[ 67 ]
Madrid, 27 de mayo.
Querido Julián:
Te he echado mucho de menos en los días de nuestra inmensa desgracia, y puedes estar seguro de que creo en la sinceridad con que has tomado parte en ella. Hace muchos días que estoy queriendo escribirte para darte las gracias; pero no tenía un minuto que no fuera de ajetreo, y necesitaba dedicar a nuestra amistad un rato más tranquilo. ¡Qué espantoso es esto, Julián! La vida no le deja a uno entregarse, y menos ahora en que tantos deberes siento pesar sobre mí; pero cuando se queda uno solo consigo mismo y puede ver el hueco enorme que queda, viene un abatimiento espantoso. Te aseguro que estas cosas, como las heridas, duelen más al enfriarse: los primeros días son de aturdimiento; no se da uno cuenta ni puede ver el conjunto de la desgracia, sino sólo rasgos sueltos. Pero, después…
¡En fin! Creo que voy a verte pronto, porque quisiera pasar unos días con tu hermano Pepe, que me ha prometido invitarte, y si no, de todas maneras, iré D.m. a Jerez.
Te debo todavía las gracias por lo que hiciste cuando lo de Queipob. ¿Ves cómo no eres asinalagmático? – Recibe un abrazo muy fuerte de tu mejor amigo.
José Antonio
[rubricado]