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Madrid 1874-1880

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«Revue Scientifique», El cometa Coggia, 1874

«Revue Scientifique»

El cometa Coggia

Revista Europea, Madrid, 16 de agosto de 1874, año I, tomo II, nº 25, páginas 227-229.

Ya no vivimos en tiempos en que la aparición de un cometa anuncie la caída de los imperios o la venida de peste o de otras plagas. Tampoco tememos ya que tropiecen con la tierra; pero si la vista de éstos astros errantes no despiertan ningún sentimiento de terror, fáltanos mucho para conocer de un modo preciso su origen y su constitución física.
En su conjunto, la materia de un cometa obedece a las leyes de la atracción universal. Newton lo demostró respecto al gran cometa de 1680; pero una fuerza de esta especie no da cuenta, sino con gran dificultad, de la formación de la cabellera en el momento en que el astro se aproxima al sol, y de las singulares trasformaciones que a veces experimenta el núcleo en el intervalo de algunas horas. ¿Cuál es la naturaleza física de un cometa? Tal es la pregunta que se hacen los astrónomos y a la que procuran responder por todos los medios posibles.
Se sabe hace muchos años que la luz de los cometas es, en parte, tomada al sol. Si se examinan, en efecto, con prismas birefrigentes los rayos que nos llegan de uno de estos astros, se ve que dichos rayos son polarizados en el plano que contiene el sol, el cometa y el ojo del observador; tienen, pues, las propiedades de rayos luminosos, reflejados por la materia del cometa. Por otra parte, se puede calcular con bastante aproximación los resplandores sucesivos de un cometa, comparándolo a un cuerpo no luminoso iluminado por el sol, y cuyas distancias con respecto al sol y a la tierra cambien sin cesar.
La materia de los cometas no forma un conjunto sólido o líquido; es un gas o una sustancia análoga, porque, al través de ella, pueden verse estrellas más pequeñas, y este gas es muy poco denso, porque jamás se ha podido comprobar que produzca una desviación apreciable en los rayos de luz que lo atraviesan. Estos gases no están, al parecer, enérgicamente retenidos alrededor del núcleo, porque, desde que intervienen fuerzas extrañas, se prolongan en inmensa cabellera y pueden llegar hasta a separarse de la masa del cometa, para permanecer diseminados en el espacio. Con frecuencia se ha advertido que los cometas periódicos, los que en épocas próximas vuelven a la vecindad de la tierra, disminuyen progresivamente de brillo, pareciendo cada vez más pequeños, como si abandonasen una porción de su materia a lo largo de su órbita.

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