Filosofía en español 
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Dialéctica

La historia de esta palabra es muy antigua. Se suele hablar de Heráclito como fundador de la dialéctica con su teoría de la unidad de los contrarios en tanto que procesos. Pero es a Zenón de Elea a quien Aristóteles considera como el padre de la dialéctica, aunque ésta sea una dialéctica «abstracta» y «negativa», según Hegel. Partiendo de premisas opuestas, la actividad dialéctica ordena estas diversas suposiciones nocionales en sistemas parciales contradictorios los unos a los otros, sin que uno de ellos sea más verdadero que el otro.

La dialéctica constituye la originalidad de Platón, llega a su punto culminante en la obra de Hegel, y actualmente se ha convertido en distintivo de la filosofía marxista (marxismo). Debido al uso y abuso que de esta palabra se ha hecho, «dialéctica» tiene muchas acepciones:

1) Forma de conocimiento. Para Platón es la fase superior del conocimiento: noesis. Si en la fase anterior (dianoia) el conocimiento procede por medio de hipótesis previamente admitidas, a partir de las cuales se deducen otros conocimientos, ahora se someten a duda esas mismas hipótesis que se suponían inmutables. La dialéctica es un proceso que remonta y transciende las hipótesis y nos permite ver la verdadera realidad. Esta distinción entre noesis (dialéctica) y dianoia guarda relación con la distinción actual entre ciencia y filosofía. Mientras que la ciencia parte de una categoría dada y procede a un análisis reductivo de la misma, la filosofía pone en duda la categoría misma. La dialéctica para Platón comienza con el análisis, que en vía regresiva debe llegar a las ideas. Una vez que se llega a la noesis (regressus) hay que recorrer a la inversa el camino de conocimiento para llegar al sentido común: el «descenso a la caverna», el progressus hacia nuevas situaciones, según el principio de symploké: ni nada está vinculado con nada ni todo con todo.

2) Técnica de la discusión: Aristóteles. Frente al método apodíctico que parte de ciertos principios, por ejemplo la geometría, para llegar a una conclusión cierta, el método dialéctico parte de principios más generales y se mueve en el plano de lo verosímil. Las premisas del silogismo apodíctico se presentan en forma afirmativa y sus deducciones se imponen por sí mismas. En cambio las premisas del silogismo dialéctico se presentan en forma interrogativa, son la pregunta que presenta la contradicción como alternativa. Queda así rota la necesidad apodíctica y se entra en el campo de lo opinable, donde las afirmaciones pueden siempre enfrentarse con sus propias implicaciones.

3) Dialéctica como contradicción. Como un proceso que debe incluir de algún modo la contradicción. En este sentido se encuentra la tradición de Kant y sobre todo de Hegel.

Kant continúa la concepción aristotélica contraponiendo dialéctico a analítico (apodíctico) y considera la dialéctica como un conjunto de paralogismos, sofismas, antinomias en los que entra la razón. Pero esa dialéctica resulta necesaria a la razón. Es una ley de la razón y no un accidente como en Aristóteles. La razón incurre en contradicciones cuando totaliza, pero sólo es razón cuando totaliza. Por tanto, el totalizar es condición necesaria de la razón. Ese carácter de necesidad señalado por Kant es lo que constituye un mérito a los ojos de Hegel, aunque también le reproche el haber tenido aún demasiada compasión para con el mundo, al querer retirar de él la contradicción. El paso de Hegel será introducir la contradicción en el ser, y con ello la conversión de la lógica en ontología. Su proyecto consiste en construir todas las ideas ontológicas tradicionales a partir de la idea de ser y de la operación negación, combinando y recombinando los nuevos resultados con los anteriores. Esta dialéctica, fundada en la identidad absoluta y en operaciones idempotentes, resulta ininteligible.

Descubrir el «núcleo racional» del método hegeliano es la meta de la dialéctica en la filosofía marxista. Entramos así en los múltiples significados actuales de «dialéctica». Tomada en sentido fuerte, la palabra «dialéctica» significa contradicción. En este sentido, «dialéctica» parece oponerse a «lógica formal». En efecto, la dialéctica sería el reino de la contradicción, mientras que la lógica formal sería el reino de la no-contradicción. La solución expuesta en muchos tratados consiste en establecer una serie de dualismos en los que impera o no la contradicción (la dialéctica). Así, a la oposición subjetivo (M₂)/ objetivo (M₁) (ontología) corresponden los pares: dialéctica subjetiva/dialéctica objetiva; dialéctica de la conciencia/dialéctica de la realidad; dialéctica de la historia/dialéctica de la naturaleza. A la oposición formal (M₃)/material (M₁) corresponde el par contradicción formal/contradicción material.

Si combinamos estos dualismos entre sí, obtendremos cuatro modos de entender la dialéctica:

1) Teorías que se mueven en un plano subjetivo-formal: La dialéctica se apoya en la formalidad misma de la subjetividad individual; tiene que ver con los pensamientos, y puede formalizarse. Estos teóricos suelen dedicarse al examen de algún autor (Hegel). Así Günther, Dubarle, Asenjo.

2) Teorías que se mueven en un plano subjetivo-material: La dialéctica se refiere a procesos subjetivos, pero materiales. Suelen recurrir a la psicología. Así Gonseth, Piaget.

3) Teorías que se mueven en un plano objetivo-formal: Se presenta la dialéctica como un formalismo y objetividad matemática; como una serie de acontecimientos de la ontología. Así Gorren, Šešic, Spisani.

4) Teorías que se mueven en un plano objetivo-material: Se concibe la dialéctica como las leyes generales del movimiento: el Diamat, Rosental, tradición de Engels, Gortari.

El planteamiento de estos dualismos es lo que ha originado la proliferación de significados de «dialéctica». Pero esas disyuntivas de partida proceden de una ontología muy distante del materialismo pluralista. Desde la perspectiva del monismo hegeliano el momento de la contradicción aparece presentado como derivándose internamente del momento de la identidad absoluta. Esta derivación propia de la dialéctica hegeliana resulta ininteligible (dialéctica negativa), porque la negación no puede entenderse a partir de la identidad absoluta. En cambio, desde el materialismo pluralista, la contradicción brota de la confluencia de múltiples esquemas de identidad. Ideas tales como sustancia, esencia, &c., son esquemas ontológicos de identidad, sin los cuales la realidad misma de nuestro mundo desaparecería. En la conexión de estos diferentes esquemas de identidad es donde aparece la contradicción. Según la tesis del materialismo pluralista, la identidad es ella múltiple; las relaciones lógicas de identidad se realizan según esquemas diferentes (igualdad, paralelismo, congruencia, isonomía, &c.). Cada esquema de identidad habrá de suponerse, pues, entretejido por una multiplicidad, cruzada, a su vez, por otros esquemas a los que también contradice. Este es el sentido de la dialéctica positiva, que girando en torno a la identidad y precisamente por ello, puede incorporar en su campo a la contradicción.

De este modo, se desvanece la disyunción identidad/contradicción. La conexión entre ambos se presenta como una conexión diamérica, según la cual la contradicción aparece como nexo entre los diversos esquemas de identidad. La contradicción no excluye la identidad, sino que precisamente la incluye, por cuanto tiene lugar en el seno mismo de las identidades, en el «conflicto entre ellas».

Julián Velarde Lombraña

De tipo general: Abbagnano y otros, La evolución de la dialéctica, Barcelona 1971. Teorías tipo (1): G. Günther, Das problem einer Formalisierung der transcendentaldialektischen Logik, en Hegel-Studien I, Bonn 1964; D. Dubarle-A. Doz, Logique et dialectique, Paris 1972. Del tipo (2): F. Gonseth, L'épistémologie genetique et methodologie dialectique III. Reponse a M. Piaget: Dialectica (1950) 296-301. Del tipo (3): J. Gorren, Theorie analytique de la dialectique, en Epistemologie sociologique: Anthropos 7 (1969) 9-47. Del tipo (4): E. Gortari, Introducción a la lógica dialéctica, México *1972. Teoría del materialismo pluralista: G. Bueno, Ensayos materialistas, Madrid 1972; J. Velarde, Lógica y dialéctica: Teorema IV/2 (1974) 177-197.