Filosofía en español 
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Discurso en Malagón (Ciudad Real)


23 de octubre de 1927a
El Pueblo Manchego (Ciudad Real), 24 de octubre de 1927

 
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El pleito sobre los terrenos del Estado de Medinaceli

Malagón dispensa un entusiasta recimiento a D. José Antonio Primo de Rivera

Abogado defensor de 10.000 familias

[…]

Si yo sólo hubiera de levantarme –dice–  para cumplir el rito de daros las gracias hubiese preferido seguir callado porque no sabría expresarme con la elocuencia que lo ha hecho el Sr. Martín Toledanob. Pero como no es esto sólo lo que deseo deciros, tengo que solicitar vuestra atención para manifestaros la profunda emoción que estremece mi espíritu al ponerse hoy en comunicación con el de todos vosotros. Mi gratitud es tan grande como cordial e hidalgo vuestro recibimiento.

El número y calidad de las personas congregadas aquí me mueve a un cambio de impresiones porque no será fácil reuninos otra vez todos los aquí presentes.

Yo conocí este pleito, muchos lo saben, por la parte contraria; vinieron a solicitar mis servicios y se convino una entrevista con el abogado que llevaba el pleito hasta entonces.

De mi visita a dicho bufete han tomado pie para la murmuración, como si no fuera práctica entre abogados que el más joven –yo sólo tengo 24 años– sea el que visite el despacho del más antiguo, al iniciarse un asunto.

Me mostraron la sentencia de Albacete que yo leí con la atención más escrupulosa, y tan certera y sólida la encontré; tan firmes e irrebatibles sus fundamentos, que no vacilé en dirigirles una carta manifestándoles que no solamente no podía encargarme del asunto sino que sus argumentos me habían convencido de lo contrario; es decir, que desde aquel instante yo me abrazaba a vuestras vindicaciones, aún sin haber solicitado vosotros mis modestos servicios, seguro de hacer valer donde procediese la indestructibilidad del fallo de los dignos magistrados de Albacete.

De esta carta pocos días después, cuando me visitó, facilité copia al Sr. Martín Toledano.

Otra cosa me importa deciros. Cuando yo llevé al Supremo vuestra defensa se quedó en las puertas mi apellido. Me llamo así y estoy orgulloso de ello, pero yo reto a que se cite una sola visita, una carta, una simple tarjetac de recomendación que yo haya hecho o dirigido jamás, lo mismo en éste que en todos mis asuntos, no ya a magistrados y jueces pero ni aún siquiera a escribanos y oficinistas.

Yo sólo pongo en mis actuaciones el estudio y en vuestro caso además la emoción y enardecimiento de vuestro derecho.

Ahora sosegadamente, fríamente, sabed que vuestros adversarios, dolidos o esperanzados, murmuran… pretendiendo desunirnos con pueriles recursos, simulando ficticios movimientos de opinión. Todo esto son cosas menudas que no conseguirán ni impresionarnos ni desunirnos.

Yo no titubeo, ni titubearé porque la legalidad de vuestros derechos me han convencido precisamente con la argumentación contraria.

Tenemos razón. La Providencia está con nosotros. Luchemos bajo la emoción del lema histórico “¡Dios y nuestro Derecho!”.

[…]

Después de orar breves instantes, todos arrodillados y recogidos, ante el Santísimo Cristo el señor Primo de Rivera hubo de pronunciar breves palabras en el patio del santuario para decir a los colonos que aquellas tierras, santificadas por el sudor y los afanes de sus antepasados nadie osaría arrebatárselas porque contra la justicia era estéril toda maquinación.

[…]


⎯⎯⎯

a  José Antonio recibió un homenaje por la defensa de los intereses de los pueblos de Malagón, Fuente el Fresno y Porzuna contra Modesto Largo y Anselmo Aparicio, propietarios de los terrenos del llamado Estado del Duque de Medinaceli, que en 1881 los había vendido a diversos particulares, aunque con la mención de los derechos históricos de los pueblos y vecinos citados (para el uso comunal y como aparceros) respecto de aquellas tierras, derechos que los mencionados se negaban a reconocer. Recibido por diversas personalidades y comisiones de los pueblos vecinos, José Antonio fue agasajado con un banquete servido en el salón principal del Casino de Malagón. Tras la comida, se desplazó a la Aldea del Espíritu Santo –en el centro del Estado de Medinaceli–, donde oró y se dirigió nuevamente a los allí congregados. Sobre este asunto, en La Nación (Madrid), 24 de octubre de 1927: “Justicia del pueblo. – Homenaje de D. José Antonio Primo de Rivera. – […] Este pueblo que ayer le aclamó y festejó, no por ser hijo del Jefe del Gobierno, sino por haber defendido en buena lid, ante los Tribunales de la nación, una causa justa y popular, fue el mismo que le eligió agradecido, para que le representara en la Asamblea, y José Antonio Primo de Rivera declinó el honor, queriendo establecer, como viene haciéndolo constantemente, una línea divisoria entre su actuación profesional y cualquier otra que pueda relacionarse con el Gobierno”. No sería éste el único pleito en que José Antonio defendiese los intereses de un pueblo frente a los de un particular; dos años más tarde actuaría ante el Tribunal Supremo para oponerse a un recurso por infracción de ley planteado por  Domingo Rodríguez contra la previa sentencia que otorgaba dos propiedades al Ayuntamiento de Val de Santo Domingo, según narra Benedet en La Nación (Madrid), 18 de junio de 1929: “La administración de Justicia. – Un pleito ordinario sobre reivindicación de propiedades del Ayuntamiento de Val de Santo Domingo”.

b  Generoso Martín Toledano, gobernador civil de Soria, natural de Malagón.

c  Un error en la fuente sustituye esta palabra por: «carpeta».