Filosofía en español 
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Pensamiento Crítico

 
Alfredo Guevara

Un cine de combate

Pensamiento Crítico, La Habana, julio de 1970, nº 42, páginas 7-33.

1. Algunas cuestiones de principio

No es fácil la herejía. Sin embargo, practicarla es fuente de una profunda y alentadora satisfacción, y ésta es mayor cuanto más auténtica es la ruptura o la ignorancia de los dogmas comúnmente aceptados. En este sentido, la herejía es un riesgo por cuanto comporta el abandono de los asideros, y el rechazo de su sustitución. No hay vida adulta sin herejía sistemática, sin el compromiso de correr todos los riesgos. Y es por eso que esta actitud ante la vida, ante el mundo, supone una aventura, y la posibilidad del fracaso. Pero es también la única verdadera oportunidad de acercarse a la verdad en cualquiera de sus aristas.

Toda búsqueda obliga a romper sujeciones, y exige que un punto en el desarrollo no sea más que ello: un punto de partida. Es en esta medida en la que puede afirmarse que el trabajo intelectual es siempre una aventura, y que el intelectual, casi automáticamente, resulta condenado a la herejía. Si el pensamiento sólo puede desarrollarse considerando cada punto de llegada un nuevo punto de partida, el creador resultará sin remedio un hereje consuetudinario. De ahí que en no pocas ocasiones resulte piedra de escándalo y motivo de sospecha y que, en sociedades de fuerte estructura, que han terminado o detenido su desarrollo en un proceso de cristalización, o que afrontan violentas convulsiones, llegue a convertirse inclusive en apestado o perseguido. Esto es igualmente válido en el campo de la ciencia y en el de la cultura artística, y no se ha dado salto cualitativo alguno en la historia del pensamiento humano sin que éste fuera acompañado de un desgarramiento. En el trabajo intelectual verdadero está siempre presente el germen revolucionario, puesto que no rechaza la herejía, y se compromete en la búsqueda. Si esto conlleva un destino trágico, y enlaza la vida del creador con su símbolo clásico, el Prometeo encadenado, no hay cadena que pueda en medio de los más crueles desgarramientos impedir que el fuego queme en sí mismo el pasado, y alumbre el porvenir.

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