Hora de España
Valencia, septiembre de 1937
número 9
páginas 71-72

Notas
Crónica general de la Guerra Civil
Editada por la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura

 

¡Cuán lejos de esta Crónica general de la guerra de España el estilo viejo de las crónicas y cronicones medievales! Eran éstos, pelada ración, actas notariales, incluso de las más hazañosas empresas. Parecía que la rigidez medieval lo invadiera todo de verbal pesadumbre, aunque nos encantase, muchas veces, la graciosa cortesía de su decir, a la par grave y digno. La Crónica general, la Crónica de Castilla, la de Vicente Reyes, más claras ya y más amplias que los pasados cronicones, latinos o romanos, fueron el curioso depósito de la prosificación de muchas leyendas populares: el testimonio escueto de la Reconquista de España y el sobrio espejo de la vida popular.

Nuevamente España se va haciendo a sí misma, como nación fuerte y unida, en la empresa común de ir recobrando su territorio a la invasión extranjera y a la morisma. Las condiciones históricas se repiten y la defección y traición de nuestros actuales nobles tienen las mismas antiguas trazas vergonzosas. Aquellas condiciones, pues, no podían menos que repercutir en iguales expresiones literarias y los trazos fuertes y corajudos de la guerra civil, la lucha entre los moros, despertaron los ecos dormidos de nuestro romance heroico. No vale mucho el tiempo distinto, o no pesa demasiado como argumento, para acusar, de afectada, la resucitada producción poética. No existe sino necesaria renovación, allí donde el fondo de nuestra raza persiste y las condiciones históricas se repiten.

Pero el lenguaje y los modos de escribir son ya otros, y de aquellas frías actas notariales y escuetos relatos de hechos de guerra, a estas otras crónicas dinámicas de nuestro libro, va mucho. Naturalmente, es otro el lenguaje de estos apasionados y ágiles relatos, donde el estilo busca la misma prisa de la sangre para decir su narración de guerra.

Numerosas firmas jóvenes, acusadas unas, y otras creándose todavía un honrado estilo literario con nervio y belleza, llenan este libro con sus interesantes crónicas de nuestra guerra, vividas por sus autores con todos los latidos de sus pulsos. Son valiosos testimonios del frente de combate y de la retaguardia, también conmovida hasta los cimientos de sus casas, por el horror de la guerra desencadenada por las fuerzas reaccionarias del fascismo.

La Alianza de Intelectuales, que atiende pulcramente a la literatura de guerra, al presentar este tomo I de la Crónica general, justamente prologado por la escritora M. Teresa León, gana una batalla intelectual más al fascismo, reivindicando para la narración de nuestra gesta, la tradición popular de las Crónicas a través de cuyas frías páginas de llanura, un pueblo indomable iba ganando, como ahora, España a la morisma. [72]

Cuando acabe la contienda, nuestros escritores podrán presentar al mundo una digna literatura de combate, doblemente valiosa en sinceridad y belleza. Ellos, los traidores que facilitaron la invasión, sólo habrán dado, a más de su bellaquería, un triste balance literario en que, la literatura blandengue de un Pemán o un Sanchiz, alterna ya con las burdas charlas de Queipo de Llano, recientemente editadas a instancias oficiales de los facciosos españoles.

Bernardo Clariana

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