Francisco Gracia Guillén 1939-2020
Licenciado en derecho y en filosofía, traductor y editor español (fundador y primer director de la revista Investigación y Ciencia, 1976-2002) nacido en Madrid en 1939, primogénito de Francisco Gracia de Val (†1980) y Rosa Guillén Guerra (†2004) –los dos aprobaron a la vez, en octubre de 1932, el ingreso en el plan de Formación profesional de la Escuela Normal de Maestros de Madrid–, y hermano del médico bioético zubiriano Diego Gracia Guillén (1941).
En la Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid coincide con Víctor Sánchez de Zavala (aunque nacido en 1926, inicia en 1960 esos estudios) y con Javier Muguerza (nacido en 1936), en el entorno de Aranguren (con los que, en 1970, había de compilar Teoría y Sociedad. Homenaje al profesor Aranguren).
«En aquellos cursos y seminarios de Aranguren fue, creo, donde conocí, entre otros, a los que desde entonces fueron también amigos como Javier Muguerza, Jesús Aguirre, Pedro Cerezo, Lucio García Ortega, José Manteiga, Francisco Gracia…» (Elías Díaz, «Aranguren: ética y política», Revista de Hispanismo filosófico, Madrid 2006, nº 11, pág. 12.)
«Éste es el Aranguren que yo había conocido personalmente en el curso 1957-1958 como libre oyente de sus lecciones de Ética en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Todavía conservo las notas y apuntes de sus clases de ese año sobre “Ética anglosajona contemporánea” y, además, sobre “Problemas fundamentales de ética”, que enseguida serían incorporados a esa gran obra de 1958: la moral como estructura, la moral como contenido, Aristóteles y Zubiri como esenciales inspiradores. Mi interés hacia él, antes con la lectura de todos sus otros libros, se reafirmó allí –en sus clases y en su trato personal– con carácter todavía más definitivo. Me lo había presentado Joaquín Ruiz-Giménez, con quien algo antes había comenzado yo a trabajar en su cátedra de Filosofía del Derecho de la Universidad de Salamanca. En esta universidad, mi otro punto de referencia, o polo de atracción –permítanseme estas breves digresiones personales–, era, y lo sería en los años siguientes cada vez más, tanto en su faceta política como en la intelectual, el profesor Enrique Tierno Galván. En aquellos cursos y seminarios de Aranguren fue, creo, donde conocí, entre otros, a los que desde entonces fueron también amigos, como Javier Muguerza, Jesús Aguirre, Pedro Cerezo, Lucio García Ortega, José Manteiga, Francisco Gracia… Volviendo ahora a todo esto, cuando hace ya tiempo que no tenemos entre nosotros al querido maestro, evoco de entonces y después tantos recuerdos, tantas conversaciones y debates, tantas enseñanzas transmitidas por él sin engolamiento alguno, como sin querer, con aquel tono suave y amable escepticismo suyo. Para todo contábamos con Aranguren, incluso para disentir. Y así hasta el final, hasta casi sus últimos momentos.» (Elías Díaz, “Entre los viejos maestros”, en Aranguren. Filosofía en la vida y vida en la filosofía, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid 2009, págs. 254-255.)
«Sería octubre del 61. Yo era una chica despistada que venía de la Universidad de Zaragoza, donde había cursado lo que se llamaban “los comunes” en la jerga de la Facultad de Filosofía y Letras de la época, a estudiar a Madrid la “especialidad” de Filosofía pura. […] Aranguren hasta entonces había sido el referente desconocido, indicado por mi profesor de Filosofía de Zaragoza, Eugenio Frutos, que validaba la elección de Madrid, con preferencia a Barcelona o Valencia, para estudiar Filosofía pura. A partir de ese día fue mucho más. Aquella jovencita provinciana y formal recién llegada de Zaragoza, que era yo, había empezado a contactar desde los primeros días de clase con algunos de los personajes más interesantes, cultivados e inquietos del curso como eran Víctor Sánchez de Zavala, Francisco Gracia, Juan Delval, Eugenio Gallego y Luis Gómez Llorente, que llegó más tarde. Ellos fueron los primeros que se movieron para darse a conocer al profesor y empezar a colaborar en sus Seminarios. Así que muy pronto empezaría yo a recibir la inestimable influencia de Aranguren. […] Para Sociología había elegido, por consejo de mi amigo Eugenio Gallego, el librito de Georg Simmel Cultura femenina y otros ensayos, un libro cuyas tesis son absolutamente falsas y misóginas y del que no recuerdo en absoluto lo que argumenté. Lo que sí recuerdo es que discutimos mucho en el examen oral mis tesis sobre la moral en la obra de Gide, lo cual tuvo a Paco Gracia muy entretenido oyéndonos y me felicitó por el coraje con que me defendí.» (Teresa López Pardina, «Memoria de Aranguren», Pasajes, nº 31, Valencia 2009.)
En julio de 1962 asiste a la oposición en la que se adjudica a Manuel Garrido Jiménez la cátedra de Lógica de la Universidad de Valencia, a la que también aspiraba Manuel Sacristán.
«La oposición fue un auténtico escándalo, pues Sacristán era con mucho el candidato con más méritos para obtener la plaza en aquellos momentos y las razones para negársela no podían ser sino descaradamente políticas, como un miembro del tribunal reconocería en mi presencia al cabo de algún tiempo de celebrarse aquélla. Cuando el fallo de la misma se hizo público, en una sala abarrotada de gente, que o bien era cómplice de los autores de la fechoría o bien se sentía amedrentada por un ambiente que no invitaba que digamos a levantar la voz, Víctor Sánchez de Zavala, Paco Gracia y yo (comandados, como ya comenzaba a ser normal, por Aranguren) nos levantamos ruidosamente de nuestros asientos y abandonamos el local dando un portazo para ir a reunirnos con Manolo.» (Javier Muguerza, en Salvador López Arnal & P. de la Fuente, Acerca de Manuel Sacristán, Destino, Barcelona 1996, págs. 671-672.)
En plena guerra fría, el anticomunista Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura, con fondos norteamericanos y a través de su tapadera, el Comité d'Écrivains et d'Éditeurs pour une Entr'aide Européenne, le concede el 22 de abril de 1963 una bolsa de viaje por importe de tres mil francos, que le permite desplazarse a Viena y Munich en octubre de 1963, para estudiar el círculo de Viena y la filosofía analítica. A su vuelta remite, en febrero de 1964, el correspondiente informe sobre su viaje por Austria y Alemania, copia del cual fue revisada en París por Pierre Emmanuel, supervisor de las actividades del Congreso por la Libertad de la Cultura en España. Esta es la ficha de esa ayuda:
Francisco Gracia Guillén
Colegio Mayor César Carlos. Avda. del Valle, 16. Madrid
Concedida la bolsa el 22 de abril de 1963
Importe: 3.000 F. Pagado el 9-9-63
Fecha de comienzo del viaje: 1-10-63
Nació en 1939. Licenciado en Derecho. Alumno de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, Sección de Filosofía. Tiene aprobadas cinco asignaturas del primer año en la Facultad de Ciencias Económicas. En el curso de estos estudios, ha obtenido reiteradamente las más brillantes calificaciones.
En 1959 fue becado por el Instituto Alemán de Madrid para asistir a la Universidad de Mainz, donde obtuvo el Diploma correspondiente al "Mittlestufe". En 1960, asistió con otra beca al curso de verano de la Universidad Götingen, donde obtuvo el correspondiente diploma de conocimiento de la lengua alemana.
En la revista "Moneda y Crédito" ha publicado un tema sobre "Derecho y Desarrollo Económico-Social". Tiene presentado un extenso ensayo sobre "La participación del jurista en el desarrollo económico y social de su país bajo el imperio de la Ley" al concurso organizado por la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra. Ha traducido directamente del alemán dos libros, titulados "Iglesia Católica y Democracia" (Taurus) y "Teoría analítica del conocimiento" (Taurus).
Tiene en preparación un trabajo sobre "La teoría del conocimiento en Moritz Schlick". Este trabajo es la primera expresión de su interés por la filosofía contemporánea inspirada en los trabajos del Círculo de Viena.
SOLICITA LA BOLSA, para trasladarse a Viena
Con el OBJETO DE obtener materiales históricos sobre la formación, características, doctrinas, etc., del mencionado Círculo, así como para entrar en contacto con algunos de sus representantes, tales como el profesor Kraft, dado que los materiales de que dispone en España son, en su opinión deficientísimos.
[Transcripción íntegra del original mecanografiado con anotaciones a mano (en cursiva).]
El epistolario geronés de José Ferrater Mora conserva siete cartas que le dirige Francisco Gracia Guillén, desde Madrid, entre 1965 y 1972. Aunque su consulta se mantiene restringida, por la descripción de estos documentos se conoce parte de los asuntos que tratan:
15 septiembre 1965: le agradece el prólogo que ha escrito [para su traducción de Los cuadernos azul y marrón, de Wittgenstein] y le hace comentarios sobre la traducción;
24 enero 1967: le da la noticia «de que el prof. Tierno Galván [director de la colección Estructura y función, de Tecnos, y traductor del Tractatus] se ha opuesto a incluir el prólogo a la edición de la obra de Wittgenstein que ha traducido; le hace saber que él mismo ha sido el primero en reaccionar y reprocharle a Tierno su acción incalificable»;
18 diciembre 1967: le comenta que el prólogo para la edición de la obra de Wittgenstein se ha extraviado;
18 marzo 1968: se refiere a la discusión con Tierno en defensa del prólogo de Ferrater, y traslada a Ferrater una valoración crítica de su libro El ser y el sentido;
16 diciembre 1968: «desea a Ferrater que se haya restablecido del accidente y dice que en todo momento estuvo informado por Muguerza; explica cuál es el ambiente en la Facultad y que muchos jóvenes se han pasado a la Autónoma donde tienen unas perspectivas mejores de trabajo; comenta que la idea de un libro de homenaje a Aranguren ha sido bien acogida»;
22 febrero 1969: «explica a Ferrater el trance que está pasando Muguerza, detenido y deportado en Albacete: hace algunas conjeturas sobre el estado de excepción y también hace referencia concreta a la actuación de Paulino Garagorri, que ha esgrimido una defensa que puede ser contraria a Muguerza»;
22 diciembre 1972: informa a Ferrater que le ha enviado un libro que ha publicado con trabajos relacionados con el lenguaje [la compilación Presentación del lenguaje, Taurus, Madrid 1972], y le dice que ha recomendado la publicación del libro de Priscilla Cohn sobre Heidegger. [Priscilla Cohn, Heidegger: su filosofía a través de la nada, prólogo de José Ferrater Mora, Guadarrama (Colección Punto Omega), Madrid 1975.]
En noviembre de 1966 inaugura CEISA (Centro de Enseñanza e Investigación S.A., impulsado por José Vidal-Beneyto) su Escuela de Ciencias Sociales en Madrid, institución privada de la que fue profesor: «1. Introducción a las Ciencias Sociales. Director: Prof. D. G. Ancochea Quevedo. Profesores: Mario Meléndez y Víctor Sánchez de Zavala. 2. Problemática actual de las Ciencias de la Naturaleza. Director: Prof. D. Pedro Laín Entralgo. Profesores: Ángel Rolland y Victoria Tudela. 3. Perspectivas del Pensamiento filosófico contemporáneo. Director: Pr. D. José Luis López Aranguren. Profesores: Javier Muguerza y Francisco Gracia.»
Fue uno de los coordinadores en 1969, junto con Víctor Sánchez de Zabala y Javier Muguerza Carpintier, del libro Teoría y Sociedad. Homenaje al profesor Aranguren, aparecido en 1970 (los tres firman la “Presentación”, fechada en agosto de 1969), donde aparece su artículo: «La paradoja del mentiroso en los lenguajes naturales» (págs. 97-115).
En 1972, a propuesta de Ramón Trías Fargas, consejero delegado de Editorial Labor desde 1968 (catedrático de Economía Política de la Universidad de Barcelona y, una vez muerto Franco, dirigente del partido catalanista CiU), fue nombrado Francisco Gracia consejero de la editorial Labor (en representación de Unión Explosivos Río Tinto, accionista entonces, con el 26,5% del capital, de la editorial). En 1974, por impulso de Trías Fargas, Río Tinto se convierte en accionista mayoritario de Labor (al hacerse con el 51% de las acciones), y Francisco Gracia Guillén es nombrado Director general de la editorial, cargo que desempeña hasta 1989. (Labor, fundada en 1915 en Barcelona, por el alemán Georg Willy Pfleger y el doctor José Fornés Vila, desaparece en 1996, tras ser adquirida en 1986 por Alianza Holdings, cuyo accionista principal era Diego Hidalgo Schnur, accionista mayoritario entonces de Alianza Editorial).
El nombramiento de Francisco Gracia Guillén como Director general de Labor fue visto con recelo por Carlos Barral, quien había sido gran cacique de entre los editores progres de la gauche divine franquista barcelonesa, cuya editorial había sido absorbida en 1973 por Labor, quedando Carlos Barral nombrado director general adjunto y director de ediciones. La tensión latente entre Gracia y Barral reventó en el verano de 1981, al publicar Carlos Barral, en el número 8 de Los Cuadernos del Norte (Oviedo, julio-agosto 1981), un relato titulado “Fin de capítulo”, por el que Francisco Gracia Guillén se sintió injuriado, promoviendo una sonada querella criminal contra el autor, el director de la revista, Juan Cueto Alas, y sus editores, la Caja de Ahorros de Asturias: en febrero de 1982 la prensa nacional aireó la noticia de la querella criminal por injurias contra Carlos Barral presentada por el director de la editorial Labor, que reclamaba una indemnización de 25 millones de pesetas (El País, 5 febrero 1982). José Manuel Vaquero, corresponsal de El País en Oviedo, ofrecía este interesante relato del litigio:
«Carlos Barral considera la querella contra él “un juicio a la imaginación”. “Se quiere juzgar el derecho a la imaginación”, manifestó el escritor barcelonés Carlos Barral a este periódicos al ser consultado sobre la querella por injurias presentada contra él en Oviedo por Francisco Gracia Guillén, editor de Labor, quien ha invocado el artículo cuarto de la Ley de Protección de Derechos Fundamentales (véase El País del pasado viernes). El querellante demanda, además de las penas legales, una indemnización de veinticinco millones de pesetas por la supuesta vejación de que ha sido objeto en un relato publicado por Barral en el número ocho de la revista Los cuadernos del Norte, editada por la Caja de Ahorros de Asturias. El juzgado número 4 de Oviedo abrió el sumario correspondiente ante la denuncia presentada por Francisco Gracia. El citado relato es un fragmento de un futuro libro de memorias que Carlos Barral titulará Prueba de artista y que todavía no está a punto de ser impreso. “Por tanto, el escándalo publicitario es prematuro y yo no lo he buscado”, afirmó Barral en sus declaraciones. “Es cierto”, agregó, “que en el artículo hay un retrato rencoroso de Gracia que un personaje de ficción hace al narrador”. El personaje de ficción, que escribe en primera persona, recibe las confidencias de Carlos Barral y entre ellas aparece “el retrato rencoroso” relacionado con el pasado editorial de Gracia. “Es un retrato cruel, hecho por un despechado, pero no hay material legal de delito porque en el libro todo es ficción”, dijo Barral, quien reconoce que el episodio del intento de absorción de Barral Editores por Labor existió, pero que en el libro la historia es contada como si no fuera cierta. Su novela es en realidad una creación literaria en la que aparecen personajes reales, afirma Gerardo Turiel, abogado del escritor barcelonés. Esta querella es semejante, en opinión de Barral, a una que presentara el canónigo de La regenta contra Clarín. Por el contrario, Francisco Gracia estima que al artículo de Los Cuadernos del Norte sólo le falta poner una fotografía suya para saber quién es el injuriado. “Todos los demás datos”, añadió, “son suficientemente explícitos”. Gracia se da por aludido cuando el autor habla de un personaje con este mismo apellido. “Desde el principio de su misión”, escribe el autor del artículo, “Gracia consideró un deber burocrático la absorción total de la pequeña Barral Editores, en la que sus dueños habían puesto dinero de juguete por frívolas razones personales”. Agrega el autor que la alternativa de ese deber era aniquilar “la editorial artesana, por razones de estricta lógica wittgensteiniana” ya que no había podido permitirse el lujo de simpatizar con una editorial de combate cultural ni con el mismo Barral. Francisco Gracia se limitó a comentar a este corresponsal que Labor tuvo y tiene una participación en Barral Editores y que en su día existieron unos planes que luego evolucionaron de forma distinta a la prevista. “De todas formas”, concluyó, “usted que ha leído el artículo en el que el personaje real o de ficción reconoce su animadversión contra mí. Ahora sólo falta esperar que los jueces digan la última palabra”.» (El País, Madrid, 9 de febrero de 1982.)
Como Carlos Barral Agesta resultó elegido en octubre de 1982, en las filas del PSC-PSOE, senador por la provincia de Tarragona, la Audiencia de Oviedo hubo de solicitar un suplicatorio al Senado para poder continuar el procesamiento del sobrevenido senador Barral… pero el Pleno del Senado, el 23 de noviembre de 1983, deniega tal suplicatorio. No se rinde Francisco Gracia Guillén, y en febrero de 1984 demanda amparo ante el Tribunal Constitucional: año y medio después, el 22 de julio de 1985, la Sala primera del TC declara la nulidad del acuerdo del pleno del Senado y «reconoció el derecho del recurrente a que la mencionada autorización no sea denegada por razones ajenas a la finalidad de la institución de la inmunidad parlamentaria». El proceso sigue y en noviembre de 1985 la Sala Segunda del Tribunal Supremo requiere al senador socialista y escritor Carlos Barral «la cantidad de 50 millones de pesetas, en concepto de fianza para asegurar las responsabilidades pecuniarias que pudieran declararse procedentes en relación con el delito de injurias graves en su novela Penúltimos castigos al editor Francisco Gracia Guillén, por el que ha sido procesado. Barral ha quedado en situación de libertad provisional, pero en caso de que no haga efectivo el importe solicitado, el tribunal le embargará bienes…» (El País, 30 noviembre 1985).
En enero de 1987 el ministerio fiscal solicita «que se condene al senador por Tarragona y diputado en el Parlamento Europeo Carlos Barral a tres meses de arresto, 40.000 pesetas de multa y se le obligue a pagar 25 millones de indemnización por un presunto delito continuado de injurias graves a Francisco Gracia Guillén, director gerente de la Editorial Labor.» A la querella inicial por el artículo de Los Cuadernos del Norte se había sumado otra querella en 1984, al repetirse las injurias en el libro Penúltimos castigos… pero como Carlos Barral había ascendido mientras tanto al limbo de los eurodiputados (desde las filas del PSC-PSOE, por supuesto) el Parlamento Europeo advirtió que Barral no podría ser procesado sin su venia…
«El pasado día 14 de agosto [de 2020] falleció Francisco Gracia Guillén, el que fuera fundador de Investigación y Ciencia y su director durante largo tiempo. Profesional con brillante trayectoria, destacó por su interés por la ciencia, entendida como pensamiento contrastado y creación intelectual sometida siempre a revisión. Era consciente de su importancia en todos los aspectos de la vida del hombre, en su desarrollo, en la cultura y en la organización de los sistemas sociales y económicos.
Abogado y filósofo de formación, Gracia destacó por su afición a las innovaciones técnicas. Se manejaba con soltura de profesional en el uso de transistores y válvulas. Pertenecía a un selecto grupo de discípulos de José Luis López Aranguren en la Facultad de Filosofía de Madrid. De hecho, dio clases de ética y sociología en la Complutense durante un breve intervalo de tiempo. Escribió incluso algún ensayo inédito sobre ética sin religión. Por encima de todo, le atraía la filosofía analítica, el llamado Círculo de Viena, cuya historia tradujo al español. Compendió ensayos sobre el lenguaje en un volumen muy apreciado.
En los años 70 recaló en Editorial Labor como representante de Unión Explosivos Rio Tinto, quien en ese momento era accionista mayoritario de la empresa. Y en 1974 fue nombrado director general, cargo que desempeñó hasta 1989. Lector empedernido, Gracia había sido un fiel seguidor de la revista estadounidense Scientific American, por lo que gestó la idea de trasladar sus contenidos al idioma español para poder difundirlos en España y todos los países hispanohablantes. Así fue como surgió el proyecto de Investigación y Ciencia.
Tras un año largo de gestiones correosas ante los propietarios y directivos de Scientific American, muy celosos del prestigio internacional alcanzado, Gracia consiguió que se concedieran a Editorial Labor los derechos de traducción. La oposición, que la hubo, procedió del interior. Se manifestaron no pocas reticencias iniciales de personajes que se suponían eximios expertos en el sector. Contó, sin embargo, con el apoyo de quienes fueron sus jefes en Rio Tinto, en particular, con José María Naharro, que fue presidente de Prensa Científica (editorial que publica Investigación y Ciencia) durante años. El equipo neoyorquino dio el visto bueno al proyecto después de conocer a quienes se iban a responsabilizar del mismo en su dirección y redacción. Tras la japonesa y la italiana, llegó así la edición española, una de las más veteranas, pues, en la constelación de naciones que se han venido sumando con los años. Hombre perfeccionista, Gracia procuró que aquel proyecto, balbuceante, saliera con luz propia desde el primer número, en octubre de 1976. Fue su director hasta 2002.
Gracia era un auténtico amante de la tecnología (de todas las secciones de Investigación y Ciencia, su favorita era “Taller y laboratorio” –Amateur scientist en la versión original–, que pretendía recoger lo que en las ingenierías españolas se llamaba prácticas de taller, y en las facultades de ciencias, prácticas de laboratorio). De hecho, fue pionero al concebir la importancia de la informática en los procesos editoriales. Tal es así que llegó a construirse su propio ordenador personal. Seguramente Investigación y Ciencia fue una de las revistas adelantadas en su aplicación práctica. Consciente del carácter colectivo de la tarea científica, mostró siempre una gran capacidad de liderazgo y promovió una estrecha colaboración entre todos los miembros del equipo. Los que le conocimos y trabajamos mano a mano con Paco tuvimos la suerte de convivir con un hombre inteligente, sensato, intuitivo, leal y generoso que ha dejado huella en todos nosotros. Descanse en paz.» (Pilar Brochal Garfella & José María Valderas Gallardo, “Fallece Francisco Gracia Guillén, fundador y primer director de Investigación y Ciencia”, Investigación y Ciencia, octubre 2020, página 96.)
★ Bibliografía de Francisco Gracia Guillén
1963 Traducción de W. Kreiterling, Iglesia católica y democracia, una contribución al entendimiento y la comprensión, Taurus (Cuadernos Taurus, 48), Madrid 1963, 120 págs.
«Filosofía y diálogo», Cuadernos para el Diálogo, Madrid, noviembre 1963, nº 2, págs. 14-17.
1964 Traducción de Arthur Pap, Teoría analítica del conocimiento, Tecnos (Estructura y función, 13), Madrid 1964, 324 págs.
1965 «Dos libros de ética», Revista de Occidente, Madrid, junio 1965, nº 27, págs. 387-394.
1966 Traducción de Victor Kraft, El círculo de Viena, Taurus (Ensayistas, 45), Madrid 1966, 209 págs.
1968 Traducción (de la segunda edición inglesa) de Ludwig Wittgenstein, Los cuadernos azul y marrón, Tecnos (Estructura y función, 25), Madrid 1968, 230 págs.
1970 «La paradoja del mentiroso en los lenguajes naturales», en Teoría y Sociedad. Homenaje al profesor Aranguren, Ariel, Barcelona 1970, págs. 97-115.
1972 Compilación de Y. Bar-Hillel y otros, Presentación del lenguaje, Taurus (Ensayistas, 89), Madrid 1972, 468 págs.