
Bibliotecas Populares Cervantes
Las cien mejores obras de la literatura española. Vol. 9
Director: Francisco Carrillo Guerrero
Inspector-Jefe de Primera Enseñanza de Madrid
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La vida de Lazarillo de Tormes
y de sus fortunas y adversidades
Prólogo de
Gil Benumeya
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MADRID
Editorial Ibero-Africano-Americana
Talleres VELASCO.– Meléndez Valdés, 52.– Madrid.
Aunque la portada de esta edición impresa sobre 196 páginas de papel (110×187 mm), sin que se haga figurar fecha (pero que se puede datar hacia noviembre de 1927), asegure que el prólogo es autoría de Gil Benumeya, es obvio que el texto presentado como “Prólogo” no procede del numen de tal pseudónimo, pues se corresponde con el inicio del entonces manido texto convencional del Lazarillo, que esta edición copia de fuente que ni siquiera se preocupan por precisar. Como no cabe atribuir a Rodolfo Gil Torres tal impostura, ni tampoco a descuido del experimentado Francisco Carrillo Guerrero, director de la colección, deberá trasladarse la responsabilidad a la Editorial Ibero-Africano-Americana (responsabilidad de Manuel Luis Ortega Pichardo). Cabe suponer que alias “Gil Benumeya” estuvo implicado de alguna manera en esta edición, como lo estuvo como firmante de prólogos en otras entregas de la serie (→ volumen 30 y 87). [GBS]
Prólogo
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de muchos, y no se entierren en la sepultura del olvido; pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio, que no hay libro por malo que sea que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son. Y esto, para que ninguna cosa se debría romper, ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto; porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo; y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, si hay de qué, se las alaben; y a este propósito dice Tulio: “La honra cría las artes.” ¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala tiene más aborrecido el vivir? No por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse al peligro, y así en las artes y letras es lo mismo. Predica muy bien el presentado, y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando lo dicen: ¡Oh que maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia! Justo muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque lo loaba de haber llevado muy buenas lanzas: ¿qué hiciera si fuera verdad? Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis vecinos de esta nonada que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades. Suplico a vuestra merced reciba al pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico, si su poder y deseo se conformaran. Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues fortuna fue con ellos parcial, y cuanto más hicieron los que siéndoles contrario, con fuerza y maña remando salieron a buen puerto.
(páginas 7-9 de La vida de Lazarillo de Tormes, Editorial Ibero-Africano-Americana, Madrid [1927])