El Clamor Público
Periódico político, literario e industrial
 
Madrid, jueves 13 de noviembre de 1845
número 481, página 4

Sección literaria

Frenología y magnetismo

Lección II del señor Cubí

Martes 11 de noviembre

El tiempo ha continuado lluvioso, y sin embargo, notamos anteanoche mayor concurrencia a la lección , que comenzó a las seis y cuarto.

Después de un ligero resumen sinóptico de la explicación anterior, manifestó el señor Cubí que consideraría los 39 órganos descubiertos, no como ayer aisladamente, sino según la mejor clasificación que de ellos hasta ahora se ha hecho.

Estos órganos son: 1.º Amatividad. 2.º Filogenitura. 3.º Habitatividad. 4.º Concentratividad. 5.º Adesividad. 6.º Acometividad. 7.º Destrutividad. 8.º Alimentividad. 9.º Conservatividad. 10 Secretividad. 11 Acquisividad. 12 Construtividad. 13 Aprecio de sí mismo. 14 Aprobatividad. 15 Circunspección. 16 Benevolencia. 17 Veneración. 18 Firmeza. 19 Concienciosidad. 20 Esperanza. 21 Maravillosidad. 22 Idealidad. 23 Sublimidad. 24 Chistosidad. 25 Imitación. 26 Individualidad. 27 Forma. 28 Tamaño. 29 Peso. 30 Colorido. 31 Localidad. 32 Cálculo numérico. 33 Orden. 34 Eventualidad. 35 Tiempo. 36 Tonos. 37 Lenguaje. 38 Comparación. 39 Causalidad.

«Las nomenclaturas, divisiones y combinaciones, dijo, son hijas del hombre, y deben considerarse tanto mas exactas y útiles, cuanto más fundadas estén en la naturaleza. Gall descubrió en los famosos ladrones el órgano de la propiedad, y no le podía dar otro nombre sino aquel que indicase el hurto, cuya única función lo suponía, y lo denominó, por consiguiente, órgano del robo. Sólo en los grandes asesinos descubrió el órgano de destruir, porque sólo en ellos, descollaba suficientemente para poderse determinar con fijeza, y por lo tanto, lo apellidó órgano de matar.

Desencadenáronse luego contra Gall las furias de aquellos que no pueden sufrir ningún adelanto físico ni moral, o cuyo escaso intelecto da por imposible lo que no les es dado comprender, y alarmaron al mundo gritando: ¿Cómo es posible que Dios haya dado al hombre instintos irresistibles que lo conduzcan al robo y al asesinato? Gall les respondía, y les respondía bien: «Probadme, que desde Caín hasta hoy no se ha robado ni asesinado, y entonces abandonaré como falso lo que mis sentidos y la historia civil y fisiológica del hombre me prueban que es cierto.»

«Hiciéronse después nuevas investigaciones, y se notó que, Gall había descubierto aquellos órganos en su abuso, no en su uso, en su escesivo y no en su regular desarrollo, y que por lo tanto su función normal no era robar ni asesinar, sino adquirir y destruir para útiles e indispensables fines; por cuya razón definitivamente se les denominó con mayor propiedad, esto es, con mayor arreglo a la naturaleza, adquisividad y destructividad

«En efecto sin un instinto que nos indujera a acumular bienes de fortuna, ningún adelanto sería posible; y por otra parte sin un impulso innato a destruir, no le fuera dable al hombre existir un solo momento.»

Aquí el señor Cubí manifestó sus vastos conocimientos históricos y fisiológicos, con una copia de ilustraciones tan claras, tan sublimes, tan moralizadoras, que quedó el auditorio suspenso de admiración. Comparando al señor Cubí con lo que es y lo que han dicho de él algunos detractores suyos, concebimos bien cómo al gran médico Gall, descubridor del mejor sistema de disecar el celebro por medio del desenvolvimiento o desplegamiento, se le dijo, que no conocía la anatomía y que era un charlatán; cómo a Blasco de Garay, inventor del vapor, se le llamó brujo; cómo a nuestro sublime traductor de algunos cánticos de Job, a nuestro clásico León, a nuestro virtuosísimo y piadosísimo autor de la Noche Serena, se le encerró siete años en las lúgubres mazmorras de la inquisición, por hereje. ¡Cuánto puede la ignorancia o la malicia!

El señor Cubí manifestó después, que también los 39 órganos descubiertos se habían clasificado de varios modos, pero que el más acertado era el que los dividía en tres categorías, a saber: órganos intelectuales, cuyas facultades nos daban a conocer el mundo externo y los resultados; órganos morales o superiores, cuyas facultades inspiraban deseos ciegos que tenían por objeto al individuo y a todo el género humano; y órganos animales o inferiores cuyas facultades eran unos instintos ciegos, porque no veían resultados; egoístas, porque sólo afectaban al individuo; momentáneos, porque sólo buscaban la satisfacción del momento.

En seguida dio una descripción anatómica del cráneo (manifestando varios ejemplares que, para ilustración y comparación, tenía allí reunidos,) tan completa, científicamente hablando, que, según el parecer de algunos facultativos, nada dejaba que desear; y tan clara, que los profanos comprendieron desde anoche lo que es esa caja huesosa que cubre y se amolda perfectamente al celebro.

«El señor Cubí añadió: los nombres de los huesos y suturas craneales jamás nos habían enseñado las demarcaciones o regiones en el celebro, y por consiguiente en el cráneo, de las partes intelectual, moral y animal en que se divide. Para esto ha sido menester, primero el descubrimiento de muchos órganos, instrumentos de otras tantas facultades mentales, y los esfuerzos y estudios constantes de Spurzheim, Fossati, Celdwell, Cherenix y Combe. Los hechos y los experimenlos probaron al fin a estos grandes anatomistas frenólogos, que tirando una línea horizontal por las abolladuras frontales y parietales, y otra vertical por la parte anterior de la sutura zigomática que rectamente fuese a encontrar la horizontal, se tenían perfectamente demarcadas las tres regiones o sean clasificaciones celebrales.

La parte que reside sobre la línea horizontal es la región moral; la que está delante de la vertical es la intelectual; y la que se halla detrás es la animal.»

Estos y otros detalles se comprendieron perfectamente por las anteriores descripciones anatómicas del cráneo que se habían hecho.

El orador ilustró en seguida con ejemplos prácticos las funciones de estas tres diversas regiones. «Dad un puñal, dijo, al hombre de gran veneración y justicia, pero de mucha destructividad y acometividad, que son todos órganos ciegos, pero de poco ilustrado intelecto, asesinará a su propio padre si se le hace creer, lo que será muy fácil, que de este modo salvará la patria o irá al cielo.» Este cráneo, añadió, tomando uno en la mano, es de un fanático trabucaire, el cual, al paso que cometía los más horrorosos asesinatos, no pasaba un día sin rezar el rosario. La misma mano que, dirigida por la benevolencia, trazó aquel precioso cuadro que allí ven Vds. de San Miguel (el de Esquivel) dirigida por la destructividad y secretividad en su abuso, pudo haber pintado una caricatura en que se habría cometido el crimen de burlarse de la virtud o de la religión.

La madre dirigida por un exceso de amor filial, que siempre es ciego y egoísta, dejará a sus hijos sin educación, sin costumbres, viciosos y pobres, antes que verse privada de su vista. Mientras no se tenga presente que los afectos o instintos todos son ciegos, y que se necesita instruir al intelecto y poner en práctica otros medios que indica la frenología, para dirigirlos y activarlos o aplacarlos según convenga, veremos cometer crímenes sin cuenta bajo la creencia y buena fe de que se consumen actos de moralidad y virtud. El mundo adelantará sin frenología, porque esta es ley del Cielo, pero adelantará a ciegas, y sufriendo para ello calamidades sin cuento.»

Concluyó el señor Cubí enseñando a localizar los órganos de la filogenitura, habitatividad y concentratividad, previsión y exactitud. Entre sus alumnos ya no cuenta el señor Cubí más que amigos entusiastas.

[ya se han corregido las erratas advertidas en la entrega del día siguiente]

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Mariano Cubí Soler
1840-1849
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