La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XVIII
Do prosigue el Emperador su carta y persuade a que los príncipes sean de sus dioses temerosos, y de la sentencia que dio el Senado contra el príncipe que derrocó el templo.


Todas estas cosas, excellente príncipe, te he dicho no por más de te reprehender y afear tu caso, porque el curioso médico para quitar el agror de la purga haze morder al enfermo de una dulce mançana. A xx días del mes de Jano se presentó una muy larga información de tu vida aquí en el Senado, y fue embiada por el cónsul que fue a visitar a essa ysla de Sicilia, que como sabes es ordenación muy antigua que de tres en tres años se visite toda la tierra subjecta a Roma; porque muy injustos son los príncipes que tienen solicitud en hazer coger toda su renta y son perezosos en saber si a sus pueblos se administra justicia. De la información que se tomó de ti y de tu persona, si mi memoria no me engaña, ésta era la summa, conviene a saber: que eres templado en el comer, moderado en los gastos, piadoso con las biudas, padre a los huérfanos, grato a los que te sirven, sufrido con los que te ofenden, solícito en conservar la paz y fiel en mantener las treguas; solamente eres acusado que en el servicio de los dioses eres muy perezoso. Por un solo portillo se pierde una ciudad cercada si queda abierto; cincuenta huevos sanos se estragan mezclando un güero; por una trayción sola se pierden infinitos servicios passados. Quiero dezir, excellente príncipe, que poco aprovecha en las cosas morales y agibles poner mucho cuydado, y a las virtudes heroycas y divinas poner en olvido; porque el buen príncipe primero ha de cerrar las puertas a [144] los vicios que no entren en sus súbditos, que no alçar y reparar los muros contra sus enemigos. Sea cada uno qual fuere y diga cada uno lo que mandare, que para mí yo tengo por averiguado que el hombre que no es cultor de sus dioses, todas sus virtudes le han de estimar como vicios; porque ésta es regla general en la muy alta philosophía, que no se llama una obra virtuosa porque yo la obro, sino que entonces es virtuosa quando a los dioses es acepta.

¡O!, excellente príncipe, ¿y tú no sabes que no ay hombre tan cuerdo, que no le falte más que tiene de cordura? ¿Y tú no sabes que no ay hombre tan sabio, que no ignora más que tiene sabido? ¿Y tú no sabes que no ay hombre tan prudente, que no yerre más cosas con la ignorancia que acierta con su prudencia? ¿Y tú no sabes que no ay hombre tan justo, que no le falte mucho para alcançar la verdadera justicia? Finalmente digo que no ay virtud tan virtuosa, que no le falte más que tiene para ser perfecta, por cuya ocasión toda nuestra justicia se ha de perfecionar y refinar en la justicia divina, y lo mucho de virtud que a nosotros falta se ha de cumplir con mucha perfeción que a los dioses sobra. Esta ley tenemos los romanos y ésta es la summa de todos los philósophos: que acá entre los mortales, ni de los mortales, ni con los mortales no ay cosa perfecta si no es por los dioses y en los dioses y con los dioses perfecionada. Los hombres, como son flacos, no puede ser menos sino que cometan algunas flaquezas, y en tal caso los príncipes que son cuerdos todas las flaquezas que cometen los hombres pueden y deven con ellos dissimular, excepto las que son en desservicio de los dioses, las quales, si fuesse possible, antes que fuessen pensadas avían de ser punidas; porque no se puede llamar príncipe sino tyrano el que en vengar sus injurias es solícito y en castigar las de los dioses es perezoso.

Siéntase quien se sintiere, quéxese quien se quexare; que el príncipe que por ensanchar sus reynos, aumentar sus estados; diere ocasión a que se desminuya el servicio de los dioses, al tal no le llamaremos rey que govierna, sino tyrano que tyraniza, si llamamos tyrano al que despuebla a los pueblos, mata a los hombres, persigue a los innocentes, estupra a las [145] vírgines y roba a los reynos. Dime, excellente príncipe, ¿qué le faltará para tyrano al príncipe que se atreve a los templos y no reverencia a los flámines y, lo peor de todo, que tiene en poco el servicio de los dioses?

No ay mayor tyranía, y de verdad es verdadero tyrano el príncipe o señor que a sus dioses es atrevido; porque no ay trayción ni maldad que no cometa el que ya a los dioses tiene la vergüença perdida. Licurgo, glorioso rey de los lacedemonios, dezía en una de sus antiguas leyes estas palabras: «Ordenamos y mandamos que ningún hombre lacedemonio sea osado rescebir mercedes de manos del príncipe que a sus dioses no haze servicios; porque no sólo no es bueno, pero aun es muy dañoso todo aquello que por los hombres y no por los dioses nos es otorgado.» ¡O!, excellente rey, ¡o!, glorioso siglo, ¡o!, bienaventurado reyno en el qual querían que fuessen tan justos sus príncipes, que sólo para repartir la hazienda querían que fuesse muy justa su persona, y todo aquello davan por mal empleado que por mano de malos hombres les avía venido.

Una cosa heziste, sereníssimo príncipe, muy fea, la qual yo he vergüença de escrevirla, y es que por ensanchar tu palacio derrocaste un muy antiguo templo, lo qual no sólo no lo devieras hazer, pero aun ni por pensamiento te avía de passar; porque al fin al fin aunque las piedras de los templos valen poco, los dioses a quien están ofrescidas y dedicadas valen mucho. Perdóname, excellente príncipe, que te quiero hazer saber qué ha sido este hecho de tal qualidad, que a mí me ha espantado, a toda Roma escandalizado, al Sacro Senado has muy enojado, y a ti te tienen por hombre atrevido, y todos reclaman que seas muy bien castigado. Y desto no te maravilles, porque tienen por fe en Roma que el príncipe que se atreve a derrocar los templos, deve tener muy poca fe con los dioses.

Por ser príncipe muy generoso y por ser amigo mío antiguo, he trabajado por ponerte en gracia con el Senado, pero como no ay escusa que escuse el error cometido, no determinan de perdonarte esta culpa sin que vean primero en ti una gran emienda. Y, a la verdad, paréceme que tienen razón, porque no ay cosa que más aýna alborote a los pequeños que [146] ver que ellos y no los grandes son castigados. Lo que ha ordenado el Sacro Senado es que luego a la hora tornes a reedificar el templo, y ha de ser más ancho, más alto, más polido y más rico, de manera que tomes otro tanto de tu casa para alargar el templo quanto tomavas del templo para aumentar tu casa. Después que esto tuvieres en perfeción puesto, como agora estás corrido y afrentado ternáste por dichoso y bienaventurado, porque no tú de los dioses, sino los dioses de tu casa para sí tomaron.

Bien creo que se te recrecerá gasto hasta que ayas acabado el templo. Aý te embío quarenta mil sextercios para ayuda del edificio, y, porque sea más secreto, embíotelos con Panucio, mi secretario, al qual en todo y por todo darás crédito. Aý te embío un collar de oro que me truxeron del río Nilo; salióme algo angosto, pienso para ti será más justo. Del reyno de España me han traýdo unas mulas; aý te embío dos dellas. Panucio, mi secretario, lleva una mula muy buena y tiénela muy preciada, de manera que no ay hombre que se la pueda sacar, ni la quiere emprestar; reciba yo tanto plazer que comprada o hurtada hagas que él buelva sin ella a Roma. Mi Faustina te saluda y a la excellente reyna, tu muger, de su parte y de la mía con el acatamiento devido nos encomienda, y essos papagayos Faustina le presenta. Marco, Emperador romano, te escrive de su mano. [147]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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