
una obra nacional
Los Legionarios de la Cultura y
las Bibliotecas Populares «Cervantes»
Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, S. A.
Don Ramón de la Cruz, 51
Madrid 1928
S. M. EL REY DON ALFONSO XIII
bajo cuyo reinado se ha producido un espléndido florecimiento de la cultura nacional, encarnado en el fomento de la instrucción pública, el amor al libro, la creación de bibliotecas y la difusión de las buenas lecturas.
S. M. LA REINA DOÑA VICTORIA EUGENIA
Miguel de Cervantes
Cuyo nombre inmortal sirve de paladión a la inmensa obra de cultura que realizan estas Bibliotecas.
Me es muy grato manifestar a usted que conceptúo una excelente manifestación de la cultura la orientación de los trabajos al difundir las obras de nuestro Siglo de Oro.
Deseándoles que el éxito corone sus esfuerzos, le saluda afectuosamente,
Miguel Primo de Rivera
Una obra nacional
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» están inundando a España de buenos libros
Las Bibliotecas Populares Cervantes están realizando una de las más intensas obras de cultura. A todos los ámbitos de la Península ibérica llega su acción. Y, atravesando los mares, se extiende hacia América, la nueva España, que florece como una esperanza al otro lado del Atlántico.
Más de seis mil bibliotecas fundadas en siete meses en España. He aquí nuestra labor, que nos llena de satisfacción y de legítimo orgullo. España ha de buscar por la cultura el camino que ha de conducirle a la grandeza, y nos place contribuir a la formación cultural de nuestra Patria, inundando el país de buenos libros.
Y más nos llena el alma de alegría el ver que de todas partes surgen los legionarios de la cultura. Todos los días recibimos muchas cartas, centenares de cartas, aplaudiendo la labor que desarrollan las Bibliotecas Populares Cervantes y pidiéndonos material de propaganda para extender la obra. Médicos, abogados, catedráticos, farmacéuticos, militares, sacerdotes, maestros, secretarios de Ayuntamiento, obreros…, hombres de todas las clases sociales, nos envían a diario el estímulo de su aplauso. Y lo hacen todos generosamente, altruistamente, patrióticamente. Es un renacimiento cultural el que se observa en España, que nos llena de esperanza en el porvenir. El país se levanta fuerte y decidido, y se enfrenta con el mañana dispuesto a vencerlo con las armas de la cultura y del trabajo.
¡Adelante, hermanos! ¡Adelante los legionarios de la instrucción!
Ignacio Bauer
Excmo. Sr. D. Ignacio Bauer, Presidente del Consejo de Administración de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
una cruzada por la cultura
A los maestros de España y América
Que no exista una sola escuela sin Biblioteca
Vamos contra el analfabetismo de «los que saben leer y no leen»
La Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, cuidadosa del cumplimiento de los fines patrióticos que la animan desde su fundación, ha abordado y se propone resolver en breve plazo un problema de tanta trascendencia para la cultura española como es el de las Bibliotecas populares.
Que el problema existe y que urge acudir a él lo prueba la conclusión tercera de la Asamblea del Magisterio celebrada en 1926 en Madrid, donde el profesorado español, atento a las palpitaciones del espíritu nacional, manifiesta la conveniencia de estimular la creación de Bibliotecas populares y de que se confíen a su custodia.
Dice así la conclusión tercera:
«Que se funden bibliotecas populares en todas las escuelas, regidas por maestros y bajo la dirección de éstos.»
No podía faltar la voz del Magisterio, señalando los caminos a seguir para elevar el nivel cultural de España. No es necesario solamente enseñar a leer; es preciso que el que sepa leer encuentre fácilmente lectura seleccionada. En España no se ama al libro, y no se ama al libro porque no se le conoce. Se preguntaba Larra hace muchos años, casi un siglo: «¿No se lee porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee?» Nosotros podemos afirmar que no se lee porque en los pueblos, donde abundan las tabernas, no existen librerías.
Por eso, no son los únicos analfabetos los que no saben leer; los peores analfabetos son los que, sabiendo leer, no leen. Poseen el órgano, pero no la función. Y órgano que no funciona se atrofia. Los ilustres escritores Álvarez Quintero, en una de sus celebradas obras, señalan el mal, apuntando un diálogo entre dos amigos pueblerinos que desean hablar en un lugar recatado.
—¿Dónde nos reuniremos para estar solos?
—En la biblioteca del Casino– responde el interrogado.
Y es que nadie acude a la biblioteca, porque nadie se preocupó, con hechos, con libros, de enseñar a los niños a amar el libro desde que saben leer. No se estima lo que no se conoce.
Y existen a centenares en España los pueblos donde no hay libros. Y donde los hay, el lugar más solitario del pueblo es la biblioteca.
Algo de esto ocurría hace años, muy pocos años, en Méjico, la gran República hispano-americana. Hasta que un Gobierno consciente de sus deberes –que no puede ser grande un pueblo cuyos ciudadanos viven en la ignorancia– acometió la obra de la fundación de escuelas y bibliotecas, sembrando de libros el país, secundado por un grupo de hombres de buena voluntad. Y en pocos, muy pocos lustros, el nivel cultural de Méjico se elevó tanto, que hoy constituye un legítimo orgullo para la raza hispánica y una legítima esperanza de que el porvenir es nuestro.
La Compañía Ibero-Americana de Publicaciones está decidida a sembrar España de Bibliotecas populares. Y en esta cruzada de la cultura llama en su ayuda a los maestros, a los representantes de la civilización, que esparcidos por todos los ámbitos del país constituyen el cuerpo de los guerrilleros de la cultura en la lucha contra la ignorancia.
Más de seis mil Bibliotecas Populares «Cervantes» hemos fundado ya en España. Pero es preciso fundar muchas más, para que no exista un solo pueblo ni una sola escuela, como piden los maestros clarividentemente en su Asamblea, que no cuente con una biblioteca seleccionada, donde se condense el espíritu de la intelectualidad de todos los tiempos. Es necesario inundar a España de bibliotecas, empezando por llevarlas a las escuelas, para que el niño salga de ellas no sólo con la consciencia de que sabe leer, sino con el amor al libro, que ha conocido y manejado, en el corazón.
Con esto acabaremos con el analfabetismo de los que saben leer y no leen; el día en que las bibliotecas no sean lugares de soledad, España volverá a ser grande.
Nosotros hacemos un cordial llamamiento a los maestros de toda España, a los maestros de todos los países de habla española, y les pedimos que se inscriban como legionarios de la cultura en esta cruzada.
Que acudan a nosotros todos los maestros, en la seguridad de que les ofreceremos los medios para que puedan constituir en sus escuelas, con muy poco esfuerzo, casi sin esfuerzo, una Biblioteca Popular Cervantes.
Con ello habrán servido a la Humanidad, a la Raza y a España, y habrán hecho realidad la conclusión tercera de la Asamblea del Magisterio de que «se funden bibliotecas populares en todas las escuelas, regidas por maestros y bajo la dirección estos».
Manuel L. Ortega
Don Manuel L. Ortega, Consejero Delegado de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
Lo que son las Bibliotecas Populares «Cervantes»
Por la cultura y por la Patria
Asistimos a un resurgimiento vigoroso de la vida intelectual española.
Y lo más alentador del caso es que se estrechan las distancias entre las más extremas capas sociales, separadas antes por enorme abismo.
No puede apreciarse el valor cultural de un pueblo mirando sólo a las más altas cumbres. Hay que atender principalmente al nivel medio y tener muy en cuenta la situación de la gran masa.
Todos los siglos de nuestra historia nacional ofrecen modelos admirables de producción literaria y científica; pero, mientras constituían estrecho sector los hombres geniales que cultivaban los estudios, era enorme la masa de gentes a quienes se tenía casi en completo olvido. Los labriegos, los soldados, el pueblo, en una palabra, no compartían ni saboreaban las exquisiteces espirituales de los escritores coetáneos suyos ni usufructuaban el tesoro literario de los pasados siglos.
Y si fue esplendorosa la acción de España con clases directoras tan reducidas en número; si el genio de nuestra raza se impuso en todos los ámbitos del mundo con menestrales, los escasos representantes de la literatura, de la ciencia y de las artes; si hasta la terminación del pasado siglo se ha mantenido e intensificado nuestra influencia espiritual en América, cuando la inmigración de españoles en aquellos vastos países era sólo de braceros, esto es, de humanos instrumentos de trabajo, cabe pensar en la fortaleza y amplitud del imperio espiritual de España, al generalizarse la cultura, al elevarse por ella el nivel de las últimas capas sociales, al romperse, por la ilustración, las toscas envolturas de inteligencias privilegiadas, llamadas a brillar con luces propias una vez facetadas y pulidas.
Tal es la conquista del progreso de nuestro país en la época presente. De año en año se crean millares de escuelas que llevan la enseñanza hasta las últimas células sociales. Muchas aldeas, donde jamás hubo maestros y donde nadie aprendió a leer y escribir, hasta hace poco, tienen ya su centro de cultura, en el que se prepara para la vida amplia y moderna a las nuevas generaciones, y se remedia, en lo posible, la pasada incuria con clases especiales para los analfabetos adultos. El Estado realiza un esfuerzo, que es de esperar se intensifique aun más cada día, para poner a tono con las clases directoras la gran masa popular del país.
Cuando ello se haya realizado, multitud de fuentes de riqueza, hasta ahora ignoradas, cegadas o, por otras causas, inexploradas, entrarán en actividad, multiplicándose de este modo la producción y difundiéndose el bienestar que en la abundancia de medios económicos se origina. Y si esto acontecerá en el interior del país, no será menos fructífero el cambio que se opere en el exterior, cuando en vez de enviar a América braceros que como máquinas trabajen, podamos enviar, abundantemente, no a manera excepcional como hasta ahora se hizo, inteligencias que dirijan y que sepan consolidar y ampliar la amorosa influencia de la vieja metrópoli sobre las florecientes y jóvenes repúblicas, en cuyos campos, en cuyos talleres y en cuyos gabinetes de estudio, entona constantemente nuestra raza el himno del trabajo.
Al mágico conjuro de la obra educativa surgirán en abundancia nuevos brotes geniales del espíritu español, que renovarán nuestras inmarcesibles glorias, sobre todo si no olvidamos nunca que el progreso es obra evolutiva, que no se realiza a saltos, sino gradualmente, sobre la base de la tradición, con la serenidad que imprime el talento y con los nobles impulsos de una voluntad encaminada al bien y regida por la razón.
Preparar a todas las gentes para que puedan aprovecharse del rico tesoro de nuestros clásicos, en la depuración de su propio espíritu, será siempre la labor patriótica más fecunda y trascendente; pero la obra educativa sobre la masa del pueblo, aunque considerada exclusivamente desde el punto de vista cultural, no puede quedar reducida al hecho de que todos sepan leer y escribir. Quien esto sabe, posee un arma poderosa; mas las clases directoras deben preocuparse del uso que de ella pueden hacer quienes no poseen aún una formación espiritual suficientemente consolidada y segura. Ese arma puede servir para el bien y para el mal; puede ser causa de felicidad o de desgracia, lo mismo para quien la esgrime que para sus conciudadanos; puede contribuir a la seguridad del Estado, a la tranquilidad de las conciencias, a la higiene del cuerpo y del espíritu, a un honesto solaz, a la investigación científica, al mejor ejercicio y perfeccionamiento de las artes, al desarrollo y prosperidad de las industrias; o bien puede ser causa de ruina moral y fisiológica. Foresto no puede considerarse acabada la obra de desterrar el analfabetismo si, al propio tiempo que enseñamos a leer, no engendramos en las gentes el gusto por los buenos libros, el amor a la belleza literaria y, como consecuencia, el desprecio y la aversión de las lecturas inmorales o desprovistas de todo valor ideológico o artístico.
En el actual momento, cuando muchas escuelas se abren para los niños y los adultos, cuando se aumenta el número de maestros nacionales y se multiplican los centros de enseñanza privada, cuando todos trabajan y se esfuerzan, cada uno dentro de su esfera de acción, para combatir el analfabetismo, es de absoluta necesidad reforzar paralelamente la reproducción de nuestras obras clásicas, esos libros debidos a nuestros grandes ingenios y conservados, en creciente estimación, a través de los siglos.
De todos y de cada uno de ellos puede afirmarse lo que, con insuperable galanura, dijo Menéndez Pelayo del libro donde saboreó por vez primera las poesías de Horacio:
«Hiciste germinar a tu contacto
Miles de ideas en algún cerebro,
Llenástele de luz y de armonía,
Y al influjo potente de tu ritmo,
El ritmo universal le revelaste.»
El valor caballeroso cantado en el poema del Mío Cid, la delicadeza de sentimientos y de afectos de nuestra poesía romántica, la sublime inspiración de nuestros místicos, los hechos gloriosos de nuestros antepasados, narrados en forma inimitable por nuestros historiadores; las novelas de Cervantes, el teatro de Tirso, de Calderón, de Lope y de tantos otros autores españoles, que son modelo y admiración de propios y extraños; el humorismo de Quevedo, el espíritu de observación del P. Feijoo, la filosofía profunda y a la par sencilla de Balmes, la grandilocuencia de Jovellanos, el sentido social y humano de Concepción Arenal, las bellísimas descripciones de Mesonero Romanos y de Pereda, la fina crítica de Valera y de Larra; toda esa infinita gama, en fin, de sentimientos, de hechos, de ideas, tan acomodada a la movilidad de nuestro espíritu y al genio de nuestra raza, constituyen una disciplina, una norma para mantener el equilibrio de fuerzas mentales, encauzar rectamente todos los estímulos, engendrar el amor a lo bello y a lo bueno, inspirar aversión a lo inmoral y a lo defectuoso e impulsar, al progreso patrio, orientándole en la dirección que determinan nuestras tradiciones.
Quédense para el erudito el examen crítico y la interpretación literaria de ediciones y textos y el hacer acotaciones prolijas; al gran público le interesa, por el contrario, que el pensamiento del autor llegue directamente, sin que le desvíen la atención notas y apostillas. Interesa sólo, para aquel propósito, el choque luminoso del eslabón de la mentalidad española con el pedernal de la cantera espléndida de nuestros clásicos.
No hay que menospreciar, sin embargo, en este sentido de la popular cultura, la producción literaria extranjera. Ella contribuye a enriquecer aún más la colección de libros, a ensanchar horizontes espirituales, a estimular la afición a la lectura y a contrastar nuestros propios valores literarios. Mas requiere un cuidado exquisito la elección de autores y libros, sobre todo tratándose de ediciones populares, que han de llegar por tanto a todas las manos; así como también exige el mayor esmero el trabajo de verter fielmente a un castellano correcto el texto escrito en diferente idioma.
La afición a la lectura viene, no por los libros científicos, sino por los literarios y, sobre todo, por los de la literatura amena. Los espíritus poco cultivados se sienten atraídos por las escenas teatrales o novelescas, en que resplandece el ingenio, y no por el rigor escolástico de un cuerpo de doctrina. Y es porque los impulsos de la imaginación y del sentimiento son más poderosos que los de la inteligencia. Los trabajos de investigación científica exigen siempre una amplia base de cultura general y especializada. Iniciar una Biblioteca popular con libros didácticos es malograr la obra, porque se obliga al lector a realizar un esfuerzo, en vez de ofrecerle el aliciente de una distracción, de un descanso, de unos goces espirituales insospechados.
Comenzando por lo sugestivo y ameno, se origina en las gentes el amor al libro y la afición a la lectura. La estimación de la utilidad del libro ha de venir más tarde, cuando exista una base de cultura literaria y se haya creado el hábito de leer.
De lo dicho se infiere que dentro de la marcha gradual de una Biblioteca Popular en acción, los libros didácticos y científicos han de venir en último término, como coronamiento de la obra realizada, y ello no bruscamente, sino sirviendo de nexo, entre los libros puramente literarios y los de divulgación científica, los que tienen carácter intermedio, como son las narraciones de viajes y exploradores, las obras de física y química recreativas, las biografías de hombres celebres y los episodios históricos narrados en forma novelesca.
Quedan señalados los tres grandes ciclos en que han de desenvolverse las Bibliotecas populares para que resulte eficaz su acción: las obras puramente literarias de autores clásicos españoles, obras de igual carácter de autores clásicos extranjeros y libros de ciencias, artes e industrias.
Mas no basta la garantía de una escrupulosa selección y sistematización de lecturas, sino que además se precisa dar al libro una forma exterior agradable y simpática y condiciones materiales adecuadas, y conseguir que, por su baratura, esté al alcance de las Corporaciones populares y en general del lector modesto.
Tal es la empresa que viene desarrollando la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. Empresa noble y patriótica, porque se propone elevar el nivel medio de cultura de nuestra Patria y hacer que tenga el máximo aprovechamiento, por la lectura de los buenos libros, el esfuerzo que actualmente realiza el Estado español para combatir el analfabetismo, pues no basta, como anteriormente se dijo, que la gente sepa leer, sino que hace falta además que lea, esto es, que se valga del libro como instrumento de propia cultura, entendiendo y asimilándose lo leído.
La creación de las Bibliotecas Populares «Cervantes» obedeció a este pensamiento y su actuación se ajusta a las ideas y orientaciones expuestas.
Ello explica la entusiasta y benévola acogida que les han dispensado todas las personas de buena voluntad.
En cada provincia cuentan con un Consejero o Asesor que, con el título de Corresponsal-delegado, se halla en relación constante con la Dirección y con las diversas secciones de estas Bibliotecas, prestando a la cultura patria, generosa y gratuitamente, un servicio del más alto valor educativo.
Numerosas Corporaciones y entidades, oficiales y particulares, les otorgan su apoyo, empezando por el Ministerio de Instrucción pública, Dirección general de Primera enseñanza, Rectorados, Gobiernos civiles de varias provincias y Junta municipal de Primera enseñanza de Madrid, y terminando por multitud de Ayuntamientos rurales que han establecido estas Bibliotecas en las Escuelas como institución complementaria de las clases de ampliación y de las especiales para adultos.
Por su parte, la Prensa profesional y de información ha recibido con general aplauso la aparición de estas Bibliotecas, y el público les dispensa la más favorable acogida.
Y es porque las Bibliotecas Populares «Cervantes» responden a una necesidad unánimemente apreciada por las clases directoras y sentida por el pueblo. Bien lo demuestran, de una parte, las autorizadísimas opiniones de ilustres representantes de la intelectualidad española que aquí se publican, y de otra, la gran difusión que, apenas nacidas, alcanzaron ya en toda España.
El presente álbum da una idea del desarrollo adquirido por las Bibliotecas Populares «Cervantes» en el período inicial, que corresponde al año 1927. La Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, a propuesta de su Consejero-delegado, D. Manuel L. Ortega, ha querido expresar en él, a S. M. el Rey y al Gobierno, el alcance y la significación de la obra educativa que estas Bibliotecas realizan para bien de la cultura y de la Patria.
Ilmo. Sr. D. Francisco Carrillo Guerrero. Inspector Jefe de Primera enseñanza de Madrid y director de las Bibliotecas Populares «Cervantes» |
Lo que significan las Bibliotecas Populares «Cervantes»
Si a alguna de tantas personas de las que se creen monopolizadoras del buen sentido, de esas que consideran absurdo salirse de los senderos abiertos por el paso de una y otra generación, temible o sospechoso todo lo nuevo y vitando el soñar, se le hubiera expuesto hace un año el ideal que nos animaba al fundar las Bibliotecas Populares «Cervantes», es posible que nos hubiera tomado por desequilibrados o quijotes: que tal poder tiene el nombre del «Manco Sano» como para hacer quijotes con sólo el prestigio de su patronato.
¡Sembrar de libros toda la nación! ¡Llevar las joyas de nuestra literatura, el encanto de nuestros clásicos y los ajenos a los más apartados rincones de España! ¡Hacer que el pueblo lea, despertar en él el amor hacia el buen libro; que ría las donosuras de los pícaros de Quevedo o aprenda a pensar en las páginas de Balmes!… ¡Ilusiones!, quijotesco empeño que fracasaría ruidosamente en un brevísimo plazo.
Tal hubiera asegurado el hombre de buen sentido, práctico y pesimista, que evocábamos antes.
Y, sin embargo, ahí están las Bibliotecas Populares «Cervantes», aumentándose, engrandeciéndose poco a poco, firmes en su empeño, haciendo una labor de cultura en toda la nación, cuyos resultados no tardarán en apreciarse; educando a las multitudes, enseñándolas a leer, filtrándose, como la gota de agua viva a través de rocas y cordilleras, e inundando lentamente a la nación en una marea de libros, de educación, de ideas, que no tardarán en cubrir a España y en desbordarse hacia los países hispánicos.
Es que hay que alejar los pesimismos; es que no hay que arredrarse ante el romanticismo de las ideas cuando se trata de poner en actividad las energías ocultas de un pueblo como el nuestro, que atesora ópimas cualidades, pero desconocidas u olvidadas de los que mejor creen conocerlas.
De toda España nos llegan constantemente nuevas adhesiones, en cantidad que supera nuestros mayores optimismos y –lo que más apreciamos–, con ellas, palabras de estímulo para que no cejemos en la obra emprendida, sino que, por el contrario, perseveremos en ella con redoblados entusiasmos.
No hemos de ocultar que estamos orgullosos de nuestra obra, y aún más de observar el tesoro de energías latentes que yacen en el fondo de nuestro pueblo, y que sólo esperan el llamamiento adecuado para responder en el acto.
Ayuntamientos, maestros, hombres de todas las carreras y de todos los oficios, menestrales…, todas las actividades, todas las zonas de la sociedad, están representadas en nuestros ficheros de suscriptores, y está muy próximo el día en que hemos de ver convertido en realidad el lema de nuestra empresa: «Una biblioteca en cada pueblo, un libro en cada hogar».
Y ese día, a los que hemos puesto nuestros esfuerzos, nuestros entusiasmos y muchas horas de nuestra vida en esta obra de cultura patria, a los que nos hemos instituido en cruzados del libro, llevándolo a todos los rincones de la patria, nos quedará, como recompensa de nuestra labor, la satisfacción de haber contribuido al engrandecimiento de España en la medida de nuestras fuerzas, cumpliendo el deber que nos impone nuestra calidad de españoles.
Nuestro saludo y nuestro agradecimiento a tantos amigos como secundan nuestra labor en toda España. No desmayen ellos y compartan nuestro optimismo, que con todo derecho se arraiga cada vez más en nuestro espíritu.
Agustín Aguilar Tejera.
Excmo. Sr. D. Rafael Altamira, Catedrático de la Universidad de Madrid y Consejero de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
El Excmo. Sr. D. Carlos Martín Álvarez, Gobernador civil de la provincia de Madrid, autoridad llena de celo e inteligencia, que está realizando una admirable campaña por la cultura. |
El ilustre Ministro de Instrucción pública, Sr. Callejo, que tanta atención presta a la obra cultural de las Biblioteca Populares. |
Lo que opina la intelectualidad española sobre las Bibliotecas Populares «Cervantes»
Los políticos.– Los escritores.– Los educadores.– Los artistas
Con la creación de las Bibliotecas Populares «Cervantes», la Editorial Ibero-Africano-Americana puede realizar una obra de fecundo resultado para elevar la cultura general del país. La selección depuradísima de libros que forman este tipo de bibliotecas, limitándolos a trescientos títulos de entre lo mejor de la literatura española y universal y obras de educación, me parece un acierto, porque resuelve el problema de hacer asequible una excelente biblioteca a la entidad o particular que sólo cuenta con un reducido presupuesto.
La experiencia comprueba el impulso expansivo y educador del libro sobre la infancia, y la eficacia de esas Bibliotecas puede ser mayor si son utilizadas por los niños, sobre todo al salir de la Escuela, que es cuando conviene poner en sus manos las obras más adecuadas, no sólo para ampliar sus conocimientos, sino para formar su espíritu en el hábito de una lectura sana y delicada.
Les desea el mejor éxito en su noble empeño,
Ignacio Suárez Somonte.
El Excmo. Sr. D. Ignacio Suárez Somonte, insigne figura del Profesorado español y Director general de Primera enseñanza. |
⁓
Toda obra de cultura, como la que realizan las Bibliotecas Populares «Cervantes», merece la mayor protección de todos.
Jacinto Benavente.
⁓
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» tienen misión tan trascendental e importante que no hace falta discernirla; salta a la vista con sólo recorrer su catálogo, donde figuran las cien mejores obras de la literatura nacional, las cíen de la literatura universal y las cien entresacadas de las educadoras. Puede asegurarse que está en la lista todo lo de fundamento, cuanto interesa y sirve de base a la cultura humana; abarca cuanto se refiere a la vida espiritual de los españoles, lo consagrado en la ideología del mundo entero y lo que toca al difícil problema de apoyar direcciones para el pueblo naciente.
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» servirán para el desarrollo y provecho del pensamiento español, siendo base instructiva de cuantos entendimientos empiecen a vivir y necesiten base sólida en que apoyarse, antes de emprender los vuelos propios, donde prueben la firmeza y seguridad de que están dotados. Por eso, fomentar y mantener las Bibliotecas Populares «Cervantes» es contribuir a propósitos patrióticos, coadyuvar a fines de grande y merecida eficacia.
J. Francos Rodríguez.
Excmo. Sr. D. José Francos Rodríguez, ex Ministro, Vicepresidente del Consejo de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
⁓
Creo que sobre todas las excelencias de las Bibliotecas Populares «Cervantes» que publica con tanto esmero la Compañía Ibero-Americana, sobresale, con un carácter que me atrevo a llamar filantrópico, el de la economía. Nunca mejor que en esta ocasión puede decirse que las obras maestras de nuestra literatura se ponen «al alcance de todo el mundo». Naturalmente, en lo que se refiere a la facilidad material adquisitiva. Esta cualidad añade a la exquisita elección de las obras un mérito de inapreciable conjunto digno de los mejores elogios.
Concha Espina.
La ilustre novelista Doña Concha Espina, Vocal del Consejo del Patronato de las Bibliotecas Populares Hispano-Americanas. |
⁓
La siembra de cultura que realizan por todo el mundo de habla española las Bibliotecas Populares «Cervantes» han de dar sus frutos en un porvenir muy próximo, elevando el nivel cultural de nuestro pueblo en un grado considerable. Llevar las joyas de la literatura clásica a los más apartados rincones, como una lluvia ideal que ha de fecundar excelsas cosechas, es una obra de patriotismo que merece el aplauso de todos los buenos ciudadanos y que no debiera ser desamparada por los gobernantes.
Ignacio Bauer.
⁓
La obra de cultura emprendida por ustedes, con altruismo verdaderamente ejemplar, por medio de las Bibliotecas Populares «Cervantes», sólo plácemes merece, pues tengo la certeza de que el fruto de tan admirable obra no ha de hacerse esperar, produciendo un bien innegable a las clases populares, tan necesitadas de este alimento espiritual.
Con la más sincera felicitación le saluda su muy afectísimo amigo, q. e. s. m.,
Mariano Benlliure.
⁓
Todo lo que sea obra de cultura, y máxime con la divulgación de las obras universalmente reputadas como maestras, tiene que merecer las simpatías de los buenos españoles, y entre ellos, como uno más, la de su affmo. s. s. amigo y admirador,
Manuel Linares Rivas.
⁓
Considero que la obra realizada por las Bibliotecas «Cervantes» es de extraordinaria trascendencia.
Llevar basta los más apartados lugares de España las más excelsas producciones de nuestra literatura y poner estos libros al alcance de todos, ricos y pobres, indoctos y letrados, puede ser lo bastante para transformar radicalmente la fisonomía cultural de nuestro pueblo.
Antonio Goicoechea.
Excmo. Sr. D. Antonio Goicoechea, ex Ministro, Consejero de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
⁓
Tengo a la vista dos libros, uno de Quevedo y otro de Moratín, pertenecientes a la Colección de Clásicos, editada por los directores de las Bibliotecas «Cervantes» con el elevado propósito de fortificar el sentimiento patriótico y de afinar el gusto literario, difundiendo las obras de los que formaron el alma española y ennoblecieron la lengua que, como nativa, hablarán en lo porvenir centenares de millones de hombres.
De todo corazón envío mi aplauso a los que han acometido tan beneficiosa empresa para el mejoramiento de la cultura nacional.
José R. Carracido.
⁓
Es mejor y más fácil abrir mercados al libro español que a la producción de la tierra y de la industria españolas.
El sol sigue sin ponerse en los dominios de la lengua española, la más sonora y majestuosa de todas las que hoy se hablan. Es la que Carlos V había elegido para hablar con Dios.
Si otros pueblos nos ganan en las manifestaciones de la vida material, nadie nos supera en la forma de expresar el pensamiento.
Y con el libro español difundiremos más de día en día nuestra hermosa lengua, y escritas en ella, en todos los rincones del mundo, y gracias a las Bibliotecas Populares «Cervantes», podrán leerse las obras maestras de todas las literaturas y podrán conocerse y divulgarse los maravillosos progresos y el estado actual de las Artes y las Ciencias.
Ricardo Beltrán y Rózpide.
⁓
Mucho se ha escrito y hablado sobre la necesidad de difundir y estimular la afición a la lectura, por lo puro de este deleite, por constituir una sana gimnasia de la inteligencia y por el caudal de conocimientos que con este ejercicio se logran.
Mas no basta con tener a la mano cantidad de libros; si estos han de ser provechosos, han de reunir determinadas condiciones. Que se amolden al sentir peculiar y tradicional de las razas, ya que éstas tienen especial idiosincrasia.
Que su doctrina no sea nociva al espíritu, moralidad y rectitud de ideas.
Que sus enseñanzas estén al alcance de personas de cultura media y hasta no muy desarrollada.
Que su elección obedezca a un plan educativo bien meditado.
Que su exposición literaria y doctrinal sea agradable, clara y sencilla.
Y que su precio no sea excesivo.
Estas consideraciones las han tenido en cuenta las Bibliotecas «Cervantes» por lo que afecta a los pueblos de habla española, con el acierto, además, de no olvidar la producción extraña, porque debe conocerse, y para despertar la necesaria meditación que lleva consigo la comparación de diferentes escuelas y métodos literarios.
Godofredo Nouvilas.
El General D. Godofredo Nouvilas, Vocal del Patronato de las Bibliotecas Populares Hispano-Americanas. |
⁓
En nada se refleja mejor la psicología de un pueblo o de una raza que en sus monumentos literarios. Toda la gama de pasiones, de luchas, de anhelos, de sacrificios, de ritos y de simbolismos, siempre se encontrará, por modo admirable, en las obras cumbres de la literatura universal. Por ello, para muchos, la diadema más alta y más esplendorosa de la India son los Vedas; de Grecia, la Ilíada; de la Roma antigua, la Eneida; de la Escandinava, las leyendas de Los Eddas; de los pueblos eslavos, el Poema de Igor; de Inglaterra, los dramas de Shakespeare; de Alemania, La Mesiada, de Klopstok; de Francia, la Canción de Rolando; de Portugal, Os Lusiadas, de Camoens, &c., &c. España, en este respecto, como en otros muchos, nada tiene que envidiar al Extranjero. Por su literatura, por su arte, por su ciencia, para decirlo de vez, por su genio, nuestra Patria ha figurado y tiene que figurar en primera línea. Desde el Poema de Mío Cid, hasta los libros exquisitos de Palacio Valdés, de Valle-Inclán, de Ricardo León y de toda una pléyade de eximios escritores modernos, tenemos amplísimos horizontes, originalidad recia y bien definida, matices delicadísimos e innumerables.
Pero la literatura selecta, por causas múltiples, la venido siendo patrimonio de un grupo pequeño de iniciados. A romper el pequeño círculo, hasta llegar a la gran masa de los pueblos hispano-americanos, esos ochenta millones del habla de Cervantes, tienden las «Bibliotecas» que nos ocupan. Para ellas parece escrito este hermosísimo pensamiento de Epicteto: “Engrandecerás a tu pueblo no elevando los tejad os de las viviendas de sus casas, sino las almas de sus habitantes.”
Dentro de la literatura universal, estas «Bibliotecas», con una economía increíble, van ofreciendo las obras próceres de los más esclarecidos ingenios. En otro orden, en el de la presentación, sus bellos libros son fáciles de leer y de insinuante sugestión. Con estas dos virtudes, ¡cuántos campos se atisban insospechados!, ¡cuántas nuevas modalidades de las ciencias!, ¡cuántas perspectivas nuevas de las artes!
Hay más: las Bibliotecas Populares «Cervantes» siembran a puño lleno, en todos los ámbitos de Iberia y de la América hispana, el más sano y el más alentador optimismo, en el que todos, gobernantes y gobernados, hemos de forjar la espada bien templada del entusiasmo, si es que de veras perseguimos un triunfo justo en las contiendas perennes de la vida.
Serafín Montalvo y Sanz.
Don Serafín Montalvo y Sanz, Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en la provincia de Valladolid. |
Vaya mi nota autobiográfica.
Apenas encierra interés alguno. Nací el 1874 en Canales de la Sierra (Logroño). Mi infancia transcurrió en mi pueblo natal, en El Redal y en Lardero, estos dos últimos pueblos de la Rioja. Desde Lardero, separado por cinco kilómetros y medio de Logroño, asistí diariamente en esta ciudad a un curso en el Instituto y tres en la Normal de Maestros. En el primer centro dicho paladeé las amarguras de un justo “Suspenso”, al que debo mis éxitos siguientes en mi carrera. En la Normal, sin duda por extrema benevolencia, no conocí otra nota que la de “Sobresaliente”.
A los quince años era Maestro Superior; a los diez y seis regí interinamente la Sección elemental de la Escuela práctica aneja a la Normal de Maestros de Logroño; a los diez y siete, en Valladolid, obtuve, por oposición, la Escuela de niños de Zaldivia (Guipúzcoa); pasé, por permuta, a la de Asteasu, en la misma provincia, y a la de Ausejo, en Logroño, donde casé a los veinte años de edad; a los veintiuno, por enseñanza libre, me hice Maestro Normal, con honrosísimas calificaciones en todas las asignaturas, si bien, al hacer la reválida en junio, por no tener en cuenta los recortes pedagógicos de cierto texto, se me impuso la vuelta en septiembre del mismo año.
En 1902, por oposición, fui Maestro de Sección en la Escuela graduada aneja a la Normal de Valladolid; en 1906, por traslado, pasé a la Escuela Superior de Yecla (Murcia), y en 1908, también por oposición, con el número 2, ingresé en la Inspección de Primera Enseñanza.
Llevo, como Inspector, recorridas las provincias de Barcelona, Cuenca, Ávila, Valencia, Logroño y Valladolid. Mis campañas por difundir la cultura popular puedo resumirlas en estas cifras aproximadas: unas mil escuelas vistas; más de doscientas conferencias pronunciadas, la última en abril de este año en la Universidad de Valladolid; unos quinientos artículos en las revistas profesionales y en diarios de gran circulación; media docena larga de textos escolares y algún folleto; cinco extensas Memorias, como Inspector a las órdenes de este Rectorado, sobre el estado de la enseñanza en las ciudades de Valladolid, Palencia, Burgos, Vitoria y Bilbao; dos premios, uno de ellos de 500 pesetas, otorgados por el Ministerio, y... no sé qué más ¡Ah!..., ¡si! algo más interesante y, para mí, más alentador: la creación de unas docenas de escuelas por indicaciones mías, por gestiones mías y hasta por terquedades mías...
Y termino con el prosaísmo de estas cosas, en verdad insignificantes. A mis treinta y seis años de servicios al Estado, sin nota alguna adversa en ellos, cuando el sol de mi vida oficial se aproxima al ocaso, sólo tengo un deseo vivísimo y es: el del engrandecimiento de mi Patria por las nobles vías del trabajo, de la virtud moral y de la verdadera cultura.
⁓
El resultado más positivo de las Bibliotecas Populares «Cervantes» es el de afirmar y solidificar el alma de los pueblos de origen español sobre el ideal de su propia personalidad en el concierto Humano.
Este y no otro es el camino por el que la familia española, que tanto bien ha proporcionado al mundo, se pueda poner de acuerdo para cuanto significa en el orden económico y en el orden espiritual, haciéndolos valer y haciéndolos estimar en la dirección internacional de los destinos universales.
Esta labor fecunda y de paz de las «Bibliotecas Cervantes» tiene mucha semejanza con las fuerzas telúricas que modifican la superficie del planeta, que nadie las ve ni las oye, pero silenciosa y paulatinamente amoldan y encauzan todas las energías del mismo.
Aquel que lea nuestros clásicos y se embelese con las bellezas de su contenido, al final de la lectura del libro piensa, siente y quiere en español.
Eso no lo hacen los ejércitos; eso es el mandato imperativo de la vida espiritual de un pueblo que no tiene pasado, sino un eterno presente que nos aprisiona y hace suyos por esa fuerza desconocida que, por lo divina, sólo puede venir de Dios a través del nombre Santo de la Patria española, que es la Madre de todos los que únicamente podemos saborearla en su idioma, como flor que nos nutre y fortalece con su esencia.
Nunca se sabrá estimar bastante la fuerza y el valor de las «Bibliotecas Populares» poniendo en la mano de todos los españoles el divino fruto de las inteligencias más hermosas con que la Naturaleza quiso premiar el sentimiento nacional por donde corren las aguas más puras y más reconstituyentes del alma de España.
Así es como se hace Patria y así es como surgen vigorosas por cohesión sagrada las fuerzas de los pueblos de un mismo origen para sentirse unos en el terreno económico y unos en el orden espiritual: son como el amor que funde el alma del padre y de la madre, que no es más que fuerza imperativa del más bello sentir, y es la misma fuerza que ya ha de presidir todos los valores de aquella unidad en todas sus necesidades.
Estas Bibliotecas son como el arpa aquella de Bécquer: que siempre está esperando la blanca mano que puede y sabe arrancarle sus divinas notas para bien de cuantos las lean.
Emilio Zurano.
⁓
Obra altamente beneficiosa es la de difundir la lectura de nuestros clásicos, y oportunísima hoy que parecen olvidados o desdeñados a causa de la alucinación producida por las corrientes anárquicas del gusto. Depurarle por medio de la publicación de las joyas de nuestra Literatura es tanto como mantener y avivar el fuego sagrado en el altar de la Patria.
Renovar el conocimiento de esas obras inmortales, de fácil lectura y atractiva presentación, como las de las Bibliotecas Populares «Cervantes», es un acierto.
José Ramón Mélida.
⁓
Encuentro muy acertado el sistema empleado para difundir en todos los países de habla española las obras más notables de nuestra literatura.
Alberto Castro Girona.
⁓
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» vienen a satisfacer la necesidad más urgente de la actual organización cultural de nuestra patria: la de poner al alance de todos ediciones amables y correctas de nuestros clásicos.
La vida del libro se desenvuelve en España condicionada por la estructura económica de nuestro pueblo, y por esto solamente tienen un público seguro los libros-herramienta indispensables para el ejercicio de una profesión o de una técnica.
El lanzarse a la publicación de clásicos es una empresa altruista digna del aplauso y de la protección de cuantos tengan conciencia clara de nuestro ambiente cultural. Estas Bibliotecas Populares educan a todos en el hábito de la lectura y son la semilla de un nuevo estado de cosas que ha de llegar a cambiar esta lamentable situación de la vida económica del libro en nuestra patria.
Mi felicitación más sincera a los organizadores de esta empresa.
Pedro Sáinz y Rodríguez.
Don Pedro Sáinz Rodríguez, Catedrático de la Universidad de Madrid, Consejero de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. |
⁓
Muy plausible es el fin que ustedes se proponen de contribuir a la difusión de la cultura mediante la Biblioteca «Cervantes», que, en ediciones a bajo precio, dentro de la buena presentación, reúne las obras más notables de la literatura nacional y extranjera.
Manuel González Hontoria.
⁓
La más elemental filosofía permite hoy, a la luz de la moderna ciencia antropológica, abordar el concepto de la Humanidad, considerada como un ser biológico, pues está sujeta a las mismas leyes de acción y reacción con el medio, de acometividad para satisfacer necesidades vitales y de defensa contra los agentes agresivos que pueden minar su existencia y progreso. Frente a los factores, de tan variada índole, principalmente morales, que pueden atentar a la seguridad colectiva y detener la ley del avance social, la Humanidad ha opuesto tres principios o instituciones fundamentales: la Ley, como expresión de orden y justicia; la Religión, principal reguladora de la moral humana, y la Educación, formadora espiritual de los hombres. Son los tres carriles que han guiado a los pueblos hacia la región de la luz y el bienestar, los márgenes y pretiles que han contenido y encauzado la torrentera de las gestas históricas, el trípode firmísimo de la ascensión humana, cultural y armónica.
Estas tres instituciones, básicas de nuestra cultura occidental, poseen la singular virtud de cultivar al hombre; la rara alquimia de transformarle, de dializar la mezcla humana, separando sus tendencias morbosas para sofrenarlas, y exaltando sus impulsos y aspiraciones lícitas y honestas. En este sentido obran como frenos y tronos del individuo y de la sociedad; pero no sólo son necesarias todas ellas por sí, por su virtud específica, sino que lo son, obrando cuantitativamente, en la proporción debida; de tal modo, que el predominio o mengua de uno de estos principios básicos malogra y deforma el resultado y efecto de los restantes. Bajo este aspecto obran a modo de secreciones internas de fisiología moral colectiva, en la que la falta o disminución de una de ellas provoca el desequilibrio del cuerpo social.
Con el panorama expuesto, una perspectiva más del trillado campo histórico, sólo hemos pretendido señalar, en líneas generales, la función específica y cuantitativa que, idéntica a la de la Ley y de la Moral religiosa, ejerce la Educación en la dinámica y equilibrio de los pueblos. Al llegar a este punto, preñado de interrogaciones y dudas, cabría preguntar por lo que se refiere a nuestro país: ¿Tiene la Educación aquellas preeminencias y privilegios que corresponden a su importancia y virtud dentro de una sociedad verticalmente constituida? Los que sinceramente otorgamos a la función educadora un rango tan elevado en dignidad y eficacia, como el que tiene la Ley, usufructuada por el Poder público, y la Religión, tan públicamente manifestada por el alma popular, desearíamos que el Poder público prestara mayor apoyo a toda obra educadora, y que el Pueblo exigiese para sus Escuelas, centros educativos primarios, el decoro y la grandeza puesta y debida a sus Templos religiosos.
De lo dicho se infiere, traduciendo aquellos deseos en actos, cuánto importará facilitar e interesar, por todos los medios, en la obra educadora, al Estado y al Pueblo. Si las Bibliotecas populares son poderosos instrumentos, entre otros, para llevar la educación al Pueblo, cada día más ocioso y, por tanto, más disponible de horas para su formación espiritual, deberá ser empresa dignísima, altamente patriótica, merecedora del favor y protección del Estado, la que logre facilitar y poner al alcance del Pueblo un tipo o modelo de biblioteca eficazmente educadora, noblemente patriótica y viablemente económica. ¿No es ésta, acaso, la finalidad perseguida por la Biblioteca Popular «Cervantes»?
Juan José Senent Ibáñez
Don J. J. Senent Ibáñez, Inspector de Primera Enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Alicante. |
Nació el Sr. Senent en 24 de noviembre de 1883 en Masarrochos, pueblo de la huerta valenciana, hoy anejo de la capital.
Cursó el Bachillerato en el Instituto General y Técnico de Valencia, obteniendo, además, en 1903, los grados de Perito químico y Perito mecánico.
Terminada la carrera de Maestro Superior, en 1911 ingresó, por oposición, en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (Sección de Ciencias), obteniendo el título de Maestro de Primera Enseñanza Normal.
Por R. O. de 21 de octubre de 1914 fue nombrado Inspector de Primera Enseñanza de la provincia de Castellón de la Plana, pasando, por concurso de traslado, con fecha 21 de julio de 1920, a la provincia de Alicante, donde ejerce actualmente su cargo.
En virtud de R. O. de 24 de enero de 1921 fue designado, a propuesta de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, para formar parte del grupo de inspectores y maestros que visitaron los establecimientos docentes de Francia, Bélgica y Suiza.
Por R. O. de 28 de febrero de 1923 fue encargado por el Ministerio de Instrucción pública de la dirección del Campo de recreo para los niños de las Escuelas de Alcoy.
Designado por la Dirección general de Primera Enseñanza, asistió al primer curso de información sobre Educación física y Arte para Inspectores de Primera Enseñanza, celebrado en Toledo y organizado por RR. OO. de 7 y 14 de noviembre del año 1924.
He aquí algunos rasgos que podrán mejor definir el carácter de su obra.
Dentro del extenso campo de su labor profesional, ha preferido siempre la actuación directa y viva a la propaganda escrita. Su preocupación fundamental, condicionar al maestro, capacitándole material (casa vivienda y local escuela), pedagógica y moralmente, para lograr el mayor rendimiento docente y educativo. Al calor de este ideal consiguió la Real orden de 14 de enero de 1918, que determinó la clausura, de una sola vez, de veintiocho escuelas de la provincia de Castellón, y, actualmente, en la provincia de Alicante, ha podido ver, dentro de su zona, en los tres años últimos, la construcción y terminación, por el Estado, de doce grupos escolares. Sus deberes con la niñez desvalida de salud y recursos económicos le ha llevado a organizar y dirigir ocho colonias escolares en Serra (Valencia), Albocácer y Lucena del Cid (Castellón) y Villajoyosa (Alicante). Durante su residencia en Alcoy (1920-26) ha dejado fundadas, con carácter permanente, la colonia escolar de Villajoyosa, con edificio propio, adquirido por el Ayuntamiento alcoyano, y el Campo escolar de recreo de dicha ciudad.
Al lado de estas notas, de carácter puramente profesional, debemos señalar sus actividades dentro del campo de la Arqueología. La visita a los pueblos, pareja a la función inspectora, le permitió compartir, con los deberes ineludibles del cargo, la tarea inquisitiva de obras artísticas y restos prehistóricos para recomendar la salvaguardia de los valores ignorados a determinadas autoridades municipales y eclesiásticas y aportar datos a los historiadores sobre retablos medievales y otras joyas de alto valor arqueológico.
A su devoción por el arte correspondió la fortuna que le deparó hallazgos tan interesantes como la estación prehistórica, con pinturas rupestres, de Morella la Vella; el mosaico romano de Moncada, de 34 metros cuadrados, representando las Nueve Musas, hoy conservado en el Museo provincial de Bellas Artes de Valencia; miliarios y mansiones de los itinerarios romanos y varias estaciones ibéricas y de los metales.
A esta labor de exploración, no abandonada hasta el día, siguieron los trabajos y estudios que publicó. Un extenso estudio sobre las pinturas rupestres de Morella la Vella, en el periódico Las Provincias, de Valencia, con fecha 17 de octubre de 1917; otro trabajo, de carácter arqueológico, en el Archivo de Arte Valenciano, número enero-diciembre de 1919, reproducido en el Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, mayo de 1920; y, finalmente, los publicados en el Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans, volumen VI.
En mérito a sus hallazgos y publicaciones de carácter arqueológico, ha sido objeto de las siguientes distinciones:
Por R. O. del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, fecha 18 de marzo de 1921, comunicada por la Dirección general de Bellas Artes, apartado 3.°, se dispuso «que se manifieste al Sr. Senent, en forma adecuada, el agradecimiento a que se ha hecho acreedor por su desinterés y amor a la cultura patria, haciendo cesión de sus derechos (sobre el mosaico romano de Moncada) y enriqueciendo el tesoro arqueológico de la nación».
Con fecha 11 de mayo de 1921, y a propuesta del Decanato, fue nombrado Director correspondiente del Centro de Cultura Valenciana.
La Junta de Patronato del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia, con fecha 21 de octubre de 1925, le otorgó el nombramiento de Individuo correspondiente de dicha entidad.
Finalmente, en 20 de junio del año corriente, ha sido nombrado Académico correspondiente de la Real de la Historia.
⁓
Sr. D. Manuel L. Ortega.
Muy distinguido y querido amigo: He recibido los dos ejemplares de la Colección de Clásicos de las Bibliotecas Populares «Cervantes» que ha tenido la amabilidad de enviarme, y con el mayor gusto y la correspondiente justicia, envío a usted mi más sincera y entusiasta enhorabuena, por el entusiasmo y la brillantez con que va realizando esta empresa editorial, que tantos beneficios ha de producir a la cultura popular, por la belleza, la economía y la muy acertada selección de las obras escogidísimas que usted publica.
Es usted en este género de publicaciones una especialidad extraordinaria, digna del aplauso general, y de que esas publicaciones se agoten en España y en las Américas. Hace usted un gran bien a la Patria y por ello le envía un cariñoso abrazo su admirador y affmo. amigo,
Ángel Pulido.
⁓
Sr. D. Manuel L. Ortega.
Muy señor mío y amigo: Le agradezco muy de veras los dos ejemplares de la Colección de Clásicos que ha tenido la bondad de remitirme y que he leído con el mayor gusto, por tratarse de ideas que caen perfectamente dentro de mi ideología.
La impresión que me pide acerca del trabajo que pretenden realizar puede sintetizarse en las siguientes líneas: realiza esa Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, una magnífica labor, siendo ese el camino seguro para llevar a cabo la obra del hispanismo americano.
Muy agradecido a sus atenciones queda de usted affmo. amigo y s. s., q. e. s. m.,
Conde de Romanones.
⁓
Es aspiración general de cuantos hallan en la lectura, a la vez que solaz y placer intelectual, elementos de cultura, de mejoramiento, y aumento de conocimientos y de caudal espiritual, más gratos cuanto más extensos, más apetecidos a medida que se hacen fáciles, asequibles, familiares; es aspiración general, repetimos, poseer una fuente copiosa que se los proporcione, que se los recuerde, que se los renueve, que se los aumente en cantidad y calidad; y también, en la inmensa mayoría de los casos, el manantial ha sido limitado, escaso, conforme a los recursos, cortos de ordinario y más reducidos cada día en relación del precio cada vez más elevado del libro.
Tan grave inconveniente ha dejado de serlo gracias al entusiasta y patriótico esfuerzo de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, creando las Bibliotecas Populares «Cervantes», accesibles a los más modestos medios económicos. Por un desprendimiento insignificante, de inmenso valor moral muchas veces si fuera debido a la parva limitación, interesante prueba de fuerza de voluntad y vencimiento propio, de un hábito superfino, se puede adquirir un verdadero Tesoro de sabiduría y experiencia, de belleza literaria, de ciencia práctica de la vida, que a eso equivale cada Biblioteca Popular «Cervantes», convirtiéndose en una realidad fácil e inmediata la aspiración general, a que aludimos, de poseer una fuente copiosísima, inagotable, de elementos de cultura, de formación intelectual y de solaz y de goces morales exquisitos.
La acción educadora e instructiva de estas Bibliotecas Populares ha de ser realmente formidable, inspirada exclusivamente por el más alto patriotismo. Si por la educación y cultura ha de mejorarse y perfeccionarse la Humanidad, bien ha orientado su genial empeño la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones. ¡Loor a tan benéfica Empresa, y que el éxito más lisonjero corone su magna obra!
José Galisteo
Don José Galisteo Sotos, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Segovia. |
Nacido en 26 de junio de 1873 en Manresa (Barcelona).
Curso el Magisterio en la Normal de Zaragoza, obteniendo el título de Maestro Superior en 1891.
En la Escuela de Comercio de Zaragoza se graduó de Perito Mercantil en 1896, dedicándose a la Contabilidad mercantil hasta el año 1907.
Maestro de Ochagavía (Navarra), por oposición, desde abril de 1907 a noviembre de 1910.
Maestro de Leciñena (Zaragoza), por oposición, desde noviembre de 1910 a marzo de 1917.
Por Real orden de 11 de septiembre de 1912 fue designado para formar parte de un grupo de Maestros pensionados para realizar un viaje de estudio de la organización y funcionamiento de las Escuelas primarias y Normales en Francia, Bélgica, Suiza y Norte de Italia.
Después de diez años de ejercicio en Escuelas nacionales, con excelentes servicios reconocidos por las Juntas locales e Inspectores de Primera Enseñanza, fue nombrado, previa oposición, Inspector de Primera Enseñanza de la provincia de Huesca, cargo que desempeñó desde abril de 1917 a mayo de 1924, pasando, por traslado voluntario, a la provincia de Segovia, donde ejerce, encargado de la segunda zona.
En 11 de abril de 1927 le fueron concedidas gracias de Real orden por su meritoria labor profesional.
Lleva, por tanto, prestados a la enseñanza en Escuelas nacionales y en la Inspección profesional de primera enseñanza más de veinte años de meritorios servicios.
⁓
Todo cuanto tienda a poner en conocimiento del pueblo las obras maestras de nuestros clásicos, de aquellos que brillan como astros refulgentes en el siglo de oro de nuestra literatura, es labor de alto valor patriótico y de un profundo sentido cultural: es iniciar a las masas en el arte y la ciencia de pensar bien y crear el hábito y preparar la voluntad para el bien obrar. Y como todo acto lleva en sí mismo la semilla de su reproducción, de aquí que inculcar la realización de actos nobles y generosos es sembrarlos en la propia naturaleza e iniciarla en la verdad, única cosa que satisface la mudable razón humana.
José María Caballero.
⁓
Todo lo que tienda a fomentar la afición a la lectura sana y amena, y a difundir el conocimiento de las obras maestras de los grandes escritores nacionales y extranjeros, es laborar por el engrandecimiento de la Patria. Apartar a nuestras juventudes de las lecturas perniciosas, que sólo dejan en el espíritu las huellas funestas del vicio encumbrado y la virtud escarnecida, en lugar de preparar su corazón e inclinarle a todo lo grande, sublime, generoso y honrado, es una obra que merece el aplauso y el apoyo de cuantos cifran su ideal en el perfeccionamiento de todos. Las Bibliotecas «Cervantes» prestan un señalado servicio a la Patria. Propagarlas es acreditarnos de buenos españoles.
Damián González.
Don Damián González, Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en Vizcaya. |
⁓
Sr. D. Manuel L. Ortega. Madrid.
Mi querido amigo: Su excelsa obra de las Bibliotecas Populares «Cervantes», que viene a realizar una idea similar a la que con el sabio y malogrado amigo mío, el Doctor Cobos, tuvimos la suerte de lanzar al fundar en París, en 1911, el Comité Franco-Hispano-Americano de Ciencias Médicas, con el objeto de propagar nuestra bella Lengua castellana en el mundo médico, y que con el tiempo será la que más brillará, gracias a los cien millones de individuos que la hablan y al prestigio y prosperidad crecientes de nuestra amada España y sus hermanas las Repúblicas de América y Filipinas. Esta fundación admirable colocará una corona de laureles en el monumento moral que se ha de elevar, en Sevilla, en el Congreso de Hispanismo, y premiará la labor tan laudable inspirada en un común sentimiento de patriotismo y de amor a la cultura hispana.
Como modesto director de la Revista Unión Médica Franco-Ibero-Americana, órgano de la U. M. F.-I.-A., y como buen servidor de los ideales patrios, me congratulo en felicitarle y hacer los más fervientes votos por su prosperidad.
Sabe lo mucho que le admira y quiere su amigo, que le abraza,
Dr. Alberto Bandelac de Pariente.
⁓
Obra de titanes es la emprendida por la Compañía Ibero-Africano-Americana de Publicaciones (S. A.) al proponerse llevar sus Bibliotecas Populares «Cervantes» a todos los puntos de España y pueblos de habla española de América y África. ¿Lo conseguirá? Indudablemente que sí, entre otras poderosas razones, porque la cultura se abre paso por doquier y las obras clásicas se adentran por su empuje en todas partes.
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» no pueden ni deben dejar de estar, no sólo en las Escuelas primarias, sino en todo centro docente y cultural, para que sus tomos nos sean, como dijo el poeta italiano del siglo XIV, el Petrarca, los mejores amigos que nos acompañen, los mejores amigos que nos hablen de siglos pasados, que nos revelen secretos de la Naturaleza, que nos distraigan con la agudeza de su ingenio o calmen nuestros enojos con su buen humor y jovialidad.
Yo desearía, en beneficio de la cultura y de la mayor ilustración de los ciudadanos, que en cada pueblo, aldea o agrupación de vecindad existiera cuando menos una de estas Bibliotecas, para que al salir de casa nos hiciéramos acompañar por algunos de esos buenos amigos que decía Petrarca: los libros de la biblioteca cervantina.
¡Loor a los propulsores de esta grande obra de cultura!
Francisco Martos Rodríguez.
Don Francisco Martos, Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes». |
⁓
MI CRUZADA
Es mi alma cual huerto ignorado,
do la suerte ha sembrado al azar:
de Zorrilla, las mieles sin par;
y de Alfonso, el saber no igualado;
del fiel Bécquer, el dolor rimado;
de Teresa, las ansias de amar;
de Quijote, el continuo luchar
por lo justo, lo bello y honrado.
Y, al sublime manchego imitando,
emprendí mi cruzada extendiendo
Bibliotecas Cervantes, queriendo
que, aunque humilde y oscuro, mi nombre
el mundo recorra enseñando
que «no sólo de pan vive el hombre».
María Balbín de Rodríguez.
Doña María Balbín de Rodríguez, Representante de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en Asturias. |
Nací en Caravia (Asturias) el día 7 de marzo de 1877.
Fueron mis padres D. Mateo Balbín, carpintero de oficio, y D.ª Josefa Fernández, costurera.
Uno de mis hermanos, residente en Cuba (América), me costeó la carrera de Maestra Superior.
Ingresé por «Concurso único» en el ejercicio de mi profesión y obtuve recompensas del Ayuntamiento, Junta Provincial, Inspección, Rectorado, y de Real orden por los resultados de mi labor docente.
Colaboré desde su inauguración en la «Hora del Niño» establecida por la «Radio-Asturias».
Escribo en diferentes periódicos y revistas, tratando asuntos relacionados principalmente con la infancia, y, aunque obtuve premios en concursos literarios por mis trabajos en prosa y verso, cifro mi mayor gloria en el desempeño fiel de mi Escuela y en el cariño de mis hijos, que crío y educo para la Sociedad y la Patria.
María Balbín de Rodríguez.
⁓
Estamos convencidos de que, para gloria de la presente generación, surge actualmente una nueva España, impelida por los vientos renovadores que el eximio general Primo de Rivera tuvo la gallardía y el honor de impulsar en la histórica fecha de 13 de septiembre de 1923.
En todas las actividades nacionales se ha despertado un nuevo afán de progreso, y en el campo de la cultura salen a la palestra paladines tan esforzados como las Bibliotecas Populares «Cervantes» que, persiguiendo el noble ideal de cultivar el espíritu de las clases populares, propugnan por arrojar de nuestro pasto intelectual la bazofia pornográfica y soez con que algunos seudo literatos modernistas, más bien manchadores de almas, iban infestando nuestra brillante literatura.
Las buenas lecturas, y especialmente las contenidas en los volúmenes de las Bibliotecas Populares «Cervantes», son base necesaria a toda educación integral o compuesta y copiosa fuente de conocimientos necesarios a una buena instrucción. Es el precioso medio que nos transporta a los países del ensueño y de los bellos ideales que han movido las plumas de los grandes escritores de la literatura universal que, cual hermoso ramillete de fragantes flores, nos brindan las Bibliotecas Populares «Cervantes».
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» han de resolver, y no en muy lejano plazo, el problema más trascendental de cultura, pues por sus inmejorables condiciones, tanto económicas como literarias, pueden los pueblos ilustrar sus espíritus, que tan necesitados se encuentran algunos, por carecer de medios para ello.
Si la Escuela es donde el niño comienza a desarrollar todas sus facultades intelectuales, cuando adulto, su perfeccionamiento, indudablemente, lo encontrará en los selectos libros de las Bibliotecas «Cervantes»; por esto todos debemos trabajar sin descanso para que en cada distrito rural haya una de estas Bibliotecas.
Dolores Carretero Saavedra.
Doña Dolores Carretero Saavedra, Inspectora de Primera enseñanza de la provincia de Santander. |
Doña Dolores Carretero Saavedra, Inspectora de Primera Enseñanza de la provincia de Santander, ingreso en el Magisterio por oposición libre, obteniendo una plaza en una Escuela rural de la provincia de Cuenca; estuvo agregada en Madrid como Maestra de sección en la Regencia de la Normal de Maestras; desde allí se trasladó a la Dirección de una Escuela de Algeciras, ingresando en el Cuerpo de Inspección por oposición libre, procediendo del Magisterio.
El tiempo que estuvo en expectación de destino regentó la Escuela de Miraflores de la Sierra, donde trabajó con gran entusiasmo, creando varias instituciones escolares.
Además del título de Maestra de primera enseñanza superior, posee el de Profesora mercantil, habiendo cursado también, con gran aprovechamiento, las enseñanzas de sordomudos y ciegos, párvulos y anormales, teniendo también el título de Profesora especial de dibujo.
En la actualidad trabaja sin descanso por el mejoramiento del Magisterio, instituciones escolares y creación de escuelas, esperando que por sus gestiones, en unión del Jefe de la Sección de Primera enseñanza, se construya un magnífico edificio destinado a Escuela Nacional Graduada, con doce grajos, como homenaje al Excmo. Sr. Marqués de Valdecilla, y muy pronto podrá funcionar un magnífico Ropero escolar, para el cual ya tiene concedidos algunos donativos.
⁓
No quisiéramos pecar de temerarios al afirmar que en esta provincia de la rica región andaluza, que le cabe el alto honor de titularse «antiguo reino del Santo Rostro», hemos de conocer en breves años la cultural labor de las Bibliotecas que nos ocupan, y que en virtud del contenido de éstas, y con la ayuda de Dios (que por mediación de su Santo Rostro tantos beneficios prodiga a esta provincia) se despertará el amor a las buenas letras, haciendo que salgamos del sonrojante analfabetismo. Cuando la antorcha de Minerva ilumine el rico campo y las hermosas urbes jienenses, brillarán con fulgores propios la gracia y el ingenio andaluz, que en otros tiempos pusieron tan altos los nombres de sus hijos como Martínez Molina, Bernardo López, Coello y Quesada, Martínez Montañés y muchos otros que en la generación presente son honra de esta bendita tierra.
Grande será el mérito de las Bibliotecas Populares «Cervantes» por haber sabido difundir por nuestra querida Patria el amor a la cultura, cuyos frutos harán que España sea grande, no por sus conquistas bélicas, sino a la manera de la grandeza firme y maciza de los santos ideales que unen a los pueblos por la bondad y el amor.
Saturnino Izquierdo.
Don Saturnino Izquierdo, Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Jaén. |
Nuestro Delegado en la provincia de Jaén, don Saturnino Izquierdo y Ureta, nació en Logroño el día 11 de febrero de 1887; hijo de familia humilde y por desgracias de esta, tuvo que ganarse la vida desde muy joven.
Recibió las primeras letras en la Santa Casa de Beneficencia provincial de Logroño, y a los trece años de edad comenzó su aprendizaje de carpintero, a cuyo oficio se dedicó hasta los veintiún años. Durante su aprendizaje concurría a las clases nocturnas de la Escuela de Artes y Oficios, donde alcanzó algunas distinciones y el cariño de sus Profesores.
Despertada su vocación por el estudio y aprovechando las horas de descanso que su profesión de carpintero le dejaban libre, hizo la carrera de Maestro elemental en el Instituto de Logroño.
Estimulado por sus Profesores y con la subvención que el Ayuntamiento de su pueblo natal le concedió, cursó oficialmente los estudios de Maestro Superior en las Normales de Burgos y Logroño (creada a la sazón bajo la Dirección del distinguido Profesor y actual Director, D. Leopoldo Elías y Martínez), en cuya Normal, el día 27 de junio de 1911, le fue conferido el título, con nota de Sobresaliente, y cuyos derechos fueron sufragados por el citado Ayuntamiento.
Con la ayuda económica del Ayuntamiento y Diputación de su provincia, concurrió a las oposiciones a Escuelas nacionales celebradas en Madrid en 1912, y obtuvo la plaza de Pastrana (Guadalajara).
En 1914 la Dirección General de Primera Enseñanza le concedió una beca para ampliar estudios durante un curso en los “Jardines de la Infancia”, de Madrid.
Siendo Maestro en ejercicio, en 1921, ingresó en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, alcanzando el Título Normal, que hoy posee.
En su labor escolar, desarrollada en las escuelas de Pastrana (Guadalajara), Viana (Navarra) y Jaén, que actualmente sirve, cuenta con varios votos de gracias de la Inspección y Juntas locales.
Desde 1918 posee la Medalla de bronce de la Mutualidad Escolar, y en 1924 la Dirección General de Primera Enseñanza le adjudico un premio en metálico y Diploma de Mérito.
Por último, nuestro Delegado es un entusiasta de las buenas letras y especialmente un propagandista incansable de las Bibliotecas Populares «Cervantes».
⁓
El problema de España es de formación de nuevas generaciones: de educación. La actual y la que se forma son deficientes. Lo es la actual, por haber nacido y crecido sin escuela o con escuela nominal. La generación que se forma hoy nace de una escuela que está en vías francamente progresivas, pero que se halla a grandiosa distancia de lo que ha de ser. Gran parte, además, de la generación escolar, se elabora sin escuela. No asisten a la escuela miles y miles de niños, a los que exigirá la sociedad de ellos lo que no han de poder dar, ni en inteligencia, ni en voluntad, ni en sentimiento.
Quedan dos caminos convergentes a seguir: uno, para la generación que se forme; otro, para encauzar la actual escolar y para sostener la ya formada. El primero es la reforma de nuestra educación primaria y la absoluta exigencia de que la reciba todo niño hasta el término de su desarrollo. Largo y fuera de este lugar sería tratarlo. El segundo camino lo define cuanto pueda contribuir a reforzar la cultura de la generación formada y de la que va a salir de la escuela. Ello puede lograrse, en gran parte, por la difusión de la lectura y por la preparación de un medio favorable para ponerla al alcance de cuantos españoles puedan leer.
Pocos son los que leen en España. Y a menudo, por ausencia de libros cuya cercana presencia pueda llamar a las puertas del interés. Sinceramente creemos que las Bibliotecas «Cervantes», tan fácilmente asequibles a todo pueblo y a todo español, señalan uno de los más decisivos jalones del sendero que ha de guiar a la generación que va a seguirnos y ha de mantener la actual lo más integralmente posible en el marco de la Patria.
José Junquera.
Don José Junquera, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Gerona. |
⁓
La escuela debe ser la pequeña universidad de los pueblos, donde todos los vecinos apaguen sus ansias de saber. Esta Biblioteca «Cervantes», económica, popular y seleccionada, reúne todos los elementos apetecibles y necesarios para hacerla imprescindible en nuestras escuelas.
Adriano Teruel.
Don Adriano Teruel, Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en la provincia de Guadalajara. |
⁓
Una buena Biblioteca es arca sagrada en donde se guarda la tradición, la ciencia y experiencia de los grandes genios que fueron, de los que son en el presente, a la vez que estímulo para imitarles haciéndonos más cultos y mejores.
En los libros viven los heroicos hechos que ennoblecieron la Humanidad, las conquistas de la ciencia que la redimieron de errores y las enseñanzas de los sabios y buenos varones que nos llevaron por el camino del mejoramiento. Es el libro cosa del espíritu, obra de la reflexión y fruto del entendimiento; y si las conquistas materiales apenas dejan huella de su paso, las del alma: religión, ciencia, arte, filosofía..., todo, en fin, cuanto emana la sabiduría, es eterno.
Las Bibliotecas Populares «Cervantes», al difundir todos estos valores espirituales, poniendo al alcance de todos los ciudadanos españoles y de nuestros hermanos de raza, de allende el Atlántico, las obras cumbres de nuestros grandes pensadores, establecen lazos de amor entre hermanos, impulsan el progreso, reivindican nuestros genios literarios y engrandecen la Patria. ¡Hermosa obra!
Benigno Ferrer Domingo.
Don Benigno Ferrer Domingo, Inspector Jefe de Primera enseñanza y Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en la provincia de Almería. |
⁓
La Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, fundadora de las Bibliotecas Populares «Cervantes», presta a la causa de la cultura patria servicio de extraordinario valor. Al fundar sus Bibliotecas pone al alcance de los pueblos más humildes, de las Escuelas rurales más apartadas el instrumento más seguro de la cultura: el libro, ese amigo fiel que nos guía, nos ilustra y nos aconseja, a la par que es grato y honesto solaz de nuestro espíritu en las horas de descanso y de paz.
El Magisterio español, que es la más fuerte palanca del progreso patrio, encontrará en estas Bibliotecas «Cervantes» el cooperador más eficaz de su obra, sin costosos esfuerzos económicos, que, por otra parte, la Escuela nacional, escasa de recursos, no podría realizar. Increíble parece que la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones haya podido ofrecer a Ayuntamientos y a Escuelas una tan brillante lista de autores y una cantidad tan respetable de libros por el precio, casi irrisorio, que a estas Bibliotecas señala.
Estimo yo que cuando esta idea generosa y patriótica de la Editorial Ibero-Americana sea conocida por Alcaldes y Maestros, cuando se sepa que por un insignificante esfuerzo económico toda Escuela y todo pueblo puede contar con una Biblioteca completa, España se verá sembrada de libros de esta Editorial y el progreso del pueblo español habrá entrado en la fase definitiva de su realización.
José Civit.
Don José Civit, Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Lérida. |
⁓
«Un pueblo con un libro es algo muy distinto de un pueblo sin un libro. Un libro, no sólo enriquece por su contenido la vida intelectual e imaginativa de un pueblo, sino que divide su rumbo en dos partes: una real, la otra ideal; una que es, la otra que debe ser...»
Completamente de acuerdo, ilustre Davidson. Un buen libro es como un inmenso ventanal por donde llegan al cerebro raudales de luz y al corazón infinitos motivos de amor. Fomentar la afición a la sana lectura es la cooperación más extensa y eficaz que puede prestarse a la providencial obra del progreso humano, y facilitar la adquisición de obras literarias selectas es hacer surgir en la inteligencia de las nuevas generaciones ideas elevadas y en la voluntad impulsos benévolos: es sembrar en las almas jóvenes ansias profundas de superación espiritual, es hacer posible la esperanza de que los hombres nuevos sean más cultos, más buenos y más justos, más capaces de sentir las bellezas de la vida y, por ende, más aptos para la realización del ideal supremo de la Humanidad...
Luis Soto Menor.
Don Luis Soto Menor, Inspector de Primera Enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Lugo. |
⁓
Difundir la cultura, dar acceso a nuestras obras cumbres hasta el pueblo, poner al alcance de todas las fortunas las mejores producciones de nuestros literatos, es empresa noble, muchas veces solicitada, pero no llevada a cabo hasta hoy. Las Bibliotecas «Cervantes» han realizado el milagro; mas no se conforman con eso, sino que ofrendan otras tantas del Extranjero, con lo que dejan satisfecho el anhelo de muchas personas de la clase media aficionadas a la lectura, quienes por su caro coste no podían solazarse con la de éstas y aquéllas, y otras tantas de educación e iniciación en las ciencias, artes y oficios para instrucción de los obreros, quienes distrayendo sólo parte del gasto que emplean en distracciones poco adaptables a la salud física y moral, encontrarán en estas la utilidad junto con la distracción, y en aquellas la amistad juntamente con el conocimiento de las costumbres y variedades de otras épocas y de otros pueblos, que tanto atrae y despierta el interés y curiosidad. La afición a la lectura será mayor, podrán formar parte de las Bibliotecas de los Centros obreros, donde acudirán una vez despierta aquélla; se harán más ilustrados nuestros obreros, no desmerecerán al lado de los de otras naciones, y con ello ganará nuestra amada Patria en beneficios positivos, en bienes materiales y en conceptuación. Si se agrega a esto la buena presentación y la bondad del material empleado, las encontramos un tanto avaloradas, pudiendo figurar junto a las mejores; cumplen, pues, el fin patriótico que sus editores se han propuesto, y por ello les felicitamos y prestamos nuestra cooperación.
R. Consuelo Alonso y Benayas.
Doña Rosa Consuelo Alonso, Delegada de estas Bibliotecas en la provincia de Castellón. |
Nací en un pueblo de la provincia de Toledo llamado Novés, donde mis padres tenían algunas propiedades, y desde muy pequeña fueron grandes mis aficiones a la lectura, al estudio y observaciones sociales. Aprendí a leer a los cuatro años de edad sin que nadie tuviese empeño en ello, dado mi poco desarrollo físico, y a los ocho se deleitaban amigos y parientes en oírme leer verso, pues decían los daba muy buena entonación. De carácter un tanto retraído a la vez que llamada imperiosamente por mis aficiones, cuando las demás niñas de mi edad jugaban, yo me entraba en la habitación más oculta, con un libro en la mano, y allí pasaba mis mejores horas. Muy pronto aquellas lecturas y mi propio pensamiento me hicieron encontrar sumamente pequeño el ambiente de la población aquella y solicité salir, no para ir a un Colegio y perfeccionar mi educación como mis padres querían, sino para dedicarme al estudio entonces en algún centro oficial. No había entonces más carrera para la mujer que la de Maestra y hube de esperar en un Colegio hasta cumplir la edad, obteniendo después el título, pero sin pensamiento de ejercerla, no sólo por no necesitarlo económicamente sino por no sentir entonces más vocación que la de aprender. Más tarde, atraída por los triunfos de otras compañeras en las oposiciones, marché a Madrid a presenciar aquellos actos, y con aquel afán de lucha que se siente en la juventud, me lancé a ella en los siguientes, obtuve mi primera plaza como Maestra, y tanto allí, en mi provincia, como luego en Badajoz, siempre estuve a la cabeza de todo movimiento societario, defendiendo con todas mis fuerzas los derechos de la escuela, del niño y del Maestro.
Mi energía de carácter, mi ardor para luchar y defender las causas nobles me conquistaron más disgustos que satisfacciones externas, pero no me hicieron cambiar. Como Juez de oposiciones aquí y en Badajoz, así como en mi cargo actual, siempre he levantado el pabellón de la justicia, no arredrándome nada tampoco en mis campañas periodísticas en pro de la enseñanza como base del mejoramiento social, unas veces colaborando y otras dirigiendo un periódico profesional.
Estudiando y conociendo a las niñas vi tan grande, tan elevada la misión del educador, llegué a una vocación tan firme y decidida que por nada hubiera dejado mis niñas y mi escuela; pero siendo mi distracción el estudio, pasando todo el tiempo que podía en Madrid visitando Museos y Bibliotecas y acudiendo a conferencias, poniendo en práctica cuanto aprendía y se me ocurría, copiando lo que más me gustaba en métodos y procedimientos de otras naciones más adelantadas que la nuestra en este aspecto y gozosa del resultado, encontré muy limitado el campo de mi actuación y entonces pensé en la Inspección de Primera Enseñanza. Otras como yo podrían llevar a la escuela, con el porcentaje de la experiencia, la vocación, y el fruto del estudio demostrado en públicas oposiciones, el espíritu pedagógico necesario para transformar la escuela nacional y llegar al mejoramiento de la sociedad desde entonces (sería del año 1912 a 1913), empecé a gestionar, a indagar, si había ambiente en las altas esferas, y un amigo y compañero, hombre genial, inteligente, decidido y luchador, a quien comuniqué mis pensamientos, pareciéndole muy bien, pudo iniciar, hacer ambiente y traerme de la Corte la impresión de que se harían oposiciones para la Inspección femenina. Desde entonces empecé a orientar mis estudios hacia las materias que creía serían objeto de la oposición anunciándose, por fin, en 1915. Las intermitencias y peripecias que sufrieron estas oposiciones la sabemos con el Tribunal los pocos opositores que quedamos en Madrid, con el noble empeño de evitar la suspensión de las mismas (antes de empezarse), según pretendían los que querían las plazas sin opositar. Vencidos los obstáculos y después de largo tiempo de ejercicios y de espera, conseguí mi ingreso en el Cuerpo y en esta provincia, donde persigo el ideal de mi vida que aún no ha dejado de serlo, en lucha constante con pueblos, autoridades y Maestras, contenta de haber logrado cambiar el carácter de las escuelas de mi zona y disgustada por carecer de medios y atribuciones para hacer más rápida y más completa la transformación deseada.
R. Consuelo Alonso y Benayas.
⁓
Es deseo muy sentido el de despertar en los pueblos afanes de cultura, pero no se hace mucho por la realidad de estos anhelos: Máxima protección a la Escuela y la fundación de «Bibliotecas Populares» son, en nuestro sentir, medios principales de conseguirlos.
En una Escuela que disponga de buen edificio, de material suficiente y que tenga la matrícula y asistencias debidas, el Maestro cumplirá siempre la alta misión que se le confía. La «Biblioteca» continuará y completará la obra que la Escuela no hizo más que esbozar en sus fines de formar la conciencia moral, de preparar para la vida.
Un lector que goce con la afirmación de los conocimientos que posee, con el descubrimiento de una verdad científica, o se solace con las exquisiteces de las bellas y sanas producciones literarias o artísticas, será excelente propagandista de la cultura, de las virtualidades de los libros. Mas para ello es preciso que los tenga a la mano, que haya una «Biblioteca» en donde pueda saciar su sed de ennoblecerse. Y si cada lector consigue que otro lo imite, éste, a su vez, hará algún prosélito; éste, otro... y se irá extendiendo la buena nueva.
El poco calor por estas cosas, la carestía de los libros –no siempre con escrupulosidad escogidos– la falta de ambiente en los pueblos, han hecho que las escasas «Bibliotecas Populares» hoy existentes no hayan llenado su cometido.
A ocupar este vacío han venido las Bibliotecas Populares «Cervantes». La depurada selección de las obras que las constituyen, la esmerada edición de sus volúmenes, su ínfimo precio y el entusiasmo de los encargados de propagarlas y extenderlas, supeditando a la elevación del nivel intelectual y moral de sus conciudadanos toda mira de lucro, harán de ellas un tipo único e insustituible entre todas las obras de igual naturaleza.
Esta es nuestra opinión sincera, que deseamos se extienda y arraigue en bien de la Patria.
Luis Siles.
Don Luis Siles Criado, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Sevilla. |
Nació D. Luis Siles en Montoro (Córdoba) en 1880, en donde (1898 a 1911) dirigió Colegio particular de Primera y Segunda enseñanza. Bachiller y Maestro normal. Maestro, por oposición, de Escuela nacional (años 1911 a 1917), en la que recibió dos visitas de la Inspección, concediéndole en la segunda un expresivo voto de gracias. Inspector de Primera enseñanza en virtud de oposición.
Durante su actuación en la provincia de Huelva (1917 a 1925) dio conferencias en la mayor parte de los pueblos de su Zona; consiguió también la creación de más de 40 Escuelas, el desdoble de 32 Auxiliarías, la construcción y reforma de varios edificios y el establecimiento de bastantes Mutualidades escolares, bonificando a todas ellas y sufragando de su peculio otros gastos en bien de la enseñanza. Desde la Jefatura de la Inspección de Huelva ha pasado a Sevilla, en donde actualmente desempeña la segunda Zona.
⁓
Como consecuencia de mis correrías por los diferentes pueblos españoles he generalizado una observación importantísima, a saber: por regla general, los analfabetos sienten no saber leer ni escribir y no tener instrucción suficiente para entender lo que leen, ni iniciativas suficientes para desenvolverse entre la sociedad y vida práctica. Parece natural que a su edad madura se conformen con su pobre situación intelectual, mayormente si, como les ocurre a la mayor parte, para resolver el problema económico, que para ellos suele ser el más importante, si no el único, no necesitan hacer gran esfuerzo, ya que suelen seguir la huella de sus ascendientes, que, en general, han sido también analfabetos; pero ocurre que la tendencia actual, afortunadamente ya muy extendida, es interesarse por la marcha del mundo y procurar marchar a la par; y así, si tienen ocasión, asisten a lecturas, conferencias, &c., &c., y si se atreven y no son de mucha edad, concurren a las clases de adultos, y, en cuanto a sus hijos, procuran mandarlos a la escuela. La apetencia intelectual se va notando, pues, entre los analfabetos.
Por eso, ante la gran idea de que todos los pueblos españoles, sin excepción, tengan su Biblioteca popular, no titubee en aceptar la representación de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en esta provincia. Como Inspector de enseñanza y ciudadano, me considero satisfecho si contribuyo al engrandecimiento de mi Patria laborando contra el analfabetismo, baldón de los pueblos débiles; y como español, me siento orgulloso si con mi granito de esfuerzo ayudo a mi nación a elevarse por las vías del progreso hasta, por lo menos, igualarse con las demás grandes naciones.
Gregorio Bella.
Don Gregorio Bella y Subirats, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Badajoz. |
⁓
Muy poco tiempo llevo prestando mi insignificante colaboración a la magna obra de las Bibliotecas Populares «Cervantes», y, sin embargo, he podido convencerme de su utilidad y de su provecho a la vista de los libros publicados, tan sabiamente elegidos.
Dura labor es la de propagar y encauzar por sanos derroteros la afición a leer, pocos los éxitos que se consiguen –puedo asegurarlo por propia experiencia– pero mucha es la fe que anima a los desinteresados editores de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, y su ejemplo nos vale a los que tenemos buena disposición para secundar sus iniciativas.
De esta culta provincia guipuzcoana, fértil en hombres limpios de conciencia y sanos de espíritu de trabajadores fuertes, honrados y nobles por convicción y por tradición, cabe esperar señalado fruto. Pruebas sobradas dan de su interés en instruirse y progresar. Escuelas inmejorables, comunicaciones rápidas, sanidad e higiene bien atendidas, preocupación por el bienestar moral y material, celosos maestros y administradores cuidadosos...
Hay primera materia para reducir el número de sidrerías y aumentar el de Bibliotecas, y creo no será difícil ir sustituyendo las botellas por libros.
Julio Acha.
Don Julio Acha, Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en Guipúzcoa. |
Es el Representante Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en la provincia de Guipúzcoa el digno Jefe de aquella Sección administrativa de Primera Enseñanza, D. Julio Acha Andrés.
Nacido en la bella ciudad de San Sebastián el año 1889, desde muy joven mostró su afición por las Letras nuestro biografiado, quien, desde que terminó sus estudios, se graduó de Bachiller, ingresando en las Facultades de Ciencias y Medicina. Dedicose con tesón al periodismo y la literatura, en cuyos campos logró adquirir sólidos triunfos y prestigiosa firma.
Al ganar en 1908 plaza por oposición en el Cuerpo especial de Secciones de Primera Enseñanza –más tarde refundido en el general del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes– troco la carrera científica por la administrativa del Estado, y prestó sus servicios en las provincias de Badajoz, Teruel, Cáceres y Córdoba, hasta llegar a su actual cargo de Jefe de la Sección de Guipúzcoa, que desempeña desde hace cinco años, habiendo obtenido una Real orden de gracias y muchos oficios laudatorios en sus diferentes destinos.
⁓
Don Quirino Francisco Muñoz, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Zamora. |
Don Quirino Francisco Muñoz Araón nació en Béjar (Salamanca} en 4 de enero de 1868.
En virtud de oposición, ingresó en el Magisterio de la Escuela Nacional de San Martín de Trevejo (Cáceres), que desempeñó hasta abril de 1917, en cuyo mes y en virtud de oposición pasó a la Inspección de Primera enseñanza, desempeñando el cargo en Burgos y más tarde en Zamora, de cuya provincia fue nombrado Inspector Jefe en 1925.
Posee el título de Maestro Superior y el de Bachiller.
⁓
Las Bibliotecas «Cervantes» son un acierto del selecto grupo de hombres que han puesto a disposición de la cultura su trabajo, su dinero y su solvencia intelectual. Merece esta obra la ayuda desinteresada y eficaz de cuantos sean amantes sinceros del libro en general y de nuestro libro en particular. Produce enorme pena el hecho de ver personas perfectamente preparadas en muchas ramas del saber, y darse cuenta de las grandes lagunas que en ellas se notan con respecto al conocimiento de la literatura española.
Las Bibliotecas «Cervantes» salen al paso de aquellos que excusan su ignorancia de nuestros libros con la falta de ocasiones que han tenido para leerlos. Los grandes tomos de literatura no son apropiados para el conocimiento de la misma. Los manuales editados con esmero, y con la honda preocupación económica de ponerlos al alcance de los bolsillos más modestos, hacen el milagro de despertar afición a la lectura en este pueblo nuestro, tan falto de inquietudes por cuanto significa cultura popular.
Yo recuerdo con admiración las lecturas escuchadas en muchas escuelas superiores del Extranjero sobre textos de las obras clásicas de sus mejores literatos. Entre nosotros es muy frecuente contentarse con referencias de cuarta o quinta mano en textos de literatura no siempre literarios.
Las obras que la Biblioteca «Cervantes» ha empezado a editar reúnen todas las condiciones necesarias para extender el conocimiento de la literatura española, de la universal y de los libros, que sin pertenecer al género literario, por su contenido deben ser divulgados entre las gentes.
Enseñarlas a los amigos, hablar de ellas en el periódico, discutirlas, en una palabra, propagarlas, es una obra de patriotismo culto.
Eladio García.
Don Eladio García Martínez, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en Navarra. |
D. Eladio García, natural de Falces (Navarra), hizo sus estudios del Magisterio como alumno libre mientras subvenía a las necesidades de la vida trabajando desde los trece años.
Terminada su carrera verificó oposiciones en Zaragoza, yendo a desempeñar la Escuela de Elizondo, de la que pasó, después de siete años, a otra de Pamplona.
El año 1917 obtuvo, por oposición, el cargo de Inspector de Primera enseñanza de Guipúzcoa, desde donde vino a Navarra, desempeñando actualmente el de Inspector-Jefe provincial de la misma, cargo en el que trabaja con el mayor celo y entusiasmo por todo cuanto se refiere a educación, cultura y beneficencia.
⁓
Las Bibliotecas Populares «Cervantes» llenan en España un cometido importante. Hay provincias sin analfabetismo apreciable en las que, no obstante, se lee muy poco o casi nada por falta de libros baratos y selectos que lleguen al pueblo. Esta misión tienen nuestras Bibliotecas y, al despertar y avivar el afán por la lectura, aumentan el nivel medio de la instrucción española, que en aldeas y ciudades hartas veces se limita al conocimiento del abecedario, que no se utiliza nunca fuera de la escuela. Es preciso que las obras cumbres de la literatura sean poseídas por quienes sólo de nombre las conocen y por quienes ni quiera de oídas saben de su existencia, y ambos fines cumplen a maravilla los volúmenes populares «Cervantes», cuyo precio no puede ya resultar más reducido y cuya difusión es un gran bien que rinden a la Patria los buenos maestros y demás hombres de buena voluntad que las dirigen, las sostienen y las propagan. Que Dios se lo pague es la mejor fórmula de recompensa, pues Dios siempre premia toda noble empresa de espiritualización humana.
Juan Llarena.
Don Juan Llarena Luna, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Burgos. |
Nacido en Cartagena en 1882 D. Juan Llarena residió largos años en Cataluña, siendo Maestro de Barcelona desde 1904 hasta 1913, en que pasó a la Inspección de Primera enseñanza, habiéndole elegido Presidente la «Asociación de Antiguos Alumnos de la Escuela Superior del Magisterio» y dirigiendo como tal la Asamblea celebrada en Madrid a fines de 1914 y principios de 1915 por dicha Corporación, constituida por Profesores de Escuela Normal e Inspectores de Escuelas primarias. Gracias a su actuación profesional se han erigido de nueva planta muchos edificios escolares. Ha colaborado en Revistas pedagógicas, especialmente en el cuaderno mensual de La Escuela Moderna, y Congresos y Asambleas de Educación como ponente de temas debatidos con originalidad y lucimiento. Es autor de un folleto titulado Páginas sobre Instrucción pública en el Valle de Arán, que merece anotarse como antecedente de la doctrina legal hoy establecida con carácter especial para las escuelas de dicho territorio. Por su competencia metodológica y sus dotes personales tiene un sólido prestigio entre sus subordinados.
⁓
¡Albricias! La rica y jugosa literatura española, que condensa, en un medio eterno, la evolución ideológica de nuestra raza; la más elocuente y fiel historia de nuestras mutaciones consuetudinarias, desde los orígenes del habla cervantina, podrá ser en adelante asequible a todos los pueblos y fortunas. Los más floridos vástagos del genio mundial, los destellos más brillantes del universo literario, podrán también ser por todos conocidos y saboreados.
Una comunión de espíritus selectos realizó el milagro, sabiendo plasmar en una realidad tangible, en las Bibliotecas Populares «Cervantes» una idea, al parecer, irrealizable.
El Consejo de estas Bibliotecas ha de realizar una grandiosa obra de hispanismo, a la que, modestísimamente, ofrecemos nuestro entusiasta concurso. ¡Ojala tenga feliz éxito su noble labor, que ha de influir poderosamente en la exaltación de nuestra y de nuestro patriotismo, rectamente entendido.
Marino Zaforas.
Don Marino Zaforas, Inspector de Primera enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Soria. |
D. Marino Zaforas nació en 26 de diciembre de 1896.
Realizó en Zaragoza los estudios del Magisterio, terminándolos con Sobresaliente en las reválidas elemental y superior.
A los veinte años obtuvo, por oposición, plaza de Maestro, en el año 1917.
En 1925, y en virtud de oposiciones restringidas, obtuvo un ascenso de dos categorías.
Es Profesor de Educación Física de las Escuelas de la capital.
Ha dirigido las Colonias escolares de Soria durante los tres años de funcionamiento.
Por su labor escolar ha merecido muchos votos de gracias de la Inspección y también se le otorgaron las gracias de Real orden.
Ha realizado varios viajes de estudio por las capitales españolas.
⁓
Soy un convencido y enamorado de esta obra, puesto que si alguna labor útil y práctica se ha llevado a cabo hasta el día en España para favorecer, moralizar y educar la lectura, esta corresponde a las Bibliotecas Populares «Cervantes».
Favorecen la lectura por su bondad y economía.
La Moralizan, intentando apartar a la juventud de la literatura frívola tan en uso.
La Educan, porque muestran al lector constantemente las bellezas de la literatura española.
Ricardo Luna.
Don Ricardo Luna, Inspector de Primera Enseñanza y Delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Tarragona. |
Nació D. Ricardo Luna en Alhama de Aragón (Zaragoza) el 7 de febrero de 1877, siguiendo en sus vicisitudes a su familia militar y cursando la Segunda Enseñanza en el Instituto de Zaragoza.
Soldado por su suerte hizo la preparación militar completa a tiempo que se cerraron las Academias Militares, y obtuvo su licencia, haciendo los nueve meses siguientes los estudios del Magisterio en la Escuela Normal de Zaragoza y obteniendo escuela por oposición, en el mismo año.
En el año 1917 aprobó las oposiciones de Inspección, donde obtuvo la plaza que actualmente desempeña en Tarragona.
Aunque exclusivamente dedica ahora sus actividades a las tareas de funcionario público, tanto en Madrid como en provincias y aun en el Extranjero, ha colaborado siempre en numerosos periódicos y revistas, formando parte de las redacciones de otros varios.
Hemos de mencionar su actuación como Director de Vida Cacereña y Redactor Jefe de Los Cuentos Extremeños, Noticiero Turolense y La Crónica, donde hizo campañas merecedoras de recordación.
Redactó, entre otras publicaciones, El Teatro por dentro, La Voz de Extremadura, Noticiero Extremeño, Diario de Cáceres, Era Nueva y El Bloque, figurando como corresponsal y colaborador asiduo de muchos más tan importantes y de tan variada significación como Nuevo Diario de Badajoz, El Noticiero, La Prensa, El Nacional, Nuevo Mundo, Por Esos Mundos, Álbum Musical, Gran Vida, Teatros y Toros, Agencia Mencheta, El Correo Español, La Publicidad, La Lucha, España Nueva, Pro Arte, &c., &c.
Por sus trabajos y merecimientos fue nombrado en 1906 Secretario de actas de la Asamblea Nacional de Productores, cuando la discutida cuestión de las admisiones temporales, y también –en unión de su íntimo amigo el malogrado crítico, poeta y novelista Andrés González Blanco– fue Secretario de la Comisión Central ejecutiva del Centenario de Espronceda, en 1908.
Representando a la provincia de Cáceres asistió a la Asamblea del Cuerpo a que pertenece el año 1916, y en la segunda, celebrada en 1919, fue nombrado representante del Distrito universitario de Sevilla, actuando como Secretario de la misma.
⁓
Uno de los más graves defectos de la sociedad y pugilística y charlestoniana actual es el haber perdido el contacto con los clásicos; este retorno a ellos que representan las Bibliotecas Populares «Cervantes» hace nacer la esperanza de que, en un futuro algo próximo, un poco de buen sentido habrá moderado las extravagancias del jazz-band y habrá hecho que, con los espectáculos deportivos, compartan el fervor popular más sutiles y elevados placeres espirituales.
Eugenio Úbeda Romero.
Don Eugenio Úbeda Romero, Profesor de la Escuela Normal y delegado de estas Bibliotecas en la provincia de Murcia. |
⁓
La cuestión del analfabetismo es sólo una parte del problema cultural.
La escuela persigue una finalidad que se compendia en saber leer y escribir.
De estos dos elementos, el segundo sólo ha de ser utilizado como medio de expresión, y en este aspecto, para la generalidad de los individuos, tiene una importancia limitada. Son muy contadas las ocasiones, y éstas casi siempre se concretan a hechos.
La lectura sí que es un medio de cultura: el más importante, el más completo y el más universal.
Pero la escuela enseña a leer; es decir, proporciona el instrumento, y este instrumento puede enmohecerse si no se utiliza, o hacer un mal uso si se le aplica a lecturas insanas. En ninguno de estos dos casos se obtiene el fruto perseguido.
Al hombre que sabe leer se le debe poner en condiciones de que lea, y de que lea buenos libros, que serán sus amigos y sus maestros.
Por eso en cada escuela debería existir una buena biblioteca circulante, gratuita.
Y dados los escasos medios de que hoy por hoy tiene la escuela, ayudarán a llenar ese gran cometido todas aquellas empresas que popularicen el libro bueno.
¿No es este móvil el que se persigue ahora?
¡Adelante: Libros, buenos libros para todas las escuelas!
Juan Capó,
Don Juan Capó, Inspector Jefe de Primera enseñanza y Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes» en Baleares. |
[ Fotografías, con su leyendas, dispersas en la parte “Lo que opina la intelectualidad…” (páginas 14-35), sin comentario suscrito por esos personajes. ]
El sabio agustino Padre Agustín Barreiro, Vocal del Consejo de las Bibliotecas Populares Hispano-Americanas. |
Excmo. Sr. D. Elías Tormo, Catedrático de la Universidad de Madrid, Vicepresidente del Patronato de las Bibliotecas Populares Hispano-Americanas. |
Don Francisco Martínez García, Catedrático del Instituto y Alcalde de Murcia. |
Don Mariano Usón Sesé, Catedrático de la Universidad de Santiago y Delegado de las Bibliotecas Populares «Cervantes», en la Coruña. |
Excmo. Sr. D. Calixto Valverde, Rector de la Universidad de Valladolid. |
Don Feliciano Catalán Monroy, Director de la Escuela Normal de Maestros de Valladolid. |
Doña Eloísa de Felipe, Directora de la Escuela Normal de Maestras de Valladolid. |
Don Santiago Fuentes Pila, Gobernador civil de Valladolid, entusiasta de la obra de las Bibliotecas Populares. |
Don Miguel Álvarez Aguilar, Maestro Nacional de Higuera de Calatrava (Jaén), entusiasta propagandista y colaborador de estas Bibliotecas. |
Don Nicolás Fernández López, Maestro Nacional y Delegado en la provincia de Almería de las Bibliotecas Populares «Cervantes». |
Alcaldes de algunas poblaciones donde se han fundado Bibliotecas Populares «Cervantes»
[ Las 103 fotografías, de las que aquí se ofrecen sus leyendas, ocupan trece páginas sin numerar, y pueden verse en el facsímil. ]
Don Francisco Rovira Torres, Alcalde de Almería.
Don Remigio Torró Silvestre, Alcalde de Bañeres (Alicante).
Sr. Suárez Llanos, Alcalde de Alicante.
Don Andrés Valdés Alpañés, Alcalde de Sax (Alicante).
Señor Alcalde de Benimarfull (Alicante).
Señor Alcalde de Elche (Alicante).
Señor Alcalde de Benillup (Alicante).
Don Cipriano Faus Moront, Alcalde de Lorcha (Alicante).
Don Luis Casa, Alcalde de Solana de los Barros (Badajoz).
Don Cristóbal Bordoy, Alcalde de Alaró (Baleares).
Don Juan B. Vilaplana, Alcalde de Petrel (Alicante).
Don B. Benasser, Alcalde de Campos del Puerto (Baleares).
Don José Ramis Costa, Alcalde de Sineu (Baleares).
Don Julián Jiménez Gómez, Alcalde de Roquetas de Mar (Almería).
Don Juan Vicens, Alcalde de Pollensa (Baleares).
Don Pedro Pastor, Alcalde de María de la Salud (Baleares).
Don Antonio Sureda, Alcalde de Son Servera (Baleares).
Don Zacarías Puertas, Alcalde de Chilluévar (Jaén).
Don José Rodríguez, Alcalde Brozas (Cáceres).
Don José Varela, Alcalde de Santiago de Compostela (Coruña).
Don Antonio Victory y Taltavull, Alcalde de Mahón (Baleares).
Don Juan Delgado Bruzón, Alcalde de Puente Genil (Córdoba).
Don José A. López García, Alcalde de Ribadeo (Lugo).
Don Antonio Dacal, Alcalde de Monforte (Lugo).
Don Fermín Palma García, Alcalde de Jaén.
Don Ángel López Pérez, Alcalde de Lugo.
Don Herculano López, Alcalde de Sober (Lugo).
Don Delfín Duega, Alcalde de Pastoriza (Lugo).
Don José Rodríguez, Alcalde de Barreiros (Lugo).
Don José María Rivas, Alcalde de Abadín (Lugo).
Don Alfonso Viñas Onro, Alcalde de Palas de Rey (Lugo).
Don Pedro Vázquez, Alcalde de Begonte (Lugo).
Don Justo Daz, Alcalde de Ríotorto (Lugo).
Don Severiano Mon y Mel, Alcalde de Alfoz (Lugo).
Don Jorge Redondo, Alcalde de Mondoñedo (Lugo).
Don Jesús de San Antonio, Alcalde de Coslada (Madrid).
Don Pascual Pérez Cánovas, Alcalde de San Javier (Murcia).
Don Antonio Ribas Navarrete, Alcalde de Torre-Pacheco (Murcia).
Don Pedro Nicolás, Alcalde de Beniel (Murcia).
Don José Sánchez Mesa, Alcalde de Morón de la Frontera (Sevilla).
Don Federico Sandoval Mulleras, Alcalde de Lezuza (Albacete).
Don Flaviano Gómez. Alcalde de Barcena de Pie de Concha (Santander).
Don José Jiménez Cánovas, Alcalde de Totana (Murcia).
Don Eduardo Peñaranda, Alcalde De Villanueva del Río Segura (Murcia).
Don Antolín Santos Alfonso, Director de la Escuela Graduada de Morales de Toro (Santander).
Don Esteban María Relat, Alcalde de Sabadell.
Don Isidro D. Bustamante, Alcalde de Torrelavega (Santander).
Don Salvador Saldaña, Alcalde de Alcolea del Río (Sevilla).
Don Antonio de Castro Tamayo, Alcalde de Osuna (Sevilla).
Don Antonio Arroyo Infante, Alcalde de Almadén de la Plata (Sevilla).
Don Salvador Moreno Durán, Alcalde de Estepa (Sevilla).
Don Francisco Pérez García, Alcalde de Umbrete (Sevilla).
Señor Presidente del Círculo de “La Unión”, Pilas (Sevilla).
Don Evaristo Berroquero, Alcalde de Lantejuela (Sevilla).
Don Manuel Ramón Fraile, Alcalde de Marchena (Sevilla).
Don Juan Pérez, Alcalde de Brenes (Sevilla).
Don Juan Marín Carrero, Alcalde de Herrera (Sevilla).
Don Nemesio Garrido, Alcalde de Constantina (Sevilla).
Don Francisco Delgado Alonso, Alcalde de El Madroño (Sevilla).
Don Luis Saavedra Manglano, Alcalde de Écija (Sevilla).
Don José Muriana, Alcalde de Alanís (Sevilla).
Don Jenaro Escudero, Alcalde de Guillena (Sevilla).
Don Nicolás Díaz Melero, Alcalde de Sevilla.
Don Indalecio Téllez, Alcalde de Peñaflor (Sevilla).
Don Tomás Macías González, Alcalde de Villanueva del Ariscal (Sevilla).
Don Rafael Durán, Alcalde de Castillo de las Guardas (Sevilla).
Don Emilio Aguilar Honorato, Alcalde de Badolatosa (Sevilla).
Don Manuel Gil, Alcalde de Gerena (Sevilla).
Don Antonio Castilla, Alcalde de Pruna (Sevilla).
Don Rafael González Cordero. Alcalde de Utrera (Sevilla).
Don Francisco Talavera, Alcalde de Martín de la Jara (Sevilla).
Don Juan Vargas, Alcalde de Villanueva de San Juan (Sevilla).
Don José Alfonso, Alcalde de La Rinconada (Sevilla).
Don Antonio Benjumea, Alcalde de La Campana (Sevilla).
Don José Bernal, Alcalde de Casariche (Sevilla).
Don Eduardo López, Alcalde de Real de la Jara (Sevilla).
Don Manuel Díaz Villasante, Alcalde de Carmona (Sevilla).
Don Eladio Gutiérrez, Alcalde de Los Corrales (Sevilla).
Don Luis Santaló, Alcalde de Pedrera (Sevilla).
Señor Alcalde de Vilanova de Prades (Tarragona).
Señor Secretario del Ayuntamiento de Borox (Toledo).
Don Manuel Carmona, Alcalde de Cobeja (Toledo).
Don Eladio López, Alcalde de San Román de Hornija (Valladolid).
Don Regino Busnadiego, Alcalde de Tordehumos (Valladolid).
Don Elias Ugena, Alcalde de Esquivias (Toledo).
Don José Valdunciel, Maestro Nacional y Alcalde de Pollos (Valladolid).
Don Nicolás Castellanos, Alcalde de Tordesillas (Valladolid).
Don Gonzalo Calleja, Alcalde de Mota del Marqués (Valladolid).
Doña Benita Mendiola, Maestra Nacional y Alcaldesa de Bolaños (Valladolid).
Don Pedro González, Alcalde de Castrejón (Valladolid).
Don Severino Álvarez, Alcalde de Neira (Lugo).
Don José Junquera, Alcalde de Medina del Campo (Valladolid).
Enrique Roldán Maisonada, Secretario de Olías del Rey (Toledo).
Señor Alcalde de Ibarranguelúa (Vizcaya).
Don Julián Caballero y Heras, Alcalde de Wamba (Valladolid).
Don José Fontanello, Alcalde de Roelos (Zamora).
Don Dionisio Yánez Sánchez, Alcalde de Albacete. Distinguido abogado, orador elocuente y sereno, persona honorable y de verdadero prestigio social, hombre bueno, correctísimo, amante de la cultura y defensor de los intereses de la ciudad. El Sr. Yáñez, que por su posición económica podría desentenderse de ciertos cargos delicados y de responsabilidad, se ve obligado a aceptarlos ante los requerimientos a su talento, a su hombría de bien y a su patriotismo, y todos los desempeña admirablemente.
Don Domingo Diego, Alcalde de Perreras de Abajo (Zamora).
Don Elviro García, Alcalde de Villán de Tordesillas (Valladolid).
Don Juan Domínguez Delgado, Alcalde de Nava del Rey (Valladolid).
Sr. Alcalde del Tiemblo.
Don Agustín del Río, Alcalde del Ayuntamiento de Torrejón de Velasco (Madrid).
Don Joaquín Pardo Gómez, Alcalde de Villavaliente (Albacete).
[ Edición íntegra del texto contenido en un opúsculo de 50 páginas, más cubiertas, formato 240×335 mm, publicado en Madrid en 1928. ]
[ facsímil en pdf → Una obra nacional. Los Legionarios de la Cultura y las Bibliotecas Populares «Cervantes» - Madrid 1928 ]