Los esfuerzos de Bradwardin, Holkot y demás sostenedores del realismo, fueron impotentes para [385] conte ner el movimiento nominalista, debido a la vigorosa iniciativa de Occam, cuya doctrina en general, y con particularidad la dirección nominalista, déjanse sentir más o menos en gran parte de los filósofos y escritores filosóficos que le sucedieron en los siglos XIV y XV. Son los más notables entre estos:
a) Ricardo Suisset, físico y matemático a la vez que filósofo, el cual, llevado de sus aficiones físico-matemáticas, pretendió someter a una especie de cálculo las formas substanciales, sus grados de perfección, sus fuerzas y potencias. Fue también uno de los que más contribuyeron a la decadencia de la Filosofía con su Arte cabalística, y, sobre todo, con sus sutiles cuanto inútiles cuestiones De minimo et maximo, tan justamente ridiculizadas y tan enérgicamente reprobadas por Melchor Cano dos siglos después. Verdad es que Suisset no hizo más que seguir el ejemplo y desarrollar las semillas que le había dejado Occam, en cuyas obras encuéntranse ya, o indicadas, o formuladas, esta clase de cuestiones inútiles que tanto contribuyeron a la degeneración y descrédito de la escolástica.
b) Juan Buridán, rector que fue de la universidad de París, y famoso, más que por sus escritos, por el argumento del asno que se le atribuye,{1} adoptó la teoría nominalista de Occam, y hasta se dice que las [386] persecuciones que por este motivo sufrió le obligaron a abandonar su patria. Comentó parte de las obras de Aristóteles, y en la que escribió con el título de Summa de Dialectica, pone especial cuidado en explicar el valor, el uso y las aplicaciones de los términos, únicos universales que reconocían los occamistas, y de aquí el nombre de terministas que se dio frecuentemente a los nominalistas posteriores a Buridán.
c) Alberto de Sajonia, en sus Quaestiones in libros de coelo et mundo: el superior general de los Agustinos Gregorio de Rimini, en sus Comentarios sobre las sentencias de Pedro Lombardo, con algunos otros de menor nombradía, siguieron también la dirección nominalista de Occam.
d) Empero el más notable, a la vez que el más fiel e importante entre los discípulos y partidarios de Occam, es, a no dudarlo, Gabriel Biel, natural de Spira, en Alemania, profesor de Filosofía y Teología en la universidad de Tubinga, a cuya fundación contribuyó eficazmente con sus recursos y con su enseñanza, falleciendo en el año de 1495. Puede sospecharse con bastante fundamento que la dirección nominalista y la levadura crítico-escéptica que este discípulo de Occam depositó en el seno y las venas de la universidad de Tubinga, fomentadas y desenvueltas por el padre de la Reforma, y continuadas a través de los siglos por el principio y las tendencias racionalistas inherentes y como connaturales al protestantismo, han influido poderosamente en el origen y desarrollo de la exégesis naturalista y de las tendencias racionalistas que caracterizan a la escuela teológica protestante de Tubinga. [387]
Porque es preciso no olvidar que Lutero, el cual vivía ya y había hecho parte de sus estudios cuando Biel bajó al sepulcro, solía gloriarse de ser discípulo y partidario de Occam y de seguir sus principios nominalistas,{2} que a la sazón dominaban en las escuelas.
Biel, lejos de ocultar su predilección por Occam, dice terminantemente que su propósito es seguir y compendiar la doctrina de este maestro, a quien apellida indagador acérrimo de la verdad:nostri propositi est dogmata et scripta... Williel. Occam anglici, veritatis indagatoris acerrimi abreviare. De aquí el título que dio a su obra de Epitome et collectarium circa quatuor Sententiarum libros, y de aquí también el propósito y cuidado de resolver las cuestiones no tratadas por Occam, en armonía con los principios del mismo{3} y sin apartarse de sus ideas.
Después de estas indicaciones, excusado parece decir que Biel sigue paso a paso y con fidelidad [388] escrupulosa la doctrina de su maestro, sin excluir sus doctrinas escépticas, y principalmente las que se refieren a la psicología. Para Biel, como para Occam, la razón es impotente para demostrar la inmortalidad del alma: non potest demonstrari quod anima rationalis sit immortalis et incorruptibilis.
El único problema psicológico en que Biel abandona a su maestro, es el que se refiere a la pluralidad de almas y de formas substanciales en el hombre; pues su doctrina en este punto es idéntica a la de Santo Tomás,{4} apartándose, no sólo de Occam, sino también de Escoto.
Con respecto al problema o controversia acerca de la posibilidad de la eternidad del mundo, Biel considera como más probable la afirmativa. También admite la posibilidad de un número infinito actualmente (cathegorematice) y de una extensión infinita.
Con respecto a la extensión y la divisibilidad de la materia, enseña que el continuo, o sea la cantidad permanente, no se compone de indivisibles, pero que es divisible in infinitum, y, por consiguiente, que sus partes son infinitas con infinidad potencial o sincategoremática.
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{1} Para probar que la voluntad libre, colocada entre dos motivos o bienes iguales, no puede elegir ninguno y permanecería en perpetuo equilibrio sin obrar, decíase que un asno hambriento colocado a la vista de dos sacos de cebada que le atrajesen o excitasen en igual grado su apetito, moriría de hambre, sin inclinarse al uno más que al otro. Este argumento a simili, que con razón o sin ella se atribuyó al rector de la universidad de París, es lo que se llamó el asno de Buridán.
{2} Aparte de otros testimonios acerca de esto, tenemos el autorizado y nada sospechoso de Bayle, en cuyo Diccionario encontramos el siguiente pasaje, tomado de una disertación escrita poco después de la muerte de Lutero, disertación pronunciada en Alemania, y que Bayle atribuye a Gretser, al recibir el grado de Doctor en Teología. He aquí los términos en que se expresa, al hablar del fundador del protestantismo: «Et ne ignoraremus in quam scholasticae theologiae familiam nomen dederit (Lutherus), alibi nobis exponit, cum dicit se Occami castra secutum, cujus sectatores, tempore Lutheri, vulgo Terministae audiebant, longeque ac late in scholis regnabant, teste ipso Luthero, qui palam scribit se Occamicae seu modernorum sectae, placita et dogmata... penitus imbibita habere.» Diction., etc., art. Lutero, nota 2.ª
{3} «In aliis vero ubi parum vel nihil scripsit, aliorum doctorum sententias a dicti doctoris principiis non deviantes, quantum potero, ex clarissimorum virorum alveariis in unum comportare.» Epitome et Collect., prol.
{4} «In homine anima intellectiva, vegetativa et sensitiva, et forma corporeitatis, non sunt realiter distinctae, sed per unam animam indivisibilem homo intelligit, sentit, vegetat, movetur, es homo, animal, corpus, substantia.» Epit. et Collect., lib. II, cuestión uni.