Antonio de Escobar y Mendoza SJ 1589-1669
Moralista español, soldado de la Compañía de Jesús, “celebérrimo teólogo” y prolífico comentarista, sus obras lograron gran difusión y merecieron numerosas ediciones en el siglo XVII.
Nicolás Antonio dice que Antonio de Escobar y Mendoza publica en latín “Summulam Casuum Conscientiæ (Pampelone, apud Joannem de Oteiza 1626, in 16)”, pero no existe ningún ejemplar localizado. Sin embargo, su libro en español titulado Examen de confesores y práctica de penitentes, recibe “Licencia y tasa” en Pamplona el 19 de marzo de 1628 y, se supone que ya impreso, “Fe de erratas” dada en la Compañía de Jesús de Pamplona el 23 de marzo de 1628 (aunque tampoco hay localizados ejemplares anteriores a Juan de Orteyza, Pamplona 1630).
Examen de confesores y práctica de penitentes es inmediatamente reeditado en distintas ciudades del Imperio español, de la Monarquía hispánica, desde Braga en 1630 hasta Cáller en 1632 (cabeza y corte del reino de Cerdeña, cinco años antes del intento de invasión francesa de esa isla española), Zaragoza 1632, Pamplona 1632, Valencia 1633, Zaragoza 1635, &c. Doce años después, la versión Pamplona 1639 (Juan de Orteyza) se dice “trigésima cuarta edición”, notablemente remodelada respecto de las anteriores (los tratados han pasado a ser libros, &c.).
Las primeras ediciones de esta obra reconocen lo modesto de sus pretensiones: “Al lector. He querido reducir a breve compendio lo que los más graves Doctores de la Compañía de Jesús han dicho en las materias de la Teología moral. Pongo de ordinario la Doctrina en que convienen todos, y ajustando sus pareceres con el del Cardenal Toledo por ser tan acertado.” La portada de Pamplona 1630 menciona por su nombre a seis jesuitas de entre esos doctores de la Compañía de Jesús de los que bebe: Toledo, Tomás Sánchez, Reginaldo, Egidio, Azor y Lesio. Cinco años después figuran en portada ocho nombres de jesuitas, los dichos más Filiucio y Layman.
La renovada “trigésima cuarta edición”, Pamplona 1639, nombra también a seis autores “de fuera” de la Compañía a los que se ha mirado: Bonacina, Manuel Rodríguez, Antonio Gómez, Navarro, Navarra y Medina (más adelante añadirá a Diana y Cruz), aunque ya son doce los jesuitas nombrados, no ya en la portada sino en la nota “Al lector”. Lo más curioso es que el cardenal Toledo ha dejado de ser la autoridad primera, sustituido por Francisco Súarez (que ni siquiera aparecía en las relaciones anteriores de seis y luego ocho jesuitas reconocidos). Estos doce son, y por este orden: Suárez, Tomás Sánchez, Lesio, Azor, Enríquez, Filiucio, Reginaldo, Toledo, Salas, Saa, Rebello y Layman. Pero no son cuatro, sino cinco, los que se incorporan a la nueva relación (pues se ha prescindido de Egidio, a pesar de ser uno de los seis presentes en la portada de 1630): Suárez, Enríquez, Salas, Saa y Rebello.
Cinco años después, en 1644, publica Escobar, en latín, una obra mucho más copiosa que el Examen de confesores, y que se presenta como continuación suya: “Post trigesimam-septimam Hispanicam Editionem, prodit prima additionibus illustrata”:
1644 Liber Theologiæ Moralis, Viginti & quatuor Societatis Iesu Doctoribus referatus: quem P. Antonius de Escobar & Mendoza, Vallisoletanus, eiusdem Societ. Theologus, in Examen Confessariorum digessit. Post trigesimam-septimam Hispanicam Editionem, prodit prima additionibus illustrata. Lugduni, Sumpt. Hæred. P. Prost, Philippi Borde, & Laurentii Arnaud, M.DC.XLIV. Cum privilegio. 44+854+11 páginas.
Aquí ya no son seis, ni ocho, ni doce… sino veinticuatro los doctores jesuitas de los que ahora liba Escobar in Examen Confessariorum, los veinticuatro doctores de la Compañía de Jesús que con sus obras abrieron los siete sellos que cerraban las siete partes de la Teología Moral.
Viginti quatuor Societatis Iesu Doctores, quibus libri Theologiæ Moralis septem signacula reserantur
Antonio de Escobar, Liber Theologiæ Moralis, Lugduni 1644
Antonio de Escobar, Liber Theologiæ Moralis, Bruxellæ 1651
Los veinticuatro doctores de la Compañía de Jesús para los que se abrieron los siete sellos del Libro de teología moral
Suarius
Vasquez
Molina
Toletus
Valentia
Sanchez
Azorius
Salas
Layman
Lugo uterque
Koninch
Rebellus
Reginaldus
Lessius
Castro
Saa
Petrus Hurtado
Gaspar Hurtado
Fagundez
Gordonus
Granados
Turrianus
Baldellus
Filliutius
Argumentum
Ioannes videns Apocalypseos cap. 5. methodum meo operi indulget, ut Theologiæ Moralis tractatio Positivæ sapiat interpretem. Agnus Iesus Theologiæ Moralis librum obsignatum ostentat. Septem sigillis Leges, Peccata, Iustitia, Censuræ, Virtutes, Status ac Sacramenta occluduntur; quæ quatuor Animantibus Bovi fortissimo agri versatori Suario, volanti Aquilæ Vasquez, prudenti iuris Homini Molinæ, ac Leoni adversus hæreses rugienti Valentiæ reseravit. Confident lectores vigintiquatuor Iesuitæ seniores quidem non ætate solum, sed scientia, videlicet Sanctius, Azorius, Toletus, Henriquez, Lesius, Rebellus, Coninch, Avila, Reginaldus, Filliutius, Salas, Hurtado de Mendoza, Gaspar Hurtado, Laymanus, uterque Lugo, Franciscus, & Ioannes, sanguine ac sapientia germani, Hunc virtutes & sapientia ad Sacræ Romanæ Ecclesiæ Principatum euexerunt, Becan. Fagund., Granados, Castro Palaus, Gordonus, Baldellus, Saa, ac Meratius. Legunt & Præpositus, Grethserus, Turrianus, Polancus, Busæus, Fernandez de Cordova, & alii, si Alcasare authore, numerus ille vigintiquatuor seniorum officii est. Hi plane scriptores libri sibi a Iesu obiecti mysteria doctissimis Volumninibus exararunt, a me quidem unum redactis in libellum, ut absque hyemalis molestia culturæ, Autumni gloria potiare.
Argumento
Con sus visiones proféticas en Apocalipsis, cap. 5, Juan inspira a mi obra un método que hace que este estudio de teología moral positiva tenga un regusto de alegoría. El Cordero Jesús nos muestra sellado el Libro de teología moral, en el que están encerrados bajo siete sellos las leyes, los pecados, la justicia, las censuras, las virtudes, los estados y los sacramentos, y que ha abierto a cuatro vivientes: a Suárez, cual buey robusto arador del campo; a Vázquez, cual águila en vuelo; a Molina, cual hombre versado en derecho; y a Valencia, cual león que ruge contra las herejías. Como lectores, sentados en sus tronos, están veinticuatro jesuitas ancianos, tanto de edad provecta como de profundo saber: Sánchez, Azor, Toledo, Enríquez, Lessio, Rebello, Coninch, Ávila, Regnauld, Filliucci, Salas, Hurtado de Mendoza, Gaspar Hurtado, Laymann, los dos Lugos –Francisco y Juan, hermanos de sangre y de sabiduría, siendo el último elevado al cardenalato de la Sagrada Iglesia Romana gracias a su sabiduría y virtudes–, Becan, Facúndez, Granados, Castro Palao, Gordon, Baldelli, Saa y Merat. También como lectores podemos añadir al Prepósito, Gretser, Turriano, Polanco, Buys, Fernández de Córdoba y otros, si, como sostiene Luis del Alcázar, el número de veinticuatro ancianos simboliza una dignidad. Sin duda, aunque estos escritores desentrañaron en doctísimos volúmenes los arcanos del libro que Jesús les mostró, por mi parte, los he reducido a uno solo, para que, sin las molestias de los cultivos invernales, entres en posesión de la gloria otoñal. [jahe]
Antonio de Escobar, Liber Theologiæ Moralis, Lugduni 1644 [xiv-xvi]
Operis idea
Ioannes videns Apocalypseos cap. 5. methodum, meo operi indulget, ut Theologiæ Moralis tractatio Positive sapiat interpretem. Agnus Iesus Theologiæ Moralis librum obsignatum ostentat. Septem sigillis Leges, Peccata, Iustitia, Censuræ, Virtutes, Status ac Sacramenta occluduntur; quæ quatuor Animantibus, Bovi fortissimo agri versatori Suario, volanti Aquilæ Vasquez, prudenti iuris Homini Molinæ, ac Leoni adversus hæreses rugienti Valentiæ reseravit. Consident lectores vigintiquatuor Iesuitæ, seniores quidem, non ætate solum, sed scientia, videlicet, Sanctius, Azorius, Toletus, Henriquez, Lessius, Rebellus, Coninch, Avila, Reginaldus, Filliucius, Salas, Hurtado de Mendoza, Gaspar Hurtado, Laymanus, uterque Lugo, Franciscus, & Ioannes, sanguine ac sapientiam germani, (hunc virtutes & sapientia ad Sacræ Romanæ Ecclesiæ Principatum euexerunt,) Becanus, Fagundez, Granados, Castro Palaus, Gordonus, Baldellus, Saa, ac Mæratius. Legunt & Præpositus, Tannerus, Bellarminus, Grethserus, Turrianus, uterque Polancus, Busæus, Fernandez de Cordova, & alii, si Alcasare authore, numerus ille vigintiquatuor seniorum officii est. Etenim omnes præcelsi Ordines Angeli septem appellantur, iuxta illud Raphaëlis, Sum unus ex septem. Tob. 12. cum pene sint innumerabiles. Mysteria itaque libri reseraturus, libri præmittam Prœmium, principiorum Theologiaæ Moralis nonnulla praælibans, nempe de Fine ultimo, de Actibus humanis, de Conscientia, de Gratia.
Idea de la obra
Con sus visiones proféticas en Apocalipsis, cap. 5, Juan inspira a mi obra un método que hace que este estudio de teología moral positiva tenga un regusto de alegoría. El Cordero Jesús nos muestra sellado el Libro de teología moral, en el que están encerrados bajo siete sellos las leyes, los pecados, la justicia, las censuras, las virtudes, los estados y los sacramentos, y que ha abierto a cuatro vivientes: a Suárez, cual buey robusto arador del campo; a Vázquez, cual águila en vuelo; a Molina, cual hombre versado en derecho; y a Valencia, cual león que ruge contra las herejías. Como lectores, sentados en sus tronos, están veinticuatro jesuitas ancianos, tanto de edad provecta como de profundo saber: Sánchez, Azor, Toledo, Enríquez, Lessio, Rebello, Coninck, Ávila, Regnauld, Filliucci, Salas, Hurtado de Mendoza, Gaspar Hurtado, Laymann, los dos Lugos –Francisco y Juan, hermanos de sangre y de sabiduría, siendo el último elevado al cardenalato de la Sagrada Iglesia Romana gracias a su sabiduría y virtudes–, Becan, Facúndez, Granados, Castro Palao, Gordon, Baldelli, Saa y Merat. Como lectores también podemos añadir al Prepósito, Tanner, Belarmino, Gretser, Turriano, los dos Polancos, Buys, Fernández de Córdoba y otros, si, como sostiene Luis del Alcázar, el número de veinticuatro ancianos simboliza una dignidad. En efecto, los órdenes excelsos en su totalidad se denominan “siete ángeles”, tal como dice Rafael: “Yo soy uno de los siete ángeles” (Tobías, XII), a pesar de que son prácticamente innumerables. Así pues, con el fin de revelar los misterios del libro, comenzaré presentando su “Proemio”, en el que explicaré brevemente algunos puntos relativos a los principios de la Teología moral, a saber: el fin último, los actos humanos, la conciencia y la gracia.
Мох quidem ad sigilli primi pergo referationem. Et vidi (ait Ioannes) quod apervisset Agnus unum de septem sigillis, & ecce equus albus, & qui sedebat super illum, habebat arcum. Apoc. 6. Christus eques potestatis arcum ostentans, qua & naturæ author, & Rex, ac Parens Ecclefiæ leges præscribit præcepta antiqua indicit, nova profert: in onerisque sublevationem Privilegia indulget.
Seguidamente, expondré la apertura del primer sello. “Y vi –dice Juan– que el Cordero abrió el primero de los siete sellos… y había un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco” (Apocalipsis, VI). Este jinete, que es Cristo, muestra el arco de su poder, por el que, como autor de la naturaleza, como rey y como padre de la Iglesia, impone los antiguos preceptos, anuncia los nuevos y, en el alivio de la carga, otorga privilegios.
Sigillo secundo reserato, exivit equus rufus, & qui sedebat super illum, datum est ei, ut sumeret расem de terra, & ut invicem se interficerent: & datus ei gladius magnus. Apoc. 6. Pacis ablegatio, vulnera, interitus undenam ducunt exortum? An non ex peccati gladio animum vulnerante, corpus comminvente? Ita Absbertus, & alii huiusce gladii magnitudinem interpretantur. Exhibet igitur huiusce sigilli Mysterium materias de peccatis in communi, de septem vitiis capitalibus, de universis peccatis mortalibus, quæ possunt a fideli committi.
Abierto el segundo sello, “salió un caballo rojo, y a su jinete se le concedió que terminase con la paz en la tierra, para que se degollasen unos a otros, y recibió una gran espada” (Ap., VI). ¿De dónde proceden la supresión de la paz, las heridas, las muertes? ¿Acaso no tienen su origen en la espada del pecado que hiere el alma y destroza el cuerpo? Así es como Ambrosio Autperto y otros intepretan el gran tamaño de esa espada. Por consiguiente, el misterio de este sello muestra las materias de los pecados en común, de los siete vicios capitales y de todos los pecados mortales que los fieles pueden cometer.
Et cum apervisset (pergit Ioannes) sigilam tertium, ecce equus niger: & qui sedebat super illum, habebat stateram in manu sua; & audivi quasi vocem: Bilibris tritici denario. Apoc. 6. Quis non videat hic Iustitiæ manu stateram gestantis imaginem, ut cunctis suum ius impertiri possit?
“Y cuando abrió el tercer sello –sigue Juan–, he aquí un caballo negro, y su jinete tenía una balanza en la mano y oí como una voz que decía: ‘Dos libras de trigo por un denario’” (Ap., VI). ¿Quién puede no ver aquí la imagen de la justicia que porta la balanza en su mano, para poder juzgar con sus leyes a todos?
Porro ex quarto aperto sigillo equus palidus prodiit, & qui sedebat super eum, nomen illi Mors, & infernus sequebatur eu: & data est illi potestas super quatuor partes terræ, interficere gladio, fame, & morte. Apoc. 6. Quam apposite mortem peccati, quam inferni contumacia comitatur, Censurarum, ac Pœnarum vulnera flagellant!
A continuación, del cuarto sello abierto “salió un caballo de color pálido, su jinete se llamaba Muerte y el infierno le seguía; y recibió el poder de aniquilar por medio de la espada, el hambre y la muerte, sobre las cuatro partes de la tierra” (Ap., VI). ¡Qué cosa tan conveniente que el infierno acompañe sin miramientos a la muerte pecaminosa y que atormenten las llagas de los castigos y la sevicia!
Post quinti sigilli apertionem, Vidi (aitc Ioannes) subtus Altare animas interfectorum propter verbum Dei, & datæ sunt illis singulæ stolæ albæ. Apoc. 6. Martyres quidem adhuc clamitantes subtus Altare divi amoris igne succensi, Fidei assertores, Speique felicitatis interminabilis, ob quam perituram vitam obtulere, commendatores Theologicarum virtutum Fidei, Spei, ac Charitatis victorias concelebrant, Religionisque gloriaæ thura libant.
Tras la apertura del quinto sello, “vi –dice Juan– debajo del altar las almas de los degollados a causa de la palabra de Dios… y cada uno recibió una estola blanca” (Ap., VI). En verdad, los mártires que todavía claman debajo del altar inflamados por el fuego del amor divino, defensores de la fe y de la esperanza en la felicidad eterna, por la que ofrecieron una vida destinada a extinguirse, y ensalzadores de las virtudes teológicas, concelebran las victorias de la fe, la esperanza y la caridad, y ofrecen incienso para gloria de la religión.
Equidem sexti sigilli referationem terræ sequitur concitatio. Et ecce terræ motus magnus factus est, &c. Apoc. 6. Principes, divites, & fortes terræ montium aduolant ad latibula, Agni futuram iram instar Leonis meditantes. Adstant Ecclesiæ Proceres Ordinum signati charactere. Gentes, Tribus, Populi, & linguæ innocentiæ amictu Agnum adorant. Dominicæ Reipublicæ tres Status hoc profert sigillum, Clericalem, Regularem Sæcularem. Quorum obligationes aggrediar exprimere.
En verdad, a la apertura del sexto sello le siguió un movimiento de tierra. “Y he aquí que tuvo lugar un terremoto…” (Ap., VI). Y los reyes, los ricos y los poderosos de la tierra corrieron a ocultarse en los montes, preparándose para la cólera que el Cordero, cual león, iba a desatar. De ella son preservados los miembros de la Iglesia marcados con una señal. Las naciones, las tribus y los pueblos de todas las lenguas, vestidos de blanco, adoran al Cordero. Esa misma señal portan los tres estados de la República del Señor, clerical, regular y secular, cuyas obligaciones expondré.
Deniq, Apostolus: Et cum apervisset sigillum septimum, vidi septem Angelos stantes in conspectu Dei, & datæ sunt illis septem tubæ. Et alius Angelus stetit ante Altare habens thuribulum aureum: & data sunt illi incensa multa. Apoc. 8. Plane Angelus hic Sacerdos Pontifex Ecclesiem Dominicæ, minister utique Sacramentorum, quæ septem in Tubis, totidem Angelorum, Augustino auctore, signantur.
Finalmente, el apóstol dice: “Y cuando abrió el séptimo sello, vi a siete ángeles que estaban de pie enfrente de Dios, y recibieron siete trompetas. Y otro ángel se situó ante el altar portando un incensario dorado y le fueron entregados muchos perfumes” (Ap., VIII). Sin duda, este ángel representa al sacerdote pontífice de la Iglesia del Señor, ciertamente, al administrador de los sacramentos, que están simbolizados por las siete trompetas de los siete ángeles, según san Agustín.
Iam vero septem sigillorum mysteria, seu libri Theologiæ Moralis doctrinæ quamplurimis Ecclefiæ Doctoribus apertæ fuere, ut doctissimis voluminibus exararent. At ego solummodo memoro referationem factam ab Agno suis Auctoribus Iesuitis, quorum scripta absumere curavi, non uti Propheta Ezechiel Doctor, sed uti edocendus Discipulus, ut scilicet tot volumina tanta tantillum unicum digererem in libellum, ut absque hyemalis pressura culturæ Autumni gloria potiare.
Pero los misterios de los siete sellos –es decir, las doctrinas del Libro de teología moral– ya se abrieron para muchos doctores de la Iglesia, que de este modo pudieron escribir sus doctísimos volúmenes. Sin embargo, yo sólo haré referencia a la apertura que el Cordero llevó a cabo para sus autores jesuitas, cuyos escritos he procurado utilizar no con objeto de enseñar como si yo fuese el profeta Ezequiel, sino de aprender como un discípulo, a saber, condensando en un solo libro pequeñito tantos y tan grandes volúmenes, para que, sin las molestias de los cultivos invernales, entres en posesión de la gloria otoñal.
Qualibet igitur in materia in primis Auctorum Societatis exhaurio medullam, Confessariorum in examen exponendam, indicatis generatim Auctoribus. Mox circa materias singulas speciales Doctorum meorum resolutiones ad principiorum generalium praxim attexo, iam specialiter Auctorum nomina & scripta citans, iam sola nomina recensens. Hoc ingenue profiteor, me nihil toto in libello scripsisse, quod Societatis Iesu non acceperim ex Doctore. Quas enim proprias passim resolutiones innuo, ex schola Societatis aperte deductas existimarim.
Así pues, en cualquier materia, en primer lugar, tomo lo esencial de los autores de la Compañía que debe exponerse para examen de confesores, indicando a los autores de manera genérica. Seguidamente, acerca de cada una de las materias especiales, pongo en relación las resoluciones de mis doctores con la praxis de los principios generales, ya sea citando en particular los nombres y escritos de los autores, ya sea mencionando únicamente sus nombres. Declaro con sinceridad no haber escrito nada en todo este libro que no haya tomado de algún doctor de la Compañía de Jesús. Pues dondequiera que yo indique resoluciones como propias, reconozco haberlas tomado claramente de la escuela de la Compañía. [jahe]
Antonio de Escobar, Liber Theologiæ Moralis, Bruselas 1651 [iii-viii]
Los veinticuatro doctores jesuitas morales destacados por Escobar en 1644
6 | 8 | 12 | 24 | Viginti quatuor | Societatis Iesu Doctores | α | ω | natione |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | 1 | Suarius | Francisco Suárez | 1548 | 1617 | Hispanus | ||
2 | Vasquez | Gabriel Vázquez | 1549 | 1606 | Hispanus | |||
3 | Molina | Luis de Molina | 1535 | 1600 | Hispanus | |||
1 | 1 | 8 | 4 | Toletus | Francisco de Toledo Herrera | 1534 | 1596 | Hispanus |
5 | Valentia | Gregorio de Valencia | 1549 | 1603 | Hispanus | |||
2 | 2 | 2 | 6 | Sánchez | Tomás Sánchez | 1550 | 1610 | Hispanus |
5 | 5 | 4 | 7 | Azorius | Juan Azor | 1535 | 1603 | Hispanus |
9 | 8 | Salas | Juan de Salas | 1553 | 1612 | Hispanus | ||
8 | 12 | 9 | Layman | Pablo Layman | 1574 | 1635 | Germanus | |
10 | Lugo uterque | Francisco de Lugo & Juan de Lugo (1583-1660) | 1580 | 1652 | Hispanus | |||
4 | 4 | 11 | Koninch | Egidio de Coninch | 1571 | 1633 | Belga | |
11 | 12 | Rebellus | Fernando Rebello | 1547 | 1608 | Lusitanus | ||
3 | 3 | 7 | 13 | Reginaldus | Valerio Reginaldo | 1540 | 1625 | Gallus |
6 | 6 | 3 | 14 | Lessius | Leonardo Lesio | 1554 | 1623 | Belga |
15 | Castro | Fernando Castro Palao | 1581 | 1633 | Hispanus | |||
10 | 16 | Saa | Manuel Sa | 1528 | 1596 | Lusitanus | ||
17 | Petrus Hurtado | Pedro Hurtado de Mendoza | 1578 | 1651 | Hispanus | |||
18 | Gaspar Hurtado | Gaspar Hurtado | 1575 | 1646 | Hispanus | |||
19 | Fagundez | Esteban Fagúndez | 1577 | 1645 | Lusitanus | |||
20 | Gordonus | Jacobo Gordonio de Lesmore | 1553 | 1641 | Scotus | |||
21 | Granados | Diego Granado | 1571 | 1632 | Hispanus | |||
22 | Turrianus | Luis de Torres | 1562 | 1635 | Hispanus | |||
23 | Baldellus | Nicolás Baldelli | 1573 | 1655 | Italicus | |||
7 | 6 | 24 | Filliutius | Vicente Filiucio | 1566 | 1622 | Italicus |
Las columnas de esta tabla se reordenan pulsando en el nombre de cada campo
En la columna “6”, el ordinal de los seis nombres que figuran en la portada de Examen de confesores de 1630 (al cuarto le dice ahí Egidio, por referencia indubitable a Coninch: en 1639, libro 2, cap. 3, nº 15, cita: “Egidio conin de Sacram.”, cita mejorada en la edición de 1650: “Egidio Coninch de Sacrament.”). En la columna “8”, el ordinal de los nombrados en la portada de 1635 del Examen (dos añadidos sobre la relación anterior). En la “12”, el ordinal de los citados en 1639, en la edición 34 del Examen (falta Enríquez, el quinto de esos 12, pues luego ya no forma entre los 24). Como en “12” no figura el Egidio de 1630 y 1635, son cinco los nombres presentes en las cuatro relaciones: Toledo, Sánchez, Reginaldo, Azor y Lesio. En la columna “24”, el orden por el que son mencionados los veinticuatro jesuitas destacados en el Liber Theologiæ Moralis, en 1644 (donde dicen “Koninch” con K, en 1651 dicen “Coninch”).
En realidad los Viginti quatuor Societatis Iesu Doctores de esta relación serían 25, pues en décimo lugar figuran Lugo uterque, “Franciscus, & Ioannes, sanguine ac sapientia germani”, hermanos, madrileños, de religión, sangre y sapiencia: ¿se hubiera mencionado a Juan de Lugo en esa relación de no haber sido creado cardenal en 1643, precisamente un año antes? Francisco, su hermano mayor, sí que tenía obra como moralista, pero, ¿hubiera figurado Francisco de Lugo de no ser cardenal su hermano? Adviértase que los hermanos Lugo son los más jovenes, de esta relación, que estaban vivos en 1644.
Hay dos Gordonus de esa época, ambos jesuitas escoceses y además de igual nombre: suponemos que el exaltado como “veinticuatro” es Jacobus Gordonus Lesmoræus, autor de Theologia Moralis Universa (París 1634), y no Jacobus Gordonus Huntlæus (1541-1620).
Por nación (jesuítica) de procedencia, según la Bibliotheca Scriptorum Societatis Iesu de Pedro Ribadeneira (actualizada por Sotuello, Roma 1676), estos veinticuatro jesuitas son: catorce españoles, tres portugueses, dos belgas, dos italianos, un germano, un gálico y un escocés. Cinco aún vivían en 1644.
Los veinticuatro jesuitas que aparecen listados en la página anterior al Argumentum en realidad son veinticinco; esto probablemente sea un “error” deliberado por parte de Escobar, como resulta palmario por lo que él mismo dice al final de su “Argumento”, donde señala que “el número de veinticuatro ancianos [en el libro del Apocalipsis] simboliza una dignidad” (“numerus ille vigintiquatuor seniorum officii est”), remitiéndose a Luis del Alcázar, S.I. Según este último, en su Vestigatio arcani sensus in Apocalypsi (Amberes 1614), oponiéndose a algunas interpretaciones que identificaban con individuos concretos a los veinticuatro ancianos de los que se habla en el cap. IV del Apocalipsis, éstos simbolizarían a la clase sacerdotal en su conjunto; así dice Alcázar (op. cit., p. 340): “…ad sacerdotalem nostrorum presbyterorum dignitatem exprimendam egregium esse symbolum 24 seniorum, licet nostrorum sacerdotum numerus multis millibus maior existat”. Acogiéndose a esta interpretación sobre el simbolismo en términos de clase de los 24 ancianos, en la propia presentación alegórica que de su Libro de teología moral hace Escobar, éste coherentemente sostiene que a esos 24 autores (que en realidad son 25), se les podrían añadir otros (como el Prepósito, Gretser, Polanco, Buys…), que él mismo menciona y que, aún así, a pesar de superar ampliamente el número de 24, todos ellos podrían seguir estando simbolizados por esos 24 jesuitas ancianos, ya que éstos no representarían individuos concretos, sino la clase (o dignidad, para utilizar el término con que yo he traducido “officium”) de los jesuitas en su conjunto. [jahe / 11 enero 2018]
Doce años después de haber establecido Escobar tal relación de 24 autoridades de jesuitas morales, el atormentado rigorista filojansenista Blas Pascal, vicioso por empedernido usuario del cilicio, se ceba con Escobar en las panfletarias burlas de sus Provinciales de 1656:
«¿Quién es ese Escobar, padre mío? dije yo. ¡Pues qué! ¿no conoces a Escobar, de nuestra Compañía, que compuso aquella Teología moral sacada de veinticuatro de nuestros padres; sobre lo cual hace en el prólogo una alegoría de este libro con el del Apocalipsis que estaba sellado con siete sellos; y dice que Jesucristo le ofrece de esta suerte sellado a los cuatro animales, Suárez, Vázquez, Molina y Valencia, en presencia de veinticuatro jesuitas que representan los veinticuatro ancianos? Leyó toda la alegoría, y le parecía muy buena y bien ajustada para darme a conocer la excelencia de la obra. Y buscando luego el lugar donde trataba del ayuno: Este es, me dijo, en el tr. 1, ex. 13, n. 68. Quien no puede dormir sin cenar ¿está obligado al ayuno? De ningún modo. ¿No estás contento? No lo estoy del todo, dije; porque bien puedo llevar el ayuno haciendo colación al mediodía y cenando por la noche. Mira pues lo que se sigue, me dijo; todo lo han considerado nuestros padres: Y si puede pasar sin colación por la mañana cenando por la noche, ¿tendrá obligación de hacerlo? Este es puntualmente mi caso. No, ni aun entonces está obligado al ayuno; porque nadie tiene obligación de invertir el orden de sus pastos. Nuestro padre Filiucio lo dice. ¡Oh qué linda razón! dije yo. Pero dime, prosiguió, ¿acostumbras beber mucho vino? No, padre mío, dije; no lo puedo llevar. Decíalo, respondió, para avisarte que lo podías beber por la mañana, y siempre que quisieras, sin quebrantar el ayuno; y en el vino se halla algún sustento. Aquí está la decisión en este mismo lugar, n. 75: ¿Puédese sin romper el ayuno beber vino a cualquier hora que se quisiere, y aunque sea en mucha cantidad? Sí, se puede, y aunque fuera hipocras. No me acordaba yo de este hipocras, dijo el padre; apuntaréle con otras cosas curiosas que tengo notadas en mi librillo de memoria. Admirable hombre, dije yo, es este Escobar. Todo el mundo le quiere bien, dijo el padre. Forma tan graciosas cuestiones que es gusto. Repara en esta, en ese mismo lugar, n. 38: Si un hombre duda si tiene veinte y un años, ¿tiene obligación de ayunar? No. Pero si yo cumpliera veinte y un años a la una de la noche, y mañana fuese día de ayuno, ¿estaría obligado a ayunar? No; porque podrías comer todo lo que quisieras desde media noche hasta la una, por no haber cumplido hasta entonces los veinte y un años; y así, estando en tu mano el quebrantar el ayuno, no tienes obligación de guardarle.» (Luis de Montalto, Carta quinta a un provincial, París, a 20 de marzo de 1656.)
1753 «Más ha de 100 años, que este noble sagrado Cuerpo de la Compañía de Jesús contaba 4000 escogidos Doctores, que esgrimiendo plumas por espadas, e innumerables volúmenes por lanzas, hicieron guerra a los enemigos de Dios, y de nuestra Santa Fe (P. Antonius Escobar de Mendoza, tomo 5, lib. 12. part. 1, sec. 1 in Ignatiu, Paneg. 1 observ. 4, num 34, refiere dicho número de Autores en el año 1646, en que escribió). Mucho mayor es el número de Soldados de esta Compañía en nuestros tiempos […]. El eruditísimo Antonio Escobar de Mendoza compara al Patriarca San Ignacio, y a la Compañía a aquella portentosa fuente del Paraíso, que dividiéndose en cuatro copiosísimos ríos daba abundante riego a toda la redondez de la Tierra. Ignacio, y la Compañía de Jesús (dice aquel sabio Escritor) es esta fuente del Paraíso; fuente de erudición, y sabiduría, santidad, y doctrina, que dividida en cuatro mil cabezas, o caudalosos ríos de Doctores, con saludables corrientes de casi infinitos volúmenes riega, y fecunda a todo el Cristiano Orbe.» (Fr. Buenaventura de La Nuza, Aprobación, firmada en Barcelona en 3 del mes de marzo del año 1753, a Vida de S. Ignacio de Loyola, de Francisco Xavier Fluviá, tomo 1, Barcelona 1753.)
«Escobar (Antonio), apellidado de Mendoza, Jesuita español, y famoso casuista, como es notorio: murió el día 4 de julio de 1669 de más 80 años de edad; dejó diversas obras de su puño: in VI. cap. Joannis: ad evang. SS. comment. commentaria in vetus & novum testamentum: theologia moralis: examen, y pratica de confesores, &c. Era natural de Cuenca.» (Luis Moreri, El gran diccionario histórico, París & León de Francia 1753, tomo tercero, segunda parte, pág. 989.)
1846 «Escobar (Antonio), jesuita español, murió en 1669, es autor de muchas obras; pero la que más ha dado a conocer su nombre es la Teología moral, cuyos principios lapsos, han metido mucho ruido.» (Bergier-Monescillo, Diccionario de Teología, Madrid 1846, t. IV, pág. 556.)
1886 «Escobar (Antonio). Jesuita, famoso casuista y predicador incansable, de quien se dice que predicó toda la Cuaresma por espacio de cincuenta años sucesivos. Debe contarse como uno de los miembros más distinguidos de la Compañía en su época, y uno de los que han recibido mayores censuras por parte de Pascal en sus Provinciales, lo cual no es de admirar por su virtud, celo y sabiduría. Su doctrina, que expuso en sus obras, Teología moral, Tratado de la justicia y el derecho, y Casos de conciencia, son las que han merecido mayores críticas, acusándole de laxo y excesivamente tolerante. Pero la doctrina de sus libros está sacada literalmente de las obras de los Santos Padres. También se dice que es autor de aquella máxima tan criticada a la Compañía, de que la pureza de intención justifica los actos reputados vituperables por la moral y las leyes humanas; proposición que efectivamente fue censurada en Roma, pero que no es la doctrina de la Compañía sino exagerada por sus enemigos. También se le acusa de que en sus libros se manifestó muy pródigo en concesiones a las debilidades humanas. Este sabio Jesuita nació en Valladolid en 1589 y murió en 1669. Escribió muchísimas obras, y las principales son: Comentarios sobre la Sagrada Escritura, en nueve tomos en folio; Comentarios ad Evangelia sanctorum, en seis tomos, que todos llevan por título Lignum vitale. Otros comentarios también en seis tomos: In Evangelia temporis, que llevan igualmente por título Lignum vitale, y las que arriba hemnos mencionado.» (Diccionario de ciencias eclesiásticas, Valencia 1886, tomo 4, página 207.)
1892 «Escobar y Mendoza, Antoine, né à Valladolid en 1589, entra au noviciat en 1604. Il se distingua dans le ministère de la chaire et composa des ouvrages de théologie morale, qui ont immortalisé son nom, grâce surtout aux critiques passionnées de Pascal. Il mourut à Valladolid. le 4 juillet 1669. […]» (Carlos Sommervogel SJ, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, Bruxelles-París 1892, tomo III, columnas 436-445.)
1908 Karl Weiss (Universität Graz) [1853-1931], P. Antonio de Escobar y Mendoza als Moraltheologe in Pascals Beleuchtung und in Lichte der Warheit, St. Josef-Vereins-Buchdruckerei, Klagenfurt 1908, 336 págs.
1911 Karl Weiss [1853-1931], P. Antonio de Escobar y Mendoza als Moraltheologe, in Pascals Beleuchtung und in Lichte der Warheit, auf Grund der Quellen, Herder, Friburg im Breisgau 1911, 336 págs.
«P. Antonio de Escobar y Mendoza als Moraltheologe in Pascals Beleuchtung und im Lichte der Wahrheit. Auf Grund der Quellen von Dr. Karl Weiss R. R. o. ö. Universitats-Professor in Gratz. (El P. Antonio de Escobar y Mendoza como teólogo moralista según Pascal y según la verdad. Estudio fundado sobre las fuentes por el Dr. Carlos Weiss, profesor ordinario de la Universidad de Gratz.) Un tomo en 4.° de 366 páginas, con un retrato de Escobar, 3,80 marcos en rústica, 5 encuadernado. Friburgo de Brisgovia, Herder, 1911. Los que leen, no para saber la verdad, sino por entretenerse, aunque sea a costa de la verdad y de la honra ajena, no dejarán de leer las burlerías de Pascal contra el jesuita Escobar, y, en general, contra la doctrina moral de los jesuítas; pero los que ante todo buscan la verdad se enterarán con gusto del trabajo imparcial, documentado y científico del Dr. Weiss, quien, después de un examen atento de las cartas provinciales de Pascal y de los textos de Escobar y de otros, descubre la falsía de Pascal, de cuyas sienes quita la corona, que le habían ceñido la ignorancia y la parcialidad, para trasladarla a Escobar por su profunda doctrina y sus virtudes. Pero no confiamos en que el calumniador sea por todos definitivamente condenado y reconocida la verdad, porque... no todos los hombres aman ni practican la justicia. ¡Cuántas veces hemos oído imputar a los jesuítas la máxima el fin justifica los medios, precisamente por aquellos que, a condición de llegar a sus fines, no titubean en usar cualquier medio, por reprobable y criminal que sea! N. N.» (“Noticias bibliográficas”, Razón y Fe, Revista mensual redactada por padres de la Compañía de Jesús, Madrid, enero-abril 1912, año XI, tomo XXXII, páginas 257-258.)
«P. Antonio de Escobar y Mendoza als Moraltheologe, in Pascals Beleuchtung und im Lichte der Wahrheit auf Grund der Quellen, von Dr. Karl Weiss, Herder, Friburg im Brisgovia, 1911. Se propone el autor, en primer término, hacer una apología del famoso Jesuita P. Escobar, tan denigrado por Pascal en sus Cartas Provinciales, basada en documentos y textos originales. Pero “además de este inmediato intento –dice él en el Prólogo– persigue nuestro escrito otro más alto y universal: pretende ser, sobre todo, una apología así de la teología moral como de la moral católica, logrando de este modo una significación muy actual” (págs. 3-4). Tal es, en efecto, el fin que se descubre en toda la obra. Se divide en tres partes, a las cuales precede una Introducción de 58 páginas. En ella nos da el Dr. Weiss algunas noticias biográficas del célebre Jesuita, de su actividad literaria y científica, de su modo de presentar y discutir las cuestiones teológico-morales y, en fin, de los ataques de que ha sido objeto por parte de los jansenistas, y en particular de Pascal. Digámoslo más brevemente: en la Introducción aduce los datos necesarios para poder juzgar la personalidad y doctrinas del P. Escobar. En las tres partes siguientes estudia las opiniones del P. Escobar relativas a a), las cuestiones generales de teología moral; b), cuestiones especiales, y c), medios de la gracia. Todo ello en relación con las críticas de Pascal. No se contenta el Sr. Weiss con exponer doctrinas y aducir textos: analiza teológicamente las razones y fundamentos de las opiniones católicas, y en particular de Escobar, sobre las distintas cuestiones morales. Patentiza con gran riqueza de datos y vigor de raciocinio la injusticia de las críticas hechas por Pascal a los Jesuítas y a la moral católica, y demuestra hasta la evidencia la atrevida y en ciertos casos casi crasa ignorancia del insigne autor de los Pensamientos en materia de teología moral. De todo este estudio resulta una vigorosa apología del Catolicismo en el terreno de la moral y aparece la figura del P. Escobar altamente simpática. Cuando uno termina la lectura del libro ya no puede creer en aquel Escobar falsificado y escarnecido por odios sectarios, por pasiones de mala ley. Los españoles en especial tenemos mucho por que estar agradecidos al Dr. Weiss, que ha sabido defender tan sólidamente a un ilustre compatriota nuestro, del cual hasta los mismos católicos se avergonzaban. Creo que esta obra, leída detenidamente y sin prejuicios, desvanecerá muchas falsas apreciaciones acerca de Escobar. Si los procedimientos metodológicos y las opiniones del ilustre Jesuita no son siempre y sin reserva aceptables, desde luego puede afirmarse con certeza que no es su personalidad científica un absorto dentro de la tradición teológico-moral del Catolicismo, sino un pensador que aplicaba prudentemente la máxima: In dubiis libertas. En cambio, la figura de Pascal no sale tan bien librada. Convengamos en que el autor de las Provinciales es detestable, mientras es maravilloso, sumamente simpático, el autor de los Pensamientos. Allí su pluma destila hiel; aquí, miel.» (La Ciencia Tomista, Publicación bimestral de los dominicos españoles, volumen 6, nº 17, noviembre-noviembre 1912, páginas 332-333.)
Como era de esperar, la sólida defensa de Antonio Escobar realizada por el profesor austriaco Karl Weiss no podía quedar sin respuesta jansenista francesa. De manera que el veterano profesor Agustín Gazier [1844-1922] –no se llamaba Agustín por casualidad, sino por pertenecer a una familia de tradición jansenista, de ahí que se dedicase al cultivo de historias y cuentos del jansenismo–, a punto ya de jubilarse en la Sorbona, responde al denso y erudito libro filocatólico escrito en alemán con un opusculito en francés:
1912 Augustin Gazier, Blaise Pascal et Antoine Escobar. Étude historique et critique avec trois simili-gravures. Champion, París 1912, 76 págs., in-16º.
«Le 15 mars 1912, M. T. de Wyzewa, dans la Revue des Deux Mondes, rendit compte du livre autrichien, et parut, sur plusieurs points, convaincu par la démonstration du P. K. Weiss. – M. A. Gazier n'aurait opposé que “le silence aux élucubrations du religieux” (p. 6): le compte rendu de M. de Wyzewa lui mit la plume à la main. Au P. K. Weiss il se borne à reprocher son livre comme une défection: un dominicain, dit-il, “devrait être thomiste, même en morale” (p. 6). Désespérant de le convaincre, il le “laissera de côté” (p. 7); et il reprendra pour son compte, à sa manière, la question de Pascal et d'Escobar. Les citations de Pascal sont-elles exactes ou impartiales? Oui, dit M. Gazier, en comparant le texte donné par les Provinciales à celui de la Théologie morale, sur le jeûne (p. 17-19), l'aumône (p. 22-23), l'ennemi tué en trahison (p. 23-24), la simonie (p. 38-39). – A vrai dire, Filliutus est l'auteur de la décision sur le jeûne qui scandalise Pascal; sur l'aumône, Pascal semble reprocher à Escobar comme une nouveauté coupable ce qu'Escobar considère comme un principe généralement admis; le troisième cas n'est dans Escobar qu'une définition de mots; le quatrième n'est pas autre chose. […]» (Albert Cherel [1880-1962], “Bulletin Critique: A. Gazier, Blaise Pascal et Antoine Escobar”, Revue d'Histoire de l'Église de France, 1914, tomo 5, nº 28, págs. 531-534.)
1952 «Escobar (Antonio). Jesuita, famoso casuista y predicador (1589-1669); nacido en Valladolid. Fue uno de los miembros de la Compañía más distinguidos de su época y muy censurado por Pascal en sus Provinciales. La doctrina que expone en sus obras Teología moral, Tratado de la justicia y el derecho y Casos de conciencia es la que ha merecido mayores censuras, acusándose de excesiva tolerancia, aunque la doctrina de sus obras está tomada de los Santos Padres. Escribió además otras muchas obras; entre las principales figuran: Comentarios sobre la Sagrada Escritura, en 9 t., y Comentarios ad Evangelia sanctorum, en 6 tomos, que llevan por título Lignum vitale.» (Enciclopedia de la Religión Católica, Barcelona 1952, tomo 3, columna 604.)
Textos de Antonio Escobar
1630 Examen de confesores y práctica de penitentes.