Filosofía en español 
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Rafael Burgos

La leyenda de un hombre que no tiene historia


El regreso del Presidente Calles ha producido enorme impresión en la capital.
(De los periódicos.)

¿Quién es Plutarco Elías Calles? En realidad, nadie ignora que se trata del que fue Presidente de Méjico. Todo el mundo conoce los crímenes que pesan sobre su conciencia. Todos sabemos lo que hizo a su paso por el poder, y que ahora, desde su aparente retiro, continúa aquella revolución que tantas lágrimas costaron al pueblo mejicano. Todo esto se sabe; lo que no se conoce tanto es el origen de este hombre aborrecible y execrado.

¿Dónde nació? ¿Cuál es su origen? ¿Cuál es la fecha de su nacimiento? ¿Cómo se llaman sus padres? Quizá ni él mismo pueda asegurarlo. Por lo menos, nadie posee esos datos y, desde luego, no constan en ninguna parte. ¿Que es extraño? ¡Qué duda cabe! Pero no hay que olvidar que esos requisitos son privativos de las personas decentes. Los otros, los indeseables, la gente del hampa, no necesita cosas tan engorrosas. La prueba es bien patente. Este hombre pudo llegar a la más alta magistratura del Estado mejicano sin que para nada le hiciera falta cumplimentar tales requisitos.

Se cree por algunos que su origen es sirio-libanés; otros opinan que es judío, aunque él asegura que es descendiente de españoles, y alguna vez ha elogiado «nuestra raza», incluyéndose en ella, naturalmente. Desde luego, fue por algún tiempo ciudadano de los Estados Unidos. En Méjico le dan el sobrenombre de «el Turco», aunque se le conoce también por el de «el Bandido Santanón» y el de «Maestro Mechas».

 
Su carrera política

Diríamos más bien sus «andanzas de bandidismo». Estas andanzas es lo único que nos puede explicar el tránsito del salteador de caminos a opulento millonario.

Empieza siendo maestro. Comete un desfalco en la Caja de la Corporación, y poco después, para estimularle, sin duda, le entregan la Tesorería de un Ayuntamiento. Sirvió, en efecto, de estímulo, pues de allí se llevó un montón de pesos.

Nuestro hombre progresa. Instala un hotel; él mismo prepara los «cock-tails», famosos por lo horrible. A poco incendia el hotel y reclama el seguro en dos Compañías con las que había contratado. Estas se resisten, pues está demasiado patente la responsabilidad de Calles. Al fin logra sacarles 12.000 pesos.

Ya tiene más dinero. La paz bucólica de los campos le atrae, y ensaya sus aficiones de agricultor. Como le va mal el negocio, se asocia con un gerente de un molino. Poco después el molinero lo ha perdido todo. Calles, en cambio, lo ha ganado, y entonces funda el Sindicato del Escándalo en Fronteras.

Pero necesita aún más dinero. Nadie escapará a su rapiña. Tiene noticias de que unos campesinos se acercan a su Estado conduciendo 250 vacas. Se adelanta a ellos, y coge presos a los ocho hombres que traían su ganado. Se hace dueño de las 250 vacas y de cuanto llevaban en su poder. En cuanto a ellos, nada mejor que matarlos. Así no hablarán. Y sin vacilar, los fusila.

Hasta aquí Calles es un hombre que se aprovecha de todo, pero sin la consagración de un puesto que recompense sus trabajos. No tardará en llegar. Un hombre de sus méritos no puede permanecer en el incógnito. Ya es comisario de Agua Prieta. Allí se distraía en «plagiar» (secuestrar) personas que luego conducía a Méjico y las mataba. Surge de pronto un enemigo: D. Francisco Escardón, que piensa ir sobre Agua Prieta, feudo de Calles. Este lo sabe, y se adelanta a su encuentro con 40 hombres a la cabeza. Pronto se fatigan, y ya oscurecido se acuestan al raso. En esto llega Escardón y hace preso a Calles. Va a fusilarlo, pero luego le perdona por la mediación de D. Manuel Huerta.

Cierto día aparece fusilado el jefe de la Aduana. Se sospechaba de unos de Arizona, y de acuerdo con la policía condujo a cuatro individuos a su Estado, y los cuelga a todos. Este día se emborrachó, para celebrar el triunfo de la justicia.

 
El decreto número 1

Así se llama en Méjico al precepto que establecía la pena «que se quisiera» a los infractores de la ley seca.

«El Corcholito» era un pobre viejo sin medios de fortuna ni trabajo de ninguna clase. Corría a su cargo la alimentación de un nieto de diez años. «El Corcholito», para sacar algún dinero, hacía aguardiente en su alambique. Pero Calles, que quería «regenerar» el Estado de Sonora, le da muerte en presencia del pobre nietecito.

Como se ha podido comprobar, Calles sabe fusilar; pero ¿sabe encararse ante sus enemigos, ofrecerles el pecho?

Maytorena, que había sido uno de los principales de la revolución, envía una fuerza contra Calles. Se encuentran frente a frente. Mientras ellos pelean, todo va bien. Pero han matado a Cruz Gálvez, su mejor amigo y defensor, y Calles sale corriendo. Es la única batalla a que asistió. Más tarde, en memoria del héroe de aquella jornada, su amigo Cruz Gálvez, funda una escuela que lleva su nombre.

 
Calles, presidente

Ya ha logrado, por fin, sus ambiciones. Es Presidente de Méjico. ¿Quién no recuerda las tristes y amargas horas que hizo vivir a nuestros hermanos de Méjico? Pero no todo se reducía a idealismos políticos, ni todo estribaba en marcar una nueva ruta a sus compatriotas. Hemos querido indagar sobre la fortuna personal de Calles, el sombrío. No hemos podido tener los datos numéricos, pero sí la certeza de que tanto él como sus hijos, deudos y amigos, son millonarios. Posee diferentes palacios en diferentes puntos de la República mejicana, y, últimamente, hallándose algo delicado de salud, se hizo construir uno, magnífico, en un abrir y cerrar de ojos.

Su fisonomía moral queda bastante definida. Sólo resta agregar a todos estos títulos el de masón y, consiguientemente, el de antiespañol. En la masonería ocupa un puesto preeminente. Sólo así se concibe que hombres de tal laya puedan llegar hasta las cimas del Poder. Como la masonería le llevó a la Presidencia, él, de igual forma, cumple al pie de la letra las instigaciones de ésta. Como antiespañol... habría mucho que decir de los que no impidieron su saña...

Esta es, en síntesis, la vida del fundador de la dinastía que lleva su nombre, dinastía que gobernó y que empieza a desaparecer, sin que se pueda decir que los sustitutos la mejoren, para dolor de Méjico, digno de mejor suerte.

Ahora que inicia nuevamente su actividad política, conviene recordar su tenebrosa historia y el origen de su poderío.

Rafael Burgos


{ Autoplagio de Rafael Burgos sobre Plutarco Elías Calles }