La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXIII
En que prueva el autor por doze exemplos quán ásperamente son los príncipes castigados quando son atrevidos a sus templos.


Por qué fueron castigados los hijos de Aarón

Tiempo es ya que dexemos de persuadir con razones y palabras, y provemos todo lo sobredicho con muchas y excelentes historias; porque al fin al fin los coraçones humanos más se mueven con pocos exemplos que con muchas palabras. En el libro que se llama Vegethra, primo Levitici, x, se cuenta que en los tiempos que el hierno de Jethró (sacerdote que fue de Madián) era príncipe muy principal sobre todos los descendientes del linaje de Seth, juntamente con él tenía cargo del summo sacerdocio el hermano de María la leprosa; porque en todas las leyes que Dios puso su mano siempre proveyó que uno tuviesse cargo de las cosas civiles y otro de las cosas sacras y divinas. Tenía, pues, aquel summo sacerdote dos hijos, que avían nombre Nadab y Abiuth, ambos que eran mancebos, sabios y esforçados y hermosos, los quales desde niños ayudavan a su padre a ofrecer los summos sacrificios; porque en aquella antigua ley sufríase no sólo que los sacerdotes tuviessen mugeres y fijos, mas aun que les sucediessen los hijos en los templos y heredassen los beneficios. Fue el caso desdichado que, estando estos dos mancebos vestidos de ropa blanca los cuerpos, ceñidos con balteo las renes, cubiertas con thiaras las cabeças, en la una mano el turíbulo y en la otra el encienso, aviendo pereza de encender fuego nuevo (conforme a lo que la ley tenía ordenado) y tomando brasas del fuego (que estava prohibido); [169] cosa espantosa de ver que, todo el pueblo mirándolo y ninguno ninguna cosa sospechando, súbitamente salió un fuego que dio con los moços muertos en el suelo y dio mal fin al sacrificio. Por cierto fue la sentencia rigurosa, pero fue muy justa; porque bien merecían perder las vidas, pues se atrevieron a sacrificar en brasas agenas. No quiero negar sino que aquellos dos sacerdotes cometieron grave delicto, pues el castigo fue tan riguroso; pero yo diría que más gravemente pecan los que oy comulgan o consagran con entrañas dañadas que no aquéllos que pecaron en ofrecer en brasas agenas. Parece esto ser verdad, porque aquellos moços salvaron las ánimas y pagaron con las vidas; pero estos malaventurados assegúrales Dios las vidas porque han de perder para siempre las ánimas.

Por qué fueron castigados los azotos

Quando el reyno de Palestina era reyno sin rey, a la sazón regía el reyno un viejo muy honrado, padre que fue de los dos cavalleros Ofni y Phinees; porque en aquellos tiempos no se governavan los fijos de Israel por reyes que los fatigaran, sino por hombres sabios y esforçados que en justicia los mantuviessen. Aconteció que, viniendo a hazer guerra a los palestinos los azotos, que era una gente de Arabia assaz belicosa, los palestinos o ebreos sacaron el arca en medio de la batalla, que era como quien sacasse agora el Sancto Sacramento a despartir una gran escaramuça. Y sucedióles el caso tan malo, que no sólo fueron los palestinos vencidos, pero aun de la arca que era su relicario despojados. Muertos quatro mil de los palestinos, y sus reales despojados, los azotos llevaron el arca llena de reliquias al templo de la ciudad de Azoto, y pusiéronla junto cabe Dagón, el qual era su ýdolo maldito. El Dios verdadero, que no quiere que se le yguale a Él, ni a cosa que represente a Él, ningún dios fengido, luego aquella noche fue la ymagen del dios Dagón derrocada sin que nadie la derrocasse, y fecha pedaços sin que nadie la tocasse; porque es nuestro Dios tan poderoso, que para la execución de su justicia no tiene necessidad de la industria umana. No contento Dios con derrocar y [170] despedaçar el ýdolo, quiso también castigar a los cultores dél, en que a todos los de Azoto, de Aschalon, de Geth, de Acharón y de Gaza, que eran cinco muy antiguas y muy famosas ciudades, fueron heridos hombres y mugeres en las partes inferiores del mal de almorranas, de manera que ni podían comer estando assentados, ni menos yr camino cavalleros. Y porque viessen todos quán grave avía sido la culpa por la pena que rescibían por ella, proveyó y mandó la justicia divina que todas las casas y todas las plaças, todas las huertas, todos los sotos, todas las miesses y todos los campos estuviessen llenos de ratones. Avían éstos ofendido en adorar al ýdolo falso y dexar al Dios verdadero, y quiso Dios castigarlos en otras dos cosas, conviene a saber: en que las almorranas atormentassen a sus personas y los ratones destruyessen sus haziendas. Porque aquél que por su voluntad ofreció al demonio su ánima, no es mucho que Dios contra su voluntad le quite la hazienda.

Esto assí passando, pregunto agora yo: ¿quién pecó más, los azotos en poner el arca en el templo, que a su parescer era el lugar más sancto y más honrado, o los christianos que, pospuesto el temor de Dios, roban los bienes del templo y se aprovechan dellos en el mundo? De verdad, quanta diferencia ay de la ley de los azotos a la ley de los christianos, tanta ay de la gravedad del pecado de los unos a la gravedad del pecado de los otros; porque ellos pecaron no creyendo que aquella archa era figura del Dios verdadero, mas nosotros, creyéndole y confessándole por Dios verdadero, sin vergüença cometemos contra Él el pecado. Por este castigo tan nuevo parece que los príncipes y grandes señores no sólo han de tener a solo Dios por señor, pero aun a todas las cosas a él dedicadas han de tener reverencia; porque las leyes umanas, hablando de la reverencia del príncipe, no menos mandan que muera el que combate o roba su casa, que el que pone las manos en su persona.

Por qué fue castigado el príncipe Oza

En el libro que escrivió el hijo de Helcana, hoc est Regum, ij, capítulo vi, dize que, estando el relicario de Israel con sus reliquias [171] (que eran un poco de rocío, y un palo, y dos losas de piedra) en la casa de Aminadab (el qual era vezino en la ciudad de Gabaa), acordó el hijo de Esay (que a la sazón era único rey de los ysraelitas) de llevar aquellas reliquias y colocarlas en su ciudad y casa; porque le pareció que era gran infamia (siendo él príncipe mortal) le sobrasse casa para sus plazeres, y a Dios (que es príncipe immortal) le faltasse un templo para sus reliquias. Señalado, pues, el día de la translación en que de Gabaa avía de trasladar las reliquias a Bethleen, ayuntáronse de la gente plebeya treinta mil hombres israelitas, y con el Rey todos los grandes del reyno, para que el relicario fuesse muy honrado y el Rey fuesse más acompañado. Y sin esto avían concurrido muchas gentes estrañas; porque en los semejantes regozijos más es la gente que de suyo se viene que no la que con mandamiento se llama. Aconteció que, yendo todos los señores a pie, y todos los plebeyos cantando, y el mismo rey en persona baylando, trastornóse un poco la rueda del carro; y acaso el príncipe Oza tocóla con la mano, y arrimó el hombro a la rueda porque no cayesse el carro, y súbitamente delante de todos el príncipe Oza se cayó muerto.

Nótese mucho este castigo, que de verdad fue muy espantoso, en que se deve pensar que, pues por sólo poner la mano en el carro porque no cayesse le dieron la muerte, no deve esperar ningún príncipe que ayudando a caer la Iglesia le alargará Dios la vida. ¡O!, príncipes y grandes prelados, quando Oza con tanta diligencia perdió la vida, dezidme: ¿qué esperáys vosotros, que con tanta pereza dexáys caer la Iglesia? Torno otra vez a esclamar contra vosotros: ¡o!, príncipes y grandes señores, si el príncipe Oza mereció tal castigo porque sin reverencia tuvo el archa que se caýa, ¿qué castigo os darán a vosotros, que más por malicia que por innocencia ayudáys a caer la Yglesia?

Por qué fue castigado el rey Balthasar

Darío, rey de los persas y medos, teniendo cercada la muy antigua ciudad de Babilonia la caldea, era príncipe y señor [172] della Balthasar, hijo del gran Nabuchodonosor; y fue tan mal hijo, que en muriendo su padre le hizo trezientos pedaços y le dio a comer a trezientos halcones, porque no pudiesse resuscitar y tornar a la vida y quitarle la erencia. No sé quál es el padre loco que quiere tomar trabajo por dexar a su hijo en regalo, pues las entrañas de las aves con que caçava el hijo fueron sepulchros tristes do fue sepultado el padre. Estando, pues, assí cercado Balthasar, una noche acordó de fazer un gran combite a todos los señores de su reyno, y a los príncipes que avían venido a su socorro, y a los famosos capitanes de su exército. Y esto hizo él como hombre mañoso, porque viessen los persas y medos que le tenían echado cerco en quán poco los tenía, estando tan estrechamente cercado. Suelen los señores generosos y de altos coraçones, quando están cercados de muchos trabajos, buscar ocasiones de inventar regozijos porque a los suyos pongan esfuerço y a los enemigos espanto y desmayo. De Pirro, el gran rey de los epirotas, se cuenta que, estando cercado en la ciudad de Tharanto, de manera que Curio Dentato, capitán romano, le tenía puesto en mucho estrecho, dixo a sus capitanes:

«No desmayéys, amigos, pues jamás os vi desmayados, que si los romanos nos tienen cercados los cuerpos, nosotros tenemos echado cerco sobre sus coraçones; porque os hago saber que soy de tal complisión, que quanto los hombres me ponen en más estrecho, tanto se me haze el coraçón más ancho. Y digo más, que si los romanos han derrocado los muros, sé que nuestros coraçones quedan enteros; porque agora que no ay muralla de por medio haremos conoscer a los romanos cómo son más duros los coraçones de los griegos de vencer, que no las piedras de los tharentinos de derrocar.»

Siendo, pues, la cena acabada, y en ella gran parte de la noche espendida, estando el rey Balthasar muy contento a causa que a su plazer se avía hecho el convivio, y aun porque él en el vino no era muy sobrio, mandó sobre mesa traer muchos ciphos de plata y muchas copas de oro del tesoro de sus [173] tesoros, do beviessen sus mancebas y todos los combidados. Hizo el rey Balthasar esto a fin que aquellos señores y capitanes con mayor ánimo le ayudassen a defender aquel cerco, pues tenía tantos thesoros para poderles pagar su trabajo; porque (fablando la verdad) no ay cosa que más esfuerço ponga en los trabajos que ver el premio delante los ojos. Estando, pues, todos los combidados beviendo en aquellos vasos con gran regozijo, los quales Nabuchodonosor en Jerusalén avía robado del templo, Dios permitiéndolo y sus pecados mereciéndolo, súbitamente en la pared apareció una mano, la qual estava sin cuerpo y sin braço, y escrivió estas palabras con el dedo: «Mane, thetel, phares», que quiere dezir: «O, rey Balthasar, Dios ha mirado el registro de tu vida y falla que es cumplida ya tu malicia. Mandó pesar a ti y a todo tu reyno, y halló que os falta mucho para venir al fiel del peso. Manda que la vida te sea quitada por tus pecados y que el reyno sea entregado a los persas y medos, que son tus enemigos.» No fue la visión vana, que aquella noche, sin alargar más la execución de la sentencia, la ciudad fue de los enemigos tomada, el rey Balthasar muerto, el reyno perdido, los tesoros robados, las mancebas degolladas, los varones illustres presos y los caldeos todos cativos.

Pregunto agora yo, quando Balthasar fue tan crudamente castigado sólo porque dio a bever en los vasos sagrados a sus mancebas, ¿qué pena merecen los príncipes y prelados que roban las iglesias para cosas profanas? Por malo que fue el rey Balthasar, ni trocó, ni dio, ni vendió, ni empeñó aquellos tesoros del templo de la sinagoga; pero ¿qué diremos de los prelados y grandes señores, que sin vergüença ninguna gastan, truecan y venden los bienes de la Iglesia? Por muy menos pecado tengo yo dar como dio el rey Balthasar a bever en el cálice a su manceba, que no entrar como entran oy muchos en la Iglesia por simonía. Aquel tirano más fue vencido de locura que no de cobdicia, pero estos otros juntamente son vencidos de locura y de cobdicia y simonía. Ítem ¿qué quiere dezir que, aviendo en Jerusalén Nabuchodonosor fecho el robo, venga Baltasar su hijo a recebir por ello el castigo? No parece muy cónsono a razón, ni conforme a ley humana, [174] que el padre faga el hurto y el hijo pague las setenas. A esto se responde que, para el hijo ser bueno, es obligado a restituyr todo lo que su padre le dexó mal ganado; ca no menos pena merece el que goza del hurto, que el que cometió el hurto, porque al fin al fin todos son ladrones y en la horca de la divina vengança todos serán ahorcados.

Por qué fue castigado el rey Achab

En el primero libro de Malachin, hoc est, iii Regum, viii, se cuenta que, profetizando en Hierusalén y siendo rey de Judea Oza, era en aquellos tiempos rey de Israel Anrri, el qual muerto sucedióle su hijo Achab de edad de veynte y dos años. Fue este Achab en la edad muy moço y en la vida muy malo, de manera que no le cuentan por malo, sino por muy malo; porque la Escritura a todos los que se estremaron en fazer mala vida tiene por costumbre de ponerles nombres estremados de infamia. Deste rey Achab fueron muchas sus maldades, de las quales contaré aquí unas pocas, que son las siguientes. Lo j, que siguió en todo y por todo las pisadas del rey Jeroboán, el qual fue el primero que hizo ydolatrar a Israel, la qual cosa le fue a gran infamia notada; porque los príncipes yerran en no imitar a los buenos y pecan en seguir las pisadas de los malos. Lo ij, el rey Achab casóse con una hija del rey de los ydumeos, que avía nombre la infanta Jezabel, y era del linaje de los gentiles, y él era rey de los ebreos, y de verdad este casamiento fue muy monstruoso; porque los príncipes sabios la muger conforme a su ley y a su condición la han de tomar si no se quieren después arrepentir. Lo iii, reedificó la ciudad de Jericó, la qual por mandado de Dios fue destruyda y so grave pena mandado que ninguno fuesse osado reedificarla; porque fueron tan grandes sus pecados, que no sólo merescieron los moradores perder la vida, mas aun que jamás en Jericó no oviesse piedra sobre piedra. Lo iiii, el rey Achab en la ciudad de Samaria hizo un templo al ýdolo Baal muy sumptuoso, y consagróle y diole un bosque que él tenía muy deleytoso, y puso en el templo su imagen de oro muy fino; de manera que en [175] tiempo deste maldito rey era en tanto tenido Baal, ýdolo profano, que públicamente burlavan del Dios verdadero. Fue el caso que un día, descendiendo Achab contra el rey de Siria por tomarle una ciudad que avía nombre Ramothgalaath, estando en la batalla diéronle entre los pulmones y el estómago una saetada, por cuya ocasión no sólo perdió la vida, mas aun los perros le comieron la sangre que cayó en tierra. ¡O!, príncipes y grandes señores, si tomáys mi consejo no os preciaréys de cosa más que es de ser buenos christianos, pues veys que este príncipe assí como de coraçón sirvió a los dioses, assí mereció que sus sangres se enterrassen en las entrañas de los perros.

Por qué fue castigado el rey Manasses

El rey Manasses fue fijo de Ezechías y padre de Amón, los quales todos fueron reyes. Y de verdad fueron tan diferentes en las costumbres, que no fácilmente se podría juzgar quál fue mayor: las proezas y virtudes del padre, o los atrevimientos y maldades del fijo. Este Manasses fue príncipe muy malo, en que edificó de nuevo templos al ýdolo Baal, y en las ciudades hizo hermitas a los ýdolos, y en las montañas reparó todos los altares que estavan consagrados a los demonios; consagró muchos bosques a los ýdolos, adoró por dioses a las estrellas, y a los planetas, y a los elementos; porque el hombre que Dios de su mano desampara no ay infidelidad ni trayción que no cometa. Creció en tanta manera su obstinación, que tenía en su casa real ariolos, aurúspices, phitones, y cada día hazía sahumar a su hijo con la llama del fuego de los ýdolos, de manera que todos sus criados eran hechizeros y todo su passatiempo era en entender en hechizerías. Y porque no le faltasse ninguna maldad, pues le faltavan todas las virtudes, fue tan cruel, que derramó tanta sangre de innocentes en su reyno, que si la sangre fuera agua y estuviera toda junta, todos los muertos pudieran ser con ella cubiertos y los bivos anegados. No contento con todo lo sobredicho, puso en el templo del Señor un ýdolo viejo que estava en un bosque caýdo, en pena [176] del qual maleficio permitió Dios que sus mesmos criados le matassen a su hijo el mayorazgo. Pues nuestro Dios, no queriendo con su divina justicia sufrir ya tantas maldades a la malicia umana, mandó dar un pregón en Jerusalén que dezía estas palabras: «Pues el rey Manasses se atrevió él solo a cometer los pecados de todos, Yo le castigaré a él solo con los castigos que castigué a todos.» Por estas palabras noten aquí los príncipes cómo la divina vengança no se estiende a más de lo que se estiende nuestra culpa; de manera que, si nuestro pecado es pequeño, su castigo es muy templado, pero si el príncipe en sus maldades fuere atrevido, téngase por dicho que el castigo ha de ser muy riguroso.

Por qué fueron castigados Julio Pompeyo, Xerxes, Cathilina, Germánico y Breno

Quando el gran Pompeyo passó en Oriente con toda la hueste del pueblo romano, y después que sojuzgó a toda la Siria, y a Mesopotania, y a Damasco, y a Arabia, passóse al reyno de Palestina, que por otro nombre se llamava Judea, y Pompeyo hizo y recibió en aquel reyno muchos y muy grandes daños, en que fueron muchos los muertos (assí ebreos como romanos), y finalmente tomó por fuerça de armas la potentíssima ciudad de Jerusalén, la qual dize Plinio que era la mejor de toda la Asia. Dize Strabón, De situ orbis, que de Italia era la cabeça Roma, de África era Cartago, de España era Numancia, de Germania era Argentina, de Caldea era Babilonia, de Egypto era Thebas, de Grecia era Athenas, de Phenicia era Thiro, de Capadocia era Cesarea, de Thracia era Bizanzio y de Palestina era Jerusalén. No contento, pues, Pompeyo en aquella guerra de matar a todos los viejos, cativar a todos los moços, degollar los padres, forçar las madres, despedaçar a los fijos, derrocar los edificios y robar todos los tesoros, añadiendo maldad a maldad, assolado todo el pueblo, hizo del templo de Dios para sus cavallos establo. Fue tan abominable delante Dios este hecho, que como hasta allí fuesse Pompeyo vencedor y de veynte y dos reyes oviesse triunfado, dende en [177] adelante fue desdichado y en todas las batallas vencido. Aquel muy famoso tirano Cathilina, afirma dél Salustio que jamás los dioses permitieran ser vencido si un templo que a ellos estava consagrado no oviera robado. El noble Marco Marcelo, con cuyas virtudes tarde igualará ningún romano, el mismo día que quemó un templo de la diosa Februa, aquel día le mataron en la batalla. El muy querido Drusio Germánico, famoso capitán que fue romano, porque dio de comer a un buey, que era dios de los caldeos (la qual cosa estava prohibida) dentro de un mes perdió la vida y fue assaz su muerte llorada en Roma. Dize Suetonio que Julio César desde que robó en las Gallias los templos, siempre le espantavan de noche los dioses. Xerxes, hijo que fue del rey Darío, quando passó a hazer guerra a los griegos, antes de todas las cosas embió quatro mil ombres de cavallo y otros tantos de pie a Delphos, do estava el templo del dios Apolo, para que le derrocassen; porque era tanta la sobervia de Xerxes, que no sólo quería sojuzgar a los ombres, pero quería conquistar y vencer a los dioses. Fue el caso que, assí como llegaron a vista del templo de Apolo toda aquella gente queriendo derrocalle, súbitamente vino sobre ellos tan gran tempestad, que con piedras y con rayos todos quedaron en aquellos campos muertos. Breno fue uno de los famosos capitanes que tuvieron los godos, el qual, como oviesse vencido a los griegos, acordó de robar todos los tesoros de los templos, diziendo que los dioses avían de dar a los ombres y no los hombres a los dioses, y que era mucha honra de los dioses que con los tesoros de sus templos se hiziessen los ombres ricos. Provando, pues, a robar el primero templo, vinieron tantas saetas por el ayre, que el capitán Breno fue muerto, y no menos todo su exército sin quedar sólo uno bivo. Sexto Pompeyo, después que fue vencido en una batalla nabal cerca de Cecilia por Octavio Augusto, fuesse a las Arces Lacinias, do estava un antiquíssimo templo a la diosa Juno consagrado y de muchas y muy grandes riquezas dotado. Aconteció que, como un día los de su exército le pidiessen dinero y él no tuviesse de dónde dárselo, mandóles que derrocassen el templo de la diosa Juno y que se entregassen y se pagassen de su thesoro. Dizen los historiadores que, no [178] poco espacio después que hizo este atrevimiento, fue Sexto Pompeyo preso de los cavalleros de Marco Antonio, y como le truxessen delante Thito, capitán que era general del exército, díxole estas palabras: «Hágote saber, Sexto Pompeyo, que no te mando matar por los deservicios que has hecho a mi señor Marco Antonio, sino por el templo que derrocaste y robaste a la diosa Juno; porque ya sabes tú que los buenos capitanes han de olvidar las passiones de los hombres enemistados y vengar primero las injurias de los dioses ofendidos.» [179]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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