Zeferino González (1831-1894) |
Historia de la Filosofía Segundo periodo de la filosofía griega |
Corría el año 384 antes de la era cristiana, cuando en una colonia griega de Tracia vio la luz uno de los genios más poderosos que han aparecido sobre la tierra, y cuyo nombre brilló y brillará siempre en la historia de la Filosofía. Apenas es posible hablar de Filosofía y de ciencias sin que acuda a la mente y a los labios el nombre de Aristóteles, natural de Estagira, colonia de origen griego. Fue hijo de Nicomaco, médico y amigo de Amyntas II de Macedonia, y perteneciente a la familia ilustre de los Asclepiades, familia que hacía remontar su origen hasta Esculapio, y en la que parecía hereditaria y como vinculada la profesión de la medicina. Muerto su padre, que le había inspirado la afición a las ciencias naturales, Aristóteles pasó [269] a Atenas {89}, entró en la Academia y se afilió entre los discípulos de Platón, cuya enseñanza y lecciones escuchó por espacio de veinte años. Su maestro, que descubrió pronto el genio superior y el valor extraordinario del nuevo discípulo, solía apellidarle el pensamiento y el alma de su escuela, sin que esto impidiera a Aristóteles adoptar tendencias y direcciones doctrinales diferentes de las de su maestro, meditando y preparando ya desde entonces sus grandes trabajos filosóficos y científicos. Fundándose acaso en la oposición de doctrinas más bien que en documentos históricos, hase dicho que ya en la misma Academia estalló cierta rivalidad entre el maestro y el discípulo. Según tradición, pero tradición no muy autorizada, dícese que Aristóteles ponía en aprieto a su maestro por medio de cuestiones capciosas y sutiles, y que a su vez Platón solía comparar a su discípulo con los pollos, que pelean contra su madre cuando se sienten ya con fuerza.
Muerto Platón, Aristóteles permaneció tres años al lado de Hermias, tirano o rey de Atarne en la Misia, con el cual tuvo estrechísima amistad, tomando por esposa a su hermana Pytias, de la cual tuvo una hija del mismo nombre. A la muerte de Hermias se retiró a Mitilene, en donde al poco tiempo recibió la invitación de Filipo de Macedonia para que se hiciera cargo de la educación de su hijo Alejandro, invitación que [270] no honra menos al rey de Macedonia que al filósofo de Estagira, y que demuestra a la vez la justa celebridad que el último gozaba ya por entonces en toda la Grecia y países adyacentes. Las grandes empresas militares, políticas y científicas llevadas a cabo o favorecidas por su discípulo, demuestran bastantemente que Aristóteles supo responder a la confianza de Filipo en la educación y preparación del que a la vuelta de pocos años debía apellidarse Alejandro Magno, y formar época en los anales de la historia. Sabido es que el gran conquistador puso especial cuidado en adquirir, coleccionar y remitir a su antiguo maestro toda clase de documentos, noticias, libros y objetos capaces de contribuir al progreso de las ciencias, las cuales debieron mucho, sin duda, al amor que Aristóteles supo inspirar a su real discípulo.
No le debió menos Estagira, su patria, que había sido destruida y asolada en las guerras de Filipo; pues consiguió de éste su reedificación, privilegios y distinciones, entre las cuales sobresale la fundación o establecimiento de un gimnasio filosófico, apellidado Nymphaeum, donde el futuro conquistado de la Persia y de la India oyó las lecciones de Aristóteles, en compañía de Calistenes, Teofrasto y algunos otros, hasta que pasó a vivir en los campamentos para completar su educación militar {90}.
Mientras que Alejandro llevaba a cabo sus grandes [271] conquistas asiáticas, Aristóteles volvió a fijarse en Atenas, y el Liceo vio reunirse en torno del gran filósofo multitud de discípulos y oyentes de todo género. Dícese que su escuela recibió la denominación de peripatética, a causa de la costumbre de Aristóteles de enseñar paseándose por las calles de árboles del Liceo. No hay para qué añadir que el brillo y el nombre del Liceo obscurecieron bien pronto el brillo y el nombre de la Academia platónica y de las demás escuelas filosóficas contemporáneas.
A la muerte del vencedor de Darío, el partido macedónico fue objeto de la persecución y venganza del partido contrario en toda la Grecia, y especialmente en Atenas. Aristóteles no pudo librarse de esta persecución. Habiendo sido acusado de ateísmo por Curymedon y Demófilo, se retiró a Calcis en la isla de Eubea, para evitar a los atenienses un segundo crimen y la repetición de la tragedia socrática. Al poco tiempo, y en este lugar de voluntario destierro, falleció a la edad desesenta y dos años, de muerte natural, por más que algunos autores suponen que murió envenenado {91}. Según la tradición, Aristóteles tenía voz escasa, ojos pequeños, piernas delgadas, llevaba anillo y usaba cierta elegancia en el porte de su persona. Dícese que su amor al estudio le sugirió la idea de dormir con una bola de cobre en la mano, que le sirviera de despertador al caer en un vaso de metal.
{89} Suponen algunos autores que después de la muerte de su padre, Aristóteles se entregó en su juventud a una vida de desórdenes, y que, habiendo disipado su fortuna en éstos, se vio precisado a establecer en Atenas un comercio de droguería. Pero no existe testimonio alguno auténtico que confirme esta noticia, la cual, por otra parte, no se halla en armonía con lo que sabemos de su vida y costumbres.
{90} Dícese que los estagiritas, agradecidos a los muchos beneficios y favores que recibieron de su compatriota, instituyeron en su honor fiestas y juegos bajo el nombre de Aristotélica, que se celebraban anualmente.
{91} No merece discutirse, ni apenas mencionarse, la tradición, o, mejor dicho, la fábula, según la cual Aristótels se precipitó en el fondo del Euripo, despechado por no poder comprender y darse razón de su flujo y reflujo.
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Historia de la Filosofía (2ª ed.) 1886, tomo 1, páginas 268-271 |