Filosofía en español 
Filosofía en español


Prólogo dirigido al muy ilustre y reverendísimo señor don Fernando de Meneses, Arzobispo de Lisboa, y capellán mayor del rey, &c.

Muy ilustre señor. Apareciendo Cristo resucitado a sus discípulos díjoles. Tomad el espíritu santo. Cuyos pecados perdonaredes son perdonados: y cuyos pecados detuviéredes son detenidos. A los veinte capítulos de san Juan, en la cual sentencia se tocan tres cosas. La primera la limpieza del sacerdote que ha de ejercitar este oficio avisándole que reciba primero el espíritu santo por gracia porque muy fea cosa sería asentarse en el trono de Cristo como teniente suyo para perdonar las culpas ajenas: sin serle primero perdonadas las suyas propias. Lo segundo se nota la institución de este sacramento: porque aquí les da poder para perdonar a unos y no perdonar a otros: la cual desigualdad no había de venir de parte de los sacerdotes que ya parecían aceptadores de personas. Luego había de nacer de parte de los penitentes: conviene saber que perdonasen a los que se doliesen de la vida pasada y propusiesen la enmienda: y dejasen de perdonar a los que hallasen faltos de alguna destas cosas. No podían ellos saber cuales estaban bien o mal dispuestos sino por la confesión dellos mismos. Luego si los pecadores habían de confesar sus culpas y los ministros perdonarlas: claramente se concluye contra los que quisieron sentir otra cosa haber sido instituido por Cristo el sacramento de la penitencia. Tocase lo tercero el remedio tan ligero que nuestro señor nos dejó para reconciliarnos con él: que aunque no tenga uno tanto dolor que baste para levantarle a buen estado: en diciéndole yo te absuelvo le justifica dios el alma.

Pero esta confesión tan necesaria y provechosa hase de hacer con mucha discreción y pureza: y queda obligado el penitente a ser nuevo hombre sabiendo la ley divina y guardándola con diligencia. Por tanto quise tomar esta empresa de platicar tan familiarmente los mandamientos y pecados capitales: que de todos sea entendido: declarando en qué peca o no peca el cristiano, y si venial o mortalmente: y así servirá este tratado de doctrina para saber cada uno lo que le cumple para salvarse: y de confesonario para saberse confesar a sí y a otro. Avisando al lector que si alguna cosa le pareciere nueva no se fie de su parecer porque todo lo que dijéremos será conforme a la doctrina de los doctores: como podrá bien saber informándose no de quien quiera sino de varones doctos y criados en escuelas.

[ Juan de Pedraza, Confesonario muy provechoso, Lisboa 1546, 2-3 ]