Filosofía en español 
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Del nono mandamiento

No desearás la mujer de tu prójimo

❡ El nono mandamiento es. No desearás la mujer de tu prójimo, en el cual solamente se pregunta.

❡ Si tuvo alguna delectación morosa de pecado. Si uno mirando lo que hace se quiere estar deleitando con la voluntad en cosa de pecado mortal sin pasar nada de fuera y aun sin propósito o deseo de ponerla por obra: es pecado mortal ahora sea en adulterio ahora en hurto homicidio o otro cualquier pecado y si se deleita en cosa venial es venial como dicen los doctores in secundo sententiarum distinctio. xxiiii. y santo Tomás prima secunde questio. lxxiiii. artículo octavo. Y llámase morosa que quiere decir tardía no por el tiempo que se gasta en ella sino porque no acudió la razón con tiempo antes consintió en ella. Tiene uno firme propósito de no hacer mal a otro: pero quiere por su pasatiempo pensar como que pelea con el que juega de la espada y le da una cuchillada y otra: es pecado mortal si vio lo que hacía. Es uno tan casto que por todo el mundo no haría cosa contra limpieza: pero por tomar algún deleite se pone a imaginar como si se viese en ello o de otra cualquier manera: cae en la misma culpa si vio lo que hacía. Pero si se detiene en estos pensamientos por descuido no mirando lo que hace y que si cayera en la cuenta no los aprobara antes se apartara de ellos en esa hora: no es pecado mortal porque no vino la razón en ellos. Eso mismo si uno se deleita no en el hurto homicidio o adulterio sino en oír o contar historias que pasaron acerca desto: no es pecado mortal porque no toma deleite de las malas obras sino de saber como fueron hechas. Salvo si el que las dice o oye siente en sí peligro de deleitarse en la misma obra consintiendo la razón. Y así el predicador cuando predica y el sacerdote cuando confiesa y el letrado cuando estudia o disputa: no pecan en pensar cosas tocantes a eso y esotro: porque no se deleitan de las malas obras sino de pensar en ellas para reprehenderlas o sentenciarlas o examinar la verdad dellas.

[ Juan de Pedraza, Confesonario muy provechoso, Lisboa 1546, 91-92 ]