Luis de Molina
Concordia del libre arbitrio. Parte segunda
Sobre el concurso general de Dios
Traducción, introducción y notas de Juan Antonio Hevia Echevarría
Biblioteca Filosofía en Español, Fundación Gustavo Bueno, Oviedo 2007, páginas 223-299

Disputa XXV. Sobre el concurso de Dios con las causas segundas en todas sus acciones y efectos.
1. Una vez establecida la libertad de nuestro arbitrio, debemos hablar, por una parte, del concurso general con el que Dios concurre con todas las causas segundas –y, por ello, con el libre arbitrio– en todas sus acciones y efectos y, por otra parte, del concurso particular con el que Dios ayuda con medios divinos a nuestro arbitrio en sus obras sobrenaturales. Ciertamente, estos dos géneros de concurso divino difieren en gran medida entre sí y no afectan a nuestro arbitrio de la misma manera. Si desconociéramos el modo de actuar de ambos concursos, no podríamos saber de qué manera permanecen a salvo tanto la libertad de nuestro arbitrio en su obrar natural y sobrenatural, como la contingencia de las cosas, siendo esta contingencia algo que vamos a demostrar junto con la libertad de nuestro arbitrio; asimismo, tampoco sabríamos conciliar esta libertad de arbitrio con la gracia, presciencia, voluntad, providencia, predestinación y reprobación divinas. Finalmente, el conocimiento y la explicación de gran número de cuestiones importantísimas depende del conocimiento del modo de actuar de ambos concursos.
2. Así pues, comenzando por el primer género de concurso, en primer lugar, vamos a referirnos al concurso general de Dios con todas las causas segundas. Luego hablaremos de este mismo concurso en las acciones y efectos naturales del libre arbitrio. Más adelante, conforme al modo de este concurso, demostraremos que somos nosotros por medio de nuestro libre arbitrio, y no Dios, la causa de nuestros pecados. Finalmente, examinaremos si, en caso de que Dios actuase por necesidad de naturaleza y concurriese con el libre arbitrio y con las demás causas segundas con el mismo modo de concurso general con que ahora influye, permanecería a salvo o no la contingencia de las cosas.
Parte segunda. Sobre el concurso general de Dios
Disputa XXV. Sobre el concurso de Dios con las causas segundas en todas sus acciones y efectos, 223
Disputa XXVI. ¿Influye el concurso general de Dios sobre las causas de tal modo que éstas actúan tras ser movidas por Él o es un concurso inmediato a las causas que influye sobre sus efectos y acciones naturales?, 229
Disputa XXVII. Apéndice de la disputa anterior, 237
Disputa XXVIII. En la que se refutan otras objeciones contrarias a nuestra doctrina sobre el concurso general de Dios, 250
Disputa XXIX. Sobre el concurso general de Dios con el libre arbitrio en sus obras naturales, 254
Disputa XXX. En la que rechazamos el ejemplo con que algunos suelen explicar el modo de obrar de Dios por medio de su concurso general y presentamos el modo verdadero, 259
Disputa XXXI. En la que explicamos que Dios no es causa del pecado, sino tan sólo el libre arbitrio creado, 263
Disputa XXXII. En la que se expone la razón por la que no es Dios, sino únicamente el libre arbitrio creado, la causa del pecado, 268
Disputa XXXIII. En la que explicamos lo que hemos dicho hasta ahora y nos preguntamos si Dios debe considerarse autor de los actos de nuestro arbitrio y también causa del elemento material del pecado, 276
Disputa XXXIV. En la que se explican algunos testimonios de las Sagradas Escrituras que parecen dar a entender que Dios es causa del pecado, 287
Disputa XXXV. ¿Desaparecería la contingencia de las cosas, si Dios influyese por necesidad de naturaleza, junto con el libre arbitrio y otras causas segundas, sobre las obras naturales exactamente del mismo modo en que realmente y con libertad influye ahora?, 294