Filosofía en español 
Filosofía en español


Rafael Ibáñez Hernández

Introducción

¿Tiene sentido preocuparse hoy por recuperar la literalidad de las palabras pronunciadas y escritas por José Antonio Primo de Rivera hace tres cuartos de siglo? Sin duda alguna, si de otro hombre político se tratase el esfuerzo sería banal. Pero no es éste el caso de un nombre prescindible en nuestra historia política, que sólo justificaría esta tarea merced a un desmedido prurito positivista. A su pesar y al de sus detractores –me atrevería a decir que también al de muchos de quienes se proclamaron seguidores suyos–, la aportación de José Antonio Primo de Rivera a la cultura política española supera el límite del oportunismo. Esto lo hace acreedor de un estudio más detenido del que exige la inquietud política, cualquiera que sea la ribera desde la que el estudioso se acerque a su figura. Y, para ello, es preciso depurar las fuentes textuales de cuantos adornos y aditamentos se las dotó en determinados momentos, complementarlas con los elementos aún dispersos; restaurarlas en su justo esplendor, en definitiva.

Así nos expresábamos hace ya unos años{1}, cuando iniciamos la ardua labor cuyo primer fruto –desde luego, no definitivo– tiene hoy el lector en sus manos. Estas obras completas –permítaseme que utilice esta figura en virtud de una familiaridad que pocos podrán justificar como yo, aun cuando soy consciente de las limitaciones de esta recopilación– serán el principal eslabón de una cadena que, sin duda, irá creciendo con nuevos anillos, la roca madre que –despojándose de algunas gangas persistentes– permitirá al buen cincelador tallar una imagen más próxima al modelo real de un José Antonio que hasta ahora ha sido entronizado cual santo secular en distintos altares con los ropajes más dispares o satanizado sin remisión por ignorantes y botarates.

Trayectoria de las obras completas

La bibliografía en torno a José Antonio Primo de Rivera es sumamente extensa, acaso superada por muy pocos personajes de nuestra historia contemporánea; más de cuatrocientos registros han recogido José Díaz Nieva y Enrique Uribe Lacalle en su monumental bibliografía sobre el nacionalsindicalismo, del que tantos investigadores seremos deudores durante muchos años{2}. Pero, siendo este hecho excepcional, no se puede obviar el alto número de ediciones que los propios textos de José Antonio han generado. Obviamente, el interés por la figura y los textos de José Antonio en la España del Franquismo no precisa más explicación que la que atañe a los orígenes de aquel régimen y el propósito falangista –pronto frustrado– de llevar a cabo en su seno la Revolución Nacionalsindicalista, así como la oportunidad que aquello supuso para mantener latente una llama finalmente devenida en mera ascua. Incontables serán las reproducciones de los escritos y discursos fruto de la actividad política de José Antonio reiteradamente publicadas en revistas y diarios –desde los más humildes boletines hasta las cabeceras más señeras–, en una marea propagandística que, sin embargo, se limitó a impregnar con una ligera pátina un régimen político que en la práctica desdecía muchas de aquellas palabras. Numerosas también fueron las antologías destinadas a la difusión del pensamiento joseantoniano, bien fuera en su pretendida totalidad, bien con especial atención a determinadas facetas; destinados a la formación política de las nuevas generaciones de españoles o al conocimiento de lectores ajenos al ámbito lingüístico hispano{3}. Incluso en plena Transición, y aún después, vieron la luz algunas de estas antologías, lo que vendría a demostrar que el interés por el dirigente falangista supera las meras modas políticas{4}.

En todo caso, esto no habría sido posible sin el ingente esfuerzo recopilatorio realizado durante décadas por Agustín del Río Cisneros, responsable de hasta nueve versiones de las llamadas obras completas de José Antonio. Ninguno de los demás fundadores del movimiento nacionalsindicalista español mereció tal atención. Aunque muy pronto vieron la luz unas pretendidas obras completas de Julio Ruiz de Alda, no recogen la totalidad de sus escritos, ni siquiera alguno de los más conocidos{5}. El empeño por recopilar los textos de Onésimo Redondo quedó interrumpido tras la aparición del segundo volumen, después de haber transcurrido varios lustros desde su muerte{6}. Muchos años hubo que esperar para que los familiares de Ramiro Ledesma Ramos recopilasen los textos que publicara en vida, y no ha sido hasta el centenario de su nacimiento cuando han visto la luz sus obras completas{7}.

No había concluido aún la Guerra cuando la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda inició la publicación de las obras completas de José Antonio con un primer volumen en donde se agrupaban diferentes discursos, recopilación que tendría su continuidad ya en 1941 con otro volumen en el que se recogían sus intervenciones en las Cortes, con el significativo título José Antonio Primo de Rivera frente al Parlamento{8}. El interés oficial y la demanda editorial hizo que sobre esta primera versión se solapasen otras dos, una materializada en 1939  en una edición popular de los discursos fundamentales de José Antonio –sólo vio la luz este primer volumen– y otra en cuatro volúmenes aparecida en Barcelona entre 1939 y 1941, debidos ya al esfuerzo sistemático de Agustín del Río Cisneros{9}. Éste contaría con el apoyo del doctor Enrique Conde Gargollo para la edición de la primera versión de los textos joseantonianos conocida como Obras completas en 1942, año en que debió salir de la imprenta por dos veces, amen de una tercera en 1945{10}. Apenas cuatro años más tarde vio la luz la última versión organizada sistemáticamente, al poco reeditada con mayor amplitud{11}. Publicaciones Españolas será la editorial oficial encargada de sacar a la luz la primera versión cronológica de las textos de José Antonio en 1951{12}, tarea asumida a partir de 1954 por la Delegación Nacional de la Sección Femenina durante dos décadas –sumando un total de ocho ediciones{13}–, con lo que se convirtió en el baluarte de la memoria joseantoniana.

Mientras tanto, Agustín del Río Cisneros continuó su labor de búsqueda y recopilación, para lo que contó con la inestimable colaboración del argentino Enrique Pavón Pereyra, quien había seguido a Perón en su exilio en España después de dirigir el Museo y Biblioteca Justicialista en Lobos y que, en los últimos años de su vida profesional y del pasado siglo, dirigió la Biblioteca Nacional de Argentina. Fruto de esta tarea fueron diversas obras recopilatorias de literatura forense, textos académicos y correspondencia –fundamentalmente–, hallazgos que se concretaron finalmente en la publicación de la obra José Antonio íntimo, que conoció hasta tres ediciones con pequeñas ampliaciones{14}.

Con todo, la inquietud existente entre las filas falangistas en torno a la difusión del pensamiento joseantoniano no quedaba satisfecha. Anhelaban la sistematización de todos los textos de José Antonio y la publicación tanto de una breve antología que –con la mencionada estructura sistemática– favoreciese su divulgación, como de unas obras verdaderamente completas «con sus correspondientes índices sistemáticos bien revisados y exhaustivos para facilitar la tarea de los estudiosos». En estos términos se dirigió por escrito Enrique de Aguinaga{15} a diferentes personalidades falangistas en noviembre de 1970, al remitirles copia de su conferencia “Treinta y siete años después”, pronunciada en Lugo en el XXXVII aniversario de la fundación de la Falange{16}. Sólo seis –Torcuato Fernández Miranda, ministro secretario general del Movimiento; José Miguel Ortí Bordás, vicesecretario general del Movimiento; Pilar Primo de Rivera, sempiterna delegada nacional de la Sección Femenina; José Antonio Girón de Velasco, antiguo ministro de Trabajo y cabeza visible de la vieja guardia falangista fiel a los principios del Movimiento; José Martínez Emperador, subjefe provincial del Movimiento en Madrid; y Diego Márquez Horrillo, entonces presidente de los Círculos Doctrinales José Antonio– respondieron a la misiva, aunque ninguno parecía en disposición efectiva de impulsar la publicación de unas obras completas como las demandadas. Sólo el vicesecretario general parecía realmente dispuesto a sacar adelante el proyecto antológico: «Respecto a lo que me expones sobre la edición del manual del ‘Libro Azul de José Antonio’ quiero manifestarte que desde hace aproximadamente unos ocho meses, tengo encargado y, por cierto, con instrucciones de interés, la redacción del mismo»{17}. Efectivamente, unos meses más tarde la editorial Umbral publicaría una Breve antología de José Antonio : libro azul en formato de bolsillo{18}. Acaso como reacción oficial, Ediciones del Movimiento editará en 1972 otra pequeña antología menos sistemática y más extensa{19}, al parecer obra en exclusiva de Agustín del Río Cisneros.

La inquietud no quedaba –desde luego– satisfecha, provocando una dura polémica con quien durante tantos años había dado vueltas, una y otra vez, a los viejos textos joseantonianos. En septiembre de 1973 De Aguinaga reiteró la demanda de una edición canónica de los textos de José Antonio al director de Ediciones del Movimiento, que no era otro que Del Río Cisneros:

Aunque ya hemos hablado personalmente, me considero obligado por tus amables letras a escribirte también mi gratitud por tu atención y a apuntarme a esa ‘primera ocasión’ que dices para un intercambio de ideas, más directo y reposado.

Temario: el de siempre. Un verdadero contraste de pareceres (tu expresión ‘caben discrepancias’ es muy incitadora); la vergonzosa necesidad de unas auténticas Obras Completas de José Antonio con la debida dignidad editorial (resulta ridículo que, a estas alturas, cuando funciona un atractivo despliegue editorial sobre el marxismo, se hurten las Obras Completas de José Antonio porque dijo determinadas cosas de la Monarquía o que las tenga que editar de manera vergonzante y rústica la Sección Femenina, figurando, por ejemplo, la monstruosidad de que José Antonio redactó los Puntos de la Falange pero no el 27); […] la fragmentación de Jose Antonio en cómodos libretos mientras no se reconoce y estudia a fondo el texto del proceso final y otros documentos ocultados, olvidados o perdidos, como las declaraciones que se publicaron en Arriba el [1]6 de abril de 1939 y desaparecieron misteriosamente de todas las hemerotecas; etc.{20}

La remisión de copia de esta carta a diferentes personalidades falangistas desató las más variadas reacciones. Unas fueron muy escuetas, como la del director general de Cultura Popular y Espectáculos, que lo era entonces Ricardo de la Cierva: «Hay que sacar esas Obras Completas. Ya.»{21} Otras, en cambio, se diluían en la reflexión política, como la de Girón de Velasco:

Comparto contigo la idea de que es urgente y necesario presentar a los españoles la palabra de José Antonio de una manera digna y sistematizada, sin furtivas frustraciones ni otros manejos. […]

Creo que nos amaga un riesgo: considerar a José Antonio como ‘historia’. Entendámonos. En José Antonio hay dos cuestiones perfectamente diferenciadas: una, su peripecia humana y política; otra, su pensamiento, su mensaje, el haz de soluciones con que quiso orientar y dar solución a unos problemas que sí que son históricos y arcaicos. El día que ese pensamiento, que aún se discute en su misma raíz de si es o no pensamiento, haya sido superado por otro mejor o por la propia dinámica de la vida, podremos relegar a la historia la acción de aquella inteligencia, mientras, querido camarada, no; resueltamente no.{22}

Pero la más amarga fue, sin duda, la respuesta de Lula de Lara. Dolida por la expresión empleada por De Aguinaga para referirse al tratamiento editorial que la Sección Femenina daba a la recopilación de los textos joseantonianos –«de manera rústica y vergonzante»–, la regidora de Prensa y Propaganda de la Sección Femenina y por tanto responsable de la publicación de las obras completas que circulaban entonces le detalló las tres categorías editoriales que se empleaban para su publicación –dos en papel biblia con encuadernación en piel o guaflex y otra en rústica destinada a los modestos bolsillos de los falangistas de filas–, amén de salir en defensa del recopilador:

No puede por menos que dolerme  también el tono en que en tu carta, dirigida en definitiva a Agustín del Río, te refieres a fallos, siempre posibles en la ingente y admirable labor a la que ha consagrado su vida entera. Puedes estar seguro de que sin Agustín no se hubiera realizado la recopilación exhaustiva de los escritos de José Antonio, ni se les hubiera añadido ese índice que supone tantas horas de esfuerzo y que permite el estudio de la doctrina Joseantoniana con la máxima facilidad y rigor. Para todo ello abandonó su profesión de médico y oscura e incansablemente, se ha dedicado a servir la doctrina de José Antonio con la eficacia que todos sabemos y acabo de recordar.

[…] Te diré por último que de cuantas ediciones se han realizado por esta Sección Femenina, que abarcan 175.000 ejemplares, Agustín, voluntariamente no ha percibido ni un solo céntimo de derechos de ningún género.{23}

Desde luego, no fue la del reiterado Enrique de Aguinaga la única voz que se alzó en demanda de unas verdaderas obras completas de José Antonio. Apenas unas semanas más tarde, y con motivo de la conmemoración del fusilamiento del Fundador de la Falange, el poeta y periodista Marcelo Arroita-Jáuregui efectuaba su “petición para un aniversario”{24}:

¿Cuánto hace que no se editan las ‘Obras completas’ de José Antonio’? Ciertamente, hace mucho. Los que ya hemos entrado de hoz y coz en el eufemismo compasivo de la ‘cierta edad’ recordamos, conservamos y manejamos aquella cómoda y vieja edición de la Vicesecretaría de Educación Popular, tan exacta y sencilla en sus índices y cronologías, de tan buen tamaño y factura, que se repartió con generosidad y llegó a todos cuantos quisieron tenerla, y que no incurrió con demasiada fruición en el servicio a la política más contingente a la hora de la supresión de posibles párrafos inconvenientes. Pero, desde entonces, los investigadores acendrados y casi extemporáneos de la obra joseantoniana  han aportado, en diferentes volúmenes, nuevos textos, a veces estrictamente profesionales, en ocasiones de puro carácter íntimo, que bien merecen la integración con los textos de estricto carácter político: me refiero a la labor callada de Agustín del Río y Enrique Pavón, por ejemplo, tan exacta (y tan copiosamente silenciada), o a libros centrados en determinadas peripecias biográficas de José Antonio, a veces importantísimas y de marcado carácter político, como pueden ser sus actuaciones ante la parodia de tribunal que dio formalismo judicial a la ya establecida previamente condena a muerte. E incluso comprobada la autenticidad de los textos, a algunos que están enmarcados en libros de sus enemigos, tal como ocurre en no despreciable número de publicaciones de Indalecio Prieto. Tal labor de acopio debe incluir, naturalmente, otros textos de José Antonio cuya desaparición resulta casi intolerable. Concretamente, hay unas palabras perdidas, vagamente recordadas por algunos, referidas a muy interesantes temas económico-sociales, planteadas desde un rigor revolucionario de perenne actualidad, absolutamente inencontrables por vías normales. Se publicaron en un diario madrileño en la primavera de 1939 y la hoja en que se encontraban ha sido cuidadosamente extirpada de todas las colecciones oficiales de tal diario, y la tirada y las mismas circunstancias históricas de aquellos momentos, y la inexistencia entonces de ninguna mínima reticencia, hacen difícil la existencia del ejemplar completo en hemerotecas particulares{25}. (Un amigo, interesado en el tema, ha revuelto Roma con Santiago para conseguir tal texto, cuyas características generales conoce, sin ningún fruto: el autor era extranjero, profesional del periodismo, que había entrevistado a José Antonio ya en los días más difíciles de la primavera y verano de 1936; José Antonio expresaba sus ideas en torno al tema de la plusvalía y la organización capitalista de la economía. Y por tal amigo conozco yo tal suceso.)

Digo yo que en el momento actual, cuando afortunadamente pueden adquirirse en cualquier librería textos políticos de la más variada especie, incluyendo los teóricos y clásicos de ideologías contrarias al Régimen político vigente, la presencia de los textos que han sido la raíz de las Leyes Fundamentales parece obligada, y no a través de antologías y florilegios, sino completas, incluso para seguir la evolución de un pensamiento público que se fue radicalizando en contacto con la realidad, que fue evolucionando conforme se ampliaba la visión universal de los problemas en la mente  de su autor y adquiriendo de esta manera una proyección en el futuro que confirma la marcha de la historia.

La coincidencia en la queja hacía inevitable el intercambio de información entre los demandantes, que se tradujo en el breve cruce de una correspondencia sumamente ilustrativa. Antes de que terminase el año, Arroita-Jáuregui plasmaba por escrito –a modo de minuta– una larguísima conversación telefónica que sostuvo con Agustín del Río Cisneros como consecuencia del artículo citado, de la que dedujo:

a) Que para dentro de cinco o seis meses, Ediciones del Movimiento piensa publicar, con índices variados y diversos, y recogidos por orden cronológico, discursos, cartas, entrevistas, reportajes y referencias, amén de intervenciones ante los tribunales, de José Antonio;

b) Que para Agustín del Río –y discutimos sobre ello, como puedes imaginarte– José Antonio es una especie de servidor del Movimiento, cuyos textos se airearán o se eliminarán conforme a las necesidades políticas de cada momento;

c) Que los textos que incluirá esa nueva edición, más completa de sus obras, están respaldados por la asesoría de Pilar, Raimundo Fernández Cuesta y algunos más, para avalar su autenticidad. Naturalmente, hizo alusión a la página desaparecida de las colecciones de ‘Arriba’, en un doble sentido: que no se podía decir que aquellas respuestas hubiesen sido dadas en plena libertad, sino bajo amenazas y coacciones, y que resultaban marxistas.

Reconociendo, como reconocía en el artículo, la labor impar [sic] que en este terreno ha realizado Agustín del Río, sin la que nada puede intentarse ni realizar, ciertamente parece mantener una actitud de acaparamiento que, a la larga, puede resultar nefasta, si no lo está siendo ya. Tiene la explicación de que, como tú sabes, durante unos años fue el doctrinario máximo del Movimiento, su definidor y su exegeta, y que todos, más o menos, pechamos con lo que García Roca, por aquel entonces, llamaba ‘agustinismo fluvial’. Como fue único exegeta de José Antonio, no es extraño que se crea que el cargo era perpetuo. Como su labor configuró la doctrina posterior, en gracia a esa tarea de exégesis, sigue invocando su doctrina propia y su servicio circunstancial, que pretenda seguir adelante, es explicable. Habrá que ver esa nueva edición en que está trabajando.{26}

Tardó algo más que unos meses en publicarse la versión que se esperaba definitiva de las obras completas de José Antonio. De hecho, vio la luz ya al inicio de la Transición, en 1976, de la mano del Instituto de Estudios Políticos{27}. Con sus carencias y defectos –que señalaremos más adelante–, ha sido desde entonces y hasta ahora la principal fuente textual joseantoniana, a la que inevitablemente han tenido que recurrir curiosos e investigadores, hasta el punto de constituir el núcleo único, o al menos principal, de las ediciones electrónicas existentes, tanto en soporte magnético como accesibles a través de Internet{28}.

Vicisitudes de los textos

La complejidad de esta relación de versiones de las obras completas de José Antonio denota no pocas dificultades en la tarea. Sin duda alguna, la dispersión de los textos será uno de los problemas que el anterior recopilador afrontó con mayor o menor fortuna. Los periódicos del movimiento falangista o el Diario de Sesiones de las Cortes fueron las principales fuentes a las que hubo de acudir; pero también la prensa local recogió las intervenciones del dirigente falangista durante sus desplazamientos por la Península. Su indagación debió plantear grandes dificultades, entre las que no es menor la existencia de diferentes versiones para una misma alocución, lo que en muy pocas ocasiones resolvió trascribiéndolas todas. Tal fue el caso del debut parlamentario de José Antonio el 19 de diciembre de 1933, referido a partir de la versión del Diario de Sesiones y las reseñas aparecidas en El Sol y Diario Universal{29}, o de la conferencia que pronunciara en el Cinema Alhambra de Zaragoza el 17 de febrero de 1935, cuyo texto se reconstruye en aquellas Obras completas a partir de los resúmenes que en su día publicaran El Noticiero y Heraldo de Aragón{30}. Pero habitualmente, existiendo diversas fuentes accesibles, Agustín del Río sólo señalará sin embargo una de ellas. Así ocurre con “¿Euzkadi libre?”, artículo publicado en el primer número del semanario F.E. que –no obstante– había visto la luz primeramente en el diario La Nación{31}. O con la conferencia que, bajo el título “Derecho y Política”, pronunciara el Jefe Nacional de FE de las JONS el 11 de noviembre de 1935, cuyo texto aparecerá reproducido tanto en el semanario del partido como en el portavoz del Sindicato Español Universitario, pese a que sólo se aluda en las Obras completas a la primera de las publicaciones{32}. Para David Jato, historiador oficioso de la organización estudiantil falangista, lo publicado  en el semanario del SEU corresponderá exactamente al guión preparado por el mismo Primo de Rivera, aunque según una carta de éste dirigida a Julián Pemartín, la versión publicada en Haz cuenta con «erratas infinitas»{33}.

De otras intervenciones públicas, en cambio, sólo se recogió una versión que pasó de esta forma a ser considerada canónica, desechándose otras. Es lo que ocurrirá con el discurso pronunciado en Linares el 1 de febrero de 1936, del que se publicará la versión aparecida en el conservador La Época (Madrid), aunque el anterior recopilador también conocía la publicada en Sevilla por La Unión{34}. ¿Por qué actuó así, cuando además ambos resúmenes presentan amplias discrepancias respecto del contenido de la disertación de José Antonio? En esta ocasión se nos escapa el motivo, pero no en otras. Es el caso de su participación en el mitin del Teatro Principal de Sanlúcar de Barrameda, del que se reproduce la versión aparecida en el portavoz oficial de FE de las JONS, mientras que ya con anterioridad a la última edición de las obras completas conocía Agustín del Río la existencia de al menos otras dos versiones, que recogiera en su recopilatorio José Antonio íntimo. Quizá en esta ocasión el silenciamiento se deba a que las fuentes de estas versiones alternativas yerran al señalar la fecha del acontecimiento, que realmente tuvo lugar el sábado 8 de febrero de 1936, lo que –ante la falta de una precisa comprobación– les restaba credibilidad{35}.

El discurso que el entonces triunviro de la recién creada FE de las JONS pronunciara en el acto de proclamación de la nueva organización en Valladolid el 4 de marzo de 1934 fue íntegramente reproducido en las páginas del pinciano Libertad al día siguiente. Empero, la versión incluida en sus obras completas se basará –sin seguirlo fielmente– en la que cuatro días más tarde vio la luz en el órgano madrileño del partido, que presenta abundantes –aunque acaso no muy significativas– diferencias sobre la versión príncipe, muy posiblemente debido a que ambas se apoyan en las anotaciones de diferentes taquígrafos{36}. En otras oportunidades, el recopilador silenció la fuente de la que tomaba los textos, una falta que no sería de gran importancia si no fuera porque la versión incluida en las obras completas no coincide con la recogida en la fuente más accesible y lógica. Así ocurre con la conferencia que Primo de Rivera pronunció un año después en el mismo lugar que el anterior discurso, que –al igual que aquél– presenta en su última versión algunas leves modificaciones{37}.

¿Cuál es la causa de estas diferencias? Sin duda alguna, la mayoría tiene su origen en una defectuosa tarea de edición literaria. La tosquedad de los medios empleados –muy posiblemente, trascripciones manuscritas insuficientemente contrastadas en las sucesivas versiones– y la ausencia de un rigor metodológico en el tratamiento documental –acaso no exigible en un médico, profesión de Agustín del Río, aunque sí en alguno de sus colaboradores– provocaría no pocos de los errores detectados.  Pero además, pese a tratarse de ediciones oficiales, el recopilador debió encontrar también dificultades de carácter político, de modo que la censura –impuesta o asumida– hizo su particular mella en las obras completas de José Antonio, aunque en ocasiones se disimule tras la anteriormente citada intención de edición literaria. Es, por ejemplo, el caso de las declaraciones de José Antonio Primo de Rivera al periódico madrileño Ahora publicadas el 16 de febrero de 1934; al tiempo que se destacaban tipográficamente algunas palabras de forma harto interesada –«El fascismo es una actitud universal de vuelta hacia uno mismo»–, al lector de la recopilación se le hurtaron los titulares de la entrevista, ni siquiera señalando su existencia como tales:

Primo de Rivera cree que a la revolución socialista sólo puede hacerle frente la revolución fascista

No creo en las soluciones intermedias que defienden los partidos populares

La lucha de Acción Popular contra los socialistas no resolverá el problema revolucionario de España. – El papel de Gil Robles es actuar frente a la revolución con los instrumentos del Poder en la mano como presidente del Consejo o ministro de la Gobernación

Hace falta una motivación espiritual muy fuerte para que los hombres se jueguen la vida, y eso es lo que les hace falta a los núcleos derechistas que se están organizando{38}

Mucho más significativas son otras intervenciones censoras, como la sistemática eliminación en las recopilaciones de textos joseantonianos –con la excepción de la publicada en 1976– del último punto de la Norma Programática de FE de las JONS, lo que por un lado se justificaba por su pretendida improcedencia una vez supuestamente alcanzado el Poder y por otro se explicaba porque delataba la manipulación de que había sido objeto la Falange con la forzosa Unificación de abril de 1937{39}:

27. Nos afanaremos por triunfar en la lucha con sólo las fuerzas sujetas a nuestra disciplina. Pactaremos muy poco. Sólo en el empuje final por la conquista del Estado, gestionará el mando las colaboraciones necesarias, siempre que quede asegurado nuestro predominio.

Tampoco se recogerán hasta ahora en ninguna de las ediciones de la colección supuestamente completa de textos salidos de la pluma de José Antonio aquellos escritos que éste redactase durante la permanencia en la cárcel hasta su fusilamiento el 20 de noviembre de 1936, sin duda porque podían comprometer la imagen que el régimen franquista quería dar del Fundador. Con todo, la existencia de estos papeles y aún el texto de varios de ellos fueron conocidos muy pronto. Quien fuera secretario general de la organización falangista y albacea personal –junto con Ramón Serrano Suñer– de José Antonio Primo de Rivera fue objeto en 1937 de canje por Justino Azcárate, a su vez preso en manos de las autoridades franquistas. Antes de su liberación, Indalecio Prieto «me entregó –afirma dicho falangista, Raimundo Fernández-Cuesta, en sus memorias– la fotocopia del testamento de José Antonio, así como de otros papeles existentes en su celda, entre ellos, un manifiesto enjuiciando la situación creada por la guerra y proponiendo un programa de solución y dos listas de Gobierno en las que figuraban los nombres de Martínez Barrio, para la Presidencia […]», indudablemente con el propósito de producir una distorsión en las relaciones entre los falangistas y Franco. Llegado a Biarritz, en el hotel donde se alojó Fernández-Cuesta para pasar la noche antes de traspasar la frontera le fue robada tan valiosa documentación: «Por más que hice gestiones, no la pude recobrar ni conocer su paradero»{40}. No hay motivos para dudar de la veracidad de la anécdota, pero no así de la sinceridad del relato, donde se oculta que –sin duda alguna– la maleta había caído en poder de los servicios secretos del Cuartel General del Generalísimo, lo que no fue obstáculo para que el testamento fuera incluido en la sistemática recopilación de los textos joseantonianos. Por otro lado, el mismo Prieto dio a conocer en cuanto tuvo oportunidad el contenido de los documentos políticos que conservó del Jefe Nacional de la Falange, primero en un breve folleto editado conjuntamente por el PSOE y la UGT en Francia y posteriormente en sus propias memorias{41}. Incluidos en la recopilación de textos inéditos que efectuaran Agustín del Río y Enrique Pavón, no será sin embargo hasta 1976 cuando se incluyan en las obras completas estos comprometidos textos, que no aparecerán en las previas ediciones de la Sección Femenina{42}.

Si la edición íntegra de las páginas escritas por José Antonio está salpicada por vicisitudes como las señaladas, que han hurtado a los lectores algunos de sus textos, no faltan tampoco las dudas sobre otros escritos a él atribuidos. Es lo que ocurre con el manifiesto fechado el 17 de julio de 1936, del que se desprendería la adhesión de José Antonio al Alzamiento. Será Manuel Aznar –nada proclive a veleidades críticas con el Franquismo desde posiciones próximas al purismo falangista– quien exprese por vez primera sus dudas sobre la autenticidad del documento, en la que han abundado otros autores{43}. Ciertamente, es muy posible la existencia de un manifiesto escrito por José Antonio en aquella fecha, pero es de temer que la redacción conocida responda a una reconstrucción posterior, cuando menos sesgada en la memoria por los acontecimientos posteriores.

Nuevas aportaciones

No siendo José Antonio Primo de Rivera autor que se dedicase a la redacción sistemática de sus textos, con posterioridad a la última edición de sus conocidas como obras completas han continuado apareciendo otros textos, cuya difusión no siempre ha sido lo amplia que debiera. Sin duda, la edición más conocida de textos de este tipo es la que realizara su sobrino Miguel bajo el título Papeles póstumos de José Antonio{44}, obra en la cual se dan como inéditos algunos textos que –según ya hemos visto– eran conocidos. Igual que ocurre con los documentos que prueban el propósito de José Antonio de mediar entre los contendientes para evitar la prolongación en el tiempo de lo que fuera la Guerra Civil, también se ofrecerá como inédito el texto de un ensayo de historia política que se da a conocer con el título “España: germanos contra bereberes”. Pese a que Miguel Primo de Rivera manifiesta en su prólogo que tuvo conocimiento de los documentos que trascribe al llegar a su poder en 1977, lo cierto es que ya se conocía su existencia con anterioridad y son varios los testimonios de quienes –cercanos a la Falange y a la propia familia Primo de Rivera– dicen haber consultado previamente el manuscrito{45}. Además, y al parecer por mano del cineasta José Luis Sáenz de Heredia, en 1993 se publicó por primera vez una versión del citado ensayo{46}, versión reproducida después por el actual marqués de Estella en el libro referido. Lamentablemente, la trascripción que del manuscrito se publicó resultaba defectuosa, hasta el punto de que ni siquiera el título que se dio al ensayo coincidirá con el original: “Germánicos contra bereberes; 15 siglos de Hist.ª de España”. Junto con notas empleadas por José Antonio en su defensa y en la de sus familiares con él encausados y juzgados en Alicante, así como correspondencia variada, se publican en sus Papeles póstumos los borradores de otros dos ensayos que pueden ofrecer mucho a los estudiosos de su pensamiento político{47} y algunos de aquellos «trabajos meramente literarios» cuya destrucción rogó en sus disposiciones testamentarias: la novela inconclusa Alarico Alfós, la titulada El navegante solitario –que retoma algunos personajes de la anterior– y una pequeña colección de sus poemas{48}. A cambio parecen escamotearse al lector otros textos, acaso anecdóticos.

Con todo cuanto incluye, no será ésta de su heredero la única edición importante de textos recuperados de José Antonio Primo de Rivera. Ya en 1980, Ian Gibson reprodujo la versión traducida al español del informe que al parecer el jefe nacional de FE de las JONS remitió en el verano de 1935 a las autoridades fascistas –que ya fuera dado a conocer en 1974 por el historiador Ángel Viñas{49}–, recuperando también algunas entrevistas concedidas a diferentes periodistas y en su momento publicadas en varios diarios, dos de ellos con el texto en catalán{50}. En sus indagaciones, al escritor irlandés se le escaparon las opiniones de Primo de Rivera insertadas en un pequeño libro publicado por Alfonso Martínez Carrasco sobre las posibilidades del fascismo en España, pasando también por alto las declaraciones que hiciera a Rafael Ortega Lissón en las Navidades de 1935 sobre las elecciones próximas{51}; tampoco aludirá a la entrevista que concediera en diciembre de 1933 al periodista Cecilio Garcirrubio, publicada en El Castellano –diario católico de Toledo–, que ha sido recuperada por José Luis Jerez Riesco{52}. Posiblemente, José Antonio concediera más entrevistas de las que hoy conocemos, pero la censura republicana impediría en su momento la publicación, y las vicisitudes de la guerra hicieron el resto; sólo un par de ellas, las concedidas a Montero Alonso y Ramón Blardony, fueron parcialmente conocidas y recogidas por el anterior recopilador{53}.

Por otro lado, a lo largo de estos últimos años se ha ido produciendo un pequeño goteo de cartas, ofreciéndonos breves y dispares destellos de su biografía. Entre esta correspondencia figuran algunas cartas que permiten, más allá de la anécdota, captar no pocos matices de la personalidad y el pensamiento de éste, como las que remitiera a su profesor Luis Olariaga{54}, Marichu de la Mora{55},  Miguel Maura{56}, el general José Sanjurjo{57} o el que fuera antiguo ministro de Agricultura de la CEDA Giménez Fernández en junio de 1936{58}, cuando el Jefe Nacional de la Falange ya llevaba semanas privado de libertad.

No deja de resultar curioso que entre estos hallazgos se encuentren algunos documentos que parecen dejar al descubierto algunos elementos claves de la vida pública de José Antonio. Así, la carta remitida a Fernando Gallego de Chaves{59} en la que resulta evidente su intervención en la creación de la Unión Monárquica Nacional como continuadora de lo que quiso ser la Unión Patriótica, hito que señala su inicio de la actividad política. Fechada después de la publicación del único número del periódico El Fascio –detalle éste nada baladí– y en pleno periodo de gestación de lo que sería Falange Española, en una carta a un industrial cántabro José Antonio anuncia su propósito de «emplear las vacaciones en estudiar más a fondo el movimiento político e intelectual fascista»{60}, confesión que delata un indudable interés intelectual por un movimiento político entonces en boga, al que se acercaba desde posiciones neoconservadoras. Apenas tres años más tarde, José Antonio dejará constancia escrita del resultado de ese estudio: «El fascismo es fundamentalmente falso»{61}. Esta trayectoria resulta sumamente tentadora para el analista, papel que intencionadamente deseo no asumir en esta ocasión.

Criterios para esta edición

El propósito de esta edición –que no alcanza a satisfacer de modo absoluto aquellas demandas a las que nos hemos referido más arriba– es doble. Por un lado, pretende convertirse en la fuente canónica de los textos joseantonianos, poniendo a disposición de todos cuantos estén interesados la versión más fiel –o, en su caso, la disparidad de versiones– de cada uno de los textos, debidamente tratados para su lectura, comprensión y manejo. De otra parte, esta recopilación ha de ser un instrumento fundamental para la comprensión de la peripecia biográfica de José Antonio, útil guía para seguir su trayectoria vital, aunque evidentemente no se trata de una biografía{62}.

Para ello hemos revisado uno por uno todos los textos conocidos –seguro que algunos han escapado a las pesquisas y quizá asomen ahora, al calor de esta edición–, recurriendo a las fuentes primarias o reproducciones fidedignas: la prensa nacional y extranjera, los periódicos falangistas de la época, el Diario de Sesiones de Cortes, la correspondencia original, los sumarios judiciales… Así, esta nueva edición aparece depurada de las manipulaciones antes mencionadas, libre de los antiguos errores de trascripción, con la versión íntegra de los textos; incluso, en aquellos casos de discursos con distintas versiones –por ejemplo, las correspondientes a las distintas crónicas publicadas por diferentes  periódicos– se ha optado por incluirlas todas, pues en el fondo de esta manera se informa de las diversas percepciones que los españoles tuvieron en su momento del mensaje de José Antonio. En todo caso, se ha reseñado la fuente empleada para la trascripción de cada texto, de modo que siempre se podrá contrastar la versión que ofrecemos en esta recopilación; sólo en contados documentos hemos de conformarnos con la versión ofrecida por el anterior recopilador, dada la imposibilidad de acceder a la fuente primaria. Además, incorpora los textos que hasta ahora habían sido hurtados a los lectores, lo que supera el centenar de registros. A cambio, se han desechado otros pocos textos cuya autoría se ha demostrado que corresponde a otros escritores; es el caso del manifiesto titulado “¡Neutralidad!”, salido de la pluma de Julio Ruiz de Alda{63}. También se han excluido algunos textos –como algunos pasquines del Movimiento Español Sindicalista (Fascismo Español) o un par de artículos aparecidos en El Fascio (Madrid)– sobre los que, pese a haber sido atribuidos por algunos autores a José Antonio, no existe constancia real alguna sobre su verdadera autoría y sí en cambio serias dudas; en otros casos, en cambio, se acepta la responsabilidad reclamada por el propio José Antonio ante los jueces, sabedor de que la inmunidad parlamentaria protegía al redactor.  En la medida de lo posible, se han evitado aquellos textos de los que únicamente existe una mera transmisión oral, especialmente aquellos que pudieran resultar trascendentales para la comprensión de la historia del movimiento nacionalsindicalista; es el caso de las palabras supuestamente pronunciadas por José Antonio en la reunión de la Junta Política efectuada en Gredos en junio de 1935, de las que existen al menos tres versiones sin soporte documental alguno{64}. En cuanto a los manifiestos suscritos por José Antonio, aun aquellos cuya redacción no se le pueda atribuir en su totalidad –o ni si quiera parcialmente–, han sido incluidos en esta recopilación por cuanto su texto fue asumido como propio por el dirigente falangista.

Esto no significa que no seamos conscientes de la carencia de algunos textos, de la existencia de los cuales tenemos noticia pero a los que ha sido imposible acceder. Así, por ejemplo, no se han podido incluir la versión taquigráfica de la intervención de José Antonio –corregida por él mismo– en el homenaje de Acción Española a Eugenio Montes, al parecer desaparecida entre la documentación de la revista{65} ni la carta dirigida a Coselschi en la que José Antonio excusaba su asistencia a la primera reunión de Montreux{66}. Tampoco se ha podido recoger la circular que, al parecer, redactó en enero de 1935 sobre la defección de Ramiro Ledesma Ramos{67} ni la trascripción de una entrevista que debió efectuarse ese mismo año para Radio Barcelona. Nos consta, además, la existencia de numerosos documentos dispersos –fundamentalmente, correspondencia y documentación jurídica– en archivos personales, notarías y despachos profesionales. En otros casos, pese a nuestros esfuerzos, la trascripción será incompleta por no haber sido posible el acceso a la fuente primaria, debiendo conformarnos con las versiones ya publicadas. Así ha ocurrido –por ejemplo– con las cartas que el dirigente falangista enviara a Marichu de la Mora{68} o algunos de los documentos conservados en la famosa maleta de la prisión de Alicante, cuya trascripción publicada por Miguel Primo de Rivera adolece a todas luces de numerosísimos defectos que no parece haya empeño en subsanar, pese a los reiterados intentos que hemos realizado por acceder a dicha documentación, sin éxito.

Para la ordenación de los textos, es indiscutible que el criterio cronológico resulta el más apropiado, entre otros motivos porque permite percibir la evolución personal e ideológica de José Antonio, amén de traslucir los principales hitos de su biografía y de la trayectoria del movimiento nacionalsindicalista. Sobre esta premisa, no obstante, se derivan a una posición secundaria los borradores existentes de algunos textos, primando –lógicamente– las redacciones definitivas, como es el caso del himno “Cara al sol” o la “Carta a un militar español”. Tratándose de una edición cronológica, se han revisado y ajustado las fechas de los textos incluidos; el caso más llamativo acaso sea el del artículo “La hora de los enanos”, publicado en el diario La Nación el 13 de mayo de 1930 con respuesta a las reacciones de la clase política tras la muerte de su padre, el Dictador don Miguel Primo de Rivera, aunque siempre se había tomado como referencia la versión publicada casi un año más tarde (el 16 de marzo de 1931) por el diario madrileño ABC. Para aquellos textos en los que no ha sido posible establecer la fecha de redacción se ha tomado la de publicación, que en cualquier caso refleja el momento en que estuvieron a disposición de sus destinatarios, siquiera mientras lo permitió la implacable censura republicana.

Consciente de la importancia de ubicar cada uno de los textos en su contexto espacial y temporal para alcanzar su más exacto significado, se han incorporado en esta edición algunos instrumentos básicos, como un suficiente aparato de notas aclaratorias y un exhaustivo apéndice onomástico con sucintas reseñas biográficas de todos y cada uno de los personajes mencionados, manteniendo –además– los titulares o entradillas que en su caso acompañaron a la primera versión conocida. Respecto de las intervenciones parlamentarias, se han mantenido las palabras pronunciadas por otros diputados en aquellos casos en que su lectura resultaba necesaria para la comprensión de lo dicho por José Antonio en el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Por otra parte, y con el fin de comprender las magnitudes económicas empleadas, conviene que el lector tenga presente que el valor de una peseta de 1936 alcanza 1,59 euros en 2006{69}.

En la medida en que ha sido posible, los caracteres destacados en la fuente empleada lo han sido también en esta trascripción en virtud de una fidelidad lo más estricta posible. En cambio, y con el propósito de facilitar la tarea del lector, se ha normalizado la grafía de las cabeceras de prensa y del propio nombre de la organización política FE de las JONS. Por otra parte, al tratarse en muchos casos de intervenciones orales –sujetos, por tanto, a la arbitrariedad del taquígrafo– o de textos escritos con premura, ha sido necesario revisar la puntuación con el sólo propósito de clarificar el sentido de los textos, sin intentar aplicar con rigor las normas hoy al uso. Además, los errores detectados en las fuentes manejadas han sido debidamente señalados o subsanadas en beneficio de la comprensión del texto, aunque algunos se han trascrito en nota para mantener la vinculación debida con el origen de la información. Por otro lado, el lector podrá conocer aquellos errores o manipulaciones más reveladoras o que alteraron significativamente el sentido de las palabras originales en las versiones del anterior recopilador mediante el empleo de diversas notas. De esta manera, sin interferir la linea argumental de cada texto, se conserva una mínima relación entre esta edición y las versiones previas, fueran la originaria o las trascripciones anteriores.

Agradecimientos

Pese a haber recurrido personalmente a multitud de archivos, bibliotecas y hemerotecas, un esfuerzo como el realizado en la elaboración de esta edición de las obras completas de José Antonio Primo de Rivera requería la concurrencia de muchas personas, cuya colaboración ha sido fundamental para la obtención de este resultado. En primer lugar, pese a las críticas y discrepancias con la tarea que realizara en su momento, es justo reconocer el mérito de Agustín del Río Cisneros y de sus colaboradores –Enrique Conde Gargollo y Enrique Pavón Pereyra son los nombres que permanecen en la memoria–, que reunieron con las limitaciones y defectos ya señalados el corpus fundamental de los textos joseantonianos. Partir de la nada después de siete décadas habría convertido nuestro afán en un objetivo mucho más costoso y, seguramente, más imperfecto.

Nadie como yo puede valorar la aportación a este trabajo de Luis M.ª Sandoval Pinillos, sin duda alguna trascendental. Su conocimiento de la versión publicada en 1976 y su perspicacia para la detección de algunas inexactitudes hicieron de su colaboración un elemento imprescindible para que ésta logre ser como ahora la encuentra el lector y no de otra forma.

Mis ojos en muchos archivos, hemerotecas y colecciones documentales tienen diferentes nombres: José Bernárdez Fonseca, José Manuel Jiménez Galocha, Ramón Serrano y, sobre todo, Miguel Ángel Jurado, que pasó muchas horas en la Biblioteca Nacional y la Hemeroteca Municipal de Madrid en mi lugar, escudriñando páginas de papel y rollos de microfilm para localizar las fuentes primigenias de muchos de los textos. Otros muchos buenos amigos me pusieron sobre la pista y aún proporcionaron diferentes documentos dispersos, algunos de especial valor: Enrique de Aguinaga, Alfonso Bullón de Mendoza, Carlos Caballero Jurado, José María García de Tuñón Aza, Fernando Lara de Vicente, Erik Norling, Néstor Pérez Bol, Enrique Sacanell Ruiz de Apodaca, José Utrera Molina o Miguel Ángel Vázquez, quien además ha prestado una inestimable ayuda a la hora de revisar el texto definitivo. En este capítulo de aportaciones merecen una mención especial Juan Antonio Notario Rondón y su hermana Antonia, que pusieron a mi disposición un humilde documento familiar e indagaron con especial interés sobre las circunstancias que lo rodearon; Francisco Asís de la Vega, que rescató de la colección del falangista Fernando Porro algunos documentos de especial interés; y los hermanos Sancho y Gonzalo Dávila, así como Rodrigo Pemartín Díaz, que generosamente me permitieron acceder a una serie de cartas de gran valor –alguna inédita– para de esta manera ofrecer una correcta trascripción.

Carlos González Agulló realizó la trascripción de las alocuciones de José Antonio en inglés y francés para la Paramount, mientras Jesús Ortiz, Anunciación Polo y César Ibáñez realizaron o revisaron las diferentes traducciones al español de documentos redactados en italiano, francés o catalán.

Debo agradecer a Plataforma 2003, y en especial a Jaime Suárez, la confianza depositada en este investigador para que llevara a cabo una tarea como ésta –confianza que espero no haber defraudado–, y el apoyo que me ha prestado mi buen amigo Luis Valiente, que sostuvo este empeño en momentos de especial dificultad y flaqueza.

Sin duda alguna, otros nombres merecerían también público reconocimiento, pero diversas circunstancias hacen que los silencie en esta ocasión, aunque igualmente deseo expresarles mi agradecimiento por su ayuda. No obstante, nadie debería perder de vista que la autoría de los textos corresponde a José Antonio Primo de Rivera, mientras que su edición textual es sólo responsabilidad mía; acepto como propios los errores de atribución o trascripción y las carencias que pudieran detectarse, encontrándome dispuesto a subsanarlos en cuanto sea posible la reparación.

Colofón

Confío que estas obras se constituyan no sólo en instrumento de referencia fundamental para los estudiosos de la figura del fundador de la Falange o de su obra política, sino para todos cuantos deseen conocer una época de nuestra historia que ha marcado y sigue aún marcando nuestro devenir diario. A los lectores sólo les ruego que se acerquen a estos textos con esa misma honestidad con que Rosa Chacel leyó, ávidamente, la versión de las obras completas de José Antonio que tuvo en sus manos durante el exilio: «Es cierto que su simpatía por los fascismos europeos, tan macabros, le salpicó con el cieno en que ellos se enfangaron, pero leyéndole con honradez se encuentra el fondo básico de su pensamiento, que es enteramente otra cosa. Fenómeno español por los cuatro costados.»{70} Porque sólo libres de prejuicios se estará en disposición de comprender el sacrifico de un hombre que abandonó la comodidad de su bufete para defender la memoria de su padre, que renunció a los privilegios de los de su clase en beneficio de otros que no lo comprendían o incluso lo odiaban, que tuvo la fortaleza de ánimo suficiente para afrontar con entereza el último trance de su vida, expresando con absoluta serenidad –sin afectación– un deseo que debería permanecer por siempre grabado en la memoria de las generaciones: «Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles».

20 de noviembre de 2006
70.º Aniversario del fusilamiento de José Antonio

Rafael Ibáñez Hernández




{1} R. Ibáñez Hernández, “La memoria escrita de José Antonio”, Aportes (Madrid) 50 (3/2002), p. 146-161.

{2} J. Díaz Nieva y E. Uribe Lacalle, El yugo y las letras : bibliografía de, desde y sobre el nacionalsindicalismo, Madrid : Barbarroja, 2005.

{3} Sin afán de exhaustividad, para lo que remito a la ya mencionada obra de J. Díaz Nieva y E. Uribe Lacalle, me limitaré a mencionar las antologías de G. Torrente Ballester, José Antonio Primo de Rivera : antología, Barcelona : Ediciones FE, 1940, de la que existen versiones en inglés y francés; D. Porres y A. del Río Cisneros, ¡Niños escuchad! : el mensaje de José Antonio : libro de lectura escolar, Madrid : Tall. Gráf. Cíes, 1957; J. Díez Clavero, El pensamiento jurídico de José Antonio, Madrid : Organización Sindical Española, 1967; o A. Gómez Molina, José Antonio : testimonio, Madrid : Doncel, 1969.

{4} A título de ejemplo, véanse las antologías de H. Thomas, José Antonio Primo de Rivera : selected writings, London : Jonathan Cape, 1972; P. Farías García, El pensamiento fundamental de José Antonio, Barcelona : Acervo, 1977; G. Loi Puddu, Contributo per un’antología del pensiero político de José Antonio Primo de Rivera, Milano : Giuffrè, 1983; o R. Hervás, José Antonio : textos revolucionarios, Barcelona : Ediciones 29, 1984.

{5} J. Ruiz de Alda, Obra completa, Barcelona : FE, 1939. Existe una versión electrónica: J. Ruiz de Alda, Obras completas. Falange Española de las JONS [en línea], http://usuarios.lycos.es/julio_ruiz_alda [consulta: 3 de enero de 2007]. En ambos casos se echa de menos, por ejemplo, R. Franco Bahamonde y J. Ruiz de Alda, De Palos al Plata, Madrid : Espasa-Calpe, 1926, obra que sin embargo, sí ha visto varias reediciones, la última del año 2000.

{6} Obras completas de Onésimo Redondo, Madrid : Publicaciones Españolas, 1954-1955; de su primer volumen existe una nueva edición bajo el título Onésimo Redondo : biografía y escritos, Oviedo : Tarfe, 1994. Algunos de estos textos son accesibles en O. Redondo, Obras completas [en línea], http://usuarios.lycos.es/onesimo_redondo [consulta: 3 de enero de 2007].

{7} R. Ledesma Ramos, Obras completas, Molins de Rei (Barcelona) : Nueva República, 2004. Algunos de sus textos se encuentran en un sitio web muy recomendable, enriquecido con notables aportaciones sobre este personaje: Nuestra revolución : web dedicada a Ramiro Ledesma Ramos [en línea], http://www.ramiroledesma.com/nrevolucion [consulta: 3 de enero de 2007].

{8} Obras de José Antonio, Santander : Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS, 1938-1941.

{9} Obras de José Antonio, [Bilbao?] : Arriba, 1939; Obras de José Antonio, Barcelona : FE, 1939-1941; de esta versión se conocen  diferentes ediciones.

{10} Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Madrid : Editora Nacional, 1942; Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Madrid : Vicesecretaría de Educación Popular de FET y de las JONS, 1945.

{11} Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Madrid : Dirección General de Propaganda, 1949; 1950².

{12} Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Madrid : Publicaciones Españolas, 1951.

{13} La primera de estas ediciones será Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Madrid : Delegación Nacional de la Sección Femenina de FET y de las JONS, 1954.

{14} A. del Río Cisneros y E. Pavón Pereyra, José Antonio abogado, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1963; A. del Río Cisneros y E. Pavón Pereyra, Los procesos de José Antonio, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1963; Textos inéditos y epistolario, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1956; Últimos hallazgos de escritos y cartas de José Antonio, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1962; José Antonio íntimo. Textos biográficos y epistolario, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1964; 1968³.

{15} Agradezco públicamente a Enrique de Aguinaga que pusiera a mi disposición copia de la correspondencia que testimonia las vicisitudes que a continuación narro.

{16} Dicha conferencia será el germen del “Informe sobre la Falange de José Antonio”, sucesivamente revisado y desarrollado; E. de Aguinaga, Un informe (1972) y sus revisiones, Madrid : Plataforma 2003, 2003.

{17} Carta de José Miguel Ortí Bordás a Enrique de Aguinaga, 19 de noviembre de 1970.

{18} Breve antología de José Antonio : libro azul, Madrid : Umbral, 1971. Aunque figura sin responsables, en la preparación de la obra debieron participar Enrique de Aguinaga, Carlos Campoy, Agustín del Ríos Cisneros, Pedro Farías y Juan Van Halen.

{19} El legado de José Antonio : introducción y selección de textos : afanes de unidad y de justicia, Madrid : Ediciones del Movimiento, 1972.

{20} Carta de Enrique de Aguinaga a Agustín del Río Cisneros, 25 de septiembre de 1973.

{21} Tarjetón del director general de Cultura Popular y Espectáculos, Ricardo de la Cierva, a Enrique de Aguinaga, sin fecha.

{22} Carta de José Antonio Girón de Velasco a Enrique de Aguinaga, 12 de octubre de 1973.

{23} Carta de Lula de Lara a Enrique de Aguinaga, 4 de octubre de 1973.

{24} Marcelo Arroita-Jáuregui, “Petición para un aniversario”, El Alcázar (Madrid), 20 de noviembre de 1973.

{25} Se refiere al artículo de Ramón Blardony, “Para el archivo de recuerdos de José Antonio”, Arriba (Madrid), 16 de abril de 1939.

{26} Carta de Marcelo Arroita-Jáuregui a Enrique de Aguinaga, 6 de diciembre de 1973.

{27} J. A. Primo de Rivera, Escritos y discursos. Obras completas (1922-1936), Madrid : Instituto de Estudios Políticos, 1976. Lamentablemente, gran parte de los ejemplares fueron destruidos en una suerte de auto de fe liberal.

{28} J. Díaz Nieva y E. Uribe Lacalle, El yugo…, p. 138, reseñan una novena versión en soporte magnético bajo la responsabilidad de Luis María Sandoval, señalando la existencia de varias ediciones con algunas variantes de contenido y manejo. Además, las obras son accesibles en Internet a través de dos sitios distintos: Obras completas de José Antonio Primo de Rivera [en línea], http://www.rumbos.net/ocja [consulta: 3 de enero de 2007]; y Obras completas de José Antonio [en línea], http://ocja.plataforma2003.org [consulta: 3 de enero de 2007].

{29} J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 234-238.

{30} J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 557-561.

{31} J. A. Primo de Rivera, “Después del plebiscito. ¿Euzkadi libre?”, La Nación (Madrid) (13 de noviembre de 1933), p. 1-2; J. A. Primo de Rivera, “¿Euzkadi libre?”, F.E. 1 (7 de diciembre de 933), p. 9, donde en cambio sí se indica que está tomado del diario madrileño; reproducido en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 229-230.

{32} “Derecho y Política. Extracto de la conferencia pronunciada por José Antonio Primo de Rivera en la inauguración del curso del Sindicato Español Universitario, el día 11 de noviembre de 1935”, Arriba 21 (28 de noviembre de 1935), p. 2, y “Nuestras actividades profesionales. Ante un público compuesto por más de dos mil estudiantes, Primo de Rivera pronuncia su conferencia sobre ‘Derecho y Política’ organizado [sic] por el Sindicato Español Universitario”, Haz 11 (17 de noviembre de 1935), p. 6-7; reproducido en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 792-795.

{33} J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 1.153; D. Jato, La rebelión de los estudiantes. Madrid :[s.n.], 19754, p. 289-290.

{34} José Antonio íntimo (1968), p. 462-465; J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 923-924.

{35} J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 936-937; José Antonio íntimo (1968), p. 466-470, donde se afirma que el acto tuvo lugar el 5 de febrero.

{36} En Libertad 77 (5 de marzo de 1934), p. 5 y 8; en F.E. 9 (8 de marzo de 1934), p. 8-9; la versión de las Obras completas, sin titulillos, en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 327-333; véase el Apéndice 1 del artículo anteriormente citado, R. Ibáñez Hernández, “La memoria…”, p. 153.

{37} “España y la barbarie”, en Libertad 125 (4 de marzo de 1935), p. 1-2; y, también sin titulillos, en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 568-572; véase el Apéndice 2 del mismo artículo, R. Ibáñez Hernández, “La memoria…”, p. 153.

{38} “Primo de Rivera cree que a la revolución socialista sólo puede hacerle frente la revolución fascista”, Ahora (Madrid) (16 de febrero de 1934), p. 27; reproducido en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 303-306.

{39} “Puntos programáticos de Falange Española de las JONS”, J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 478-482.

{40} R. Fernández-Cuesta, Testimonio, recuerdos y reflexiones, Madrid, Dyrsa, 1985, p. 109-110 y 119.

{41} I. Prieto, El testamento de Primo de Rivera, Toulouse : Partido Socialista Español : Unión General de Trabajadores de España, [s.f.]. I. Prieto, Convulsiones de España, México : Oasis, 1967, p. 138-142.

{42} “Guión de un manifiesto político inconcluso, redactado en la Prisión Provincial de Alicante”, José Antonio íntimo (1968), p. 533-534; J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 1.026-1.029.

{43} J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 1.021-1.022; J. M. García de Tuñón Aza, José Antonio y la República, Oviedo : Tarfe, 1995, p. 125-132.

{44} M. Primo de Rivera y Urquijo, Papeles póstumos de José Antonio, Barcelona : Plaza & Janés, 1996.

{45} De su existencia aparece una pista errónea –el texto no coincide con el contenido que se señala– en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 1.213. Véase, a modo de ejemplo, M. Cantarero del Castillo, Falange y socialismo, Barcelona : Dopesa, 1973, p. 235.

{46} J. A. Primo de Rivera, “España: germanos contra bereberes”, Razón Española (Madrid) 57 (en.-feb. 1993), p. 5-16.

{47} Nos referimos al “Cuaderno de notas de un estudiante europeo” y “Aristocracia y aristofobia”, así como al documento 129 de la llamada “Carpeta tío Miguel”, reproducido por M. Primo de Rivera y Urquijo, Papeles póstumos…, p. 168-183.

{48} En M. Primo de Rivera y Urquijo, Papeles póstumos…, p. 70-103 y 147-155. Aunque Miguel Primo de Rivera feche la segunda de las novelas citadas en agosto de 1936, al comienzo del manuscrito aparece una anotación que retrotrae su redacción a tres años atrás. En cuanto a los poemas aquí recogidos, sólo dos de ellos permanecían inéditos.

{49} I. Gibson, En busca de José Antonio, Barcelona : Planeta, 1980, p. 295-298; A. Viñas, La Alemania nazi y el 18 de julio, Madrid : Alianza, 1977², p. 420-425. El documento que contiene tal informe está en francés.

{50} I. Gibson, En busca…, p. 275-277 y 282-294. Se trata de “Ante la contienda electoral. José Antonio Primo de Rivera quiere ir al Parlamento a defender a su padre, que para él era la Dictadura”, Heraldo de Madrid (29 de septiembre de 1931); “Después de los sangrientos sucesos del mitin fascista en Valladolid. Primo de Rivera dice que la no violencia es una virtud estimable, pero no la principal”, Heraldo de Madrid (6 de marzo de 1934); “La trinitat feixística espanyola fa declaracions a L’Opinió”, L’Opinió (Barcelona) (26 de abril de 1934; “El consell de l’enemic. Una interviu amb el noi Primo de Rivera”, La Rambla (Barcelona) (13 de agosto de 1934); y “Después de una traición… Falange Española de las JONS está de enhorabuena”, Informaciones (Madrid) (18 de enero de 1935).

{51} A. Martínez Carrasco, Fascismo en España, Madrid-Barcelona : Júpiter, 1934, p. 76-77; “Falange Española no entrará en la unión de derechas, dice el señor Primo de Rivera”, Blanco y Negro (Madrid) (29 de diciembre de 1935), p. 10-12.

{52} “Una entrevista con José Antonio Primo de Rivera”, El Castellano (Toledo) (27 de diciembre de 1933); reproducida en J. L. Jerez Riesco, Falange imperial (crónica de la Falange toledana), Madrid : FN, 1998, p. 73-77.

{53} José Montero Alonso, “Palabras inéditas de José Antonio”, Fotos, 18 de noviembre de 1939; Ramón Blardony, “Para el archivo de recuerdos de José Antonio”, Arriba (Madrid), 16 de abril de 1939. La defectuosa trascripción, en J. A. Primo de Rivera, Escritos…, p. 859-860 y 1.005-1.007, respectivamente.

{54} Trascritas en Documentos inéditos para la historia del Generalísimo Franco, Madrid : Fundación Nacional Francisco Franco, 1992-, t. I, p. 6-8, oportunidad en que estas cartas se publican erróneamente fechadas en 1926.

{55} Fragmentariamente trascritas por I. de la Fuente, La roja y la falangista : dos hermanas en la España del 36, Barcelona : Planeta, 2006, p. 140-142.

{56} L. Romero, Tres días de julio. Barcelona : Ariel, 1967, p. 200-201.

{57} Reproducción fotográfica publicada por E. Sacanell Ruiz de Apodaca, El general Sanjurjo, héroe y víctima, Madrid : La Esfera de los Libros, 2004, p. 249.

{58} M. Lora-Tamayo, “Nobles adversarios”, ABC (Madrid), 29 de mayo de 1985, p. 41.

{59} La dimos a conocer hace algún tiempo: R. Ibáñez Hernández, “Nacionalismos totalitarios en conflicto. Las tentaciones fascistas en la España republicana” en Revisión de la Guerra Civil española / Alfonso Bullón de Mendoza y Luis Eugenio Togores (coords.), Madrid : Actas, 2002, p. 47-72.

{60} Carta a Tomás de la Dehesa Tellería, trascrita por vez primera por J. Velarde Fuertes, El nacionalsindicalismo cuarenta años después, Madrid : Editora Nacional, 1972, p. 63, sin que después la recogiera el anterior recopilador.

{61} “Cuaderno de notas de un estudiante europeo”, trascripción publicada por M. Primo de Rivera y Urquijo, Papeles…, p. 171.

{62} En carta remitida a la condesa de Yebes en mayo de 1934, escribe José Antonio: «Te envío la revista que te prometí y un ejemplar de los discursos de la Comedia en que empezó nuestro Movimiento. En ellos encontrarás algunos datos para mi biografía externa, encomendada a futuros historiadores superficiales; pero tampoco se te ocultarán algunos rasgos reveladores de mi biografía interna que tú estás llamada a escribir.»

{63} Como tal se reproduce en J. Ruiz de Alda, Obra…, p. 237-238, bajo el epígrafe «Pasquín de Julio Ruiz de Alda, con motivo de la oposición de Inglaterra a la conquista de Abisinia por Italia”.

{64} Textos inéditos y epistolario. Madrid : Ediciones del Movimiento, 1956, p. 305-306; J. Arrarás, Historia de la Cruzada española. Madrid : Ediciones Españolas, 1939-1943, t. VIII, p. 358-359; F. Bravo, José Antonio, el nombre, el jefe y el camarada. Madrid : Ediciones Españolas, 1939, p. 161-163.

{65} En nota a E. Montes, “A Roma, por todo”, Acción Española 75 (mayo 1935), p. 220.

{66} C. A. Gullino, “Mi evocación de José Antonio”, Legiones y Falanges (Madrid, Roma) 15 (enero 1942), p. 4-5: «Una copia fotográfica de dicha carta fue entregada en Burgos al entonces Secretario general, Raimundo Fernández Cuesta, a mi regreso de un viaje a Italia a principios de 1939».

{67} F. Ximénez de Sandoval, José Antonio (biografía apasionada), Madrid : Fuerza Nueva, 19767, p. 253, nota, sostiene conservar copia de dicha circular, aunque declina su difusión por cuanto publicarla «no añadiría nada realmente nuevo al doloroso episodio». Sí se recoge, en cambio, la carta a Sancho Dávila que se menciona en ese mismo lugar y en la que José Antonio comenta el contenido de la citada circular.

{68} Algunas de estas cartas han sido fragmentariamente trascritas por I. de la Fuente, La roja y la falangista : dos hermanas en la España del 36, Barcelona : Planeta, 2006, p. 140-142.

{69} Según un cómputo que para esta ocasión ha realizado nuestro amigo el profesor José Manuel Cansino.

{70} Precede a este párrafo lo que aquí sigue: «Dos cosas son increíbles: una, que todo eso haya podido pasarme inadvertido a mi, en España; y otra, que España y el mundo hayan logrado ocultarlo tan bien. Porque no me extraña que llegasen a matarle: estaba hecho para eso; pero que, después de muerto, se haya hecho el silencio sobre su caso… Era difícil y expuesto, por la gran confusión en torno […]»; R. Chacel, Alcancía (Ida), Barcelona : Seix Barral, 1982, p. 69-70.