“Nuestro Cinema” en su nueva etapa
Con el presente número, Nuestro Cinema se presenta a sus lectores en una nueva etapa. Entre su futura trayectoria y su pasado, no habrá diferenciaciones esenciales. No es en su aspecto ideológico o en su punto de vista artístico en lo que cambia Nuestro Cinema, puesto que en todo momento ha respondido a sus convicciones de principio. Si alguna diferenciación puede encontrarse entre nuestros primeros cuadernos y sus sucesivos, es la de encontrar en estos últimos todos esos colaboradores que acudieron a nuestro llamamiento, y que han acusado más vigorosamente la línea marxista que nos trazamos desde el primer momento.
Lo que hace que Nuestro Cinema se presente en una como segunda etapa, es su apenas perceptible presentación editorial; su precio, reducido a la mitad: su desarrollo y su expansión. Es decir, que lo que hasta aquí había sido –pese a su carácter y a su línea clara y definidamente proletaria– un arma de combate difundida solamente entre la “élite” de nuestro proletariado, va a ser en lo sucesivo –lo está siendo ya– el órgano y el portavoz de un movimiento cinematográfico creado y sostenido por Nuestro Cinema.
Solamente en aquellos países en donde el proletariado tiene una larga experiencia revolucionaria, una prensa y unas organizaciones, que, al margen de las luchas políticas y sociales, le han permitido ocuparse detenidamente del cinema y estudiarle técnica y artísticamente al mismo tiempo que como arma de clase, han podido señalar toda su significación y denunciarle como colaborador y agente de la burguesía y de todas sus armas represivas.
Fuera de España, en Francia por ejemplo, la “vanguardia” cinematográfica, al sentirse económicamente amordazada por las exigencias financieras del cinema sonoro y parlante, derivó en sus manifestaciones más sanas hacia el marxismo revolucionario. Pero en nuestro ruedo, la “vanguardia” cinematográfica nos vino de segunda mano y sus representantes, agrupados en torno a “La Gaceta Literaria”, salvo unas venturosas excepciones que se han unido decisivamente al proletariado, se han uniformado en las filas fascistas o se han cobijado cómodamente en un liberalismo reaccionario.
De otra parte, nuestro proletariado, todavía muy joven a causa de nuestras dictaduras; justamente ocupado en su desarrollo y en sus luchas políticas, no ha podido montar todavía una vigilancia permanente para diferenciar al burgués del cine proletario.
En estas condiciones aparece Nuestro Cinema. En su “itinerario” pide un cinema enjundioso, nuevo y fuerte… “Un cinema con fondo, con ideas amplias, con contenido social… Un cinema que no puede darlo el actual, en manos de quienes más interés tienen en que las masas desconozcan todo lo que pudiera enseñarle… Un cinema que nació con Eisenstein, con Pudowkin, con Alejandro Room… Un cinema que se prolonga en Tourin, en Dowjenko, en Nicolay Ek…” Tras estas declaraciones, Nuestro Cinema termina ofreciendo sus páginas a cuantos quisieran uniformarse en su equipo.
El ascenso de Nuestro Cinema ha sido lento pero seguro. Habría sido mucho más rápido si entre su redacción y su público no existieran varios cientos de kilómetros de distancia y si no hubiese sufrido ese sabotaje que las empresas burguesas de librería tienen organizado para las revistas revolucionarias e independientes de toda concomitancia financiera.
Sin embargo, Nuestro Cinema, poco a poco, ha ido ampliando su radio de acción; su red de corresponsales particulares; sus grupos de defensa entre la clase obrera; su cuadro de colaboradores nacionales e internacionales. Hasta tal punto ha sido eficaz nuestro trabajo de todo un año, que hoy podemos asegurar nuestra existencia, sólidamente reforzada, no solamente con una organizada administración central en Madrid que vigilará atentamente su expansión, sino con dos organizaciones marginales nacidas balo el signo de Nuestro Cinema: la Asociación de Amigos de Nuestro Cinema, y la Federación Española de Cineclubs Proletarios. La primera, se ocupará especialmente de defender y propagar nuestra Revista, de organizar ciclos de conferencias, de defender el cinema proletario, de denunciar ante las masas todo lo bueno y todo lo malo que llegue a nuestras pantallas, de intensificar nuestro movimiento, de acuerdo con su manifiesto. Y la segunda –independiente de nosotros, muy unida a nuestras luchas y a nuestras ideas, sin embargo– en período de organización actualmente, pero con decisivas representaciones (en Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Sevilla, Santander, Bilbao, Oviedo, Málaga y otras importantes ciudades españolas), que se encargarán de ofrecer a nuestro proletariado, en sesiones especiales, todo ese cinema que escapa al área comercial –por sus características revolucionarias y anticomerciales–, junto a una meditada y definida revisión de los films más representativos.
Por todo lo expuesto, vemos como Nuestro Cinema, no es solamente la primera revista cinematográfica internacional que, dentro de un país capitalista, aplica al cinema la evolución materialista de la historia; la única de cuantas se publican en nuestro idioma que lucha con y por el proletariado, sino el órgano vivo y eficaz de un movimiento cinematográfico.
París y octubre de 1933