Filosofía en español 
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Virtud de la belladona en las epidemias de escarlatina

Se va confirmando la virtud de la belladona contra el contagió de la escarlatina, de que ya hablamos en el segundo número de este periódico. El Dr. Maisier, de Burg, distrito de Magdeburgo, publica que en el pueblo de Nigripp ciento y setenta niños, que aún no habían sido acometidos de la escarlatina, se libertaron de una epidemia de esta enfermedad que reinó en 1825 en dicho pueblo. Todos habían tomado la belladona en la forma siguiente: Extracto de belladona recientemente preparado, quince granos. Disuélvase en agua de hinojo, cinco onzas, y añádase alcohol rectificado, una dracma. Se administraban mañana y tarde a cada niño tantas gotas de esta mixtura como años tenía, sin pasar con todo de quince gotas. Este método profiláctico fue continuado por quince días y desde entonces la escarlatina cesó de reinar en Nigripp, mientras que en un pueblo vecino, donde no se había usado la belladona, continuó esta enfermedad y arrebató muchos niños. Maisier refiere también que en 1821 hizo cesar con un medio semejante una epidemia de escarlatina que hacía grandes estragos en Grabow. Este médico obtuvo resultados iguales en Burg, lugar de su residencia de unos setenta niños a quienes administró entonces la belladona, tres o cuatro solamente fueron acometidos de la enfermedad reinante. Habiéndose manifestado la escarlatina en noviembre de 1824 en el pueblo de Schlieben, distrito de Merseburgo, se hizo tomar mañana y tarde por espacio de trece días a trescientos niños que frecuentaban el colegio el extracto de la belladona disuelto en el agua de canela a la dosis de tres granos por cada onza de esta. Además se administró la misma solución a todos los otros niños de la población en casa de sus padres. Resultó de esta medida que todos los sujetos que habían:: habían tenido ya la escarlatina en las epidemias precedentes, es decir casi la mitad de los que estaban sometidos a la curación preservativa, fueron preservados de esta dolencia, debiéndose quizá exceptuar los que ofrecieron una erupción de manchas rojas sin la calentura concomitante, erupción que el autor cree poderse considerar no menos como un indicio de la escarlatina. En cuanto a la otra mitad de los niños, a aquellos que no habían tenido esta enfermedad, una pequeña porción de ellos fue acometida. Tres de los que no habían tomado el medicamento profiláctico sino dos días sucumbieron. De cuatro hermanos de edad de dos a diez años que dormían con sus padres en un aposento muy bajo y pequeño, el menor que no yendo a la escuela no había sido sometido a la acción de la belladona fue acometido de la enfermedad reinante. No solo la solución indicada arriba fue según todas las apariencias la causa que preservó de la escarlatina a los niños que no alcanzó la epidemia, sino que este medicamento pareció aun disminuir la intensidad ordinaria de aquella enfermedad; a lo menos los niños que hicieron uso de ella, presentaron todos una escarlatina muy ligera. En fin, resulta de las investigaciones del Dr. Wagner sobre la totalidad de las epidemias en que se ha administrado la belladona y las en que no se ha recurrido a esta planta, que siendo todas las cosas iguales de otra parte, no se ha perdido más que un niño de diez y seis o diez y siete, cuando se ha usado el método profiláctico, mientras que ha muerto uno de tres y a lo menos uno de seis en los casos en que no se ha recurrido a este método. Es sabido que se debe al Dr. Samuel Hahnemann el conocimiento de las propiedades de la belladona contra la escarlatina; propiedades que van confirmando un gran número de experimentos. El profesor Hufeland no tiene duda alguna en este punto después de los experimentos que ha hecho en el Hospital de la Caridad de Berlín.