Filosofía en español 
Filosofía en español


Vicisitudes y Anhelos del Pueblo Español

Primera parte ❦ Génesis de la nacionalidad española

§ I
El medio geográfico

Formación del organismo nacional.– Teorías acerca del medio.– La lucha por la existencia.– La influencia climatológica.– El ideal según los países.– Deficiencia en la nutrición.– La Producción.– La miseria orgánica: la emigración.– El ideal y la anemia.– Desaprovechamiento de las fuerzas naturales.
 

FORMACIÓN DEL ORGANISMO NACIONAL.– El proceso genético en la formación de la nacionalidad española, muestra por modo inconcuso como, llevados del afán teorizante, los tratadistas llegaron a considerar que las sociedades estaban regidas por fórmulas convencionales fáciles de investigar. En la actualidad, esta teoría sociológica ha perdido gran parte del crédito alcanzado, y son pocos los autores de renombre que todavía la sustentan, si bien con restricciones. Los factores que intervienen principalmente en la formación de la nacionalidad, son: el medio geográfico, el medio psíquico, la herencia y la selección.

 
TEORÍAS ACERCA DEL MEDIO.– Conviene hacer resaltar la importancia capitalísima asignada al medio, desde el punto de vista social. Un ilustre tratadista, Herder, al promediar el siglo XVIII, y más tarde Montesquieu, Buckle, Filangieri y Bluntschli, partiendo del supuesto del gran significado del medio ambiente, trataron de deducir la naturaleza y el carácter del hombre. El insigne historiógrafo francés Víctor Duruy sostuvo que el hombre, formado del limo de la tierra, conserva algo de este origen. Pero prescindiendo del conceptismo que tan en boga estuvo hasta hace pocos años, conviene fijar con diafanidad la noción del medio, huyendo de vaguedades que induzcan a error. Aceptando la terminología filosófica moderna, tal como la estudia el eminente Tönnies, en toda su integridad, ha de tenerse en cuenta que, cuando se hace tanto hincapié en la influencia del medio, no se refiere al cósmico, sino que con ello preténdese significar todos los puntos de vista desde que puede aquél ser considerado, así en lo somático como en lo psíquico, en lo moral como en lo económico, &c.

 
LA LUCHA POR LA EXISTENCIA.– Reviste asimismo sumo interés un nuevo aspecto que han puesto en evidencia los cultivadores de la Antropología. Es objeto de estudio por parte de los antropólogos y constituye uno de sus temas preferentes, el relativo a la lucha de razas, que tan admirablemente han examinado Gumplowicz, Ratzel, Ratzenhofer, Folkmar, Vacher de Lapouge y Ammon, cuyo resultado es una selección en los individuos que habitan en un mismo medio; lo que raras veces en la Humanidad ofrece una tendencia netamente progresiva, sino que por una serie de evoluciones ascendentes e involuciones, sigue en ondulante oscilación y determina, por fin, un lento perfeccionamiento. La Historia nos lo demuestra: al esplendor romano siguieron la irrupción bárbara y el misticismo de la Edad Media{1}, resurgiendo en toda su intensidad y riqueza la vida y los ideales heleno-latinos, con el Renacimiento.

 
LA INFLUENCIA CLIMATOLÓGICA.– Se admite como principio científico que en las modalidades características de los pueblos intervienen poderosamente los agentes naturales, y en primer lugar el clima, que influye por modo decisivo y es tal vez el determinante máximo de la evolución social, si consideramos que de él depende la producción y, por lo tanto, los medios de vida materiales para la sustentación de un pueblo. El habitante de Escandinavia, cuya existencia se desarrolla entre las nieves casi perpetuas y en el que la temperatura glacial determina una gran serenidad, que refrena sus emociones y templa su impulsividad, para acomodarse a los países meridionales, habría de vencer grandes resistencias en él ingénitas, ya que son constitutivas de su propia individualidad, y forman, por la costumbre de vivir en un país brumoso y frío, un hábito que ha moldeado su idiosincrasia orgánica y psíquica. Con dificultad llegaría aquel individuo, una vez trasplantado, a modificar su contextura íntima y a asemejarse al tipo latino que, por vivir en una tierra tostada por el sol, tiene un temperamento impresionable que con frecuencia se excita y sufre arrebatos pasionales, que le hacen víctima de los transportes de la alegría o de la cólera, concausas las más poderosas de la criminalidad y, singularmente, de los delitos de sangre.

 
EL IDEAL SEGÚN LOS PAÍSES.– Así se explica el carácter voluble del pueblo español y su impremeditación en el hacer, impulsado su dinamismo por fuertes emociones que le arrastran muchas veces al crimen pasional. Al tratarse de encauzar la acción colectiva por medio de un ideal, no puede prescindirse de este móvil emotivo que determina la intencionalidad de los individuos; no debiendo desperdiciarse la ocasión en que el alma nacional late emocionada por un problema de vital importancia.

 
DEFICIENCIA EN LA NUTRICIÓN.– En el orden material, nos hallamos en una posición difícil. Es sabido, porque se ha venido repitiendo durante los últimos años en todos los tonos, que la existencia, para algunos millones de españoles, constituye una terrible odisea en que las privaciones desempeñan el papel principal. Una somera observación nos demuestra, a poco que pretendamos fijar la atención en los detalles de la vida diaria y corriente, en lo que a nuestro alrededor sucede, cuán en lo cierto estaba Joaquín Costa al decir que «más de la mitad de los españoles se acuestan todas las noches con hambre». Sin más que acudir a la fácil erudición de cualquier manual de Historia, encontraremos elementos bastantes para afirmarnos en la creencia de que el pueblo español jamás se ha libertado de la tiranía de las necesidades insatisfechas. El refranero nos brinda sobrados materiales para pintarnos los azares de una raza que lleva algunas centurias sin poderse alimentar, lo cual nos atestigua que nuestro pasado ha sido tan desconsolador como el presente. Aun los períodos históricos más prósperos, ocultan en el fondo una existencia colectiva de estrechez y de penuria. La esquivez y los instintos rufianescos de nuestra psicología étnica, revelan al investigador perspicaz que el alma popular ha estado soterrada por la miseria orgánica. Un historiógrafo extranjero cita un dato que tiene un valor incontrastable, cuando dice que la dote de las jóvenes, en la época de Felipe II, se contaba por maravedises. Pero sería tarea interminable apuntar el sinnúmero de detalles que nos proporcionarían elementos para formular un juicio apoyado en la demografía. De todas suertes, a quien no quiera sentar plaza de ligero, se le pueden ofrecer más y más datos que aseveran las afirmaciones de los escritores a quienes se ha reputado de hispanófobos por banal patriotería, cuando en realidad sólo se les podía calificar de veraces. Si alguien, dominado por un prurito de mal entendido españolismo, pretendiera poner en duda la certeza de nuestra miseria, fije su atención en que en la época de los romanos la población de España era de 40 millones, y que en tiempo de Felipe II quedaron reducidos a ocho. Actualmente, y a pesar de que nuestro país es una de las naciones en que la natalidad es mayor, no hemos podido sobrepasar la cifra de 19 millones, pues aun cuando algunos estadísticos la hacen ascender a más de 30 millones, la mayoría se inclina a creer que no exceden en mucho de 22.

Claro está que en España siempre que se trata de apoyar un juicio, partiendo de los datos que nos suministran las estadísticas oficiales, se corre el grave riesgo de equivocarse, porque la experiencia demuestra que la exactitud y el esmero no presiden las funciones de elaborar los censos de población.

 
LA PRODUCCIÓN.– Sumen sólo 19 millones o pasen de 22, cualquiera que sea el número de habitantes, y cuantos más fuesen, la tesis que exponemos quedaría más firme, resultará siempre que la población de España ha de sustentarse con los productos de poco más de un millón de hectáreas dedicadas al cultivo del olivo; con los de un millón y un tercio de las tierras llamadas de regadío; con los de 13 millones de cereales y leguminosas y con los de dos millones y algunos miles a la vid; quedando sin género alguno de cultivo una extensión enorme de tierras, que se aproxima, según determinados autores, a más de 28 millones de hectáreas.

 
LA MISERIA ORGÁNICA: LA EMIGRACIÓN.– Según las cifras recogidas por datos estadísticos, el consumo de materias alimenticias entre lo aquí producido y no exportado y los productos de importación, es de todo punto insuficiente para satisfacer las necesidades nutricias del pueblo español. El organismo de millares de individuos languidece de consunción. Regiones hay donde un triste mendrugo constituye la ración alimenticia de todo el día. Y estos individuos, ¿qué interés han de tener por continuar en el suelo nativo si la miseria les agobia? ¿Qué móvil puede hacerles retroceder ante la emigración, cuando ni la situación del mendicante ni la del encarcelado es peor que la suya? ¿A qué redactar leyes prohibitivas de la emigración, si este fenómeno es debido a la defensa por la vida del organismo y no reconoce otra terapéutica que la intensificación y perfeccionamiento de los cultivos, el abaratamiento de las subsistencias y la mayor remuneración del trabajo?

 
EL IDEAL Y LA ANEMIA.– De una nutrición deficiente proviene la anemia de todo el cuerpo y la isquemia cerebral. El encéfalo, regado deficientemente por la corriente circulatoria, degenera en sus funciones psíquicas: la alegría que rebosa en los organismos pletóricos, se torna, en los sujetos anémicos, malestar y tristeza; después de los estudios de Mosso, nadie dudará de ello. No es sólo el misticismo religioso la causa del pesimismo y la tristeza españoles; aunque de nuevo sembrásemos en nuestro país los bellos ideales del Renacimiento, llenos de vida y alegría, no encontrarían arraigo por falta de la savia que los debiera nutrir: la riqueza sanguínea del organismo.

Hay que hacer notar, sin embargo, que nuestro Renacimiento no fue riente como el italiano y el francés, no fue cerebral como el germánico, sino formalista en su humanismo austero y estéril fuera del Arte. Prueba de ello es el deslumbramiento que aun a los educados, a los favorecidos de la fortuna producía la vida intensa y vibrante de otros países ricos y libres de fanatismo, pudiendo citarse, como ejemplo de mayor excepción, el cambio operado en pocos meses en las ideas, en la vida y en la mentalidad de D.ª Juana la Loca, cuando vivió con su marido en la corte de Bruselas y en Alemania, donde su abulia se convirtió en arrolladora energía contra su propia madre, y su fanatismo en una tolerancia que en Castilla juzgaron herética.

La misma vida de la corte española en pleno Renacimiento y bajo los Austrias, fomentaba la anemia, por los continuos ayunos y mortificaciones que minaron la vida de Isabel la Católica, de Felipe II y de Felipe III, y de Carlos II el Hechizado.

Y con la anemia, la tristeza y el pesimismo, la impulsión motora es nula, el interés por la redención apagado, la abyección y la insensibilidad fatales… Sólo se tiende a la resignación, al suicidio. Urge, pues, la reforma productora.

 
DESAPROVECHAMIENTO DE LAS FUERZAS NATURALES.– Nuestra política imprevisora, el desconocimiento que en los centros oficiales existe de cuanto concierne a las necesidades de la topografía, a las condiciones del suelo y del subsuelo, a la repoblación forestal, al aprovechamiento de aguas pluviales por medio de embalses y pantanos, a la canalización de los grandes ríos, &c., &c., contribuye poderosamente a que se desaprovechen cuantiosos medios de rehabilitación material que la Naturaleza nos brinda y que nosotros, musulmanes y fatalistas hasta la médula, despreciamos con indiferencia. Y es que llevamos aún la levadura de aquellos ancestrales del reino de Picardía –como diría Jacinto Benavente– que dejaban arruinar sus haciendas para ir a satisfacer concupiscencias por esos mundos, y al regresar, maltrechos y empobrecidos, tenían que ir a mendigar la sopa en los conventos.

Mientras los extranjeros venidos a España utilizan los saltos de agua para la explotación de las modernas industrias; mientras Lloyd George, en Inglaterra, trata de arrancar las propiedades de los Lores para mejorar la condición del pueblo, que proclama la vindicación de sus derechos, los Gobiernos de nuestro país presencian impasibles la ruina de las industrias nacionales y contemplan millares de hectáreas que en manos de condes y duques permanecen incultas, sirviendo cuando más de recreo a los animales de caza, mientras millones de españoles perecen de miseria y la mentalidad de la raza decrece por falta de nutrición.

——

{1} Al tratar de La Herencia y la Selección, concretaré la influencia de este fenómeno sociológico en la vida política de nuestro país.