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Disciplinas artísticas / Ideas estéticas
A medida en que avanzamos en el curso histórico, las escuelas de artistas y artesanos van formulándose sus normas técnicas (orales o escritas) pero, simultáneamente, van brotando Ideas que desbordan el ámbito estrictamente técnico de cada disciplina artística [152], constituyendo nematologías [55] destinadas a establecer el lugar artístico de cada disciplina artística con las demás o con el Mundo, en general (pongamos por caso el llamado “testamento de Heiligenstaadt” de Bethoven en donde podemos leer: “la música es una revelación más alta que la filosofía”). Estas nematologías desempeñan funciones análogas a las de las teorías o filosofías del arte (ya sean generales, ya sean particulares: de la música, al estilo de la Poética de Stravinski, de la pintura); análogas a las que convienen a las nematologías religiosas (“Teología”) [21]. La dificultad mayor aparece en el momento en el cual las nematologías o ideologías de una escuela artística contienen, simultáneamente, normas técnicas características, paradigmas (en sentido parecido al que Kuhn encontró en sus análisis del desarrollo de las ciencias, precisamente porque Kuhn tendió a ver a las ciencias como si fueran artes): es el caso de los ismos –impresionismo (podíamos decir “paradigma impresionista”), expresionismo, naturalismo, realismo socialista, surrealismo o “paradigma surrealista”, funcionalismo…– que encontramos ya constituidos entre los griegos (las Ideas del Ion platónico sobre la inspiración divina del artista, o bien la Idea del Arte como mímesis, de la Poética de Aristóteles). Un caso cuyo paralelo es el desempeñado por las teorías teológicas (por ejemplo, en el cristianismo, la Idea tomista de la “transustanciación”, el arrianismo o el dogma de la concepción inmaculada de la Virgen) que llegan a ser incorporadas por las Iglesias o sus “vanguardias disidentes”. Desde este punto de vista, tendríamos que considerar como excesivo el consejo que Goethe da a los escultores, y, en general, a los artistas: “escultor trabaja y no hables”. Pues si el escultor, el músico, etc., no hablase de su obra, es decir, si no dispusiese de una mínima ideología o teoría ficción, no podría de hecho trabajar. En ocasiones, y cada vez más, el trabajo del artista se convierte en una mera ejecución de una teoría ficción previa. El cuadro o el curso musical, para ser inteligible necesita ser acompañado de la teoría, como cuando el pintor Illescas tenía que poner debajo del retrato el nombre de la persona representada.
El materialismo filosófico parte necesariamente in medias res de las disciplinas artísticas y de las Ideas que emanan de su propio curso. Estas Ideas, como hemos dicho, a medio camino entre la teoría externa (pura, exenta) y las normas disciplinarias (“paradigmas”), nos acercarán a la perspectiva propia de la filosofía en general, y a la del materialismo filosófico en particular (de hecho escuchamos con frecuencia, por boca de artistas, frases de este tenor: “mi filosofía de la pintura es el expresionismo”, o “mi filosofía de la arquitectura es el funcionalismo”).
Según esto acaso la manera más rápida de fijar las posiciones del materialismo filosófico en teoría del arte sea el establecer alguna clasificación pertinente de tales Ideas de referencia (tomando partido ante ellas).
{E / → CC 88-114 / → AD2Esc 1:319-335}