La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XX
Que por cinco razones deven los príncipes ser mejores christianos y más virtuosos que no sus vassallos.


A mi parecer, por cinco razones deven y son obligados los príncipes a ser virtuosos, digo virtuosos en que sean de Dios muy temerosos, porque sólo aquél se puede llamar virtuoso que en la fe de la Iglesia y en el temor de Dios está muy entero. Lo primero, deven los príncipes temer, honrar y servir a un solo Dios que adoran, pues a Él solo y no a otro conocen por superior en los cielos y en la tierra; porque al fin al fin no ay cosa tan poderosa que a la divina potencia no sea subjecta. Y de verdad si el príncipe que govierna no tiene siempre delante los ojos al Superior Príncipe a quien ha de dar cuenta, en gran peligro tiene la salvación de su ánima; porque el príncipe mucha ocasión tiene a ser vicioso, acordándose que por el vicio no ha de ser castigado. En muchas y diversas escripturas lo he mirado, y jamás hallé príncipe antiguo que con tener a un solo Dios fuesse contento, ca tenía muchos dioses, porque Julio César cinco dioses traýa en una tabla pintados y el gran Scipión siete dioses traýa en una medalla esculpidos; y, lo que más es, que no se contentavan con tener muchos, sino que en sacrificios y servicios cumplían con todos. Y los príncipes christianos, que no tienen sino un solo Dios verdadero, no son para darse recabdo en tenerle contento y hazerle el devido servicio. Y si acaso dixeren los príncipes que más trabajo es servir a un Dios verdadero que a todos los dioses falsos, a esto respondo que servir aquéllos era trabajo y servir a nuestro Dios es descanso, y servir aquéllos era costoso y de servir a Dios sácase provecho; [153] porque aquellos dioses pedían muchos y muy ricos sacrificios y nuestro Dios no pide sino puros coraçones y sanctos desseos.

Lo segundo, deven los príncipes ser mejores christianos que todos porque tienen más que perder que todos, y el que tiene que perder más que otro ninguno ha de servir a Dios, porque assí como Él solo lo puede dar, assí Él solo y no otro lo puede quitar y tornar. E si un vassallo pierde o le toman alguna cosa, hazésela cobrar el príncipe a quien sirve, mas si el príncipe es agraviado y de otro príncipe o tyrano suprimido, no tiene a quien se querellar ni socorrer sino a su Dios piadoso; que al fin al fin un poderoso no puede ser desagraviado sino por otro poderoso. Pero miren los príncipes que el hombre que quiere dar algún gran salto desde lexos viene primero corriendo. Quiero dezir que el príncipe que quiere tener a Dios para sus necessidades propicio deve tener a esse mismo Dios con servicios muy grangeado, porque con vergüença se pide socorro aquél a quien jamás hezimos servicio.

Lo tercero, deven los príncipes ser mejores christianos, y verse ha esto en que socorran a los pobres, favorezcan a los desfavorecidos, visiten a los hospitales, freqüenten los templos y se esfuerçen a oýr los oficios divinos, y de todas estas cosas no sólo rescebirán premio porque las hazen, pero aun recibirán honrra porque por su buen exemplo otros harán la misma obra. De ser los príncipes de Dios y de sus mandamientos poco temerosos vienen sus reynos y vassallos a ser malos christianos; porque, siendo la fuente salobre, impossible es que sus arroyos sean dulces. Vemos por experiencia que un freno enfrena un cavallo, un rodezno mueve a un molino y un governalle rige a una nao. Quiero dezir que un príncipe bueno o malo llevará tras sí a todo el reyno, que, si ellos adoran a Dios, todos le adoran; si ellos le sirven, todos le sirven; si ellos le alaban, todos le alaban; y, si ellos le blasfeman, todos le blasfeman; porque es impossible que el árbol brote otras fructas ni flores sino conforme al umor que tienen sus raýzes. Los príncipes esta preminencia tienen entre todas las criaturas, que si son buenos nunca rescebirán gualardón por una obra sino por muchas, porque fueron ocasión [154] que las obrassen muchos; y, por contrario, no sólo serán castigados por el mal que ellos hizieron, pero aun por los males que por ocasión de sus malos exemplos otros cometieron. ¡O!, príncipes que oy soys vivos, quánto desseo yo que pudiéssedes hablar con uno de los príncipes que son ya muertos, especial si fuessen de los que en aquellas eternas llamas están dañados, y veríades y oyríades que los mayores tormentos que passan son no por lo que hizieron, sino por los males que fueron ocasión de se hazer; porque muchas vezes pecan los príncipes y prelados más por lo que dissimularon a otros que por lo que cometen ellos. ¡O!, quánta vigilancia deven tener los príncipes y grandes señores en mirar mucho lo que dizen, y quán desaminado ha de ser todo lo que hazen, porque no sólo sirven a Dios por sí solos, pero sírvenle en todo lo que sirven sus súbditos. Y, por el contrario, no sólo los príncipes ofenden por sí solos, pero ofenden y pecan en todo lo que ofenden y pecan sus reynos; porque al pastor muy grave le han de dar el castigo quando por su culpa el lobo mata al ganado.

Lo quarto los príncipes deven ser mejores christianos que otros a causa que a solo Dios han de dar cuenta de sus estados. Tanto quanto más somos ciertos ser justo el Dios que nos ha de tomar la cuenta, tanto devemos trabajar más de estar en su gracia, porque si hallare o no hallare en nuestra vida alguna falta con amor y piedad nos la corrija. Los hombres en esta vida no tienen cuenta sino con otros hombres, y al fin al fin cuenta buena, cuenta mala, toda passa entre los hombres, porque son hombres. Pero ¿qué harán los tristes de los príncipes, que no tienen cuenta sino con Dios, el qual ni puede ser engañado con palabras, ni corrompido con dones, ni temeroso por amenazas, ni convencido por ruegos, ni satisfecho con escusas? Tienen los príncipes sus reynos llenos de crudas justicias que castigan las flaquezas humanas; tienen sus consejos llenos de fiscales que acusan los excessos contra ellos cometidos; tienen sus palacios llenos de truhanes que les acuerden las vidas agenas; tienen sus cortes llenas de contadores que de todas sus rentas les dan cuenta; y, entre todas estas cosas, ¿por qué no quieren tener memoria de aquel [155] estrecho día en el qual de su mala vida darán estrecha cuenta? Paréceme a mí que, pues los príncipes todo su rescibo es de la mano de Dios, que todo su gasto ha de ser en cosas de Dios, y todo su trato ha de ser con Dios, y la cuenta de su vida no la han de dar sino a Dios; que, pues son dioses en la auctoridad que tienen sobre las cosas temporales, que paresciessen a Dios más que los otros en las virtudes; porque más heroyco es el príncipe que supedita dos vicios que el príncipe que subjuzga diez reynos. Pero ya les perdonaremos, y aun rogaremos, que no sean dioses en la tierra, sino que sean unos hombres buenos en la república; porque todo el bien de los príncipes está en que sean muy valerosos con los estraños y poco presumptuosos con los suyos.

Lo quinto, los príncipes deven ser mejores christianos que otros porque el favor o disfavor les ha de venir de mano de Dios solo y no de otro ninguno. Muchas vezes lo he visto que los príncipes que toda su esperança ponen en el socorro y favor de otros príncipes, aquéllos son de Dios más desamparados; y, por contrario, los que no curan de los hombres sino de Dios, aquéllos tienen a Dios y a los hombres en su favor y socorro. Muchas vezes al mejor tiempo que con gran brío el favor umano passa su carrera, el secreto juyzio de Dios le haze parar con una sofrenada. Quiero dezir que muchas vezes los confederados y amigos de los príncipes les pueden y quieren ayudar y Dios no quiere que sean ayudados ni favorecidos, porque vean que no está su remedio en la solicitud humana, sino en la providencia divina. Un príncipe que tiene un reyno no permite sin su parescer se haga ninguna cosa en el reyno, pues no es de menos señorío Dios en el cielo que son los príncipes en la tierra, porque quiere Dios que como es señor de todo hagan cuenta dél en todo, y como es fin de todas las cosas, en él y con él se comiencen todas las cosas. ¡O!, príncipes, si supiéssedes quán poco mal es estar mal con los hombres, y si supiéssedes quánto os va en estar bien con Dios, yo os juro que a los hombres aun burlando no quisiéssedes hablar una palabra, y a Dios no dexaríades de encomendaros a él de noche y de día; porque más prontitud tiene Dios para nos socorrer que nosotros tenemos solicitud para [156] le llamar; que al fin al fin el favor que os pueden dar los hombres puédenlo deshazer otros hombres, pero el favor que os diere Dios ni ay hombres que lo resistan, ni otro dios que lo contradiga. Todos los que han alcançado mucho y tienen mucho dévense favorescer con los que pueden mucho, y, si es assí, hágoles saber a los príncipes que todos los hombres juntos no pueden tanto como puede Dios solo; porque más espanta el bramido del león que no el aullido del lobo. Yo confiesso que los príncipes y grandes señores pueden algunas vezes ganar, procurar, alcançar muchas cosas, pero pregúntoles qué es del favor que tienen para conservarlas. Muchas vezes vemos que en breves tiempos se alcançan grandes señoríos, los quales ni juyzios humanos abastan para regirlos, ni fuerças humanas para conservarlos; porque los romanos la libertad que en seyscientos años ganaron, por tomarse con los godos en tres años la perdieron. Vemos por experiencia cada día que un hombre para regir sola su casa tiene necessidad del consejo de sus amigos y vezinos, y ¿piensan los príncipes y grandes señores con solo su parescer governar tantos reynos? [157]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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