Filosofía en español 
Filosofía en español

Max Aub  1903-1972

Max Aub Mohrenwitz nace en París el 2 de junio de 1903, de padre judío aleman y madre judía francesa, y muere en Ciudad de México en 1972. Su familia se establece en Valencia en 1914, al iniciarse la Gran Guerra, adoptando en 1916 la nacionalidad española tras renunciar a la alemana. En 1915 escribe su primer poema en español. Tras cursar el bachillerato en el Instituto de Valencia elude los estudios universitarios y comienza a ejercer en 1920 el oficio paterno de comerciante de joyería, para lo que tiene que desplazarse por todo España.

«Creí que tenía algo de judío no por la sangre (que, pobrecita, ¿qué sabe de eso?) sino por la religión de mis antepasados –mis padres no la tuvieron– y vine aquí con la idea de que iba a resentir algo, no sé qué, que me iba a enfrentar conmigo mismo. Y no hubo nada. Nada tengo que ver con estas gentes que no sea lo mismo que con los demás, como nada tengo que ver con los alemanes, ni con los polacos, ni con los japoneses, ni con los argentinos. Mis ligazones son con los mexicanos, los españoles, los franceses y algo, tal vez, con los ingleses. Tal vez más con los españoles, pero sólo, quizá, con los de mi tiempo. No, no tengo nada de judío.» (Max Aub, Diarios (1939-1972), Alba Editorial, Barcelona 1998, pág. 387.)

1921 «Viajeros. Han llegado a nuestra capital, hospeándose en los hoteles que se expresan a continuación, los señores siguientes: Hotel Simón […] don Max Aub, de Hellín.» (La Independencia, Almería, 1 de marzo de 1921.)

1922 «También Valencia tiene su ambiente exquisito. Refinamiento y cultura armoniosa, intelecto conexo a la belleza, son posibles en mi ciudad cuando una tarde un amigo cariñoso que sabe vuestra condición de poeta os introduce en las camaretas de madame Aub. Salones en verso: telas que recuerdan las puestas del sol; almohadones en que arabescos de oro ocre sobre la seda violeta os da la coloración de los dorados árboles y el cielo del otoño. […] Madame Aub y madamoiselle Magda no niegan a la tertulia literaria de los camaradas de Max Aub su presencia de encanto con que se exalta el recogimiento del instante en que vuela el verso con su plumión de armonía. […] Bajo la advocación de todas las elegancias y espiritualidades que aureolan la noble pose de madame, cruzan sus ideas y sus ensueños primerizos de “príncipes que todo lo aprendieron en los libros”, el mocerío intelectual: Pepe Gaos y Medina, filósofos universitarios; Dicenta y Max Aub, poetas de nueva estética, y Carlos Gaos, un futuro ingeniero. Y, ya más en la vida que en los libros, Antonio Aristay, que sabe la sutil ironía y la frase mundana. […] El te. Es el comedor de madame. Otra camareta deliciosa. Hay al fondo una cámara hecha de telas ricas y su dosel. Entre las telas luces de color. La emoción maravillosa de la noche otoñal se expande tras los vidrios del balcón ornamentados de muselinas. Da su claro la lámpara ateneada con seda. Y sobre la mesa hay violetas, pastas, caramelos rusos, el te, la mermelada y los kedives… Tan bello todo, que Pepe Gaos recuerda y recita en alemán el Lied de Heine “La hora del té”. Luego Max Aub sus rimas deliciosas. …Y madame Aub, como una nueva ofrenda de sus delicadas manos, nos muestra el arco argentado de la luna tras de las muselinas del balcón.» (Emilio Fornet [1889-1985], “Exquisiteces de la Ciudad. Tarde de tertulia literaria”, La Correspondencia de Valencia, viernes 13 de enero de 1922, pág. 1.)

«Movimiento de viajeros. El registrado ayer en nuestra ciudad es el siguiente: Hotel Simón: Don Miguel García, don José Pelaez, don José Larrañaga y Max Aub, de Granada.» (Diario de Almería, Almería, 7 de julio de 1922.)

1923 «Ateneo de Madrid. A las seis y media, lectura de versos de Max Aub por la señorita Concha Zeda. Hará la presentación don Luis Fernández Ardavín.» (El Debate, Madrid, 24 de enero de 1923, pág. 4.)

1924 «De arte. Nueva forma de teatro. Unos cuantos espíritus jóvenes, distinguidos, de positivo valer espiritual, ansiosos de respirar auras de renovación artística, se han juntado para realizar una interesantísima tentativa de moderna teatralidad. Nada, por supuesto, de representación de “aficionados”, ni cosa que a tal trasciende; no se trata de eso. Se trata de conocer y de “vivir” obras maestras de la literatura moderna, de todos los países. […] Y ese nombre “Teatro de Arte” es el que preside la íntima reunión, en donde solamente han de tener cabida espíritus seleccionados. Queremos insistir en que no se trata de “teatrito” de aficionados; mal pudiera ser esto una institución artística que ha de apartarse de todas las normas eminentes para dar plasticidad a las obras de arte. Naturalmente, la idea pronto hizo camino entre la gente joven, y las adhesiones crecen de día en día. Pero repetimos que no es cuestión de “teatro” y sí de “arte” puramente. Por lo que la novedad de la concepción ha de correr parejas con la novedad de realización. Ni aun el carácter de teatro corriente han de tener estas sesiones, que lo mismo pueden ser lecturas, que recitaciones, que presentaciones plásticas, o de combinaciones de tirmos en figuras, en colores… El plan para la primera sesión es el de ofrecer la obra rusa en dos actos, de Nicolás Gogol, titulada Himeneo, traducida por Magda y Max Aub. Después seguirá El sombrero olvidado, de lord Dunsany, traducción de Díez Canedo. El segundo día, El tímido, de Moreno Villa, y Eulogio, interesante producción de J. Medina Echevarría. Entre los intérpretes figuran Mercedes Aynat, Magda Aub, Teresa e Isabel Fornet, Manuel Zapater, Manuel Ramírez, Fernando Dicenta, Vicente Losada, A. Roldán, José Media, V. Gascó… Oportunamente daremos más detalles de tan interesante intento de modernísima literatura.» (Las Provincias, Valencia, 16 de enero de 1924, pág. 7.)

«Un joven poeta, Max Aub, ha fundado en Valencia una agrupación de aficionados al arte escénico, literatos y jóvenes de la buena sociedad, para representar obras españolas y extranjeras desconocidas de nuestro público. En sus comienzos, las representaciones serán por invitación, y si el resultado corresponde a sus generosos deseos, entonces el pensamiento tomará mayores vuelos y se creará una Sociedad que llevará por título: “amigos del Arte”.» (El Cantábrico, Santander, miércoles 30 de enero de 1924, pág. 1.)

«Max Aub inaugurará en Valencia un teatro de arte: Girasol. Al modo como la flor de este nombre imita estilizadamente al sol, y hacia él gira su gorguera gualda, así los humanos ingenios rizan su estilo, queriendo imitar la creación divina. […] Nadie, sino Max Aub, con ser un muchacho, tan indicado para esta labor. Max Aub, a mi modo de ver el valor de las buenas innovaciones en el ambiente valenciano, representa en Valencia un valor imprescindible; es el único muchacho cosmopolita que convive en esta ciudad, donde se conservan tan puras las líneas fundamentales de la raza que convienen, sin peligro a contaminarse, aires de fuera. Se funden en la sangre de Max Aub, Berlín y París; es alemán su carácter que heredó del padre, y su alma se forjó en la herencia maternal de madame, francesa de la más bella elehancia parisién. […] Yo he asistido a un ensayo de lo que ya se prepara para pronto. Himeneo, comedia humorística de Tomás Gogol, traducida por Magda y Max Aub. Los actores son artistas ya actores, ya escritores, dibujantes otros, todos comprensivos del arte puro… y desinteresado.» (Emilio Fornet, “Girasol. Teatro de Arte,” La Correspondencia de Valencia, miércoles 30 de enero de 1924, pág. 1.)

«Los que entran y salen. Durante las últimas 24 horas se ha registrado el siguiente movimiento de viajeros, hospedándose en los hoteles y fondas que a continuación de expresan: Hotel Simón: don Max Aub, de Madrid.» (Diario de Almería, Almería, 26 de octubre de 1924.)

1925 «Los amigos de Pepe Ciria. Un recuerdo del amigo muerto. [José Ciria Escalante 1903-1924] […] Forma el recordatorio que acaba de aparecer un opúsculo interesantísimo, admirablemente impreso por “Las Artes de la Ilustración”. Le preside un retrato del amigo muerto, una bella fotografía, con Ciria sentado sobre un banco de piedra, y en el fondo una cortina de árboles, acaso los del Retiro, de Madrid. Ciria aparece con su eterna y optimista sonrisa de juventud vencedora, que encuentra fáciles y abiertas todas las sendas. Es un retrato doloroso que tiene el valor de una elegía sin palabras. Tras del retrato y de la ofrenda vienen por orden alfabético los nombres de los amigos que se han asociado para este recuerdo. En una camaradería que tiene por denominador común a la amistad, se emparejan los nombres ilustres con los obscuros. Son estos amigos. Manuel Abril, Valentín Andrés Álvarez, César Álvarez Comet, Luis Araquistain, Miguel Artigas, Max Aub, Manuel Azaña, “Azorín”, Mauricio Bacarise, José de Bonito, José Bergamín, Luis Buñuel, Julio J. Casal, Emilio Cortiguera, Francisco G. Cossío, José María de Cossío, Juan Cristóbal, Juan Chaves, José María Chacón y Calvo, Gerardo Diego, Enrique Diez Canedo, Juan de la Encina, Antonio Espina, Ángel Espinosa, Ramón Estaleya, Augusto Fernández, Melchor Fernández Almagro, Sindulfo de la Fuente, Antonio Gallego, Fernando García Bilbao, Luis García Bilbao, Federico García Lorca, Francisco García Lorca, Victoriano García Martí, Pedro Garfias, Ramón Gómez de la Serna, Fernando González, Juan Guerrero, Jorge Guillén, José Gutiérrez Solana, Manuel Gutiérrez Solana, Ernesto Halffter, Alfonso Hernández Catá, Francisco A. de Icaza, Juan Ramón Jiménez, Juan Larrea, Joaquín Lombera, Ramiro de Maeztu, Antonio Marichalar, Enrique Martí Jara, Eugenio Montes, José F. Montesinos, José Moreno Villa, Juan Negrín, Edgar Neville, Fernando de la Cuadra Salcedo, Luis Quintanilla, José del Río Sáinz, Cipriano Rivas Cherif, José María Rodríguez Alcalde, Ignacio Romero, Pedro Sáinz Rodríguez, Adolfo Salazar, Pedro Salinas, Amós Salvador, Miguel Salvador, Enrique Sánchez Suárez, Rafael Sánchez Ventura, Leopoldo R. Sierra, Casimiro de Solano, Ramón de Solano, Luis de Tapia, Guillermo de Torre, José Torroba, Ángel Vegue y Francisco Vighi.» (La Atalaya, Santander, martes 27 de enero de 1925, pág. 1.)

«Carta abierta a Max Aub. Amigo: He abandonado las naves negras de los mirmidores. Akileo descansa, justamente encolerizado. […] Mas hay otras mujeres. La tuya, amigo, tiene un libro de versos dedicado por tí, justa devolución a sus incitaciones líticas. Y a ese libro he ido a reposar de la carnicería que ensagrentó el scamandro, no exenta de la protección y ayuda divina. Primero lo leí en un paseo ribereno y provinciano. Ahora, en casa. Sé que no quieres que hablen de él en público. Tú mismo te opusiste a que tomara el sol en los escaparates de las librerías. ¿Hiciste mal, o bien? […] ¡Delicioso pedante! Gracias a tu vida, gracias a tu amada, gracias a tu esfuerzo, gracias a tu alma, podemos cincuenta seres –no hablemos de nacionalidades– sosegar de las luchas diarias y de los versos de Homero. En verdad te confieso que pocos como tus Poemas cotidianos nos entiblan, tranquilizan y acuestan el alma.» (Fernando Dicenta y Vera [1902], “Carta abierta a Max Aub”, Las Provincias, Valencia, viernes 23 de octubre de 1925, pág. 1.)

1926 «Vida social. El domingo llegó a Grado a pasar varios días con su amigo el notable escritor Valentín Andrés Álvarez, el escritor Max Aub, uno de los literatos de más talento de la nueva generación literaria.» (Región, Oviedo, martes 6 de julio de 1926, pág. 4.)

1927 «Viajeros llegados al Reina Victoria Hotel: Don Max Aub, comerciante, de Cartagena.» (Diario de Alicante, lunes 19 de diciembre de 1927, pág. 4.)

1928 «Reina Victoria Hotel: […] don Max Aub Mohrenwitz, comerciante, de Cartagena.» (Diario de Alicante, jueves 13 de diciembre de 1928, pág. 1.)

1937 «Ilmo. Sr.: De conformidad con el Decreto de 22 de Agosto próximo pasado, creando el Consejo Central del Teatro, dependiente de la Dirección general de Bellas Artes. Este Ministerio ha resuelto que sea Presidente de dicho Consejo el señor Director general de Bellas Artes y nombrar Vicepresidente a don Antonio Machado Álvarez, Secretario a don Max Aub Mohrenwitz y Vocales a don Jacinto Benavente, doña Margarita Xirgu, don Enrique Diez Canedo y Reixa, don Cipriano Rivas Cherif, don Rafael Alberti Merello, don Alejandro Casona, don Manuel González, don Francisco Martínez Allende, don Enrique Casal Chapí y don Miguel Prieto. Lo digo a V. I. para su conocimiento y a los efectos procedentes. Valencia, 13 de Octubre de 1937. P. D. W. ROCES. Señor Director general de Bellas Artes.» (Gaceta de la República, Madrid, 14 de octubre de 1937, nº 287, pág. 162.)

1940 «Valencia del Cid. […] Hago saber: Que por orden del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Valencia del Cid se tramitan en este Juzgado expedientes contra los inculpados que a continuación se relacionan: […] Max Aub Mohrenwitz, vecino de Valencia.» (Boletín Oficial del Estado, Madrid, 5 de febrero de 1940, nº 36, pág. 591.)

1941 «En la ciudad de Valencia, a 28 de septiembre de 1940. Visto ante este Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas el presente expediente, seguido por el Juzgado Instructor de Valencia número 1, contra Max Aub Mohrewitz, novelista, vecino de Valencia, no constan otras circunstancias, refugiado en el extranjero. Fallamos que debemos declarar y declaramos incurso en responsabilidad política, como comprendido en los apartados b), d), e), j), k), n) y o) del artículo 4.° de la Ley de 9 de febrero de 1939, al encartado Max Aub Mohrenwitz y en su consecuencia le condenamos a la sanción de inhabilitación absoluta para cargos citados en el artículo 11 durante ocho años y al pago de veinticinco mil pesetas.» (Boletín Oficial del Estado, Madrid, 7 de febrero de 1941, nº 38, pág. 585.)

* * *

«Cela, desde que empezó a publicar, en abril de 1956, su revista mensual Papeles de Son Armadans, se dedicó también a una tarea sistemática de recuperación de los intelectuales exiliados y de difusión de su obra en el interior de España: las páginas de esa revista testimonian la constante presencia de Francisco Ayala, Américo Castro, Max Aub, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, a la vez que Papeles era una de las plataformas principales (con Ínsula) de los escritores demócratas que seguían trabajando en España, desde los antiguos liberales y orteguianos Gregorio Marañón y Julián Marías, hasta los jóvenes marxistizantes como Castellet y Barral; desde los católicos progresistas como Aranguren hasta los poetas más representativos de Cataluña, como Riba. También intervinieron los pintores, desde Picasso hasta Miró y Tapies. Cela mismo, en cuanto permanente editorialista de Papeles, tomó clara posición liberal, a favor de todas las libertades, una posición esencialmente antifranquista, como pude observar directamente durante los años que trabajé con él como subdirector de la revista (1961-1964).» (Sergio Vilar, Franquismo y antifranquismo, Orbis, Barcelona 1986, pág. 65.)

«Los contactos de Ridruejo con los jóvenes disidentes y con el exilio se habían multiplicado desde 1956. Mantenía correspondencia recíproca y declaradamente amistosa con Max Aub, por ejemplo, y no había cejado en buscar colaboradores para su mínimo grupúsculo político, fundado en noviembre de 1956, y en cuya representación acudía a Múnich, el Partido Social de Acción Democrática, PSAD. Entre los jóvenes que tuvo cerca desde el primer momento había un editor fenomenal, Fernando Baeza, de Ediciones Arión, e hijo del exiliado Ricardo Baeza; estaba también el escritor reservado y complejo José Suárez Carreño, miembro de la FUE antes de la guerra, y que el mismo día que le conceden el Premio Nadal en 1949 por su novela Las últimas horas lo detiene la policía franquista por sus actividades en la FUE; estaba Pablo Martí Zaro también, estrechísimo colaborador hasta el final, cuando organizaron la editorial Seminarios y Ediciones, o estaban Fermín Solana y Vicente Ventura, jóvenes conspiradores del ámbito socialista.» (Jordi Gracia, “Dionisio Ridruejo, entre París y Madrid”, El País, Madrid 8 de mayo de 2005.)

«1959. 15 mayo. Tres levantinos: Jaime Miravitlles, Julián Gorkin, Víctor Alba, ejemplos de malsines, hijos de puta. Inteligentes vividores a la sombra del que creen más fuerte. Puedo hablar así porque los tres se han dedicado, a lo largo de los últimos años, a denunciarme como agente comunista, no peligroso sino peligrosísimo. ¿Por qué? Yo nunca me metí con ellos, jamás hablé de ellos. ¿Por escritores fracasados? Es posible. ¿Por ganarse el pan? Tal vez. ¿Por quedar bien con sus amos? Quién sabe. El hecho es que los tres –a veces arrepintiéndose– se dedicaron a infamarme (no por «comunista» sino por «agente»), creyendo que no me defendería, que no tenía –como escritor– la menor importancia. Sin leer lo que escribía: por el acento y el nombre. Quedan aquí por lo menos sus nombres –o sus seudónimos–, que ni a sus apellidos se atrevieron.» (Max Aub, Diarios, apud “Los diarios de Max Aub”, ABC, Madrid, 10 de abril de 1998.)

Responde al cuestionario del vidrioso agente Sergio Vilar en Manifiesto sobre Arte y Libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles (Las Américas Publishing Company, Nueva York 1963, págs. 75-76).

Max Aub

«Nací en París, sin tener gran cosa que ver con ello, el día 2 de junio de 1903, y viví, desde niño, en Valencia. Ahí fui a la “Alianza Francesa” y a la “Escuela Moderna”, en la Plaza Pellicers, antes de estudiar el bachillerato en el Instituto. Me casé en Valencia, con una valenciana, mis tres hijas nacieron en Valencia y allí tuve casa y biblioteca hasta el 39. Se repartieron mis cuadros, mis muebles; mis libros, en su gran mayoría, están en las bodegas de la Universidad.

Más o menos repartía mi tiempo entre Madrid, Barcelona y Valencia. Menos Extremadura, creo conocer España de punta a rabo.»

Libros que ha publicado: Los poemas cotidianos (verso), Narciso (teatro), Geografía (novela), Teatro incompleto (teatro), Fábula verde (novela), Luis Álvarez Petreña (novela), A (verso), Espejo de avaricia (teatro), Proyecto de un teatro nacional (ensayo), San Juan (teatro), Campo cerrado (novela), Diario de Djelfa (verso), No son cuentos (novela), Morir por cerrar los ojos (teatro), La vida conyugal (teatro), Campo de sangre (novela), El rapto de Europa (teatro), Discurso de la novela española contemporánea (ensayo), Cara y cruz (teatro), De algún tiempo a esta parte (teatro), Sala de Espera (miscelánea), Sala de espera, t. II (miscelánea), Deseada (teatro), Sala de Espera, t. III (miscelánea), Campo abierto (novela), No (teatro), Yo vivo (novela), Canciones de la esposa ausente (verso), Antología de la prosa española del siglo XIX, tomo I (Neoclásico y liberales), Antología de la prosa española del siglo XIX, tomo II (Románticos), Las buenas intenciones (novela), La poesía contemporánea (ensayo), Algunas prosas (miscelánea), Cuentos ciertos (novela), Ciertos cuentos (novela), Tres monólogos y uno sólo verdadero (teatro), Una nueva poesía española (ensayo), Crímenes ejemplares (miscelánea), Heine (ensayo), Algunos nuevos poetas españoles (ensayo), Jusep Torres Campalans (novela), Cuentos mexicanos, Lira perpetua (poesía), Del amor (teatro), Poesía Mexicana (ensayo), Obras en un acto, tomo I (teatro), Obras en un acto, tomo II (teatro), La calle de Valverde (novela), El remate (novela).

En la actualidad, Max Aub vive en México y pertenece a los Servicios coordinados de Radio y Televisión de la Universidad Nacional Autónoma.

Respuestas

1ª. Sí, debiera. Pero entonces procedería de la nada. Arte de este tipo sólo puedo figurármelo como resultado de los primeros versículos del Génesis, y siendo Dios.

2ª. Generalmente, el Estado tiene poco que ver con el arte. Bajo los regímenes más distintos siempre hubo artistas buenos y malos. El arte oficial a veces ha sido excelente, otras pésimo.

3ª. Si la obra es buena, a todos, aunque no se quiera. Si es mala no sirve para maldita la cosa. Desde este ángulo, lo estético y lo social son uno y lo mismo.

4ª. No existe “una libertad personal y política absolutas”.

5ª. Aunque no quiera, o quisiera, el hombre es un resultado, lo que implica ser, luego, factor de otros. El que viviera completamente aislado ni comería ni bebería ni, naturalmente, escribiría. Aislados, sólo los muertos.

6ª. Si lo merece o no la sociedad, lo ignoro. Ahora bien, el arte es conocimiento y como tal sirve a todos. Por otra parte, si no hubiesen cobardes, ¿quién conocería a los valientes?

El arte es libertad. Las circunstancias son otra cosa: en la cárcel se han escrito grandes obras, otras son producto de esclavos.

Sergio Vilar, Manifiesto sobre Arte y Libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles, Nueva York 1963, páginas 75-76.

«El espía era Enrique Ruiz García, tan imaginativo de por sí que ni siquiera se llama Enrique. Según me informan quienes le conocen bien, su verdadero nombre es Restituto, y era conocido en la Falange santanderina por el “Tuto”. Su padre fue un obrero mecánico, de los sindicatos falangistas anteriores a la guerra, asesinado por los rojos de la montaña. El pequeño “Tuto” jugó siempre a señorito y a intelectual. De eso se cachondeó Max Aub en La gallina ciega [1971] el libro en que cuenta su viaje a España [1969] y sus contactos con algunos “intelectuales” de la oposición. Con su frac de Kissinger manito y con su visita a Estoril, es posible que el “Tuto” incluso haya engordado. ¡Qué gran, tipo!» (Rafael García Serrano [1917-1988], “Dietario personal”, Mediterráneo, Castellón de la Plana, domingo, 16 de junio de 1974, pág. 11.)

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