“Legionarios de la cultura”
El vestigio impreso más antiguo que hemos encontrado del rótulo “legionarios de la cultura” se debe a la pluma de Mariano Cabruja Herrero (Soria 1855-1936), funcionario de Correos y Telégrafos, incansable activista desde el periodismo (tras la rusa Revolución de Octubre, también secretario en 1918 de quizá la primera agrupación socialista de Soria; fusilado con 81 años, en los inicios de la Guerra Civil, ante las tapias del cementerio de Calatañazor), en su crónica de la “Paella popular. Homenaje a Artigas”, que se celebró en la pradera de San Polo, el domingo 30 de julio de 1911, en honor de Benito Artigas Arpón (Soria 1881-México 1958), primer presidente de la Federación de Obreros de Soria desde su fundación en 1909 y director entonces del periódico independiente La Verdad (en 1931 fue diputado nacional por Soria en las listas del Partido Republicano Radical Socialista, en 1936 diputado por Unión Republicana, &c.):
1911 «Obreros de las distintas denominaciones, dependientes de comercio, industriales honrados, representantes genuinos de la política de todos los partidos, brillante cortejo de los legionarios de la cultura y representaciones de autoridades populares, formaron el macizo de pechos nobles y almas honradas, que fue, en un momento de suprema justicia, exteriorización viva y gallarda de la adhesión del hidalgo pueblo de Soria al periodista modestísimo, pero irreductible en su laborar por el bien y la justicia, a quien se le rendía el homenaje de cariño.» ([Mariano Cabruja], “Paella popular. Homenaje a Artigas”, La Verdad, Soria, martes 1º de agosto de 1911, pág. 1.)
Un mes después, El Liberal de Madrid publica el artículo “A la conquista de Europa. Una guerrilla de maestros” (20 septiembre 1911), crónica del viaje por Francia y Bélgica, durante tres meses, de diez pensionados por el Gobierno dirigidos por el inspector de primera enseñanza Luis A. Santullano: «Véase lo que estos guerrilleros de la cultura han visto en el corto tiempo de su residencia en Bélgica…». Aunque el “mito de la cultura” ya se estaba incubando en España –la Institución de Cultura Popular como pionera en 1908 de la cultura circunscrita–, la “cultura” de los “legionarios de la cultura” o de los “guerrilleros de la cultura” se mantiene en el entorno de la cultura subjetiva ligada a la instrucción, formación, educación y crianza. Ignacio Bauer dice en 1928, en texto citado más abajo: «Y más nos llena el alma de alegría el ver que de todas partes surgen los legionarios de la cultura. […] ¡Adelante los legionarios de la instrucción!» En singular, “legionario de la cultura”, como parte de un colectivo gremial o sociológico, lo encontramos utilizado quince años después (ver abajo en 1926).
Dos años después alias Curro Vargas utiliza el rótulo, con no poca ironía, en El Debate, el periódico que hacía menos de un año había pasado a ser propiedad de La Editorial Católica (sociedad a la que Fernando Bauer Morpurgo, converso católico desde 1898, aportó 50.000 pesetas, un tercio del capital social), controlada por la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fundada por el jesuita Ángel Ayala:
1913 «¡Jóvenes estudiosos, esperanza de la Patria. Artistas de veinte años, “formándose” entre docenas de volúmenes. Los legionarios de la cultura, huyendo del prosaísmo y el materialismo ambiente para elevarse y superiorizarse por la inteligencia!…» (Curro Vargas [Fernando de Urquijo y Marín de Aguirre (1882-1936)], “Lectores y libros. De mi cartera”, El Debate, Madrid, sábado 27 de septiembre de 1913, pág. 1.)
“Legionarios de la cultura” se asocia más a maestros de primaria, maestros nacionales, que a profesores de instituto o universidad:
1914 «Armados de todas las armas del espíritu, ustedes son los legionarios de la cultura. He ahí el solo ejército ante el que deben rendirse los pueblos. He ahí la única fuerza cuya hegemonía puede preconizarse.» (Pedro de Répide [1882-1948] en carta leída en el “Reparto de premios de la sección de Alicante de la Federación Nacional Escolar”, Diario de Alicante, lunes 22 de junio de 1914.)
1919 «Ya no habrá borracheras en los Estados Unidos. Del fin de la guerra derivaráse allí la instauración de la soberanía de la austeridad. […] Entre los protestantes neoyorquinos contra la ley antivinícola, asumieron un papel de preferencia los estudiantes. Han hecho bien. Los legionarios de la cultura hállanse más que nadie en el deber de impedir que se prive a la Humanidad del libre albedrío en lo que atañe al uso del alcohol. Las efímeras enajenaciones mentales derivadas de la práctica del culto a Baco equivalen a un benefactor recurso para contrarrestar las incesantes preocupaciones de la vida. Si resucitara Verlaine, hubiérase avenido, sin duda, de buen grado a componer un vibrante himno en loor del bien de beber, para que los vinífilos protestantes neoyorquinos lo pudiesen entonar en sus modernas bacanales.» (José Costa Figueiras [1880-1955], “Una ley antinatural. La decadencia de Baco”, El Fígaro, Madrid, 3 de julio de 1919, pág. 7.)
1920 «Sanitarios y maestros. “Médicos, farmacéuticos, veterinarios y practicantes se han unido. Esta unión no es sólo una manifestación de la lucha por la existencia, que tiene por fin el desarrollo de una fuerza mayor, puesta al servicio de los intereses particulares de las clases sanitarias, esta reunión es algo más: es la levadura altruista limpia de egoísmos, que acaso transforme la masa social española. A la Federación Sanitaria sólo vienen los jóvenes de espíritu, los limpios de corazón, los que, libre su alma de bajas pasiones, tienen fe en su ideal. Nuestro ideal es una patria digna de la historia de la raza. Últimamente han llegado a nuestro campo los legionarios de la cultura. ¡¡Sean bien venidos!! Los médicos, interviniendo activa y enérgicamente las enfermedades y vicios sociales; los maestros, vigorizando intelectualmente a los ciudadanos de enseñanza, formarán la base para la reconstrucción de la Patria.” Federación Sanitaria. Sevilla. Año III.– Las clases sanitarias de la provincia de Sevilla, haciendo gran honor al Magisterio nacional, le invitaron a que ingresara en sus filas. Los maestros, agradecidos a tan alta deferencia, aceptaron un puesto honroso en la Federación para trabajar denodadamente por el ideal. En Santiponce se celebró una asamblea y allí, unidos sanitarios y maestros, se firmó el programa. Ilustres hombres de ciencia pronunciaron elocuentes discursos, y al lado de ellos también dejó oír su autorizada voz un maestro nacional que honra la clase a que pertenece: Este es el culto pedagogo y buen amigo mío Manuel Sánchez Barrera. […] Andrés Gómez Castaño. Maestro nacional. Los Santos de Maimona 24 diciembre 1920.» (Correo de la mañana, Badajoz, 26 de diciembre de 1920, pág. 4.)
1926 «Noreña. Notable conferencia en el Ateneo. El sábado último ocupó la tribuna del Ateneo Popular de Noreña, don Arturo García Paladini, joven e ilustrado alumno de Filosofía y Letras, que desarrolló el tema: “Recuerdos españoles en Italia”. Fue presentado el conferenciante al numeroso público que acudió a escucharle, por el presidente del Ateneo señor Monte Cuesta, que lo expuso como persona de sólidos conocimientos, viajero frecuente por el extranjero deseoso de adquirir una mayor ilustración y finalmente como un legionario de la cultura patria que llegará a la cúspide. El señor García Paladini se levanta a hablar siendo recibido con grandes aplausos. Es su voz una tonada literaria, un canto tierno y emocionante a la madre patria, un himno cadencioso a las grandezas hispanas. […] Es un equívoco –dice– dar preferencia a lo extranjero cuando aquí tanto en las ciencias como en las artes, como en todo tenemos motivos suficientes para sentirnos legítimamente orgullosos de nuestro fructífero suelo. España –termina– fue grande porque, como el dicho corriente, “en sus dominios no se ponía el sol”, fue valiente, porque supo abatir al coloso, lo mismo a Napoleón que al Islam, y fue generosa y pródiga, porque al vencido no le imponía el “¡vae victis!” que humilla, sino que lo elevaba a la categoría de hermano, dándole su cultura y su civilización hasta el punto de que veintidós naciones llamaban y llaman a España, la matrona inmortal. Y si en un principio nos habían presentado al conferenciante como un legionario de la cultura que llegará a la cumbre, después nos persuadimos de que el señor García Paladini era además un exaltado patriota, cantor maravilloso de la grandeza hispana.» (El Noroeste, Gijón, miércoles 15 de septiembre de 1926, pág. 4 = La Prensa, diario independiente, Gijón, jueves 16 de septiembre de 1926, pág. 4.) [Arturo García Paladini nació en Tucumán el 20 de diciembre de 1908, su familia se establece en La Carrera, Siero, Asturias en 1913; en 1933 matrimonia en la parisina Notre Dame con la dinamarquesa Daphne Jacobsen; muere en España el 7 de junio de 1978.]
1927 «Visitamos otra escuela y la exposición de trabajos de sus niños. Es la escuela de D. Manuel Moure Gómez. Joven, culto maestro. Inquieto como joven apasionado por todas las cuestiones culturales y amante de los problemas escolares como pocos. […] Y regresamos de Ameneiro a Compostela convencidos de que Galicia comienza a caminar por buena senda con estos legionarios de la cultura.» (Juan Jesús González, “Compostela. El fin de curso en las escuelas rurales. En la escuela de Ameneiro, Calo”, El pueblo gallego, Vigo, martes 19 julio 1927, pág. 10.)
El psicópata anarquista anticlerical republicano autonomista Ángel Samblancat, que soñaba en 1914 con hogueras magníficas de libros (“Los tizones del incendio”), defiende en 1927 la guerra por el libro y la cultura, “pero no con k, no con casco y con mayúscula”:
«La cultura es una guerra. Es una guerra contra la ignorancia y la barbarie, contra el moro y el rifeño interiores, contra el espíritu de las tinieblas. […] Creo que fue Noel el que propuso la fundación de la Orden franciscana o dominicana de predicadores de la cultura. Espíritu religioso, espíritu evangélico hace falta, en efecto, para la labor pedagógica, para la sagrada tarea de enseñar, de sembrar en las almas. Con ser héroe no basta. Hay que ser además apóstol y evangelista, santo y mártir. El Tercio, pues, de legionarios de la cultura ha de estar compuesto de soldados animados de misticismo ferviente y a quienes el celo por la salvación de las almas abrase y devore.» (Ángel Samblancat, “La batalla del libro”, El Diluvio, diario republicano, Barcelona, domingo 24 julio 1927, pág. 23.)
1928 «En todas las clases sociales se nota un manifiesto afán de superarse, de poder salir del estado de preterición en que se encuentran algunos pueblos con relación a otros que, con menos idoneidad, se hallan en un nivel intelectual mucho más elevado, merced a la ardua labor de los que ven en la cultura de los pueblos la verdadera semilla de su porvenir, por tal motivo brillante. […] Limitémonos a observar el área de Galicia y auscultemos en su atlético tórax las inquietudes de cultura que lleva experimentado en un corto número de años e indiscutiblemente nos rendiremos a la evidencia, que palmariamente da el espaldarazo a nuestras primeras palabras. Ora es la gestación de una Biblioteca, ora la organización de un ciclo de conferencias a cargo de personas conscientes e identificadas con los problemas de nuestra tierra, lo que ocupa la actividad de esos paladines legionarios de la cultura que, con una férrea voluntad por toda arma, se disponen a romper las filas de la hostilidad, hasta lograr ocupar el bastión que defiende la necia soldadesca capitaneada por ese monstruo gélido que se opone a todo cuanto signifique grandeza y que se llama “la indiferencia”.» (López Sánchez, Alumno del Instituto, “Compostela al día. Ansias culturales. La Biblioteca del Instituto Compostelano”, El pueblo gallego, Vigo, martes 13 marzo 1928, pág. 13.)
El rótulo “legionarios de la cultura” fue adoptado por el aparato propagandístico de las Bibliotecas Populares Cervantes en un lujoso opúsculo de propaganda que comenzó a fraguarse en 1927, cuando esa colección era publicada por la Editorial Ibero-Africano-Americana (en el opúsculo se desliza dos veces el nombre de esa editorial), y que se difundió, hacia abril o mayo de 1928, cuando la colección ya formaba parte de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones S. A. (mencionada más de veinte veces en el opúsculo, como es natural).
Y nos parece que fue Manuel Luis Ortega Pichardo quien eligió tal rótulo para asociarlo a la colección, y además, precisamente, en el proceso de cerrar la edición del opúsculo, en el que sólo se utiliza tres veces, pero bien significativas: formando parte del título y en los dos primeros textos “institucionales”: el firmado por el presidente de CIAP, Ignacio Bauer Landauer –presidente también de la primera sinagoga abierta en Madrid desde 1492, y sobrino del converso Fernando Bauer antes mencionado–: “Una obra nacional. Las Bibliotecas Populares “Cervantes” están inundando a España de buenos libros” (pág. 5); y el del mismo Manuel L. Ortega –propietario y director de la Editorial Ibero-Africano-Americana, y accionista cofundador de CIAP en 1924, sociedad de la que fue gerente hasta su quiebra–: “Una cruzada por la cultura. A los maestros de España y América” (págs. 6-7), donde también utiliza el rótulo “guerrilleros de la cultura”.
Pues es muy probable, además, que el borrador del texto de Ignacio Bauer fuera preparado, o al menos reajustado, por el propio Ortega, ya que esos dos textos son los únicos de todo el opúsculo que repiten dos especies convertidas en ideas fuerza publicitarias: “legionarios de la cultura” y “más de seis mil bibliotecas” fundadas en siete meses en España (entendiendo implícitamente por bibliotecas aquellas juntas de los propios libros de la colección que irían recibiendo los suscriptores, algunos particulares de pago pero, sobre todo, suscripciones institucionales en compras masivas subvencionadas por ayuntamientos, diputaciones, gobiernos civiles y ministerios).
No deja de ser curioso, por otra parte, que Ignacio Bauer, aparte su ya mencionado texto “institucional”, aparezca también firmando una breve “opinión” en la parte “no institucional” del opúsculo («Lo que opina la intelectualidad española sobre las Bibliotecas Populares “Cervantes”», págs. 14-35). En la edición que desde 2024 ofrecemos aquí de ese opúsculo se han juntado los textos con las fotografías de sus autores, pues en el impreso en 1928, como puede verse fácilmente en el facsímil que también ofrecemos, la composición de textos y mezcla de imágenes es más engañosa. Así, la página que ofrece el texto de Ignacio Bauer está dominada por la fotografía del presidente del directorio civil, Miguel Primo de Rivera; las páginas del texto de Ortega llevan la fotografía de Bauer; las páginas del texto del director de la colección se inician con la fotografía de Manuel L. Ortega, y después las de Pedro Sáinz Rodríguez, Rafael Altamira, Antonio Goicoechea y Concha Espina, relegando a tres páginas más adelante la fotografía del autor de ese texto, aunque fuera director de la colección…
Por tanto, nos parece que el promotor inicial y director de la colección, Francisco Carrillo Guerrero, Inspector Jefe de Primera enseñanza de Madrid, no tuvo que ver con la adopción del rótulo “legionarios de la cultura”, pues de haber estado implicado lo habría utilizado en el texto que él firma en el opúsculo, el más largo de los textos “institucionales”, el que precisamente trata de «Lo que son las Bibliotecas Populares “Cervantes”. Por la cultura y por la Patria» (págs. 8-12). Tampoco utiliza el rótulo el autor del cuarto y último texto institucional, «Lo que significan las Bibliotecas Populares “Cervantes”» (pág. 13), Agustín Aguilar Tejera, de quien no se dice en el opúsculo qué papel desempeña, aunque sepamos el que se reconocía en las primeras entregas de la colección, las firmadas, en 1927, por Editorial Ibero-Africano-Americana: «Bibliotecas Populares Cervantes. Director: Francisco Carrillo Guerrero. | Editorial Ibero-Africano-Americana. Director general: Manuel L. Ortega. Director literario: Agustín Aguilar y Tejera.»

Una obra nacional. Los Legionarios de la Cultura y las Bibliotecas Populares «Cervantes», Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, S. A., Don Ramón de la Cruz 51, Madrid 1928. Facsímil del original impreso: → Una obra nacional. Los legionarios de la cultura…
«Y más nos llena el alma de alegría el ver que de todas partes surgen los legionarios de la cultura. […] ¡Adelante, hermanos! ¡Adelante los legionarios de la instrucción!» (Ignacio Bauer Landauer, Presidente del Colegio de Doctores de Madrid y de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, en Una obra nacional…, pág. 5.)
«Nosotros hacemos un cordial llamamiento a los maestros de toda España, a los maestros de todos los países de habla española, y les pedimos que se inscriban como legionarios de la cultura en esta cruzada.» (Manuel L. Ortega, Académico C. de la Real de la Historia y Consejero Delegado de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, en Una obra nacional…, pág. 7.)
«Las Bibliotecas Populares “Cervantes”. Bellamente editado, llega a nuestras manos un fascículo, compilación de artículos loando la benemérita obra nacional que están llevando a cabo las Bibliotecas Populares Cervantes. Contiene además retratos de destacados legionarios de la cultura que coadyuvan a la obra; noticiario del establecimiento en varios pueblos de bibliotecas Cervantes, y lección de su funcionamiento. A nuestro estimado convecino don Eliseo Sastre, subdelegado en Vigo de la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, editora del fascículo de que hablamos, debemos el regalo de un ejemplar, galantemente dedicado, lo que mucho le agradecemos.» (El Pueblo Gallego, Vigo, miércoles 30 de mayo de 1928, pág. 2.)
«Una obra nacional. Bibliotecas Populares “Cervantes”. Una obra nacional. Bibliotecas Populares “Cervantes”. Nuestro distinguido amigo don Luis Soto Menor, Inspector-Jefe provincial de Primera Enseñanza, ha tenido la atención de enviarnos con un B. L. M. el folleto, primorosamente editado, en que se ha la compilación de la finalidad y labor cultural de las “Bibliotecas Populares Cervantes”. Abren esta publicación los retratos de SS. MM. los reyes, el de Cervantes y el del Jefe del Gobierno siguiendo a continuación los de todos los “legionarios de la cultura” que un día y otro, en una labor tenaz, van laborando por dotar a España de un nivel medio cultural cada vez más elevado. Cuánto es y significa esta labor viene perfectamente detallado en la colaboración que éstos prestaron a este folleto, que es, a todas luces altamente meritoria.» (La Voz de la Verdad. Diario católico, el de mayor circulación de la provincia, Lugo, sábado 2 de junio de 1928, pág. 1.)
«Bibliotecas Populares “Cervantes”. El inspector jefe provincial de Primera Enseñanza, nuestro querido amigo, D. Luis Soto Menor, ha tenido la atención de enviarnos un ejemplar de la interesante obra nacional titulada, “Los Legionarios de la Cultura y las Bibliotecas Populares Cervantes”. La citada obra, que está lujosamente editada, inserta, entre otros interesantes trabajos, algunas opiniones de la intelectualidad española sobre las Bibliotecas Populares “Cervantes”. Entre dichas opiniones figura la del inspector jefe provincial de Primera Enseñanza de Lugo, Sr. Soto Menor. También publica esta obra las fotografías de los alcaldes de algunas poblaciones donde se han fundado las aludidas Bibliotecas. Figuran entre estos alcaldes el de Lugo, Ribadeo, Monforte, Sober, Pastoriza, Barreiros, Abadín, Palas de Rey, Begonte, Riotorto, Alfoz, Mondoñedo y Neira de Jusá. Mucho agradecemos, al Sr. Soto Menor, este envío.» (El Progreso, Lugo, sábado 2 de junio de 1928, pág. 2.)
«El día en Bilbao. La jornada municipal. El diario desfile de visitas por el despacho del alcalde [Federico Moyúa] constituyó ayer toda la jomada municipal. Entre dichas visitas […] don Damián González, que entregó al alcalde un ejemplar de su obra “Los legionarios de la cultura”, y la directora del grupo escolar de Uríbarri, que fue a despedirse.» (Euzkadi, diario independiente, Bilbao, domingo 17 de junio de 1928, pág. 5.)
«Una obra nacional. Con este título y el de “Los Legionarios de la Cultura y las Bibliotecas públicas Cervantes” hemos recibido un Álbum, primorosamente editado por la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, ilustrado con los retratos de SS. MM. los Reyes; del Presidente del Cnsejo de Ministros; del señor Callejo, Ministro de Instrucción, y de otras muchas ilustres personalidades que integran el Consejo de dicha Compañía, que, con entusiasmo e interés por la Cultura, han acometido la meritoria impresa de la creación de las Bibliotecas Populares “Cervantes”. Dichas Bibliotecas, que pueden adquirirse con grandes facilidades, constituyen un medio de formación cultural poderoso, y se van extendiendo con gran rapidez por todas partes, hasta el punto de haberse creado en España más de seis mil bibliotecas en poco más de medio año, originando los justamente llamados Legionarios de la Cultura. El Delegado en esta provincia es don Ángel Sánchez Gómez, a quien pueden dirigirse en petición de detalles, en su domicilio, calle de la Reina, número 4, de esta capital, cuantos simpaticen con esta obra.» (La Federación Escolar, revista de primera enseñanza. Órgano y propiedad de la Asociación provincial del Magisterio Salmantino, Salamanca, 6 de julio de 1928, pág. 7.)
«Respondiendo a una cariñosa invitación he puesto breves líneas en El álbum de la raza, donde los legionarios de la cultura consignan sus opiniones sobre la patriótica campaña que con aplauso unánime está realizando la Compañía de publicistas iberoamericanos. Y como el asunto es interesante y el profesorado español se pronunció recientemente en favor de las bibliotecas populares, por ser el medio más eficaz de elevar el nivel intelectual de España, he querido escribir en La Nación dos cuartillas acerca del tema…» (Enrique Esperabé de Arteaga [1868-1966, rector entonces de la Universidad de Salamanca], “Iniciativas. Las Bibliotecas Cervantes”, La Nación, Madrid, miércoles 8 de agosto de 1928, pág. 1.)
1929 «Los hombres nuevos. Nuestro joven compañero de Redacción, Marcelo Jiménez Jandua, abogado. De la triunfante juventud madrileña, generosa matriz espiritual, de la que van naciendo los hombres nuevos que han de ser los legionarios de la cultura y del progreso de nuestro país; unos, desde la alta regencia de los supremos destinos públicos, y los más en la complicada colmena de las profesiones liberales; de esa juventud estudios y vencedora acaba de destacarse con pronunciado relieve un valor en el que la perseverancia y el talento van integrados en conjunción felicísima. Nos referimos a nuestro entrañable compañero de Redacción, el joven escritor don Marcelo Jiménez Jandua. […] Ahí va, pues, nuestra más ferviente felicitación al nuevo abogado; pero, al consignarla aquí, no nos olvidamos de expresar también nuestros parabienes más sinceros a su ilustre padre, don Marcelo Jiménez Martínez, igualmente cultísimo abogado y digno secretario de la Jefatura de Obras Públicas.» (Diario de la Marina, Madrid, 1 de octubre de 1929, pág. 1.)
1931 «Amusco. El día 23 de los corrientes cesó en su cargo el benemérito Maestro Nacional de esta Villa don Eutiquio Rodríguez García. Durante más de trece años ha sido un esclavo de su deber, en cuyo cumplimiento ha hecho verdaderos derroches de bondad, trabajo y paciencia. […] Solo el porvenir de sus hijos le ha movido a abandonar este pueblo que tanto le aprecia y que no olvidará nunca que el señor Rodríguez García fue un legionario de la cultura, no regateando sacrificios para conseguir que sus discípulos ocupen un puesto honroso en la sociedad.» (El Diario Palentino, Palencia, miércoles 28 de octubre de 1931, pág. 2.)
1932 «Preparación gimnástica de “Los legionarios de la cultura”. Como en la instrucción militar. Al aire libre, sobre el césped de la amplia explanada en la radiante y soleada tarde primaveral, evolucionan los grupos de señoritas y muchachos, que en sus rítmicos movimientos de avance o repliegue recuerdan a los batallones en una instrucción militar. […] Nos hemos aproximado, y hemos expresado nuestra felicitación al jefe instructor de aquellas fuerzas. Una chanza. —Enhorabuena, general. Don Joaquín Fenollosa Armengot, el joven y notable doctor, acepta la broma y sonríe al responder: —Yo no soy general; pero, vamos, estos ejércitos no los cambio yo ni por los de Napoleón. —Sobre todo… esos deliciosos batallones femeninos. ¿Eh? Nuestro amigo Fenollosa frunce el ceño, repentinamente serio, como previniéndose ante posibles avances nuestros sobre temas de galantería. Nada. Nada. Aparte la natural admiración y respeto hacia el bello sexo, allí, en aquellas clases de Cultura física, en la Escuela Normal del Magisterio, no había ninguna distinción de procedimientos docentes entre los alumnos de ambos sexos. Ni sentían preocupaciones por motivos de diferenciación sexual. —Todos unidos –continúa– constituyen, sí, un ejército: el admirable ejército de los instructores del porvenir. Son nada menos que los futuros maestros, “Los Legionarios de la Cultura”, como les llamó usted en el periódico hace unos días… Y como legítimamente orgulloso de su misión en la dirección de aquellos legionarios, el doctor Fenollosa yergue su silueta alta, delgada, correcta, como la de un “gentleman” atildado y amable, pero de ingénita altivez aristocrática.» (Caireles [José Fernández Serrano (1889-1963)], “Nuestros reportajes”, Las Provincias, Valencia, miércoles 1 de junio de 1932, pág. 14.)
1933 «También en la Albericia se ha rendido otro homenaje a un maestro de la ciudad. Los antiguos alumnos de Dionisio Ruiz, reunidos en fraternal banquete, hiciéronle entrega de un pergamino con sentida dedicatoria. Pero no es precisamente al homenaje a quien hemos de referirnos. Queremos destacar el cambio que va introduciéndose en las conciencias de las gentes del pueblo al ocuparse de las cuestiones de la escuela y del maestro. Interesa, más que el homenaje en sí, merecidísimo, desde luego, esa colaboración que surge siempre en las reuniones de maestro y antiguos alumnos. A Dionisio Ruiz no ha podido satisfacerle tanto el homenaje como la colaboración que con él le ofrecían. El hecho de formarse al final del homenaje una Sociedad titulada “Los legionarios de la cultura”, integrada por los mismos que en torno a Dionisio Ruiz se sentaron, le llenaría de satisfacción. Porque la naciente Asociación suponía tanto como el contar en todo momento con los hombres formados en la escuela de Ruamayor, que se disponen a laborar por la ilustración de sus conciudadanos, ayudando a la escuela donde aprendieron las primeras letras. Nada puede contribuir tanto a la transformación de la escuela como la cooperación de la familia con el maestro. La causa de las pésimas condiciones en que las oficiales se encontraron siempre, reside, única y exclusivamente, en la indiferencia con que las familias miraban a aquéllas. Las Sociedades como la que inició su formación al finalizar el homenaje a Dionisio Ruiz serán las que logren una transformación tan sentida. Nosotros señalamos su aparición, para que pueda ser imitada.» (Jesús Revaque [1896-1983, director entonces del Grupo Escolar Menéndez Pelayo, de Santander], “Consideraciones. Después de unos homenajes”, El Cantábrico, Santander, viernes 13 de octubre de 1933, pág. 1.)
Durante la Guerra Civil española encontramos “legionarios de la cultura” en ambos bandos…
1936 «La verdadera revolución. La más profunda, la más eficaz, la más necesaria, la verdadera revolución no se ha manifestado en nuestra ciudad hasta la pasada semana. Veníase gestando activamente, intensamente laboraban por ella, entre otros, un puñado de jóvenes intelectuales y obreros manuales conscientes, y a su empuje tenaz, a su entusiasta y valiente actuación, se debe el movimiento revolucionario iniciado el día 1 del corriente con la apelación a todos los padres para formar un censo infantil escolar. ¡Huestes de la inteligencia, milicianos de la ilustración, combatientes del saber, legionarios de la cultura, a las armas, escolares, para abatir el vetusto torreón de la ignorancia, cobijo de todos los males sociales que afligen a la humanidad, amparo de cuantas ignominias se perpetran en el mundo! ¡A luchar con denuedo en la incruenta batalla de la luz contra las tinieblas, de los dones del conocimiento contra las miserias de la estulticia; del humano discernimiento contra el bestial instinto! ¡Todo por la enseñanza; todo por la ilustración; todo por el progreso intelectual! ¡Guerra sin cuartel a la ignorancia, a la cerrilidad, a la incultura! ¡A batallar por la manumisión de la más ominosa de las esclavitudes, por la obtención de la mayor de las libertades, por la emancipación más íntima del ser humano! Menguados serían los resultados de la revolución material que se está llevando a efecto si no fuese acompañada de esta otra más intensa, más ruda, más difícil por ser más callada, menos espectacular: la revolución intelectual que, por fortuna, se halla ya en marcha en esta ciudad. Madres y padres de Mahón: Sin excepción alguna, atended a cuantos llamamientos os haga el Consejo Local de Primera Enseñanza; aportad a sus iniciativas todo el calor, todo el entusiasmo que merece su noble causa. Por cariño a vuestros hijos, no regateéis trabajos ni sacrificios en pro de su emancipación intelectual, sin la cual, todos los bienes materiales no alcanzan a diferenciar al ser humano racional del bruto instintivo. ¡Por un mañana de Libertad y Amor, todos en pie de guerra a colaborar en la revolución pedagógica en marcha! La conquista más preciada de la generación presente sería el asentamiento de una sólida base de enseñanza sobre la que levantar la ingente columna de la cultura que rematase con la antorcha del Bien. ORBAR 8-9-36.» (El Bien Público. Diario antifascista, Mahón, jueves 10 de septiembre de 1936, pág. 1.)
1938 «Un imperio que se conquistó gracias al tesón inigualado de los héroes, de los guerreros, de los mejores en la pelea, pero que se mantuvo, y existe aún, gracias sólo al esfuerzo de aquellos que combatían con el cerebro, de aquellos legionarios de la cultura, que con un burdo sayal y la cruz en la mano, entraban sin temor y con fe en los inexplorados terrenos de Texas, se aventuraban por los abandonados senderos de Acoma o llevaban la imprenta –aún hoy asombra el portento– a los 4.000 metros de altura de la laguna del Titicaca, para poner en parangón la potencia hispana con la milenaria cultura de Tiahuanaco.» (Manuel Ballesteros Gaibrois [1911-2002], “El libro y el hombre”, Norte, Vitoria, viernes 22 de abril de 1938, II Año Triunfal, pág. 3.)
«Impresiones de mi viaje a Italia. Llega, por fin, el día en que los doscientos maestros invitados por el Duce y escogidos por el Ministerio de Educación Nacional, han de emprender la marcha hacia esa Italia, cuna del fascismo, nuestra hermana, para conocer sus bellezas, admirar su grandeza y estudiar su doctrina. Para punto de salida había que elegir un sitio apropiado; un lugar con el marco que la expedición necesita: Luz, alegría y juventud. Es Sevilla el lugar de reunión y punto de partida de los expedicionarios. Sevilla, la eterna joven aloja por unos momentos, los más azarosos, a los legionarios de la cultura que, siguiendo camino inverso a los legionarios italianos que cumplidos 13 meses de guerra en nuestro suelo, vuelven a su patria cubiertos de gloria, a esos legionarios de la cultura, repito, que, marcharon para terminar de sellar con la civilización romana, el pacto de hermandad que los italianos habían escrito con su sangre. Día azaroso el día de la marcha. Emociones, preparativos, órdenes; las nuevas amistades que han de perpetuarse después de dos meses de convivencia y últimas consignas del Excmo. Sr. Ministro que en nombre del Caudillo va a despedirnos. No necesito repetir sus palabras, ya publicadas en tiempo oportuno; pero no quiero dejar sin consignar el pensamiento que fluye de todo su discurso: Italia, hermana de España como hija de una madre común, Roma, no se contenta con dar la sangre de sus hijos por la salvación de España, quiere dar aún algo más; un algo más permanente y necesario para la total restauración de nuestra patria; quiere darnos su cultura, mostrarnos sus medios y enseñarnos su régimen, para aprovechando todo lo que nosotros podamos trasplantar a nuestro suelo, dándole un fuerte tinte de hispanidad, nos lleve a la grandeza que ella, conquistó con su trabajo y su fe en un solo mando: En el de Benito Mussolini. Y quiere darnos esta lección para que tengamos fe en las palabras, consignas y órdenes del hombre providencial que Dios ha puesto en España, para su grandeza: Nuestro Caudillo Franco.» (José Delgado Gallego [Belalcázar 1909-; maestro cursillista de 1933], “Impresiones de mi viaje a Italia”, Azul, diario de F.E.T. de las J.O.N.S., Córdoba, miércoles 21 de diciembre de 1938, Tercer Año Triunfal, pág. 7.)
… pues, al fin y al cabo, los bondadosos “legionarios de la cultura” solo combaten en armonioso “magisterio de la Paz”:
1958 «Nada hay más importante en el mundo que la educación. En los maestros, insistimos mucho sobre ello, se fundamenta la perennidad de la paz y el dichoso porvenir de los hombres. Son ellos los legionarios de la cultura. No lo olvidemos, por muchos que sean los engañosos cantos de sirena del materialismo. Esto de tejas para abajo. En lo sobrenatural, Dios vive en cada hombre y, de forma especialísima en quienes tienen en sus manos las palancas del Amor y de la paz.» (Juan Alarcón Benito [1923-2005], “Divagaciones. Magisterio de paz”, Diario de Ávila, viernes, 21 de noviembre de 1958, pág. 3.)
1961 «Privado aún de local propio y de los fondos necesarios, sin más apoyo que la firme voluntad del ministro y el entusiasmo de un puñado de profesores –verdaderos “legionarios de la cultura”– que se han puesto a trabajar sin más recompensa que su entusiasmo, el Liceo Español de París está funcionando ya.» (Josefina Carabias [1908-1980], “Crónica de Francia. El Liceo Español de París”, El Noticiero Universal, Barcelona, jueves 30 de noviembre de 1961, pág. 10)
1988 «La Banda Municipal de Pradoluengo, igual que las otras cuatro de la provincia de Burgos, necesita ayudas de las instituciones provinciales. Se puede decir que las Bandas burgalesas son Bandas de héroes o legionarios de la cultura. La Diputación de Burgos debe tener en cuenta que estas Bandas forman parte esencialísima del futuro cultural de esta provincia, y no están contando con ayudas para ello.» (Alejandro Yagüe Llorente [1947-2017], “La Banda Municipal de Pradoluengo”, Diario de Burgos, domingo 16 de octubre de 1988, pág. 31.)