Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

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Metafísica · libro noveno · Θ · 1045b-1052a

X
De lo verdadero y de lo falso

El ser y el no-ser se toman en diversas acepciones. Hay el ser según las diversas formas de las categorías; después el ser en potencia o el ser en acto de las categorías: hay los contrarios de estos seres. Pero el ser propiamente dicho es sobre todo lo verdadero; el no-ser lo falso{368}. La reunión o separación, he aquí lo que constituye la verdad o la falsedad de las cosas. Por consiguiente, está en lo verdadero el que cree que lo que realmente está separado está separado, que lo que realmente está unido está unido. Pero está en lo falso el que piensa lo contrario de lo que en circunstancias dadas son o no son las cosas. Por consiguiente, todo lo que se dice es verdadero o falso, porque es preciso que se reflexione lo que se dice. No porque creamos que tú eres blanco, eres blanco en efecto, sino porque eres en efecto blanco, y al decir nosotros que lo eres, decimos la verdad{369}.

Hay cosas que están eternamente reunidas y su separación es imposible; otras están eternamente separadas y es imposible reunirlas; otras, en fin, admiten los estados contrarios. Entonces [269] ser, es estar reunido, es ser uno; no ser, es estar separado, ser muchos. Cuando se trata de las cosas que admiten estados contrarios, el mismo pensamiento, la misma proposición, se hace sucesivamente falsa y verdadera, y se puede estar ya en lo verdadero, ya en lo falso. Pero cuando se trata de cosas que no pueden ser de otra manera de cómo son, no hay entonces tan pronto verdad como falsedad: estas cosas son eternamente verdaderas o falsas.

¿Pero qué es el ser y qué el no-ser, qué lo verdadero y qué lo falso, en las cosas que no son compuestas? En este caso, sin duda alguna, el ser no es la composición; no es que las cosas sean cuando son compuestas, y que no sean cuando no son compuestas, como la madera es blanca, como la relación de la diagonal al lado del cuadrado es inconmensurable. ¿Lo verdadero y lo falso son entonces en estas cosas lo que son en las demás, o bien la verdad, y el ser como la verdad, no son aquí diferentes de lo que son en otra parte? He aquí lo que es verdadero y lo que es falso en estos objetos. Lo verdadero es percibir y decir lo que se percibe, y decir no es lo mismo que afirmar. Ignorar es no percibir, porque sólo se puede estar en lo falso accidentalmente cuando se trata de esencias. Lo mismo sucede respecto a las sustancias simples, porque es imposible estar en lo falso respecto a ellas. Todas ellas existen en acto, no en potencia; de otro modo nacerían y perecerían, porque no hay para el ser en sí producción ni destrucción: sin esto procedería de otro ser. Luego no puede haber error respecto a seres que tienen una existencia determinada, que existen en acto; solamente hay o no pensamiento de estos seres. Sin embargo, se examinan cuáles son sus caracteres, si son o no tales o cuales.

El ser considerado como lo verdadero, y el no-ser como lo falso, significan bajo un punto de vista, lo verdadero cuando hay reunión, lo falso cuando no hay reunión. Bajo otro punto de vista el ser es la existencia determinada, y la existencia indeterminada es el no-ser. En este caso la verdad es el pensamiento que se tiene de estos seres, y entonces no hay falsedad ni error; no hay más que ignorancia, la cual no se parece al estado del ciego, porque el estado del ciego equivaldría a no tener absolutamente la facultad de concebir.

Es evidente además, si se admiten seres inmóviles, que los seres inmóviles no pueden en ningún tiempo estar sujetos a [270] error. Si el triángulo no está sujeto a cambio, no puede creerse que tan pronto la suma de sus ángulos vale como no vale dos ángulos rectos, pues en otro caso estaría sujeto a cambio. Pero puede creerse que este ser es inmóvil, y aquel otro no lo es. Y así puede pensarse que no hay ningún número par que sea primo, o que entre los números pares hay unos que son primos, los otros no. Pero si se trata de seres que son unos numéricamente, esto no es ni siquiera posible. No se puede tampoco creer que en ciertos casos hay unidad, mientras que no la habría en los otros: entonces se estará en lo verdadero o en lo falso, porque hay siempre unidad.

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{368} Véase el lib. V, 29.

{369} Aristóteles demuestra claramente en el Tratado de interpretatione, cap. IX; Bekk., págs. 18-19, que no son las proposiciones enunciadas por nosotros las que constituyen la verdad o la falsedad de las cosas.


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  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 268-270