Filosofía en español 
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Pensamiento Crítico

 
Amílcar Cabral

Fundamentos y objetivos de la liberación nacional en relación con la estructura social

Pensamiento Crítico, La Habana, marzo-abril de 1967, número 2-3, páginas 3-23.

Nuestra agenda de trabajo incluye temas cuyo relieve e importancia son indiscutibles y en los cuales sobresale una preocupación dominante: la lucha. Observamos, no obstante, que un tipo de lucha que consideramos fundamental, no ha sido mencionado de una manera expresa en este programa, aunque tengamos la certeza de que ha estado presente en el espíritu de los que lo elaboraron. Nos referimos aquí a la lucha contra nuestras debilidades. Admitimos que otros casos difieran de los nuestros; pero nuestra experiencia nos enseña que en el cuadro general de la lucha cotidiana, sean cuales fueren las dificultades creadas por el enemigo, esta lucha contra nosotros mismos es la más dificil, tanto en el presente como en el futuro de nuestros pueblos. Esta lucha es la expresión de las contradicciones internas de la realidad económica, social y cultural (por tanto histórica) de cada uno de nuestros países. Estamos convencidos de que cualquier revolución nacional o social que no posea como base fundamental el conocimiento de esta realidad, corre graves riesgos de ser condenada al fracaso.

Cuando el pueblo africano afirma en su lenguaje sencillo, que «por caliente que esté el agua de la fuente no cocerá tu arroz», enuncia, con singular simplicidad, un principio fundamental no sólo de Física, sino también de Ciencia política. Sabemos en efecto que el desarrollo de un fenómeno en movimiento, cualquiera que fuese su condicionamiento exterior, depende principalmente de sus características internas. Sabemos también que, en el plano político, –aun en el caso de que la realidad ajena sea más bella y atrayente– nuestra propia realidad sólo puede ser verdaderamente transformada, basándonos en su conocimiento concreto, en nuestros esfuerzos y nuestros propios sacrificios. Vale la pena recordar en este medio tricontinental, donde las experiencias y los ejemplos abundan, que, por grande que sea la semejanza de los presentes casos y la identidad de nuestros enemigos, la liberación nacional y la revolución social no son mercancías de exportación, son, –y cada día más– el producto de la elaboración local, nacional, más o menos influido por factores exteriores (favorables), pero esencialmente determinado y condicionado por la realidad histórica de cada pueblo, y consolidado por la victoria o la solución correcta de las contradicciones internas entre las diversas categorías que caracterizan esta realidad. El éxito de la revolución cubana, que se desarrolla a algunas centenas de kilómetros de la mayor fuerza imperialista y antisocialista de todos los tiempos, nos parece ser en su contenido y en su forma de evolución, una ilustración práctica y concluyente de la validez del principio mencionado anteriormente.

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