dávila Pérez, “Retractación o pertinacia. Vicisitudes de un tratado parcialmente perdido de Arias Montano al hilo de la polémica en torno a la Biblia Políglota de Amberes”, Sefarad, vol. 71:2, julio-diciembre 2011, págs. 369-412.)

2014 «La redacción inicial de la Animaduersio o ‘Advertencia’ tomó la forma de una reseña hiriente, en son de guerra, del tratado escrito por Lindano titulado De optimo scripturas interpretandi genere libri III siue undenam solida Scripturarum Sacrarum ueritas sensusque germanus ac uerus nunc temporis sit petendus: an ex Hebraica, quam dicunt, ueritate, num fontibus Graecis hauriendus an Vulgata potius editione Latina quaerendus uti in Concilio Tridentino dudum definiebatur (Coloniae, apud Maternum Cholinum, 1558). En dicha obra el obispo neerlandés expuso que aunque la Vulgata necesitaba ser corregida, dicha traducción estaba basada en un texto, perdido ya en el siglo XVI, mucho mejor que los manuscritos hebreos y griegos conservados por entonces. Con esta tesis se sumó Lindano a la corriente biblista que denostaba el original hebreo de las Sagradas Escrituras en la idea de que había sido corrompido por los judíos. Y como prueba de ello elogiaba un manuscrito hebreo del salterio, procedente de Inglaterra, que conservaba por completo ciertas palabras y pasajes completos (también presentes en la Septuaginta y la Vulgata), que habían sido omitidos en todos los ejemplares del salterio hebreo de su época. El tratado de Lindano había suscitado gran polémica desde el momento en que se publicó por su abierto rechazo a la primacía del original hebreo para el estudio de la Biblia. En 1559 Juan Isaac Levita, profesor de hebreo en la Universidad de Colonia, se lanzó contra Lindano en su Defensio ueritatis hebraicae Sacrarum Scripturarum aduersus libros tres reuerendi D[omini] Wilhelmi Lindani quos De optimo Scripturas interpretandi genere inscripsit. Según el testimonio de Lindano, Isaac, compatriota suyo y también protegido (le había socorrido a él y a toda su familia en Lovaina poco después de convertirse del judaísmo al cristianismo) se vio obligado a retractarse en varias ocasiones y a remitirle una carta de arrepentimiento por haber difamado su nombre ante la amenaza de Lindano de publicar un escrito anti-rabínico en defensa de la Vulgata. Entre el 10 de noviembre de 1563 y el 21 de octubre de 1564 Juan Isaac realizó una estancia en la imprenta de Cristóbal Plantino, dedicado a la revisión del Thesaurus Linguae Sanctae de Sanctes Pagnino. En su polémica con Lindano, el profesor de Colonia había recibido el apoyo explícito de jesuitas como Pedro Canisio y, especialmente, Juan Harlemio, quien más tarde se convirtió en uno de los grandes colaboradores de la Biblia Regia y en el teólogo lovaniense más próximo a Arias Montano. Esta cadena de acontecimientos previos apunta a que, en realidad, la Animaduersio de Arias Montano recogía la oposición a las tesis de Lindano que Juan Isaac había enarbolado años antes y transmitido al entorno de la casa tipográfica de Cristóbal Plantino. Arias Montano no ocultó esta deuda, como prueba su carta dirigida al monje cartujo Esteban de Salazar el 4 de febrero de 1594, un documento clave para el tema que nos ocupa porque el biblista resume ab ouo usque ad mala –aunque de manera muy parcial– su controversia con Lindano: en este documento Arias Montano expone que la obra de Lindano se debe leer al mismo tiempo que la de un doctor catedrático de Colonia (a saber, Juan Isaac) para comprender el alcance de la polémica recepción de la Animaduersio. Theodor Dunkelgrün ha demostrado que Arias Montano se sirvió en su advertencia publicada en la Políglota de algunos de los argumentos empleados por Juan Isaac en su refutación de la tesis de Lindano publicada trece años atrás. […] El error de Arias Montano fue tan flagrante que, ante las amenazas de Lindano de incoar un proceso eclesiástico por difamación, el biblista español hubo de avenirse a una retractación consensuada. Después de todo, la Biblia Políglota, como apunta Natalio Fernández Marcos, pretendía ser un monumento a la concordia, y la concordia debía comenzar por las propias filas católicas. Todo esto desemboca en la versión B de la Animaduersio, que debió de ser redactada e impresa entre abril y agosto de 1573. En este texto Arias Montano corrige las dos acusaciones más importantes que habían indignado a Lindano, pero lo hace de una forma intencionadamente ambigua, cerrando así en falso su controversia con el prelado neerlandés. A partir de 1573 y hasta el día de su muerte, Lindano lleva a cabo una persecución sin tregua a Arias Montano. Su objetivo era la publicación de un nuevo texto en el que el biblista español admitiera con total claridad que Lindano no había dicho que el sintagma “a ligno” se encontraba en el manuscrito inglés. En 1579 Montano redacta un nuevo escrito para complacer las exigencias de su pertinaz émulo. Para evitar que Montano publicara una nueva retractación no satisfactoria, como la de la versión B de la Animaduersio, Lindano corrige personalmente el borrador de Arias Montano y se sirve de un notario que certifica la veracidad de la copia y la inclusión de añadidos por parte del quejoso. Esta retractación definitiva, que debía ver la luz en el prefacio de alguna de las obras montanianas, no fue jamás publicada. La Animaduersio fue impresa en un lugar de gran visibilidad de la Políglota de Amberes con la intención de dar un golpe de gracia a los detractores del original hebreo del Antiguo Testamento, encarnados en la obra de Lindano. Pero el desliz cometido al leer el tratado de Lindano hizo que el ataque se volviera, a modo de bumerán, contra la Políglota y su director. El resto, hasta la muerte de los implicados, se puede resumir en la frase escrita por Lindano en su carta de protesta a Felipe II: “Regnauit a ligno Deo. Montanus affirmat; Lindanus negat”.» (Antonio Dávila Pérez, “Las dos versiones de la De Psalterii Anglicani exemplari animaduersio de Benito Arias Montano en la Biblia Políglota de Amberes”, Sefarad, vol. 74:1, enero-junio 2014, págs. 185-254.)

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