El cinema bajo el signo fascista
[ Manuel Fernández Álvarez ]
En pleno nacionalismo cinematográfico
La revolución nacionalsocialista ha influenciado profundamente los destinos de la cinematografía alemana. En pocas semanas el panorama de esta industria ha cambiado profundamente, tanto en la orientación como en el personal.
Nadie ignora que hasta el mes de marzo el 90 por ciento de los productores del cine alemán, autores de manuscritos, actores, músicos, la prensa y hasta el personal de oficinas era de origen israelita. La campaña antisemita ha repercutido de tal forma que, actualmente, el elemento judío ha quedado reducido a una ínfima proporción, acaso no llegue al 5 por ciento. Todos los puestos directivos han pasado a manos de alemanes, preferentemente nacionalsocialistas. Incluso los más humildes empleados pierden su destino. El “Film Kurier” nominalmente sigue perteneciendo al antiguo propietario; pero ya no ejerce ninguna influencia en la orientación, hasta el punto de haber sido convertido dicho diario en el órgano oficial de la nueva industria cinematográfica.
Todo ello no tiene nada de particular cuando observamos que el flamante nuevo ministerio de la Propaganda, como era lógico, y siguiendo el ejemplo de Rusia, ha creado una sección especial para el cine. Según palabras de Goebbels, “el cine, a causa de sus efectos en las masas es el más importante medio de propaganda al servicio de la nación. Por medio de él será revelado al pueblo el verdadero espíritu de la revolución. Hasta ahora bajo el absurdo pretexto de la libertad del arte se ha envenenado al pueblo moral y políticamente.”
Una industria tan importante no puede sufrir parecida experiencia sin resentirse profundamente. Como consecuencia inmediata, tenemos la paralización de toda la producción. En Berlín, de 27 estudios de producción, tan sólo dos están ocupados para realizar films de mediocre interés. Hemos asistido a una emigración de productores hacia Viena, Praga y París, lugares en plena actividad. Sin embargo, el ministerio ha advertido que quienes salgan a producir fuera de Alemania sin la debida autorización, se exponen a ver prohibidos sus films en todo el territorio germano.
Para comenzar la era de la censura nacional, 90 films de carácter social, o simplemente humano, incluso algunos por carecer de tendencia nacionalista; y desde luego todos los films soviéticos (entre ellos el Potemkin, tan elogiado por Goebbels como modelo de film artístico-tendencioso) han sido rigurosamente prohibidos. Ejemplos: El Testamento del Dr. Mabüsse, de Fritz Lang, por el hecho de distraer la atención de las gentes con problemas “insípidos” y “desmoralizantes”. Tifon, mediocre producción burguesa, a causa de Inkisjkinoff, artista soviético en decadencia.
La “Spio”, organización de los productores y explotantes de Alemania, hállase actualmente bajo el control de una comisión nacionalsocialista (N. S. K.), que actúa con poderes dictatoriales. En todas las firmas se han nombrado comisarios nazis encargados de verificar los proyectos de producción, y de censurar los manuscritos, “La música y la letra deben estar impregnadas del espíritu alemán, ser susceptibles de exaltar y mostrar las virtudes viriles de la raza. Autores y músicos serán alemanes. En cuanto al personal obrero de los talleres, actuará dentro de la organización sindical nazi (N. S. B. O.).”
Sometiéndose a las inspiraciones del ministerio de la Propaganda, todo el mundo conserva el derecho de producir libremente. Se permitiría fabricar films de distracción, siempre y cuando sean morales y no ridiculicen los sagrados principios. Para facilitar la labor, una oficina especial informará sobre las posibilidades de tratar cada asunto particular.
Otro de los proyectos del plan nacionalsocialista consiste en la disminución de los salarios de los artistas. Se prevé la desaparición de los grandes sueldos de las vedettes; pero además, una estrella que pretenda ir a trabajar al extranjero porque allí se le ofrezca un contrato económicamente más ventajoso, se expone a ver prohibidos en el territorio del Reich los films donde ella trabaje.
Como resultado de tan original inspiración nos sirven semanalmente, entre las actualidades, los discursos de los personajes del régimen. Últimamente hemos escuchado sendas alocuciones de Goebbels, Hitler y Goering. Esperamos que para llenar el programa desfile por la pantalla hasta el último nazi del partido. Un film de propaganda nacional, Blütendes Deutschland, que ocupa el primer lugar en los programas, nos ha parecido una extravagante colección de fotografías chauvinas de la guerra; un inhábil montaje de todas las manifestaciones nacionalistas de los últimos tiempos. A pesar de la embriaguez popular, el entusiasmo fue bastante tibio. Quizá de ahí proceda el ukase de Goebbels contra el kitsch; es decir, contra lo films que bajo pretextos nacionalistas, ridiculicen el arte cinematográfico. ¿Pero no cree el señor Goebbels que será bastante difícil producir un Potemkim nacionalsocialista?
Con el fin de formarse una idea de la producción que se prepara, vamos a dar algunos títulos de los manuscritos aceptados por distintas firmas:
La felicidad de Juan, La Madrina del regimiento, Lucha en el Ruhr, Los vencedores, Héroes detrás de la carretera, Máscara filial, Sólo hay un Rin alemán, Sueños del Rin, El cazador de las trincheras, Mañana comienza la vida, Alemania sobre todo, Fieramente ondea la bandera negro-blanco-rojo, Florián Geyer y La verdad en marcha.
Para muchos, el verdadero cine alemán empieza ahora; para otros, ha muerto definitivamente.
Berlín.