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Cárcel Modelo
13 septbre 1932.
Querido Ramón:
Mil gracias por tu afectuosa carta, que me ha hecho todo el efecto que podrás imaginar.
Aciertas al suponer que no he tomado la más mínima parte en los sucesos determinantes de mi encarcelamiento. Estaba en San Sebastián desde cinco días antes, recobrándome con la vida el sol y junto al mar de dos años de fatiga. Me detuvieron en Irún, pero no al tratar de pasar la frontera, como ha dicho algún papelucho, sino cuando llevaba cuatro horas acompañando a la familia de la Duquesa de Fernán Núñezc, cuyo cadáver llegaba aquella mañana de Berlín. Comprenderás que de haber tomado parte en el complot hubiese ocupado mi puesto de peligro. Pero no tomé parte alguna, no porque sólo considere lícitos, ni mucho menos, esos procedimientos de la superstición electoral que se llaman los «medios legales», sino porque estimo a España atrasadísima para la implantación de un sistema autoritario, y desde luego no consideraba capaces para dirigirlo a los organizadores de este movimiento. Menos mal que el extraordinario valor de algunos hace perdonar la dirección desatinada de los jefes.
Mis recuerdos a Zitad y para ti un fuerte abrazo de tu amigo de siempre
José Antonio
[rubricado]
¿Cuáles son tus nuevas señas?