[ 82a ]
El acto en el teatro Rosalía de Castro
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El discurso del señor Primo de Rivera
Don José Antonio Primo de Rivera comienza su discurso con estas palabras:
«Mi padre murió en París de soledad, soledad por estar lejos de los suyos, soledad por sentir que su obra no le acompañaba. Empezaban entonces los ataques, ahora recrudecidos por quienes durante más de seis años toleraron calladamente la Dictadura. Apenas llegó, a París la voz de los leales; llegaba en cambio la algarabía de los enemigos. Así, mi padre, que era joven cuando subió al Poder, envejeció en seis años.»
Una señora puesta en pie grita: «Las madres españolas ofrecemos nuestro cariño al hijo de quien evitó que los nuestros muriesen en Marruecos.» (Grandes aplausos.)
«Recordando aquellas tristezas –sigue diciendo Primo de Rivera– no podéis imaginar cómo siento en el corazón estos aplausos. Sois los que estabais con él, y también me alegra ver que hay aquí enemigos. Mi padre nunca los consideraba como tales porque era un corazón abierto a todos. También yo quisiera hacerme oír por ellos para convencerlos o para que me convencieran.»
Se refiere después al carácter eminentemente democrático de la Dictadura, que vivió siempre en contacto con la opinión y que recibía los anhelos de toda España, estudiándolos y atendiéndolos.
Termina pidiendo a todos que no desfallezcan ni dejen de ayudar a los gobernantes para desvirtuar aquella famosa frase en que se pinta a Castilla como una madre que eleva a sus hijos y luego los abandonac.
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[ 82b ]
El conde de Gualhorce y Calvo Sotelo pronuncian en la [sic] Coruña, brillantísimos discursos que despiertan el entusiasmo de la opinión
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Primo de Rivera
Dedica un recuerdo emocionado a su padre.
De él dice que cuando empezó a gobernar estaba más fuerte que sus hijosd, y cuando terminó su gestión estaba agotado, tanto que a los pocos días murió en París.
El vencedor de Alhucemas murió de soledad lejos de su patria, de soledad material y de soledad moral. (Ovación)
La Dictadura fue el gobierno más democrático que ha tenido España, porque no hubo anhelo popular que ella no recogiese y procurase satisfacer.
Refiriéndose al fin de ella, dice que cayó, en parte por la actitud de los intelectuales que creen que la única misión del hombre es pensar; en parte, por la actitud de un sector del Ejército, de lo que es preferible no hablar, y en parte, por la acción de algunos aristócratas que creen que les corresponde, por derecho de sangre, la dirección de la política españolae.
Ruega a los asistentes que salgan del mitin convertidos en apóstoles de la Unión Monárqucia, y que, con propósito levantado, apoyen al patriota ilustre que demuestra ser estadista y saber gobernar a España.
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a Presentados por el presidente del comité provincial de la Unión Monárquica, Fernández Diéguez, junto a José Antonio intervinieron en este mitin –celebrado en el Teatro Rosalía de Castro a partir de las once y media de la mañana– José Calvo Sotelo y el conde de Guadalhorce.
b Recogida, junto con la referencia a otros actos públicos celebrados durante ese mismo fin de semana, bajo el común epígrafe “Propaganda de la Unión Monárquica Nacional. – El pueblo de La Coruña ha tributado un fervoroso recibimiento al conde de Guadalhorce”.
c El anterior recopilador añadió, como si formase parte de la crónica periodística, la frase aludida, que se atribuye –con versiones diversas– a Alfonso Fernández Coronel, señor de Aguilar y enemigo ajusticiado por el rey Pedro I el Cruel :«¡Ay, Castilla, que faze los homes e los quiebra!».
d Añadió el anterior recopilador: «y que muchas personas más jóvenes que él».
e El anterior recopilador añadió el siguiente párrafo: «Si es emocionante ver cómo se celebran exequias grandiosas en honor de los grandes gobernantes, es tristísimo y desconsolador ofrecérselas por adelantado, haciéndoles pasar por un dolorosísimo calvario.»