León XIII
León XIII. Papa, de Carpineto (Anagni); elegido el 20, II, 1878; entronizado el 3, III, 1878; reinante hasta el 20, VII, 1903; llamado Joaquín Pecci; nacido el 2 de marzo de 1810, de la familia patricia de los condes de Pecci. Hizo sus primeros estudios en los Jesuitas de Viterbo, de quienes aprendió el gusto por la latinidad clásica, que le duró toda su vida; en 1824 pasó al Colegio romano, y en 1823 fue admitido en la Academia de nobles eclesiásticos. Desde 1832 intervino como auxiliar en la Congregación de Asuntos eclesiásticos extraordinarios, al mismo tiempo que seguía en la “Sapienza” los estudios jurídicos y teológicos. Sacerdote en 31 de diciembre de 1837, fue nombrado dos meses después delegado apostólico de Benevento, donde hubo de revalorizar la ya vacilante autoridad pontificia entre la población, que se inclinaba a la unión con el reino de Nápoles, y a la vez reprimir el movimiento liberal, revelándose hábil político; pasó después a regir la delegación de Perusa; en enero de 1843 fue nombrado arzobispo titular de Damieta, y en abril del mismo año, enviado como nuncio pontificio a Bélgica, donde tuvo ocasión de tratar con Balmes. Su acción fue muy importante en la cuestión de la ley escolar de 1842, en la fundación del Colegio belga en Roma, para contrapesar ciertas tendencias de la Universidad de Lovaina, en la reforma de las abadías y en el fomento de la vida parroquial.
Llamado a Roma en julio de 1846, hubo de renunciar a la carrera diplomática y aceptar el obispado de Perusa, que rigió durante un trienio, poniéndose en contacto con el pueblo, cuyas necesidades religiosas y económicas comprendió vivamente.
Elevado al cardenalato en 1853, y partidario del poder temporal del Papa, no sólo se opuso a la anexión de la Umbría al nuevo reino de Italia, sino también a las leyes anticatólicas que se iban promulgando. Sus protestas fueron siempre dignas, sin aspereza, y fundadas en motivos religiosos, pero también sociales. Ya entonces se esforzó por acreditar en el clero la doctrina de santo Tomás, y poco antes de la publicación del Syllabus condenaba él la mayor parte de los errores en él denunciados. En 21 de septiembre de 1877 fue nombrado cardenal camarlengo. Su fama de prelado conocedor del mundo moderno, adquirida en sus misiones internacionales, acrecentó su influencia en el colegio cardenalicio, que en el cónclave de la indicada fecha de 18-20 de febrero de 1878 le eligió Pontífice. Pecci, al subir al trono pontificio, tomó el nombre de León XIII.
El nuevo Papa declaró en el consistorio de 28 de marzo de 1878, que defendería los derechos de la Iglesia y de la Santa Sede Apostólica. A pesar de la suavidad en la forma no se consiguió un acercamiento del reino de Italia, ya que el predominio de las izquierdas y la consiguiente agitación anticlerical aumentaron la tensión ya existente.
Una de las ideas fundamentales de su política fue que los intereses de la Iglesia y la defensa de la verdad católica no debían ser comprometidas por la solidaridad con determinados partidos políticos, como lo expresaba en 1882 en carta dirigida a los Obispos de España, y lo repitió con frecuencia, aconsejando a los periodistas católicos el acomodarse estrictamente a las directrices de la Santa Sede.
León XIII inició entonces una vasta acción política encaminada a mejorar la situación internacional de la Iglesia. Trató con Bismarck, para impedir la total aplicación de las leyes del “Kulturkampf”; cultivó la amistad todo el Imperio austriaco, y a los católicos franceses les aconsejó que reconocieran la tercera República. Su actividad diplomática fue muy intensa durante el bienio 1880-1882, para atraer la atención de los Estados católicos sobre la situación de la Santa Sede. Contra las violencias de la política anti-católica del gobierno italiano protestó con dignidad y moderación. Su posición respecto del poder temporal la definió claramente en la carta al cardenal Rampolla de 1887: “es preciso que sea evidente a todo el mundo que la libertad del Papa no es mediatizada”. Por esto dio orden a los italianos de no participar en la política “non expedit”, con lo que la actividad católica se dirigió preferentemente a las cuestiones sociales, cuyo principal promotor fue José Toniolo.
La iglesia consigue en este tiempo elevarse a gran potencia espiritual con el despertar de los partidos católicos y la obra de las misiones en todo el campo misional, en el Oriente, India, Japón, China, África, América e islas de la Oceanía, donde estableció 48 nuevos centros y 248 diócesis.
A la autoridad espiritual del Papado recurrieron entonces España y Alemania, para que fuese árbitro en la cuestión surgida acerca de la posesión de las islas Carolinas; el mismo Bismarck, si bien por motivos de política interna, intentó acercarse a la Santa Sede, mitigando la extensión de las leyes del “Kulturkampf”, y en la misma Italia surgieron voces no autorizadas por el Papa que clamaban por la conciliación de Italia con el Papado, a lo cual se opuso la masonería, contra la que León XIII renovó la excomunión en 20 de abril de 1884. De hecho el gobierno italiano hizo todo lo posible por amargar al Sumo Pontífice, hasta insistir en que se le excluyese de la Conferencia de La Haya sobre la paz en 1899.
A pesar de la benevolencia de León XIII hacia Francia, en tensión también con Italia, y con los Imperios centrales, puesto que Francia se presentaba aún como protectora de los intereses de la Santa Sede en Oriente y en Italia, sin embargo el apoyo francés se limitó a aquellas cuestiones internacionales en que los intereses franceses coincidían con los de la Santa Sede, y continuó en cambio la política irreligiosa que condujo al laicismo, y a la declarada persecución de las Órdenes y Congregaciones religiosas.
Importantísima fue la actividad de León XIII en los aspectos cultural, sociológico y lo religioso. Dio gran impulso a los estudios filosóficos, recomendando en su Encíclica Aeterni Patris la filosofía de santo Tomás, y declarando a este Santo Doctor Patrono de todas las escuelas católicas; abrió los archivos del Vaticano a los estudiosos, y fijó especial atención en el naciente socialismo que, iniciado en Alemania en 1870, se desarrollaba rápidamente en el Occidente. Atacóle en su mismo campo, reivindicando los derechos del proletariado y sancionando los puntos fundamentales del movimiento católicosocial en su Encíclica Rerum novarum (15 mayo 1891), que fue, en el orden social y político, el acto más importante de su pontificado en cuanto orientó a la Iglesia católica hacia el pueblo. Atento a la pureza de la fe, condenó el “americanismo” en la Encíclica Testem benevolentiae (1899) y en la Providentissimus Deus, las infiltraciones extrañas en el estudio de las Sagradas Escrituras. Publicó además, contra el liberalismo, la Encíclica Libertas, y contra la francmasonería, la Humanum genus.
Se esmeró, también, en fomentar la piedad, recomendando la Orden Tercera de San Francisco, fomentando la devoción a san José (1889), al Rosario y con 14 encíclicas la del Sagrado Corazón de Jesús, al que consagró el mundo entero en 1900. Durante su pontificado, se restableció o instituyó la jerarquía en varias naciones (Inglaterra, Japón, &c.) no católicas, y tomaron gran vuelo en casi todas partes las Congregaciones religiosas.
Este gran Pontífice murió en el Vaticano en la indicada fecha del 20 de julio de 1903.
León XIII “lumen in caelo” ha podido ser llamado el Papa de las Encíclicas por las que, en documentos dirigidos a toda la Iglesia, ejerció su magisterio doctrinal ordinario, de manera acomodada a las necesidades de su tiempo. En el orden religioso-social y político forman un magnífico cuerpo de doctrina la “Arcanum” sobre el matrimonio (1880); la “Quod apostolica” contra el socialismo (1878), preludio de la carta magna de la doctrina social de la Iglesia “Rerum novarum” (1893), y su complemento “Graves de communi”, “Humanum genus” (1884), “Inmortale Dei” (1885), el grupo “Diuturnum illud” (1881), “Libertas” (1888), “Sapientiae christianae” (1890), desarrollan las ideas fundamentales de la doctrina política inspirada en la recta inteligencia de los datos revelados y de la razón natural.
En el orden doctrinal religioso, además de las ya citadas, “Aeterni Patris”, sobre Santo Tomás (1878), “Providentissimus”, sobre la Sagrada Escritura (1893), donde precisa puntos trascendentales en la interpretación de la Biblia, y “Testem benevolentiae” contra el americanismo (1899), resolvió un asunto trascendental, la invalidez de las ordenaciones anglicanas “Apostolicae curae” (1896), a la que precedió, contra las falsas tendencias unionistas la “Satis cognituum” (1896); “Divinum illud” sobre el Espíritu Santo (1897), “Mirae caritatis”, sobre la Eucaristía (1902), “Talmetri futura”, sobre Cristo Redentor (1900) y “Annum sacrum”, sobre el Sagrado Corazón (1899).