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El Sr. Ministro de Marina (Rocha)a: […]
Cuando hablaba el Sr. Goicoechea me parecía como si no hubieran pasado los años, que no había pasado quizá una cuarentena de ellos, porque desde una tribuna de esta Cámara, en una sesión tumultuosa, oí yo esas mismas palabras de patriotismo del Sr. Goicoechea en boca de otros Diputados, y allí, en el sitio en que ahora está el Sr. Besteiro, se sentaba una persona venerable, D. Francisco Pi y Margall, quien, a frases de patriotismo como las de S. S., contestaba que él acabaría el problema de Cuba con cuatro soldados y un cabo si se aplicaba rectamente la autonomía que pedía para aquella isla, entonces española. (Rumores. – El Sr. Primo de Rivera: ¿Estamos ya en Cuba?) No estamos en Cuba; estamos en Cataluña, donde precisamente porque alguien muy allegado a S. S. no supo resolver el problema y sí herir los sentimientos de los catalanes, se ha producido la situación que hoy examinamos aquí. (El Sr. Primo de Rivera pronuncia palabras que originan grandes rumores y protestas.)
El Sr. Presidente: Señor Primo de Rivera, la Presidencia invita a S. S. a que rectifique esas palabras, que son impropias de todo punto no ya sólo por aplicarlas a un Sr. Ministro, sino dirigidas a cualquier Diputado.
El Sr. Primo de Rivera: Con todo respeto para la Presidencia: En mis palabras creo que no hay comas, pero si las hubiera, no retiraría ni las comas. (Rumores y protestas.)
El Sr. Presidente: La Presidencia declara que las palabras pronunciadas por S. S. no figurarán en el Diario de Sesiones, y eso a quien más favorece es a S. S. (Rumores. – El Sr. Primo de Rivera y otros señores Diputados pronuncian palabras que no se pueden percibir con claridad.)
El Sr. Ministro de Marina: Ya comprenderá la Cámara que las condiciones en que me hallo y el sitio en que estoy me obligan sencillamente a despreciar ciertas cosas y hacer como si no las hubiera oído; pero es que, aquí, el Sr. Primo de Rivera tiene la pretensión –pretensión que por decoro no le puede consentir el Parlamento español– de erigirse en defensor de la Dictadura. (El Sr. Primo de Rivera: Su señoría no me ha oído la otra noche entonces.) Yo le digo a su señoría –ya ve cómo a pesar de la falta de educación con que S. S. se ha producido conmigo sigo tratándole bien–; digo a S. S., repito, que yo, que me honré con la amistad de su padre hasta el día en que fue dictador –en la Cámara hay Sres. Diputados de la minoría regionalista que lo saben–, creo que quien más daño ha causado a Cataluña, matando allí el sentimiento sinceramente español, ha sido la Dictadura que ejerció el general Primo de Rivera. (El Sr. Carranza pronuncia palabras que no se perciben. – Rumores. – El Sr. Presidente reclama orden. – El Sr. Primo de Rivera: ¿Me permite S. S.?) Comprenderá el Sr. Primo de Rivera que, después de la manera de conducirse conmigo, no le puedo permitir nada… como no quiera S. S. que le envíe un tratadito de urbanidad muy elemental (El Sr. Primo de Rivera pronuncia palabras que no se perciben.) para que lo aprenda.
[…]
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