Entre los diversos factores que determinan la imagen de nuestra cultura actual, el deporte ocupa, sin duda alguna, un lugar predominante. Se le admira mucho pero está también sometido a fuertes críticas; por una parte, se celebran sus ventajas y, por otra, se resaltan sus rasgos anticulturales. El número de sus adeptos activos es impresionante, y todavía mayor el de sus partidarios pasivos: Si, por un lado, hombres previsores hacen observar su importancia en la higiene social, la pedagogía y la política, por otro, las clases intelectuales prominentes lo consideran con escepticismo y lo rechazan como carente de espíritu, alegando su vulgar superficialidad, su inculto fanatismo por el record. Para explicar estas contradicciones y comprender las conclusiones --a menudo incomprensibles-- que resultan de la situación expresada, es preciso retrotraerse al siglo en que el deporte se inició en Alemania. Para ello hay que investigar y aclarar el fenómeno «Deporte», tal como lo ha interpretado el pueblo alemán.
Sobre el concepto «deporte» existe una larguísima serie de interpretaciones que, en parte, son de naturaleza filológico-histórica, en parte se refieren al mero ejercicio corporal, o bien a la competición desde el punto de vista organizador. Las primeras no nos interesan en estas consideraciones. La opinión de que el deporte es ejercicio corporal sólo es válida hasta cierto punto, porque excluye a todas aquellas actividades deportivas que no están directamente relacionadas con el ejercicio físico, pero que se originan en la afición y suelen [198] denominarse con el término genérico de «deporte», aunque estarían mejor calificadas con el vocablo angloamericano «hobby».
Con este último sentido apareció el deporte en Alemania junto con la revolución industrial, es decir, con la transformación del estado agrario en estado fabril. Es la época en que encuentran su aplicación práctica y económica los descubrimientos de la máquina de vapor, la electricidad y la química, resultado de las investigaciones de las ciencias físico-naturales, que habían celebrado sus triunfos más visibles en el siglo XVI.
En ese momento toma el mando la Técnica, que –con la invención y perfeccionamiento de las máquinas, hasta el logro de resultados cada vez más altos– se dirige hacia la meta señalada por los filósofos judíos de finales del siglo XIX: el dominio de la Materia. Pero esto sólo es posible si la Técnica sigue su razón profunda y última, la utilidad óptima. Eliminar todo lo inútil para la elevación del rendimiento, he aquí el camino para conseguir el fin. Para la realización de tal idea creó la Técnica el instrumento de la Organización, cuya influencia determinante sobre la formación de la cultura general fue irresistible. Alteró el ritmo biológico natural de la vida y lo sustituyó por el técnico. La nueva forma de vida consistía en apartarse de la tierra, concentrarse en los centros de producción, con sus grandes ciudades, y mecanizar la existencia por la Organización, con lo que inevitablemente se iba a la perdición de la humanidad.
La reacción contra esta evolución fue el movimiento deportivo obrero, que, al igual que la Técnica, sigue su curso ineluctable, pero con miras a recuperar la unidad entre hombre y naturaleza y la unidad de cuerpo y alma en el individuo. Para que esto fuera viable en el espíritu y en el tiempo, era imposible evitar el choque entre el deporte y las formas externas de la Técnica. Así, se creó la técnica de los ejercicios físicos con el fin de lograr el máximo rendimiento, el record, sometido al sistema Centímetro-Gramo-Segundo. Pero averiguar el record exigía una organización con la que comparar [199] los resultados de las competiciones, y ello dio lugar a la creación de federaciones. Indiscutiblemente, era un paso en la historia de la evolución deportiva, con tal de que el procedimiento sólo fuera el medio para alcanzar el fin y mientras el deporte no olvidase ni pasase por alto su misión cultural. Sin embargo, el nacimiento de las federaciones, cuando la evolución hacia el record llegó a ser su único objetivo, provocó la crítica del momento.
Símbolo de dicha evolución es el número impersonal, que armoniza, por cierto, con el abstractismo de nuestra época, pero significa también la renuncia al Hombre en sí, lo que lleva implícita la sentencia condenatoria contra el deporte. No se puede negar que éste tenga una tendencia muy acusada hacia la absorción del individuo, pero exactamente por eso, y para hacer fructificar su capacidad productiva, resulta tanto más necesario esforzarse en plantear el problema deportivo como algo espiritual. A este respecto, ha sido notable el fracaso de las clases intelectuales a lo largo del desarrollo deportivo en Alemania. Su concepción de la cultura se apoyaba en la filosofía cristiana y en el consiguiente sentido de la vida como preparación del alma para el otro mundo, con menosprecio de las necesidades corporales. Esta interpretación se proyectó sobre los principios educativos, que, por su parte, se enraizaban en el espíritu de la antigüedad griega, aunque sin lograr inspirarle nueva vida, tratándolo según la tradición escolástica romana. Así se explica que, todavía hoy, la gimnástica griega sea a menudo mero objeto de observación filológica, carente de un principio pedagógico vivo.
Los progresos de las ciencias físico-naturales cambiaron radicalmente el concepto que del mundo tenía el hombre culto. Se proclamó al trabajo como razón de la vida, dando así paso a una insospechada transformación de la estructura social. Con la transición de la artesanía a la producción fabril y la explotación económica de ésta nace el obrero industrial, que hace su enérgica aparición en la segunda mitad del siglo XIX, junto al impetuoso crecimiento de la Industria. [200] Pero, lo mismo que las clases intelectuales de entonces fallaron en comprender el cambio habido, tampoco comprendieron las necesidades sociales de este nuevo tipo humano, el obrero industrial. Fueron incapaces de asimilarlo a los valores culturales existentes, por lo que no debe hoy asombrarnos que la Industria valorase al obrero solamente según los principios aplicables a la máquina. Teniendo en cuenta el rendimiento que se le exigía, se le concedía un mínimo de existencia, sin ocuparse para nada de sus necesidades físicas y psíquicas. Se ignoró por completo el hecho de que la mecanización progresiva de la vida conduciría inevitablemente a la destrucción del alma. El obrero industrial fue abandonado a sí mismo, aunque su característico sano instinto hizo que se volviera, convencido, hacia el deporte y viera en él un medio para remediar las lesiones causadas por su profesión y por el destructor ritmo de la vida en las grandes urbes. En la última década del siglo XIX se originó un importante movimiento deportivo obrero que, por la absoluta falta de sentido social de la Industria, cayó en alianzas políticas. Esta fue su perdición cuando el radical cambio político de 1933.
La Federación Gimnástica Alemana, fundada en 1861, no ha compartido en sus principios espirituales las corrientes nacidas del mundo de la Técnica. Como depositaria de las ideas políticas de Fr. L. Jahn, se mantuvo siempre al margen, y precisamente por ese gravamen político le tocó compartir la suerte del movimiento deportivo obrero en 1933. Pero el naciente deporte alemán permaneció libre de todo compromiso político. De conformidad con la cada vez más acusada tendencia hacia el individualismo y la especialización dentro del mundo cultural, el deporte se desdobló en una serie de federaciones especiales para cada rama, dedicadas en cuerpo y alma al perfeccionamiento de la técnica deportiva, cuyo objetivo principal era el record y la Organización. El nacionalsocialismo asumió la divisa de la educación hacia el record y, no obstante la considerable resistencia de los medios deportivos, sometió al deporte de tal manera a sus fines políticos, que esta forzosa vinculación fue causa, al terminar la [201] segunda guerra mundial, de que las potencias vencedoras lo prohibieran en Alemania. Sin embargo, cuando las consecuencias físicas y morales de la derrota amenazaron convertirse en catastróficas, especialmente para la juventud, los Estados Unidos e Inglaterra dejaron el camino expedito para la reorganización del deporte, implantándolo como medio de saneamiento y renovación moral. Con ello se creó, aunque los vencedores no lo desearan conscientemente, una importante base para la nueva pedagogía, cuyos frutos empiezan a dejarse sentir.
La pedagogía del siglo XIX, condenada por un neohumanismo fundado en el esteticismo histórico, no mostraba comprensión alguna hacia la educación física, si bien no podía sustraerse a la influencia de las ciencias físico-naturales. Bajo la presión de médicos eminentes, que insistieron sobre el crítico estado de salud de la juventud, la gimnasia quedó incorporada al programa de enseñanza, aunque el resultado fue poco satisfactorio, por el hecho de que se enseñaban materias prefijadas que ninguna relación tenían con las necesidades reales de la lucha contra la enfermedad. El tiempo disponible y las instalaciones gimnásticas eran tan insuficientes como el número de educadores idóneos.
La creación de juegos vespertinos y de asociaciones deportivas tampoco condujo al resultado apetecido, puesto que la participación en ellos era voluntaria. Del mismo modo, la organización –entre clase y clase– de ejercicios gimnásticos, gimnasia ortopédica, natación y excursiones, fracasó y no consiguió transformar decisivamente los principios educativos. Eran de naturaleza meramente formal, no cumplieron las esperanzas fundadas en ellos, y no lograron mejorar las condiciones higiénicas de la juventud.
La Física, revelando la integridad e indivisibilidad del todo cósmico, influyó también en la pedagogía, cuyo concepto sobre la necesidad de una educación física experimentó verdaderos cambios. El cultivo armonioso de todas las aptitudes físicas y espirituales y la iniciación de la educación partiendo desde el cuerpo, llegaron a convertirse, en tesis pedagógica predominante. [202] En sus comienzos, sin embargo, todo quedó en declaración oral. Tan sólo el nacionalsocialismo cumplió seriamente estos principios dictando, en 1937, sus normas físicoeducativas. Empero, todo lo arruinó al volver a someter al deporte a fines exclusivamente políticos. Sin embargo, algunas personalidades escolares solventes iniciaron la lucha en pro de que los ejercicios físicos fuesen nuevamente introducidos en los programas escolares, basándose en el imperante principio integralista de la pedagogía anglonorteamericana y en el derecho de la juventud a una formación armónica de sus aptitudes físicas e intelectuales. El deseo de capacitar a la juventud para la vida y de situarla en la sociedad exigía que sus fuerzas físicas fuesen desarrolladas y formadas desde la escuela, y aumentadas y desarrolladas en la comunidad, con lo que se llegaría a la unidad educativa entre escuela y asociación deportiva.
Esta simbiosis resultó ser muy fecunda. El movimiento deportivo, unificado en la Federación Alemana de Deportes, forzó a las autoridades escolares, durante una reunión celebrada en Coblenza en 1955, a aprobar el fomento de la educación física en las escuelas en la medida exigida por las condiciones de vida del pueblo alemán. A partir de entonces se registró un considerable incremento en la construcción de gimnasios, piscinas y campos deportivos escolares. La reforma de los métodos de enseñanza influyó también en la mejora. La misión de la educación física ha dejado de ser el mero aprendizaje de ejercicios o el resultado en sí: ahora el propósito es desarrollar todas las aptitudes para el resultado óptimo, luchar contra las deformaciones profesionales, prevenirlas en el área escolar y en el ambiente externo y capacitar para vivir en la comunidad. La base implantada en la escuela tiene continuación en el libre movimiento deportivo. Pero mientras la escuela cultiva una instrucción básica, válida para todos los niños, la asociación deportiva permite al individuo elegir el deporte según sus preferencias. Este deporte debe servir para adquirir un ritmo vital fundado en el ejercicio físico, por el que se liberarán las fuerzas espirituales. [203] Símbolo de la adhesión a la educación por el deporte son las excelentes escuelas deportivas de las distintas federaciones, construidas en todos los estados alemanes, en las que se registra un extraordinario número de cursos y de participantes.
La profesión de fe de la educación por el deporte ha llegado a ser una necesidad vital para el movimiento deportivo alemán. No es tan sólo que, con ello, se asegure el deporte su retoño, sino que también así se combaten los fenómenos degenerativos que se manifiestan claramente en nuestra época.
El nacionalsocialismo fomentó el deporte, con todas sus fuerzas, como poderoso instrumento de su política. Los estados alemanes, en cambio, no quisieron considerarlo, en 1945, corno misión estatal, de modo que el deporte quedó abandonado a sí mismo. El medio que se eligió entonces estuvo conforme con el espíritu de la época, determinado por la todopoderosa economía. El deporte, partiendo de consideraciones económicas, creó el Toto{*}, cuyos ingresos, como es normal, se dedican exclusivamente a la construcción de instalaciones deportivas. Sin embargo, no debe culparse al deporte de que una administración ávida de beneficios sea causa de mucha incultura y muchos daños lamentables. Después de todo, esto no es más que un síntoma de la incultura de nuestra vida en general. El profesionalismo deportivo y la corrupción son manifestaciones contra las que el deporte debe luchar con todas sus fuerzas, si no quiere negarse a sí mismo, es decir, si no quiere renunciar a su misión cultural.
Además de ese cometido, tan preñado de infortunio, el deporte ha encontrado un nuevo campo de actividad, muy próspero, y un nuevo impulso. Se trata de su positiva influencia en el empleo del tiempo libre. La reducción de la semana laboral y el consiguiente aumento del ocio, son problemas tan graves para Alemania como para los demás países. [204]
Si se sabe aprovechar el ocio activamente y con buen sentido, se convierte en un regalo de los dioses; pero puede llegar a ser una maldición si se toma pasivamente. Ahora bien –dicho sin prejuicios–, los hombres llegan a su valor positivo pasando por el deporte, como se comprueba por el creciente número de adeptos no encuadrados en círculos deportivos que cultivan el Camping. Las federaciones deportivas alemanas han decidido poner sus instalaciones a disposición de todos los que buscan o necesitan recreo. Los municipios también contribuyen a esta tarea creando nuevas instalaciones y dotándolas de profesorado. Ya está en marcha la gran obra del ocio.
Puede decirse, pues, que las perspectivas futuras del deporte alemán son favorables, si bien los círculos dirigentes tienen plena consciencia de que, para lograr el éxito definitivo, se precisa de la luz espiritual. Está en formación el correspondiente análisis médico, pedagógico, social y político, cuyos centros de investigación son los Institutos de Educación Física de las Universidades, completados regionalmente con la Sporthochschule de Colonia y la Bayerische Sportakademie de Munich. Su tarea consiste en estudiar los problemas deportivos según métodos científicos, con cuya solución se contribuirá a la formación de la cultura y al futuro del pueblo alemán.
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{*} El Toto equivale a nuestras Apuestas Mutuas.